FILOLOGÍA, IMAGOLOGÍA Y PAISOLOGÍA ITALIANAS
VIDA Y OBRA DE NICOLÁS MAQUIAVELO
LIFE AND WORKS OF NICCOLÒ MACHIAVELLI
НИККОЛО МАКИАВЕЛЛИ: ЖИЗНЬ И ДЕЯТЕЛЬНОСТЬ
PAISOLOGÍA, FILOLOGÍA E IMAGOLOGÍA ITALIANAS: PRERRENACIMIENTO Y RENACIMIENTO / ITALIAN REGIONAL AND CULTURAL STUDIES, PHILOLOGY AND IMAGOLOGY: PRE-RENAISSANCE AND RENAISSANCE / ИТАЛЬЯНСКОЕ СТРАНОВЕДЕНИЕ, ФИЛОЛОГИЯ И ИМАГОЛОГИЯ: ПРОТОРЕНЕССАНС И РЕНЕССАНС (ВОЗРОЖДЕНИЕ)
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA. Parte de la conferencia impartida por el filólogo, imagólogo, paisólogo y lingüista cubano Fernando Antonio Ruano Faxas. Esta conferencia se impartió por primera vez en la Facultad de Filología en 1985.
PAISOLOGÍA, FILOLOGÍA E IMAGOLOGÍA ITALIANAS: PRERRENACIMIENTO Y RENACIMIENTO http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/paisolog%C3%ADa-filolog%C3%ADa-e-imagolog%C3%ADa/19j6x763f3uf8/66#
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[…] Vida y obra de Nicolás Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo –en italiano Niccoló Machiavelli– es uno de los escritores italianos de mayor talla a nivel universal. A Nicolás Maquiavelo también se le conoce por los nombres de “El Histórico” y “El Secretario Florentino”. Este célebre escritor fue, además, un destacado estadista. Nació en Florencia el 3 de mayo de 1469 y allí mismo murió el 22 de junio de 1527, en situación económica rayana en la pobreza. El nacimiento de Maquiavelo en Florencia lo marca de por vida, porque, como ha dicho el escritor y filólogo francés Ernest Renan –maravillosa y afortunadamente llamado “El Blasfemo Europeo”[1]–: “Después de Atenas, ninguna ciudad ha contribuido tanto como Florencia a la promoción del espíritu humano”. Su padre fue abogado, su familia era noble, pero de escasa fortuna. La etimología de su apellido parece ser la siguiente: “Mas” –manso, predio o finca–, de los tres “chiavelli” –clavos o clavitos–, lo que equivaldría a “Predio de los tres clavos”. En 1502 casó con María Corsino, que le dio varios hijos y fue esposa fiel y cariñosa, a pesar de las numerosas infidelidades de su marido […]
[…] Maquiavelo fue un gran observador. Desempeñó múltiples actividades diplomáticas y políticas, entre las cuales están: de 1498 a 1512 fue secretario de la segunda cancillería, encargada de los Asuntos Exteriores y la Guerra; desempeñó importantes funciones diplomáticas, especialmente ante el rey de Francia, en los años 1500, 1504, 1510 y 1511; también ante el emperador Maximiliano, en 1507, 1508 y 1509; ante César Borgia en la corte papal en 1502 y 1503, y en varias otras ciudades italianas. Esta experiencia diplomática le permitió reunir valiosas observaciones acerca de las instituciones políticas de los estados de su tiempo y acerca de la psicología de los gobernantes […]
El objetivo principal que perseguía Maquiavelo en su función política era mantener la independencia de Florencia, para lo cual organizó una milicia nacional en 1505, lo que permitió la utilización de tropas mercenarias de menor valor militar. Pero sucedió que en 1512 los ejércitos de la Santa Liga –alianza creada en 1511 entre los Estados Pontificios, Venecia y España–, auspiciada por el papa Julio II (Albissola, cerca de Savona, Liguria, 1443-Roma 1513. Papa 1503-1513), tras rechazar a los franceses, vencieron a los florentinos, lo que provocó el regreso de los Médicis a Florencia. De aquí que cayera el gobierno que comandaba Piero Soderini (Florencia 1452-Roma 1522) y que Maquiavelo fuera destituido y, luego, implicado en un proceso de traición. Fue encarcelado durante algún tiempo, y ahí, en la cárcel, se puso a escribir, y con sus obras logró entusiasmar a sus adversarios, los Médicis, por el talento literario y político que demostraba. Luego de ser torturado fue liberado, y se exilió en una propiedad que poseía a las puertas de Florencia.
Maquiavelo murió en el olvido de sus conciudadanos, que ya no se fiaron de aquél que tantas veces había cambiado de política. Los enemigos de los Médicis nunca perdonaron a Maquiavelo los servicios que había prestado a esta familia. Tal vez éste –”la traición”– no haya sido el mayor pecado de Maquiavelo, y sí sus ideas demasiado prácticas, que, claro está, constituían una serie de contradicciones para la gente que le oía o le leía. Lo mismo aconsejaba tomar parte en todas las fiestas religiosas, procesiones, etc., como hace en Capitoli per una bizzarra Compagnia, como también exhortaba cínicamente a acudir a todos los bailes, espectáculos y orgías, bajo conminación de ser relegados, los hombres, a un convento de monjas, y las mujeres a uno de frailes, cosa que también queda plasmada en el libro antes mencionado.
Maquiavelo fue un escritor extraordinario, fecundo, en todos los muchos y variados géneros que cultivó. Hizo escritos políticos, historia, escritos de cancillería, literatura artística en prosa y verso, textos mixtos de historia y novela, novela y drama. Maquiavelo fue un escritor que con toda claridad, sin reticencia alguna, se expresa contra el poder político de la Iglesia. En el terreno político y en lo que concierne a su patria, plantea que el pontificado romano se ha propasado indebidamente de lo espiritual a lo temporal, y que así ha usurpado un ámbito que en lo absoluto le compete. En una de sus obras, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, nos dice que el pontificado no ha sido ni lo suficientemente fuerte como para haber podido consumar, bajo su égida, la unidad de Italia, ni lo suficientemente débil, por otra parte, como para poder haber sido debelado por otros principados o señoríos.
Las obras más conocidas y relevantes de Maquiavelo son las siguientes:
1504. Cómo hay que tratar a los pueblos del Valle de Chiana sublevados. Prosa, informe incompleto, propone los medios para asegurar a los florentinos el dominio de Arezzo y su comarca. Por vez primera expone Maquiavelo su método político, que consiste en deducir de las consideraciones de los hechos históricos reglas generales que tengan aplicación práctica.
1506-1509. Las decenales. Poesía.
1508-1512. Descripción de las cosas de Alemania. Publicado en 1532.
1513-1519. Discursos sobre la primera década de Tito Livio.
1513. El Príncipe.
1514-1524. Canciones carnavalescas.
1517. El asno de oro. Poesía.
1519-1520. Del arte de la guerra. Tratado teórico-militar en 7 libros, publicado en 1521.
1520. La mandrágora. Comedia, sátira de la sociedad florentina.
1520. La vida de Castruccio Castracani. Género mixto de historia y novela.
1520-1525. Historia de Florencia. 8 libros.
1525. Clizia. Comedia.
1549. Belfagor archidiablo–Belfagor archidiavolo–. Cuento publicado en 1549. Sátira contra las mujeres.
I. Análisis de El Príncipe
[…] De las obras de Maquiavelo, la más leída y discutida, ensalzada y vituperada, amada y odiada, siempre presente en varios contextos multidisciplinariamente, es, sin duda alguna, El Príncipe. Ésta es la obra más trascendental de toda la producción literaria de corte político de todos los tiempos. No se concibe un individuo “culto” que no haya leído este libro –y que, por supuesto, lo haya entendido aunque sea mínimamente–. Cuando leemos el libro –de la misma manera que hace más marcadamente Maquiavelo en su obra Historia de Florencia–, entendemos el porqué del temor de “ciertos grupos religiosos” a este autor y a este libro (Maquiavelo, 1994: 19-20) […] Recordemos aquí la estrecha relación que siempre han tenido las religiones con las polítcas y los gobiernos, como he comentado ya en http://knol.google.com/k/las-creencias-las-religiones-los-cultos-y-los-mitos-y-su-relaci%C3%B3n-con-las# […] Además, las literaturas y el periodismo siempre han entrado en conflicto con las religiones, las políticas, los gobiernos http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/panorama-de-la-incidencia-del/19j6x763f3uf8/135# , http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/el-periodismo-y-los-periodistas-en/19j6x763f3uf8/147# […] El Príncipe fue escrita entre julio y diciembre de 1513, en una finca llamada Albergaccio, a donde se había retirado Maquiavelo, luego de caer en desgracia. El estímulo que dio pie a la creación de la obra fueron los comentarios que llegaron hasta Maquiavelo en torno a que el papa León X proyectaba crear un Estado en favor de sus sobrinos Julián y Lorenzo de Médicis. De tal manera, Maquiavelo, deseoso de expresar su pensamiento, madurado en muchos años de experiencia política, escribe a toda prisa el nuevo y breve tratado. Lo anunció el 10 de diciembre en una carta famosa a su amigo Francesco Vettori en estos términos: “he compuesto un opúsculo De Principatibus… en que disputo qué son los principados, de qué especie son, cómo se adquieren, cómo se mantienen, por qué se pierden…”. Más tarde, en 1516, añadió al tratado una dedicatoria a Lorenzo de Médicis; pero el texto no lo tocó más […] El Príncipe es una obra brotada de corrido de la mente del autor; y han sido vanos los intentos de algunos estudiosos y eruditos de distinguir fases sucesivas en su elaboración. La obra se publicó póstuma: su primera edición es de 1532, en Roma, por Antonio Blado, y en Florencia por Bernardo Giunta. El tratado, muy breve, se compone de 26 capítulos, y tiene una férrea concatenación lógica y una urdimbre continua, sin interrupciones ni digresiones. Su esquema general es éste:
1. Los primeros 9 capítulos, respondiendo a la cuestión “cómo se crea y se forma un principado”, analizan el proceso de diversa constitución de los principados.
2. El capítulo 10, que trata de la capacidad general de lucha de un Estado contra el enemigo exterior.
3. El capítulo 11 está dedicado al singular tipo de principado que representa el Estado de la Iglesia, para el cual no valen las leyes que regulan la vida de los demás Estados.
4. Los capítulos 12, 13 y 14. Se entra en las grandes y generales cuestiones de vida interior del Estado, que luego se resumen en una sola: la ordenación de las fuerzas armadas. Y aquí Maquiavelo, después de haber desarrollado su áspera y tajante crítica de las milicias mercenarias y auxiliares, después de haber condenado dura y hasta injustamente a los príncipes italianos de su tiempo, pasa a propugnar la necesidad, para un Estado, de las “armas propias”; esto es, que “están compuestas o de súbditos, o de ciudadanos o de criados tuyos”, y la necesidad, para el príncipe, de pensar continuamente en la guerra: “Debe, pues, un príncipe no tener otro objeto ni otro pensamiento, ni tomar cosa alguna por arte suyo, fuera de la guerra y órdenes y disciplina para ella; porque ése es el único arte que corresponde a quien manda”. Hecho esto, es decir, efectuada la ordenación militar, Maquiavelo ve ya otras reformas generales a introducir en el Estado: los problemas económicos, financieros, etc., están muy lejos de su pensamiento y por esto pasa en seguida a examinar las cuestiones relativas a la propia persona del Príncipe o las artes que debe usar para mantenerse en el trono.
5. Los capítulos 15-23. Dedicados exclusivamente a la figura del príncipe. El análisis de Maquiavelo alcanza en esta parte el máximo realismo. Él mismo tiene plena conciencia de decir cosas que nadie ha osado decir cuando, en el capítulo XV, refutando a los filósofos y escritores que han escrito de política, imaginándose “repúblicas y principados que no se han visto nunca ni conocido existir en realidad”, afirma querer “escribir cosa útil para quien la quiera emprender” y por ello querer “andar tras la verdad efectiva de la cosa” en vez de “a la imaginación de ella”.
6. Los capítulos 24, 25 y 26. Se establece una franca conexión del tratado con la situación italiana del momento. Se examinan las causas por las cuales los príncipes de Italia habían perdido sus Estados –cap. 24–, seguido del análisis de la fortuna, es decir, si es o no posible para la energía y capacidad del hombre hacer frente a la fortuna –cap. XXV–, y, finalmente, de la conclusión de que en Italia es hoy posible a un príncipe prudente y “virtuoso”, esto es, capaz, crear un nuevo y fuerte Estado, que pueda proteger a Italia contra las invasiones de los “bárbaros”, barriendo el “bárbaro dominio” de los franceses y españoles –cap. XXVI–.
7. El tratado de cierra con los versos de Petrarca, de la canción “Italia mía”: “Virtù contro a furore/Prenderò l’arme, e fia ‘l combatter corto;/Ché l’antico valore/Negl’itallici cuor non è ancor morto” –La virtud tomará las armas contra el atropello; el combate será breve, pues el antiguo valor de los corazones italianos aún no ha muerto–.
Con un grito de pasión, con un llamamiento angustiado a un “redentor” de Italia, se concluye así el tratado que a lo largo de 26 capítulos ofrece la fría lucidez de un razonamiento implacablemente riguroso. Maquiavelo no piensa todavía en la unidad política de Italia; el príncipe nuevo que él invoca debería ponerse a la cabeza de la lucha contra el extranjero, pero en realidad sólo dominaría un fuerte Estado, probablemente de la Italia Central; con todo, la invocación de Maquiavelo es una de las más poderosas manifestaciones de todos los tiempos del espíritu nacional italiano. Por lo demás, El Príncipe constituye la más franca y límpida expresión del pensamiento político que jamás se haya formulado. Aquí todo es político, toda otra consideración moral o religiosa es dejada aparte. El sentir político es aquí tan directo, fuerte e instintivo, que no deja sentir ya ningún otro interés, como no sea el del Estado, el cual, a su vez, se identifica con la persona del príncipe […] El Príncipe es, también desde el punto de vista literario, una obra maestra; una de las grandes obras maestras de la prosa italiana. Rápidamente traducida a las lenguas de Europa, se difundió por todo el Viejo Continente y gozó de gran popularidad, tal vez como ninguna otra obra, especialmente en la segunda mitad del s. XVI y primera mitad del s. XVII […]
[…] Del pensamiento de Maquiavelo se ha desprendido una doctrina llamada maquiavelismo, lo que también se interpreta como una manera o modo de proceder con astucia y perfidia […] En la política se denomina maquiavelismo al sistema político que preconiza, siguiendo las máximas de Maquiavelo, el empleo de cualquier clase de medios para afirmar el poder de dominación en la gobernación del Estado. La cuestión radica en que la quinta esencia de la doctrina de Maquiavelo aparece en la máxima de que “el fin justifica los medios” por amorales que ellos sean, y aun cuando la astucia y la tiranía hayan puesto en su empleo la mayor y más decisiva parte […] En la impartición de justicia (?) podemos ver muchos de los contenidos de las doctrinas de Maquiavelo http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/a-qu%C3%A9-llamamos-discurso-jur%C3%ADdico/19j6x763f3uf8/30# […]
II. Análisis de Belfagor archidiablo
Esta obra tuvo en su origen un nombre diferente: La novela del diablo que tomó mujer –La novella del diavolo che prese moglie–. Tras varias falsas atribuciones, en 1549 fue publicada con el nombre de su verdadero autor. La obra trata de lo siguiente: Belfagor es un archidiablo al que le tocó en suerte entre todos los demonios del infierno realizar una difícil misión en la Tierra. Como muchas almas de condenados confiesan que la causa de su condenación fueron sus mujeres, Plutón decide enviar a un diablo a la Tierra para confirmar ese aserto. Belfagor toma forma humana, recibe una gran cantidad de dinero, y eligiendo Florencia como lugar de la prueba, entra en ella con gran séquito, bajo el nombre de Rodrigo de Castilla, noble español. Recibido con grandes honores, se casa con una bellísima pero pobre muchacha, llamada Honesta, y bien pronto se enamora de la mujer, a la que juzga más soberbia que al propio Lucifer. Por ella gasta su dinero, también ayudando a sus cuñados que terminan por llevarlo a la ruina. Reducido a la pobreza y perseguido por los acreedores, se ve precisado a huir, refugiándose en casa de un labriego en la campiña florentina. En prueba de agradecimiento, Rodrigo le revela se verdadero ser y como recompensa le promete penetrar en el cuerpo de una muchacha, de donde sólo saldrá cuando el campesino, fingiendo exorcizarla, quiera que salga del cuerpo de la niña, pudiendo de este modo embolsar la gran cantidad prometida por la familia a quien la libre de los demonios. Así ocurre durante dos veces, pero después Belfagor advierte al campesino que está ya cansado de continuar por este camino. Pero ocurre que una hija del rey de Francia está poseída por los espíritus. El rey llama al campesino y le ordena curar a su hija bajo pena de muerte. El campesino ruega a Belfagor que salga del cuerpo de la princesa, pero el diablo no obedece. El campesino, entonces, hace levantar en la plaza principal una gran tribuna en la que se celebrará una misa propiciatoria, y ordena que se coloquen alrededor de la plaza gentes con trombas, címbalos, tambores, cuernos, etc., que deberán todos sonar a una señal suya. Cuando viene la princesa, el campesino da la señal y al preguntar el diablo la causa de tanto estrépito, le responde, sin que la multitud pueda oírle a causa del ruido, que se trata de la mujer de Rodrigo que viene a buscarlo. Antes tales palabras, Belfagor huye asustado, prefiriendo regresar al infierno. Esta viva narración, escrita en un ligero y vívido lenguaje, lleno de sal y de humor, pertenece a la literatura satírica antifemenina. Fue muchas veces refundida y traducida […]
[…] Como en la Mandrágora, domina aquí el placer de representar, reuniendo imágenes vivas en un clima de alegre sarcasmo. Así aparece la imagen del desenfadado Maquiavelo, que tantas veces se trasluce en las cartas del secretario florentino […] Esta no es la única obra que trata esta leyenda. Probablemente de origen oriental, el tema del diablo que toma forma de mujer ha sido bastante divulgado en los cuentos populares. Así, aparecen otros autores que han escrito sobre este asunto. Por ejemplo, podemos mencionar a Straparola con sus Noches agradables; Johan de Fèvre con su obra Lamentaciones de Matteolo y a Lorenzo Astemio con Ecatomythium […]
PARTE DE LA BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA PARA ESTE CICLO DE CONFERENCIAS
Ferro Gay, Federico (1972). Breve historia de la literatura italiana. México, PORRÚA.
Maquiavelo, Nicolás (1994). El Príncipe. México, PORRÚA.
Vossler, Karl (1951). Historia de la literatura italiana. Barcelona, Labor.
[1] Recomendamos consultar la obra de este sensacional autor, en especial La vida de Jesús, publicada por primera vez en 1863 e Historia de los orígenes del Cristianismo
, textos que en 7 volúmenes aparecieron entre 1863-1881.
