VÉASE TAMBIÉN
[…] Como he considerado en mi libro registrado con los siguientes datos: Fernando Antonio Ruano Faxas (2003). El lenguaje corporal humano. Un enfoque imagológico en base a criterios verbales y no verbales, con 808 páginas, disponible en http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El-lenguaje-corporal-humano.-Un-enfoque-imagol%C3%B3gico-en-base-a-criterios-verbales-y-no-verbales , hay individuos, grupos, pueblos, países, comunidades y hasta continentes que, por alguna razón histórica, han sido evaluados de una manera positiva o de una manera negativa por los demás grupos, e inclusive por ellos mismos o por algunos de ellos mismos, por alguien trascendental de su mismo grupo, como un historiador, un escritor, un periodista importante, un destacado antropólogo o etnólogo o imagólogo […] debido a su conducta, a su manera de ser, a su proceder, a su carácter, a sus hábitos, a sus rasgos, debido a “ciertas inclinaciones”, debido a sus formas comunicativas: “Es desde luego aventurado, como es bien sabido, hablar del carácter de los habitantes de un cierto país. En todas partes hay personas de todas clases. Pero lo que es indudable es que en cada país, en cierta época, prevalecen ciertas actitudes: modos característicos de enfrentarse a la vida, y a la muerte, así como de enfrentarse a la propia nación o ante uno mismo. Hay modos de ser característicos del español, hoy día; como hay modos de ser característicos del francés, el americano o el hombre de cualquier otra nacionalidad” (Sánchez Barbudo, 1980: 189). Son tan variadas y significativas estas particularidades del comportamiento y la comunicación de los humanos, de sus hábitos, que muchas culturas –y especialistas de diferentes ramas del conocimiento– han llegado a comparar, de varias maneras y en múltiples sentidos, a personas, animales y plantas,[1] con resultados no solamente interesantes sino también sorprendentes (Waal, 1998). Estas comparaciones entre humanos, de diferentes razas, y animales y plantas, de diferentes especies, no solamente se han referido al físico, a los rasgos, a la parte externa del cuerpo de animales, plantas y humanos, sino que también han abordado todo tipo de atributo, real o imaginario, de animales, plantas y humanos, y, más concretamente, la parte interna del cuerpo humano, la sicología humana, las conductas humanas, las formas de vida del ser humano (Diamond, 2000). La historia, las artes, las ciencias y las literaturas habladas y las literaturas escritas, en su conocida y tradicional interconectividad, han expresado las mil y una facetas de las comparaciones entre humanos y animales (Kemp, 2007). Cualquier mirada al mundo de las religiones, a las mitologías, a la literatura, al cine, a la televisión, a los teatros, a los circos, a las carpas, a los cómics, a los juegos interactivos, a los cuentos infantiles, a los mimos y funámbulos callejeros, nos muestra las transformaciones físicas y sicológicas de seres humanos en animales y plantas, y de animales y plantas en seres humanos. En cada cultura concreta los animales y las plantas –en algunos casos todavía incontados, todavía no clasificados, por su gran cantidad, variedad y características, como sucede en México y Brasil– han tenido y tienen significaciones muy variadas, como nos muestran, por ejemplo, Bernardino de Sahagún (op. cit.) y Francisco Javier Clavijero (op. cit.) para el caso de México, significaciones que, casi siempre por causas de las habituales tabuizaciones de las tradiciones del pasado prehispánico y del folclor negro que ha impuesto “el catolicismo desorientado”, son desconocidas inclusive por la llamada “clase culta” (?) de la sociedad. ¡Inconcebible…!; pero, contra viento y marea, ahí están esas tradiciones y ahí están esas significaciones día a día… Como dijera alguna vez Alejo Carpentier: “¿Qué sabían los blancos de cosas de negros?”
ЯRConsultores de Imagen Social® Imagólogo, paisólogo, filólogo y lingüista Fernando Antonio Ruano Faxas
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IMAGOLOGÍA DEL ARTE COSMOGÓNICO DE LAS SEIS SOCIEDADES QUE HAN DADO ORIGEN A LAS CIVILIZACIONES MÁS ANTIGUAS DEL MUNDO: 1. MESOPOTAMIA (ACTUAL IRAQ O IRAK), 2. EGIPTO, 3. INDIA, 4. CHINA, 5. PERÚ (CARAL) Y 6. MÉXICO
Estados Unidos de América
ruanofaxas@gmail.com
CHINA. La diosa Nüwa, “La Creadora”. Aparece representada con cuerpo humano o solamente cabeza humana, y cola de dragón o serpiente. Nüwa, “La Creadora”, el primer día creó el gallo; el segundo, el perro; el tercero, la oveja; el cuarto, el cerdo;
el quinto, la vaca; el sexto, el caballo y el séptimo comenzó a crear a los hombres usando arcilla amarilla.
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MÉXICO. El dios Quetzalcóatl (también conocido con otros nombres, como Tezcatlipoca Blanco, Serpiente Emplumada, Kukulkán, etc.), con figura humana y atributos de serpiente y pájaro. La imagen según el Códice Borbónico.
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IMAGOLOGÍA LITERARIA EN LO “REAL MARAVILLOSO” Y EL “REALISMO MÁGICO”
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El incomparable escritor cubano Alejo Carpentier y Valmont y la novela El reino de este mundo. Haití y la historia de Mackandal
[…] ¿Qué sabían los blancos de cosas de negros? En sus ciclos de metamorfosis, Mackandal [uno de los tantos dioses de Haití] se había adentrado muchas veces en el mundo arcano de los insectos, desquitándose de la falta de un brazo humano con la posesión de varias patas, de cuatro élitros o de largas antenas. Había sido mosca, ciempiés, falena, comején, tarántula, vaquita de San Antón y hasta cocuyo de grandes luces verdes. En el momento decisivo, las ataduras del mandinga, privadas de un cuerpo que atar, dibujarían por un segundo el contorno de un hombre de aire, antes de resbalar a lo largo del poste. Y Mackandal, transformado en mosquito zumbón, iría a posarse en el mismo tricornio del jefe de tropas, para gozar del desconcierto de los blancos […]
A veces se hablaba de animales egregios que habían tenido descendencia humana. Y también de hombres que ciertos ensalmos dotaban de poderes licantrópicos. Se sabía de mujeres violadas por grandes felinos que habían trocado, en la noche, la palabra por el rugido […]
El manco Mackandal, hecho un houngán del rito Radá, investido de poderes extraordinarios por varias caídas en posesión de dioses mayores, era el Señor del Veneno […]
Detrás del Tambor Madre se había erguido la humana persona de Mackandal. El mandinga Mackandal. Mackandal Hombre. El Manco. El Restituido. El Acontecido. Nadie lo saludó, pero su mirada se encontró con la de todos. Y los tazones de aguardiente comenzaron a correr, de mano en mano, hacia su única mano que debía traer larga sed. Ti Noel lo veía por vez primera al cabo de su metamorfosis. Algo parecía quedarle de sus resistencias en misteriosas moradas; algo de sus sucesivas vestiduras de escamas, de cerda o de vellón. Su barba se aguzaba con felino alargamiento, y sus ojos debían haber subido un poco hacia las sienes, como los de ciertas aves de cuya apariencia se hubiera vestido […]
Ahora recordaba que, años atrás, aquel rubicundo y voluptuoso abogado del Cabo que era Moreau de Saint Méry había recogido algunos datos sobre las prácticas salvajes de los hechiceros de las montañas, apuntando que algunos negros eran ofidiólatras. Este hecho, al volver a su memoria, lo llenó de zozobra haciéndole comprender que un tambor podía significar, en ciertos casos, algo más que una piel de chivo tensa sobre un tronco ahuecado. Los esclavos tenían, pues, una religión secreta que los alentaba y solidarizaba en sus rebeldías. A lo mejor, durante años y años, habían observado las prácticas de esa religión en sus mismas narices, hablándose con los tambores de calendas, sin que él lo sospechara. ¿Pero acaso una personas culta podía haberse preocupado por las salvajes creencias de gentes que adoraban una serpiente?… […] (Carpentier, 1949).
Estos cultos, en donde se comparan imágenes de humanos con animales y plantas y fenómenos naturales como el viento, el agua, la lluvia, la tempestad, el fuego, la sequía, el trueno, el ciclón, la tormenta, la tromba, el tornado, el terremoto, la nevada, la helada, la erupción volcánica, las epidemias y las plagas, etc., por amor o temor, aparecen en todas las culturas. La astrología, por ejemplo, está plagada de signos zoomórficos: los signos del zodíaco. De una manera u otra, en un tiempo histórico u otro, el antropomorfismo, es decir el atribuir características humanas o nombres humanos o denominaciones humanas a los dioses, a los semidioses, a los animales, a las plantas,[2] a las cosas y a los lugares; el fitomorfismo, es decir el atribuir características vegetales o nombres vegetales o denominaciones vegetales a los dioses, a los semidioses, a los animales, a los humanos y sus partes corporales, en especial a las partes sexuales,[3] a las cosas y a los lugares […] En mi país, Cuba, a los problemas, actos o asuntos relacionados con el sexo, en cualquier sentido, es decir con el pene, con la vagina, con el ano, con las tetas, con la boca […] se les llama popularmente “problemas del INRA”. ¿Por qué? En primer lugar porque a estas “partes pudendas” o “partes vergonzosas” o “partes naturales” o “partes naturales del cuerpo humano” o “partes que intervienen en el sexo o la actividad sexual” se les llama, entre otros múltiples nombres, con nombres de tubérculos o viandas y frutas, como: al pene se le dice “yuca”, “plátano”, “malanga”, “cañandonga”, “mazorca”, “tronco”, “leña”, “caguairán”, “tolete”…; a la vagina se le llama “boniato”, “papaya”, “anón manteca”…; a las nalgas o culo o trasero o fambeco o fotingo, se le llama “manzanón”, “la guayaba del Perú”, “el marañón”, “el caimito”; a las tetas se les llama “guanábanas”, “naranjas”, “toronjas”, “mandarinas”, etc., y como todo lo relacionado con las viandas, frutas o productos agrícolas lo trataba, hasta el 1976, el Instituto Nacional de Reforma Agraria o INRA, pues ya está…: “¡problemas del INRA!”. Y estas denominaciones cubanas, estas palabras cubanas (Feijóo, 1981), estos cubanismos: http://knol.google.com/k/cubanismo-o-cubanismos# , nos acompañan a los cubanos a donde quiera que vamos, con sus variantes léxicas y semánticas según las regiones de Cuba, según sea el uso lingüístico, la norma lingüística, los dialectos geográficos y los dialectos sociales del español de Cuba, del español cubano […] Así, de esta manera, en México o aquí en Estados Unidos de América, etc., nosotros los cubanos seguimos usando estas variantes fitomórficas para nombrar las partes sexuales, las partes pudendas. Lo mismo sucede con los demás grupos humanos y sus usos lingüísticos y sus denominaciones […] los mexicanos con sus mexicanismos: http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/mexicanismo-o-mejicanismo-o/19j6x763f3uf8/5 […] etc. […] el zoomorfismo (Pedrosa, 2002), es decir el atribuir características animales o nombres animales o denominaciones animales a los dioses, a los semidioses, a los humanos,[4] a las plantas,[5] a las cosas y a los lugares, son comunes en todas las culturas de la Humanidad:
FITOLATRÍA. Adoración de las plantas. Acción mágico-religiosa de carácter universal, debida a que los vegetales satisfacen las necesidades humanas básicas (comida, vestido y sustento) y además adornan, curan, matan y forman parte del simbolismo lírico y social. Acompañan al hombre en cada momento de su vida, desde que nace hasta que muere, y en todas las culturas se les ha atribuido un alma y un valor cultural. Están presentes en los mitos, los ritos y los cultos, no sólo como ornamentación sino como personajes con vida propia; y se les asignan propiedades mágicas y atributos muy ajenos a su condición biológica. En el México prehispánico, las deidades de la vegetación eran innumerables; las principales estaban vinculadas a las plantas alimenticias. El maíz tenía varios númenes [divinidades, dioses]: Xilonen para el tierno, Iztaccentéotl para el blanco, Tlatlauhquicentéotl para el colorado, grande y duro, Centli para la mazorca cortada y seca, y para todos Centéotl, la deidad representativa, con personalidad dual: si masculina, su esposa era Xochiquetzal, llamada en algunas regiones Chicomecóatl. Las plantas-dioses parecen ser tempranas en la historia, pues a la llegada de los españoles eran ya demasiadas para ser recientes. En las regiones áridas los grandes cactus eran a menudo adorados, y las especies alucinógenas, cuando no eran consideradas deidades, eran el medio para llegar directamente a ellas, como el peyote y el teonanácatl. Plantas consideradas alimento divino o hechas con materiales sobrenaturales, son, entre otras, el ololiuhqui, el cuetzpaltzin y el itzalcoliuhqui. El tabaco (piciete) y el estafiate servían para aliviar enfermos y practicar “limpias” [“despojos”]. En la adivinación se utilizaban muchas, especialmente el tabaco masticado y el ololiuhqui; y los granos de maíz, arrojados en un plano rectangular, eran interpretados según quedaban dispuestos. Árboles sagrados relacionados con el origen de la humanidad, son las ceibas en el Sur, que unían al cielo con la tierra (v. Códice Féjérvary-Mayer). La humanidad, según los mitos, desciende de una pareja que se salvó protegiéndose en un tronco hueco que flotó durante el diluvio. La flor de cempoalxóchitl se dedicaba a la muerte y con ella se han adornado hasta hoy los altares dedicados a los antepasados. La cabeza despedazada de la Coyolxauhqui, en el bajorrelieve del Templo Mayor de Tenochtitlan, aparece ornamentada con esa flor. Xochipilli, príncipe de las flores, presenta cara de muerto, el cuerpo grabado en flores alucinógenas, un pectoral que representa al monstruo de la tierra, y mariposas en su trono, evocadoras de las almas de los guerreros, que después de cuatro años de acompañar al Sol en el cielo, regresaban a la tierra en esa forma. Así, las flores presidían la vida y la muerte, y permitían alcanzar a los dioses con sus poderes disociadores. Xochiquétzal, diosa de las flores, también tenía una personalidad múltiple y se relacionaba, igual que Xochipilli, con la vida, la muerte y la metempsicosis; su signo calendárico regía a la gente de muy buena ventura: pintores, orfebres y artesanos limpios, trabajadores y excelentes en sus oficios. Las plantas curativas eran adoradas, y también las que servían para adivinar la causa de las enfermedades (piciete, ololiuhqui o peyote). De otras se creía que provocaban problemas de salud si se les olía, brincaba, cortaba o escupía. Desde épocas muy antiguas, la flor representó la sangre, según se ve en los llamados “danzantes” de Monte Albán, sacerdotes emasculados de cuyas partes mutiladas brotan pétalos y corolas. Las flores tenían usos distintivos: las que sólo eran lucidas por determinadas clases sociales, las que señalaban a las mujeres vírgenes o a las adúlteras, las que connotaban fiestas y las que se colocaban en los sitiales de los altos dignatarios y de los dioses (petates finos y asientos o icpallis hechos de tule) (Álvarez, 1987, t. V: 2847).
Desde los tiempos más antiguos el pensamiento simbólico desarrollado por los hombres ha prestado especial atención a los animales. Ellos son nuestros compañeros en el mundo y de ellos se ha aprendido, con ellos se ha rivalizado y a algunos incluso se les ha domesticado.
El comportamiento y la actitud particular de cada especie ha sido el elemento determinante de su simbología, pero, en general, han personificado tanto las fuerzas del universo como las inquietudes propias de la sensibilidad humana.
También la forma en que los diferentes animales repercutían en las civilizaciones de su entorno ha condicionado las interpretaciones que sobre ellos se creaban. Quizá no sea demasiado aventurado decir que, dentro de la tradición occidental, la sociedad que mejor consideración dio a sus vecinos animales fue la del Egipto faraónico.
Además de todo lo visto, los animales fabulosos han sido una frecuente creación de la imaginación humana. Habitualmente son el producto de una serie de asociaciones de ideas que tienen por objeto personificar los miedos, anhelos o concepciones profundas de los grupos humanos (Serrano y Pascual, 2003: 19).
Animales en el mito, la religión y la magia. En todos los tiempos el hombre se ha identificado con los animales y éstos siempre han estado presentes en manifestaciones culturales básicas; muchos grupos humanos afirmaron descender de ellos, lo que llamó la atención de los antropólogos, psicólogos y sociólogos de fines del siglo XIX y principios del XX que estudiaron el totemismo. La conciencia de la propia animalidad se plasmó en mitos, y a través de ellos se dieron explicaciones del universo, por lo que los animales resultan fundamentales en la historia de la filosofía, la ciencia, la religión y la magia. Las mitologías abundan en seres zoomorfos, antropo-zoomorfos, en transformaciones y en manifestaciones duales (alter ego), que en México se suelen llamar nahuales. A los animales se les ha visto como antepasados, dioses, compañeros, avatares de deidades y encarnación de hombres muertos. Se les encuentra en múltiples ritos: sacrificios, tabúes, ofrendas, danzas, vestimentas. En la magia se usan para la adivinación y para hechizos; se exageran sus cualidades y defectos para actos de brujería; así, por ejemplo, los felinos son encarnación de la fiereza; la zorra, de la astucia; y las aves blancas, de la pureza.
En el México prehispánico, las culturas aldeanas (hacia 1200 a.C.) sacrificaban, para que acompañaran a los muertos, perros, venados y aves acuáticas […] En la cerámica se encuentran representaciones de serpientes, tigres, coyotes, patos, zarigüeyas, pescados, perros, conejos, armadillos, puercos salvajes y ranas. Desde la aparición del Estado teocrático (hacia 600 a.C.) se dio a los dioses aspecto antropo-zoomorfo, pero algunos animales representaron fuerzas de la naturaleza o planos del universo. Ejemplos tardíos son: el águila, que era el Sol y el cielo; la serpiente, las corrientes acuáticas; la pantera (Tepeyolohtli), las profundidades de la tierra; el tigrillo pinto, el cielo y las estrellas; el zopilote real, en la zona maya (Popol Vuh), el fin de la noche, el despuntar de la aurora; las abejas, la masa de soldados. Nahuales de dioses fueron el colibrí, de Huitzilopochtli; el perro, de Xólotl; y la serpiente, de Quetzalcóatl. La vestimenta de los sacerdotes mayas eran pieles de venado y de jaguar. En el sur de Mesoamérica el murciélago era el nahual del sacerdote sacrificador, mientras que en el centro mesoamericano, en la época teotihuacana, el tecolote estaba en los tocados de los personajes que se relacionaban con el sacrificio en que se sacaban los corazones; a raíz de la Conquista aún se hablaba de que la presencia de esa ave nocturna significaba derramamiento de sangre indígena. Las codornices fueron, después del hombre, la carne sacrificial preferida de los dioses, y mes a mes mataban muchas en honor de las deidades que presidían las fiestas calendáricas. Los conejos se relacionaban con la Luna, igual que el guajolote. La rana y el lagarto se confundían con Cipactli, el monstruo de la tierra, que también solía tener aspecto de pantera y, en algunos códices, de pez espada.
Los mitos de la creación se diferenciaron por regiones; casi en todas partes se habló de varias creaciones o soles, en las que los habitantes de la Tierra no eran necesariamente hombres, y en cambio siempre había animales. En el centro de México, el primer sol terminó por la acción del agua y las gentes se volvieron peces; en el segundo, las gentes eran gigantes y fueron devorados por tigres; en el tercero, todo se acabó por el fuego; el cuarto terminó por grandes vientos y los seres vivos se convirtieron en monos; y el quinto es el que se vive y terminará con temblores y hambruna (Anales de Cuauhtitlán). El Popol Vuh habla de una sola creación, en la cual los animales estuvieron presentes en la tierra antes que el hombre, y éste fue hecho con sangre de culebra y masa de maíz. En los Anales de los cakchiqueles, para la carne del hombre se requirieron maíz y sangre de tapir y de culebra. El Códice Chimalpopoca cuenta que, para los mexicas, la carne humana fue hecha con los huesos de los hombres anteriores (huesos preciosos) y la sangre del miembro viril de la serpiente emplumada (Quetzalcóhuatl).
La medicina mágica también manejó animales […]
Los calendarios mesoamericanos utilizaron los animales como símbolos o representantes de los días […]
El México colonial tuvo un giro completo en sus relaciones ideológicas con los animales, aun cuando los grupos indígenas conservaron mucho de sus tradiciones prehispánicas. La imposición del cristianismo obligó a no pensar en ascendencia animal [no obstante] El escudo nacional de la República Mexicana conserva el águila solar y la serpiente terrestre en su lucha cósmica, cuya simbología ideológica fue heredada de los indígenas (Álvarez, 1987, t. I: 439-440).
[En los momentos de la Conquista de México] Las fiestas, por su parte, traían consigo bailes y regocijos, entremeses graciosos que aprovechaban el dramatismo de quienes llegaba a pedir a pedir salud al ídolo o al santo. El zoomorfismo, tan frecuente en las culturas prehispánicas, también hizo acto de presencia en estas festividades rituales y teatrales, adoptando las personas que representaban no sólo actitudes de un sapo o de un coyote sino también su nombre propio […] (Álvarez, 1987, t. XIII: 7576).
[…] Y en el México actual, en este México de nuestros días tan complejo, tan difícil, tan saqueado, tan maltratado, tan convulso, tan colapsado […] ¿qué no se adora?, ¿qué religión no se profesa?, ¿en qué santo o santa o deidad o divinidad, de ahora o de antes, de los prehispánicos o de los asiáticos o de los africanos o de los europeos o de lo que sea, no se cree? ¡Son miles los cultos alternativos, las religiones alternativas, la creencias alternativas, que se practican en México actualmente, en pleno siglo XXI, y por absolutamente todos los mexicanos, en todas las clases sociales mexicanas, y se practican junto a un Catolicismo ya de por sí más que mestizado, más que sincrético, junto a un Cristianismo más que diverso mundialmente! […] México, como país grande, diversificado, complejo y atrasado, más que pluricultural, con una historia enorme, interpretada de mil maneras, tiene muchas caras: http://knol.google.com/k/panorama-de-m%C3%A9xico-en-el-siglo-xxi-los-principales-problemas-de-m%C3%A9xico-parte-i# , http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/m%C3%A9xico-y-los-mexicanos-vistos-y/19j6x763f3uf8/15# , http://knol.google.com/k/qui%C3%A9nes-somos-los-mexicanos-por-dentro-y-por-fuera , http://knol.google.com/k/un-vistazo-muy-por-arriba-y-desde-el-lado-gabacho-o-gringo-al-gobierno-del# , http://knol.google.com/k/comida-mexicana-o-gastronom%C3%ADa-mexicana# […]
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¿DÍA DE MUERTOS O HALLOWEEN O NOCHE DE BRUJAS?
EL SINCRETISMO EN EL MUNDO MEXICANO DE LOS ESTADOS UNIDOS
CULTOS ALTERNATIVOS, CREENCIAS ALTERNATIVAS, RELIGIONES ALTERNATIVAS
CULTURAS EN CONTACTO; GLOBALIZACIÓN, CREENCIAS Y COMPORTAMIENTOS Y CONDUCTAS
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[…] El zoomorfismo, común en las culturas antiguas, se estudia en la imagología, en la heráldica, en la onomástica,[6] en la onomasiología, en la semasiología, en la toponimia,[7] en la antroponimia[8] y la antropotoponimia, en la zoonimia[9] y la zootoponimia, en los apodos[10]… El zoomorfismo es evidente en los nombres propios, en la literatura y el arte, en el deporte, en la política, en la medicina, en la magia, en la brujería, en el chamanismo, en los ejércitos, las batallas y los conflictos bélicos –en muchas culturas, como por ejemplo en la grandes culturas Azteca y Maya, los seres humanos, hombres y mujeres, los guerreros, los chamanes, se identificaban, se transformaban, se transubstanciaban, para variados fines y según las circunstancias, en diferentes animales, tales como el jaguar, el águila, etc.–… De tal manera, buscando relacionar de una forma u otra, a los grupos, a las personas, a los nombres propios, con determinadas cualidades animales –claro está que a partir del contacto directo con las naturalezas, los entornos faunísticos, los rasgos…–, tanto los grupos, equipos o personas en particular llevan nombre de animales. Y de aquí que el zoomorfismo se pueda clasificar también en: zoomorfismo lingüístico, zoomorfismo teológico, zoomorfismo artístico, zoomorfismo deportivo, zoomorfismo político, etc. Así, en los nombres (Gardiner, 1954; Abraham, 1981: 313-317; Ruano, 2003b) propios tenemos: Toro Sentado, Caballo Loco, Cuauhtlatoatzin o Águila que Habla –nombre original del mexicano Juan Diego–… En el arte tenemos: Sor Juana Inés de la Cruz, “El Fénix de México”; Grace Kelly, “El Cisne de Mónaco”; Tom Jones, el “Tigre de Gales”… En el deporte, tenemos al destacadísimo atleta cubano Alberto Juantorena “El Caballo”, a los Pumas, las Chivas Rayadas de Guadalajara, los Jaguares de Chiapas, los Tiburones Rojos de Veracruz… En la política: el expresidente cubano Gerardo Machado, “El Asno con Garras”; el mandatario cubano Fidel Castro Ruz, “El Caballo”; el gobernador del estado de Chiapas Roberto Albores Guillén, “El Perro”; el dirigente campesino boliviano Felipe Quispe, “El Mallku” –término aymará que significa ‘Gran Cóndor’–; el expresidente boliviano Hernán Siles Zuazo, “El Conejo”; el expresidente boliviano Víctor Paz Estenssoro, “El Mono”; el presidente de México Vicente Fox, “Chachalaca”,[11] y “Cachorro”; el expresidenciable –¿o presidente?– mexicano Andrés Manuel López Obrador, “Pejelagarto”;[12] y otros apodos de expresidentes mexicanos como “El Perro”, “La Hormiga Atómica”, “El Chapulín Colorado”, “La Rata” (Dresser y Volpi, 2006: 127, 168); gusano –contrarrevolucionario cubano, persona opuesta al Castrismo–… En la medicina, la anatomía, la biología, la botánica, la imagología, el lenguaje popular: síndrome de la vaca loca, fiebre caprina –bruselosis–, fiebre porcina, gripe aviar, posición con manos de hámster, patas de gallo o patas de gallina –arrugas alrededor de los ojos–, boca de dragón –una planta–, boca de escorpión –maldiciente–, boca de perro –persona que dice cosas indebidas–, pesteaperro –persona que huele mal–, boca de lobo –lugar muy obscuro–, ojo de pescado –tipo de verruga–, ojo de carnero –ojos saltones–, ojo de sapo –ojos hinchados–, pata de perro –callejero– , pata de cabra –instrumento–, gato –instrumento–, toro –individuo robusto–, majá –el majá es una culebra, y así se le dice a una persona holgazana […] Y hablar de “lenguaje corporal” no solamente es referirse a los humanos, al lenguaje corporal humano, a la comunicación que envía el cuerpo humano, en las tantas y tan variadas culturas del mundo, en la historia y la actualidad, sino que también aquí tenemos que hablar del “lenguaje corporal animal”, tema que ya he tratado en múltiples ocasiones:
Dentro del estudio del lenguaje corporal está el lenguaje corporal humano, pero también los lenguajes corporales animales. En este curso trataremos el lenguaje corporal humano, no obstante tenemos que señalar que los hombres siempre han analizado y decodificado en gran medida los lenguajes corporales –y no corporales– animales, especialmente de aquellas especies que han estado relacionadas con ellos directamente, como es el caso de los lenguajes corporales de monos, pájaros, perros, gatos, peces y cetáceos, caballos, cerdos, vacas, cabras […] gallos, gallinas, pericos, loros […] etc. […] Y hoy, en especial con este mundo globalizado y conectado de mil maneras a través de las redes sociales, no podemos estar haciendo comparaciones a las tontas y las locas, porque “se pueden interpretar muchas cosas” […] Por ejemplo, en México apareció en todas las redes sociales #MIGALLOESGALLINA […] y se refería a una mujer que iba a participar en las elecciones presidenciales […] aquí muchos alumnos y colegas […] me preguntaban que si se refería a “un hombre que era maricón”, a “un gay que quería ser presidente de México” […] En fin […]
Existe inclusive comunicación entre los animales de diferentes especies. Es interesante, por ejemplo, la comunicación corporal y no corporal –sonidos– que se produce entre pájaros y monos, y entre pájaros y hombres, aparte de las conocidas intercomunicaciones entre perros (Abrantes, 2003; Hoffman, 2005) y hombres y gatos (Helgren, 2004) y hombres.
El lenguaje corporal humano […] abarca múltiples planos, es antiquísimo, y puede ser tratado de manera popular, de manera artística (Bell, 1806) o poética […] de manera científica, de manera religiosa o socioconfesional o sagrada […] de manera criminal y victimal o concerniente a la seguridad (Saniez, 1999; Saniez, 2005), etc…. La imagen corporal humana y los variados lenguajes corporales que han existido y que existen en la actualidad en las múltiples culturas, de la misma manera que el llamado “lenguaje corporal humano en situaciones de culturas globalizadas” y la relación verbo-corporal o corpóreo-verbal en el lenguaje humano, se han analizado y se analizan a partir de la comunicación cara a cara entre los humanos y de la comunicación humano-holograma […] del análisis de las diferentes variantes comunicativas humanas como son por ejemplo la literatura escrita en cualquiera de sus formas, la pintura, la escultura, el cine, la televisión, las sombras chinescas, el teatro de sombras, etc., y todo esto se realiza partiendo de múltiples enfoques disciplinares. El lenguaje corporal “humano” está atado indisolublemente con el lenguaje verbal “humano”; pero en este sentido todavía hay mucho que investigar al nivel de todas las sociedades y grupos humanos del mundo (Hernández y Veyrat, 2000). Así, por ejemplo, entre las ciencias y ramas científicas más conocidas que han estudiado de una u otra manera el lenguaje corporal humano están: Antropología, Antropología Lingüística, Antropobiología, Biotipología, Etnología, Etnolingüística, Etnozoología, Fisiognómica, Folclore o folklore, Folclife o folklife, Artes Visuales, Bellas Artes, Biología, Biometría, Biotipología, Biometeorología, Fisiología, Fisiognómica, Zoología, Etología, Paleontología, Paleoantropología o Paleontología Humana, Paleoantropobiología, Behaviorismo, Medicina, Pediatría, Medicina Genómica o Genómica, Anatomía y Autopsia, Hematología, Erotología, Neuroimagen, Estomatología u Odontología, Nutriología, Sociología, Sociobiología, Sicología, Sicología Astrológica, Biorrítmica, Sofrología, Relajación, Grafología, Siquiatría, Etnosiquiatría, Kinesiología o Cinesiología, Biomimética, Ergonomía, Escultura, Pintura, Arquitectura, Semiótica, Quirología, Lingüística, Programación Neurolingüística o PNL, Filología, Traductología (traducción oral o interpretación), Ciencias de la Comunicación, Periodismo, Comunicación no Violenta o Comunicación Compasiva, Cosmética, Cosmetología, Cosmiatría, Aromatología, Aromaterapia, Dramaturgia o Dramática, Danza, Eutonía, Performance, Pedagogía, Ingeniería en Imagen Pública, Relaciones Públicas, Marketing Político, Gerencia Electoral o Gerencia Política, Imagología, Textología, Humorismo, Gastronomía, Gastrosofía, Aristología, Alta Cocina o Comida de Señores, Bromatología, Derecho, Criminología, Victimología, Frenología, Personología, Religión, Adivinación […]
Cuando se trabaja científicamente el cuerpo humano y sus lenguajes –un tratamiento que de por sí implica la presencia de variadas esferas del conocimiento y, debido a esto, variados enfoques y estilos de trabajo (Ruano, 2003b: 7-21; Kundera, 2003: 120-123)–, entonces la pregunta inicial es: ¿en realidad qué es el cuerpo humano y para qué sirve?, ¿qué dice el cuerpo humano con palabras y sin palabras, por un lado, y con palabras/sin palabras, por otro lado?, ¿cómo podemos leer las señales del cuerpo humano en sus tan variados contextos comunicativos y qué dicen “realmente” esas señales? […]
Siempre ha habido grupos de personas bien vistos y grupos de personas mal vistos, tribus y clanes mejores y tribus y clanes peores, reinos e imperios buenos y reinos e imperios malos, gremios buenos y gremios malos, sectores con buena fama y sectores con mala fama (ENCUP 2001;[13] ENCUP 2003;[14] ENCUP 2005[15]; ENCUP 2008: http://www.encup.gob.mx/encup/index.php?page=encup ),[16] asociaciones prestigiosas y asociaciones desprestigiadas. A veces estas valoraciones se han realizado sin conocimiento ni razón; otras veces sí… Y también así ha sucedido con las valoraciones que se han realizado y se realizan acerca de los animales, y más concretamente de ciertas especies de animales, en todas las culturas y en todos los tiempos. En Occidente, por ejemplo, Aristóteles consideró que aquellas personas que se parecían a determinados animales tenían un poco del carácter de esos animales: “El carácter no es independiente de la constitución física. Está condicionado por el estado de nuestro cuerpo, como también el cuerpo está influido por las enfermedades del alma […] Los que conocen bien a los animales juzgan también de su carácter a través de su apariencia física. El especialista en caballos, el que lo es en perros, escogen así consecuentemente los mejores animales. Y si se piensa que todo esto es cierto (y esto sigue siendo cierto), la fisiognomía puede ser útil.” El británico George Orwell, uno de los más grandes satíricos, periodistas y ensayistas de todos los tiempos, ha comparado a hombres y animales con una precisión singular en Rebelión en la granja, texto y film – http://www.youtube.com/watch?v=YBwBc0XSxeg – que recomendamos ampliamente para el trabajo de la imagen política, de la ingeniería en imagen política, de la imagología política. En Francia, un célebre pintor del siglo XVII, Charles Le Brun, dejó interesantes trabajos de las fisiognomías animal y humana: “miraba a los hombres con ojos de pintor de animales”. Veamos sus retratos comparados del hombre-halcón, el hombre-jabalí, el hombre-caballo, el hombre-león, el hombre-lobo, el hombre-ave, el hombre-lobo:


Otros autores han comparado a los hombres con carpas, tiburones y delfines (Ribeiro, 2000: 177-182):


Y con panteras, pavos reales, delfines y búhos (Møller y Hegedahl, 1983: 166):

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JUAN SANDOVAL ÍÑIGUEZ
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[…] La literatura artística está llena de comparaciones entre personas y animales, según las épocas, las modas, los estilos y los contextos. Una las comparaciones más interesantes que se han realizado en nuestros días entre humanos y animales es la de Richard Conniff, en su libro Historia natural de los ricos. El destacado escritor mexicano Julio Torri[17] ha hecho comparaciones de la mujer con los animales:
MUJERES.
Siempre me descubro reverente al paso de las mujeres elefantas, maternales, castísimas, perfectas.
Sé del sortilegio de las mujeres reptiles –los labios fríos, los ojos zarcos– que nos miran sin curiosidad ni comprensión desde otra especie zoológica.
Convulso, no recuerdo si de espanto o atracción, he conocido un raro ejemplar de mujeres tarántulas. Por misteriosa adivinación de su verdadera naturaleza vestía siempre de terciopelo negro. Tenía las pestañas largas y pesadas, y sus ojillos de bestezuela cándida me miraban con simpatía casi humana.
Las mujeres asnas son la perdición de los hombres superiores. Y los cenobitas secretamente piden que el diablo no revista tan terrible apariencia en la hora mortecina de las tentaciones.
Y tú, a quien las acompasadas dichas del matrimonio han metamorfoseado en lucia vaca que rumia deberes y faenas, y que miras con tus grandes ojos el amanerado paisaje donde paces, cesa de mugir amenazadora al incauto que se acerca a tu vida, no como el tábano de la fábula antigua, sino llevado por veleidades de naturalista curioso […]
Filólogo e imagólogo Fernando Antonio Ruano Faxas
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
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http://fernandoantonioruanofaxas.blogspot.com/
[1] Las comparaciones de humanos y animales con las plantas están presentes en el lenguaje popular, en los proverbios, dichos, dicharachos, refranes, adivinanzas, piropos, trabalenguas, pegas, nombres propios, apodos, etc., y en el léxico botánico vulgar, es decir los nombres que el pueblo, vulgo o populacho, y no la ciencia y la técnica, le da a las plantas. La imaginación y la imaginería populares o vulgares para nominar, en todos los ámbitos, es sencillamente inmensa, artificiosa y trópica. Basta consultar un diccionario de voces populares o vulgares de la flora (Roig, 1988, t. I y t. II). Así, por ejemplo, se asocia a los seres humanos, a los animales y a las cosas, para bien o para mal, con plantas y frutos. Por ejemplo, se dice que una persona es como el “moriviví” –planta llamada científicamente mimosa púdica–, significando que se recupera fácilmente de enfermedades y dolencias; que una persona es un “roble” –principalmente en Cuba, en Oriente, se le llama así a dos árboles científicamente nominados como Tabebuia hypoleuca y Tabebuia oligolepis – , es decir que es muy fuerte.
[2] Antropomorfismo en las plantas. Doy aquí ejemplos de la flora cubana: “cabellos de mujer” –Monstera dubia–, “cabeza de negro” –Annona purpurea– , “llorón” –Stenostomum lucidum–, “llorona” –Cyrilla racemiflora–, “majagua hembra” –Hibicus elatus–, “majagua macho” –Belotia Grewiaefolia–, “ocuje hembra” –Elaeodendrum attenuatum–, “ocuje macho” –Calophyllum antillanum–, “ojo de poeta” –Thumbergia alata–, “pasa de negro” –es decir “pelo de negro”, Anthurium recusatum–, “palma boba” –Euterpe globosa–, “yerba bruja” –Tradescentia geniculata–, “zapatón del obispo” –Rhoeo discolor–… (Roig, 1988, t. I y t. II).
[3] Fitomorfismo en los humanos. Doy aquí ejemplos del léxico del español de Cuba: “aguacate”: Estudiante de Escuela Formadora de Maestros Primarios. Se les llama “aguacates” por el color verde del uniforme; “habichuela”: Recluta de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Se les llama “abichuelas” por el color verde obscuro del uniforme; “plátano verde” –militar–, “ñame” –bruto–, “semilla” –homosexual–, “coco” –cabeza–, “güiro” –cabeza–, “leña” –pene–, “limones” –senos o tetas–, “melones” –senos o tetas–, “guanábanas” –senos o tetas–, “papaya” –órgano sexual femenino– (Paz, 1988).
[4] Zoomorfismo en los humanos. Doy aquí ejemplos del léxico del español de Cuba: “animal” –pene–, “bicho” –pene–, “bicho” o “bicha” –astuto, perspicaz–, “bicha” –prostituta–, “cangrejo” –prostituta–, “cherna” –homosexual–, “chiva” –delator–, “gallina” –cobarde–, “gallo” –hombre–, “ganso” –homosexual–, “hormiga” –de estatura pequeña–, “jutía” –cobarde–, “ladilla” –que molesta mucho–, “majá” –holgazán–, “pájaro” –homosexual–, “pargo” –homosexual–, “pato” –homosexual–, “perro” –sumiso–, “pollo” –bonito o bonita–, “rata” –ladrón–, “ratón” –cobarde–, “víbora” –malvado–, “yegua” –homosexual o prostituta–, “jaiba” –boca– (Paz, 1988). Y en Estados Unidos los “asnos” o “burros” son los miembros del Partido Demócrata, y los “elefantes” los miembros del Partido Republicano.
[5] Zoomorfismo en las plantas. Las plantas reciben nombres de animales, por su semejanza con éstos en cualquier sentido. Doy aquí ejemplos de la flora cubana: “achicoria de cabra” –Erechtites hieracifolia–, “aguacate de perro” –Alchornea latifolia–, “baba de perro” –Hibiscus costatus–, “cabeza de vaca” –Anthacanthus spinosus–, “cabeza de toro” –Beilsmiedia pendula–, “pajarito” –Rondeletia savannarum–, “roble caimán” –Tabebuia calcicola–, “ojo de buey” u “ojo de caballo” –Mucuna urens–, “ojo de cangrejo” –Pithecellobium obovale–, “yerba de sapo” –Persicaria punctata–, “zapote culebra” –Lucuma serpentaria–… (Roig, 1988, t. I y t. II).
[6] Véase, por ejemplo: Enciclopedia de los nombres propios. Barcelona, Planeta, Barcelona, 1995; Gutierre Tibón (1998). Diccionario etimológico comparado de nombres propios de persona. México, FCE. Para tratar la onomástica cubana se puede consultar: Samuel Feijóo (1981). Del piropo al dicharacho. Folklore oral de Cuba. La Habana, Letras Cubanas, 295-371.
[7] Véase, por ejemplo: Roberto Faure Sabater (2004). Diccionario de nombres geográficos y étnicos del mundo. Madrid, Espasa-Calpe.
[8] Véanse, por ejemplo: Josep María Albaigès (2004). El libro de los nombres. Barcelona, Luciérnaga; P. Martínez Sopena (1995). Antroponimia y Sociedad. Sistemas de identificación hispano-cristianos del siglo IX al XIII. Valladolid, Universidad de Valladolid.
[9] Véase, por ejemplo: Ignacio Reyes García (2003). Antiguos zoónimos canarios. Tenerife, Foro de Investigaciones Sociales.
[10] Acerca del apodo nos dice Samuel Feijóo: El apodo, apodete, nombrete, mote, alias, etcétera, es costumbre universal. Israel Castellanos, al comienzo de su excelente investigación «El apodo de los delincuentes en Cuba» (Revista Bimestre Cubana, números Mayo-Junio y Julio-Agosto de 1926), define claramente el apodo y sus sinónimos:
Alias, según el Diccionario de nuestra lengua, significa «de otro modo, por otro nombre»; apodo, «nombre que se suele dar a las personas, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia»; mote, «sentencia breve que incluye un secreto o misterio que necesita explicación»; seudónimo, «nombre supuesto, falso o fingido»; remoque, «dicho agudo y satírico» y sobrenombre, «nombre que se añade a veces al apellido para distinguir a dos personas que tienen el mismo» o «nombre calificativo con que se distingue especialmente a una persona». Y alias, apodo, mote, seudónimo, remoque, remoquete y sobrenombre son sinónimos.
El pueblo apoda por diversas causas. Si en Cuba un presidente roba («se baña, pero salpica») se le apoda Tiburón; si es un inculto asesino, Asno con Garras. Si un hombre es delgado y cabezón, Clavoelínea. Si grueso, Culoeballena, etcétera. Los apodos sueles sarcásticos, muchos despectivos, agresivos, otros cómicos, otros, reconocedores del valor, otros, cariñosos. El Cucalambé es famoso sobrenombre de poeta decimista, por no citar miles de apodos de los cantantes repentistas cubanos, desde el Gigante de la Idea hasta Sinsonte Escarmentado. ¿Pero Platón, el filósofo idealista griego, no era el apodete que le daban sus amigos por sus espaldas anchas? ¿Y al famoso Harold, rey de Dinamarca, no se le conoció por el sobrenombre de Harold, Diente Azul?
Para el muy estudioso del apodo, el cubano Israel Castellanos, en su ya citado trabajo:
[…] los orígenes del mote están en los albores de la humanidad, entre los primeros moradores de la tierra, en los tiempos prehistóricos. ¿Cómo se nombró a los hombres en la sociedad primitiva? Seguramente por epítetos basados en características personales. El alias es la primera manifestación del nombre civil. Los nombres patronímicos o gentilicios, los apellidos, son conceptos remotos recogidos por la sociedad civilizada, que, sucesivamente, han ido señalando, designando, identificando a las personas. La importancia del nombre civil o patronímico, incluyendo los apellidos, ha ido robusteciéndose al compás del progreso social, reflejándose en la vida jurídica de los pueblos. En el orden civil, comercial y penal, las generales de un individuo han adquirido importancia trascendental. El nombre, pues, ha sido considerado un medio elemental y sencillo de identificación personal.
Muchos apodos son hijos de la incultura, la rudeza y aun de la maldad; otros no. Como ejemplo de «apodos mansos», en Cuba, copiamos los que conociera el pintor inglés Walter Goodman, en Santiago de Cuba, en 1864, y que recogiera en su célebre libro Un artista en Cuba, aplicados al nombre de Caridad: Caridacita, Cachita, Chuchú, Cachumba, Cachumbita, Caruca, Caruquilla, Cacha, Cachona, que pudiéramos comparar con los suaves apodetes dedicados a José en nuestro país: Pepe, Pepito, Pepecito, Pepillo, Pepín, Pepón, Pepote, Cheo, Cheíto.
El apodo tiene grande fuerza en Cuba, con sus giros de toda índole. Desde el apodo mambí (Bembeta, Chino Viejo, Tumbacuatro, el Inglesito, etcétera), hasta el revolucionario actual (Che, Vaquerito, el Caballo de Maguayara) (Samuel Feijóo [1981]. Del piropo al dicharacho. Folklore oral de Cuba. La Habana, Letras Cubanas, 321-322).
Para considerar la cantidad de apodos en España, véase, por ejemplo, Rinconete y Cortadillo, una de las novelas ejemplares de Cervantes. En el caso del apodo en Galicia, considerando aquí la abundante emigración gallega a Cuba y la presencia de los galleguismos o lusitanismos en el español de Cuba, véase: Mil y pico de apodos orensanos, de José Ramón y Fernández Oxea.
[11] Según el célebre escritor mexicano, de origen tabasqueño, Francisco J. Santamaría, autor del mejor diccionario de mexicanismos, es decir del Diccionario de mejicanismos, “chachalaca” es un ave de México del tamaño de una gallina común; tiene las plumas de la cabeza y del cuello pardas; las del lomo y parte superior de las alas aceitunadas; blancas las del vientre y patas; las de la cola muy largas, anchas, verdes tornasoladas, y amarillentas en la extremidad; no tiene cresta ni barba; sus ojos son rojos, sin pluma ninguna en el contorno; su carne es muy sabrosa; cuando está volando no cesa de gritar desaforadamente, y de ahí le viene el nombre. Según este autor, “chachalaca” se le dice en México a una persona locuaz, que habla demasiado (Santamaría, 1992: 346).
[12] Dice este mismo autor que “pejelagarto” es el pez científicamente denominado Lepidoseus viridis. Que es un pez e agua dulce, muy común en los ríos y lagunas de Tabasco y lugares costeños del Golfo. En este Estado es artículo de gran consumo para la alimentación, por sus cualidades de buen sabor y nutritivo. Es de cuerpo cilíndrico, con escamas romboidales, no imbricadas, que forman una especie de gruesa concha testácea que lo cubre; hocico sumamente alargado y puntiagudo, como el del lagarto o caimán, con filas de dientecillos largos y punzantes como espinas; de color verdoso y aspecto lorigado (Santamaría, 1992: 823).
[13] Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, ENCUP, 2001: http://www.gobernacion.gob.mx/archnov/Resumen_de_resultados.pdf
[14] Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, ENCUP, 2003: http://www.cddhcu.gob.mx/cesop/doctos/Publicaci%F3n%20de%20Tabulados%20de%20Segunda%20ENCUP.pdf#search=’encup%202003′
[15] Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, ENCUP, 2005: http://www.e-local.gob.mx/wb2/INAFED2006/INAF_Encup , http://www.encup.gob.mx/encup/index.php?page=encup
[16] Para tratar los resultados de la ENCUP 2001, de la ENCUP 2003 , de la ENCUP 2005 y de la ENCUP 2008 se puede consultar la siguiente página en Internet: http://www.encup.gob.mx/encup/index.php?page=encup
[17] Julio Torri (1937). “Mujeres”, en Ensayos y poemas. México, Porrúa.