Abstract
Lingüística, Linguistics, Лингвистика, Языкознание, Языковедение, Sprachwissenschaft, Linguistique, 语言学
El continente americano cuenta con más de 1000 millones de habitantes. En América se hablan y se escriben los siguientes idiomas: español, inglés, portugués, francés, neerlandés,[3] danés[4] y unas 1770 lenguas nativas repartidas de la siguiente manera:
¿Cómo penetra la lengua española en el Nuevo Mundo?
Los primeros que estas Escuelas los començaron a enseñar a los hijos de los christianos (conviene a saber) el signare, y santiguare, reçar el Pater Noster, el Ave María, Credo y Salve Regina, todo esto en Latín (por no saber los Religiosos su lengua, ni tener intérpretes, que lo tradujesen, y bolvieran en ella) lo demás que podían, por señas, como mudos, se lo daban a entender.[15]
Bernal Díaz del Castillo[16] comenta también esta situación:
Llegados los indios […], con señas de paz que les hicimos, y llamándoles con las manos y capeando para que nos viniesen a hablar, porque entonces no teníamos lenguas que entendiesen la de Yucatán y mexicana, sin temor ninguno vinieron […]. Y el más principal de ellos, que era cacique, dijo por señas que se querían tornar en sus canoas e irse a su pueblo.
En Filipinas, el padre Gaspar de san Agustín nos cuenta cómo en una ocasión llegaron a las naves muchos paraos –”que assí llaman a sus canoas los naturales de aquellas islas”:
Y dando muchas voces que no se podían entender palabra, señalaban los pueblos con las manos, como diciendo que fuesen allá, que les darían muchas cosas que comer; y para esto mostraban algunas frutas que en los paraos traían, y se daban palmadas en la barriga, que parece querían significar que les llenarían muy bien las suyas si fuesen a tierra.[17]
Y el mismo autor comenta en otro lugar que “se entendían por señas, aunque, a veces, ni por ellas.”[18]
[…] que en llegando a aquellas provincias procurassen luego dar a entender, por medio de Intérpretes, a los Indios y moradores, cómo los enviaron a enseñarles buenas costumbres, apartarlos de los vicios y comer carne humana, instruirlos en nuestra Santa Fe Católica, y predicársela para su salvación, y atraerlos a nuestro Señorío, porque fuessen tratados, favorecidos y defendidos como los otros nuestros súbditos y vassallos.[20]
En la mencionada Recopilación, se regula la función, las atribuciones, los derechos y las obligaciones de los intérpretes. Por ejemplo, en la ley cuyo título reza así: “Que los descubridores no traigan indios si no fueren para intérpretes”, se dice:
Ningún descubridor por mar o por tierra, pueda traer, ni traiga indios de las partes que descubriere, con ningún pretexto, aunque ellos vengan de su voluntad, pena de muerte, excepto hasta tres o cuatro personas, para lenguas e intérpretes, tratándolos bien, y pagándoles su trabajo.[21]
Los intérpretes son fundamentales en la Conquista, y poco a poco van surgiendo. Nahuatatos se denominan ya en 1565, adaptando el aztequismo nahuatlato –”intérprete indio que conoce la lengua náhuatl o mexicana”, según Malaret– también a la nueva situación filipina. En la Relación de la expedición del navegante y conquistador español Miguel López de Legazpi Zumárraga c. 1510-Manila 1572), en 1565, se dice:
[…] mandó a Gerónimo Naguatato que en lengua malaya y en la de Maluco dixese a muchos yndios que parescían en la playa que traxesen los dichos bastimentos y se los pagarían a su contento y el dicho Gerónimo yntérprete los llamó a los yndios que andavan en la playa e a grandes vozes les dixo lo susodicho en lengua de Maluco e de Malaya, de manera que los dichos yndios lo pudieran entender.[22]
Pero el nombre general de estos intérpretes, de estos traductores, era, tanto en Filipinas como en América, el lengua o la lengua, llegando, incluso, a llamar a los frailes que saben lenguas indígenas, los padres lenguas; la legislación española los denominó intérpretes; otros nombres, menos empleados, fueron ladino[23] y lenguaraz.
Entre los indios cautivos y libres de servicio que traían los nuestros, venía una india llamada Catalina, natural de Zamba, muy ladina en nuestra lengua y más en las de estas costas, de donde la llevó a Santo Domingo los años antes Diego de Nicuesa.
Luisa, la cacica de Ororoní, en la Nueva España, que acompañó al capitán Francisco de Ibarra en busca de la legendaria Cíbola, o la india doña María, que acompañó al padre Las Casas, en 1521, en su tentativa de evangelización del Cumaná y, sobre todo, doña Marina, La Malinche, que desde el principio compartió con Cortes toda la odisea mexicana, y le fue muy útil como lengua, pues hablaba náhuatl, maya y español.[25] Sobre ella, dice Bernal Díaz del Castillo:
doña Marina sabía la lengua de Guazacualco, que es la propia de México, y sabía la de tabasco; como Jerónimo de Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es toda una, entendíanse bien, y Aguilar lo declaraba en Castellano a Cortés; fue gran principio para nuestra conquista, y así se nos hacían todas las cosas, loado sea Dios, muy prósperamente. He querido declarar esto, porque sin ir doña marina, no podíamos entender la lengua de la Nueva España y México.[26]
También hubo españoles que convivieron muchos años con los indígenas y aprendieron sus lenguas, como el ermitaño que nos cuenta Pedro Mártir de Anglería, llamado Ramón Pané, que escribió un libro sobre los ritos de los indios, que fue el que utilizó el padre Las Casas; el ya mencionado Jerónimo de Aguilar, que sabía la lengua de Tabasco y la de Yucatán, intérprete desde la primera hora de Cortés, etc.
Pareció en la costa un hombre que venía corriendo y capeando con una manta y un bergantinejo, le tomó, y súpose cómo era cristiano, que se llamaba Hernado de Aguilar, el cual y otro su compañero habían escapado en poder de indios de una armada que allí había dado al través.[27]
Navegaban en la armada de Valdivia, en 1511, y naufragaron frente a Jamaica. El mar los arrastró hasta la costa oriental de Yucatán.
Este hombre sirvió mucho a la nao porque sabía bien la lengua de las islas, y, efectivamente, aparece como intérprete en numerosas ocasiones.
Éste era un indio natural de México, nacido en Santiago Flatrelesco, que llegó al archipiélago en la armada de Villalobos y se quedó allí perdido. Hablaba poco español y olvidó su lengua mejicana, mas la lengua destas islas la sabe y habla bien, sino que después no la puede darnos a entender a nosotros lo que los indios dicen, por no saber su lengua ni la española; ansí, al presente, puede servir poco u nada de intérprete.[30]
También Bernal Díaz del Castillo dice refiriéndose a Jerónimo de Aguilar que hablaba un español “mal mascado y peor pronunciado.”[31]
En otras ocasiones, la decepción debió provocar el desánimo, como cuando, tantas veces, la lengua que llevaban no entendía nada,[33] o trataban de engañarlos, como cuando en la expedición de Legazpi, en 1565, compraron:
La conquista representaba de hecho la hispanización: “la lengua es compañera del Imperio”, decía Nebrija. Esa hispanización a través de las instituciones políticas, económicas y jurídicas del estado tenía que ser necesariamente lenta. El régimen colonial se superpuso a la sociedad indígena, que siguió manteniendo, en general, los viejos moldes. Pero la hispanización tenía también una vertiente religiosa: la evangelización, la extirpación de las idolatrías, que no podía ser lenta. Los misioneros predican y confiesan al principio valiéndose de intérpretes, o sirviéndose del lenguaje de los gestos, o recurriendo a representaciones gráficas, como grandes cuadros, catecismos en imágenes coloreadas, como el de fray Pedro de Gante,[35] etc. Pero la labor es lenta y, como el indio no aprende el español, los misioneros deciden aprender las lenguas indígenas.
[…] con pajuelas o pedreçuelas, los ratillos que tenían de descanso; y esto hacían para quitarles el empacho con la comunicación; y traían siempre papel y tinta en las manos, y en oiendo el vocablo al indio, lo escrivían, y el propósito que lo dijo. A la tarde, juntábanse los religiosos, y comunicaban los unos a los otros sus escritos y, lo mejor que podían, conformaban a aquellos vocablos el romance que les parecía covenir. Y acontecióles que lo que oí les parecía que avían entendido, mañana les parecía no ser así […].
Y ya que por algunos días fueron probados en este trabajo, quiso Nuestro Señor consolar a sus siervos por dos vías.
Una de ellas fue, que algunos de los niños maiorcillos, que enseñavan, les vinieron a entender bien lo que decían; y como vieron el deseo que los frailes tenían de deprender su lengua, no sólo les enmendavan lo que erravan, mas también les hacían muchas preguntas, que fue sumo contento para ellos.
A la tarea de aprender lenguas indígenas se dedicaron con toda su intensidad aquellos misioneros. La mayoría de los monjes de Nueva España aprendieron náhuatl; otros mixteco, zapoteco, huasteco, chontal, otomí, totonaco, tarasco, etc. Los franciscanos tuvieron un grupo de lingüistas notables: era bastante frecuente que hablasen tres lenguas indígenas, y se dice que el padre fray Luis de Olmos predicaba en diez lenguas y que, por lo menos, dejó escritas algunas gramáticas del totonaco, del tepehua, del huasteco y del náhuatl, y que el padre Barzana llegó a dominar siete lenguas, muchas de ellas dificultosas, como la de los indios frontones.[37] El padre Acosta dice que:
[…] en Juli están al presente once de la Compañía, ocho sacerdotes y tres hermanos. Los Padres todos saben la lengua de los indios, […], y algunos dellos saben las dos lenguas, quichua y aimará, y algunos también la puquina,[38] que es otra lengua dificultosa y muy usada en aquellas provincias. Tienen gran ejercicio de la lengua, y cada día se juntan una o dos horas a conferir, haciendo diversos ejercicios de componer, traducir, etc. Con esto tenemos ya experiencia que en cuatro o cinco meses aprenden la lengua de los indios los maestros, de suerte que pueden bien confesar y catequizar, y dentro de un año pueden predicar.[39]
A pesar del interés de los misioneros por aprender las lenguas indígenas, los resultados, lógicamente, no fueron los mismos en todas partes: según Borges,[40] en Nueva España la casi totalidad de los clérigos sabían lenguas indígenas, pero en Yucatán, las hablaban la mitad de los misioneros; en Perú, había mucha escasez de lenguas, etcétera. Y de todas estas lenguas dejaron cientos de gramáticas y vocabularios; unos impresos; otros, aún manuscritos; muchos, perdidos para siempre; y, además, un sinfín de catecismos, confesionales, doctrinas cristianas, etc. Pensemos por un momento el esfuerzo que supondría para aquellos frailes este aprendizaje y esta investigación lingüística. Si para nosotros hoy, con todo el avance de las técnicas, nos es dificultoso enfrentarnos al estudio de una lengua indígena de América o Filipinas, qué sería para ellos que poseían un bagaje lingüístico mucho menor: sabían latín y algo de griego. Como instrumento doctrinal, tenían la Gramática latina de Nebrija y su reciente Gramática de la lengua castellana. Pero todas estas lenguas y estas gramáticas son indoeuropeas, de estructuras similares, lenguas en nada semejantes a las de los nuevos territorios y, sin embargo, dejaron vocabularios y descripciones de ellas que aún hoy son modélicas, pese a la afirmación de G. B. Milner de que su obra “permanece bajo las preconcepciones normativas y las tradicionales clasificaciones de la gramática europea convencional.”[41] Y uno ha visto a más de un avanzadísimo lingüista cotejando, corrigiendo y ampliando las notas de sus encuestas a la luz de un Arte de una de estas lenguas, escrito por un humilde fraile. Y seguimos asombrados, cuando a la vista de toda esta ingente labor, cuya bibliografía y cuyo estudio están aún por hacer, en el trabajo histórico-descriptivo de Ernesto Constantino,[42] se dediquen trece renglones y medio al “Spanish Period” de la lingüística filipina o que en los manuales de lingüística americana prácticamente no se aluda al maravilloso trabajo de los frailes españoles en el Nuevo Mundo.
[…] y así procuraban con todo desvelo enterarse en aquel idioma extraño a todas las naciones, aunque elegante en la colocación de las voces dificultosas, sólo por haberse de pronunciar en lo interior de la garganta. Mas tanta fue su aplicación a percibir y aprender las voces que llegaban a hacerles preguntas que entendían los indios de lo que deseaban saber.
Fray Pedro Aguado comenta que, encargado el capitán Asensio de Salinas de la pacificación de los indios en algunas provincias, lograda su empresa, y deseando evitar en lo sucesivo los problemas, muchas veces graves, que se presentaban por el desconocimiento de las lenguas habladas por los indios y por los españoles, “procuraba Salinas con gran ahínco que el indio hablase y entendiese la lengua castellana y que los españoles entendiesen la del indio.”[44]
Decía Pirro que le había conquistado más provincias la retórica de Cineas que la fuerza de sus ejércitos; y tanto más debió el Nuevo Reino a la persuasión de Alonso Martín que a las hazañas de tantos héroes famosos, cuando excede la gloria de conservar a la dicha de adquirir.
Juan de Castellanos[49] narra también el interés del capitán Juan Martín por conocer las lenguas de los indígenas cuando fue prisionero de los indios en Margarita:
Al lenguaje quel bárbaro hablaba
Estuvo con oídos tan atentos,
Que ninguno mejor articulaba
La dura cantidad de sus acentos;
Y ansí de luengas tierras procuraba
Saber con especiales documentos,
Y desde el Marañón, do residía,
Al Viapari, qué lenguas había.
Y muchos otros[50] que, lógicamente, debieron pasar inadvertidos para la historia.
1. Argentina.
2. Bolivia.
3. Colombia.
4. Costa Rica.
5. Cuba.
6. Chile.
7. Ecuador.
8. El Salvador.
9. Guatemala.
10. Honduras.
11. México.
12. Nicaragua.
13. Panamá.
14. Paraguay.
15. Perú.
16. República Dominicana.
17. Uruguay.
18. Venezuela.
y
19. Puerto Rico: estado libre asociado, donde coexisten dos lenguas oficiales: español e inglés.
En Estados Unidos son más de 30 millones de hispanos los que hablan lengua española, sobre todo mexicanos, cubanos y puertorriqueños, en las áreas de California, Texas, Nuevo México, Florida y Nueva York. En Estados Unidos la lengua española gana más terreno cada vez. El español es, sin duda, la segunda lengua más popular en los Estados Unidos, y no solamente en estados con un alto índice de inmigrantes de habla hispana sino también, y sorprendentemente, en lugares muy alejados del Río Grande, como Dakota del Norte. En este estado del extremo norte del país, que hace frontera con la provincia canadiense de Manitoba y está poblado mayoritariamente por descendientes de alemanes que viven en parajes nombrados Bismarck, Berlín o Karlsruhe, el español se ha convertido en la lengua que sus estudiantes de secundaria eligen más a menudo como segundo idioma.
· 1945: Gabriela Mistral (Chile: Vicuña 1889-Nueva York 1957).
· 1967: Miguel Ángel Asturias (Guatemala: Guatemala 1899-Madrid 1974).
· 1971: Pablo Neruda (Chile: Parral 1904-Santiago 1973).
· 1982: Gabriel García Márquez (Colombia: Aracata 1928).
En el caso del Premio Cervantes, el llamado a veces “Nobel de lengua española”, creado en 1975 por el Ministerio Español de Cultura como tributo a quienes han contribuido a enriquecer el legado literario hispánico, de los autores galardonados, 17 son de América:
· 3 de Cuba: Carpentier (1977), Dulce María Loynaz (1992), Guillermo Cabrera Infante (1997).
· 4 de Argentina: Borges (1979), Sábato (1984), Bioy Casares (1990), Juan Gelman (2007).
· 4 de México: Paz (1981), Fuentes (1987), Pitol (2005), José Emilio Pacheco (2009).
· 1 de Perú: Vargas Llosa (1994).
· 1 de Paraguay: Roa Bastos (1989).
· 1 de Uruguay: Onetti (1980).
· 2 de Chile: Jorge Edwards (1999) y Gonzalo Rojas (2003).
· 1 de Colombia: Álvaro Mutis (2001).
1. España, 6 de julio de 1713.
Correspondientes:
2. Colombia, 10 de mayo de 1871.
3. Ecuador, 15 de octubre de 1874.
4. México, 26 de junio de 1875. Director actual: José L. Martínez.
5. El Salvador, 19 de octubre de 1876.
6. Venezuela, 26 de julio de 1883.
7. Chile, 5 de junio de 1885.
8. Perú, 5 de mayo de 1887.
9. Guatemala, 30 de junio de 1887.
10. Costa Rica, 19 de octubre de 1923.
11. Filipinas, 25 de julio de 1924.
12. Panamá, 12 de mayo de 1926.
13. Cuba, 19 de mayo de 1926.
14. Paraguay, 30 de junio de 1927.
15. República Dominicana, 12 de octubre de 1927.
16. Bolivia, 25 de agosto de 1927.
17. Nicaragua, 31 de mayo de 1928.
18. Honduras, 23 de diciembre de 1949.
19. Puerto Rico, 28 de enero de 1955.
20. Estados Unidos de América, 5 de noviembre de 1973. N. Y.
Asociadas:
21. Argentina, 13 de agosto de 1931.
22. Uruguay, 10 de febrero de 1943.
¿Dónde se habla lengua española? Europa.
Cuando se habla de España, como siempre sucede con los estudios que sobre culturas y lenguas se realizan, se pueden considerar grandes divisiones en la historia, porque de esta manera es más fácil ubicar en estos períodos los fenómenos lingüísticos y sociales, los acontecimientos bélicos, las interrelaciones étnicas y, en el caso en que se registren, las producciones literarias.
Grupos que han poblado la península Ibérica:
Iberia es el nombre que en la antigüedad dieron algunos geógrafos e historiadores griegos a la actual península Ibérica. También la llamaron Keltiké. Respecto de la primera vez que se emplea el término ibero, ibérico o Iberia en la literatura existen varias teorías. Se plantea que el nombre de iberos aparece por primera vez en un poema llamado Ora maritima (s. IV), del poeta y geógrafo latino llamado Rufo Festo Avieno. Esta es una obra en versos senarios[69] que Avieno dedicó a su amigo Probo. Aquí se describen las costas europeas desde Britannia hasta el Ponto Euxino –mar Negro–. Este periplo de Avieno, escrito c. 350 d.J.C., constituye la fuente principal para el conocimiento de la península Ibérica a mediados del primer milenio. Otros dicen que el primero en usar este término fue Piteas (Navegante y geógrafo griego del s. IV a.J.C., nacido en Massalia), para aproximadamente el 330 a.J.C. Eratóstenes (Astrónomo, geógrafo, matemático y filósofo griego, Cirene c. 284 a.J.C.- Alejandría c. 192 a.J.C.) lo usó tanto en el sentido amplio –toda la Península–, como en sentido estricto, refiriéndose al territorio ocupado por las tribus ibéricas; es decir, desde Andorra –estado de Europa, en los Pirineos orientales, 453 km2 y 37 000 habitantes– y Rosellón –comarca del extremo SE de Francia– hasta la actual provincia de Murcia, en España, con incrustaciones en el interior del actual Aragón. A partir de la conquista romana de este territorio (205 a.J.C.) el nombre de Hispania fue imponiéndose paulatinamente, y terminó siendo aceptado por todos. No obstante, un derivado de la palabra Iberia –ibérico– ha seguido usándose, como expresión geográfica, para designar el conjunto de la Península.
1. Turdetanos, al suroeste, en el antiguo territorio tartésico.
2. Bastetanos y oretanos, en Andalucía oriental y la Meseta sur.
3. Mastienos, en la zona de Murcia.
4. Edetanos y contestanos, en Levante.
5. Indiketes, Ausetanos, Cesetanos, Laietanos e Ilercavones, en el noroeste.
6. Lacetanos y suesetanos, en el valle del Ebro.
Los matices y variaciones de estas culturas son consecuencia de haber permanecido en contacto con griegos o con fenicios, de las diferencias de riquezas de sus respectivos territorios y de trasfondo cultural. Podemos decir que de todas ellas las culturas más desarrolladas eran las ubicadas en el Mediodía, al sur, en Andalucía (Ruiz-Gálvez, 1990: 101-102).
1. Iberos.
En los Pirineos. Probablemente de origen norteafricano.
2. Tartesios o turdetanos.
Baja Andalucía y sur de Portugal. Tal vez descendientes de los tirsenos, de Lidia –situada en el Asia Menor–. En la Biblia se menciona Tarsis –nombre bíblico de Tartessos–, que era a donde Salomón[70] mandaba sus naves, que luego regresaban cargadas de oro, plata y marfil. El profeta Isaías[71] menciona, además, las naves de Tarsis. Herodoto menciona al rey de Tartessos, Argantonio († c. 550 a.J.C. Según el poeta griego Anacreonte, vivió 150 años. El pacifismo de su reinado, su generosidad, riqueza y hospitalidad, engendraron en el mundo griego arcaico un verdadero mito en el que Tartessos simbolizó la felicidad y la fortuna).
3. Fenicios.
El término fenicio procede del griego phoinikes, que significa rojo, debido a la púrpura, producción característica de Fenicia. Con este término designaban los helenos a los habitantes del litoral de Siria. Las conquistas de los filisteos, israelitas y arameos redujeron el territorio de los fenicios a una franja costera protegida por montañas. Los fenicios eran cananeos –procedentes de Canaán, nombre que se le da a los individuos de la comunidad cultural que surgió en Fenicia y Palestina tras la migración amorrita (pueblos cuyas diversas migraciones les llevaron a Siria y Mesopotamia entre los ss. XXIV y XVIII a.J.C.)– que sobrevivieron a las conquistas antes mencionadas y a los cambios en general que se produjeron en el II milenio. Los fenicios pertenecían a un pueblo semítico de la antigüedad, que ocupó el litoral del corredor sirio, o Fenicia. Fenicia era un antiguo país del Asia anterior o Asia occidental –parte de Asia que comprende desde el contorno oriental del Mediterráneo hasta Afganistán y Pakistán, y que engloba ampliamente las acepciones de Próximo y Medio oriente. Con estos mismos términos los historiadores designan en ocasiones a las regiones del antiguo Próximo oriente en su más amplio sentido (Mesopotamia, Siria, Anatolia, Irán y Arabia)–. Fenicia estaba ubicada a lo largo del Mediterráneo, en la costa de Siria. Fue poblada desde el principio del III milenio por semitas cananeos. Su suelo montañoso y no apto para la agricultura orientó a sus habitantes hacia las actividades marítimas Regiones meridionales. La lengua fenicia es una lengua semítica antigua del grupo cananeo, hablada en las ciudades de Tiro, Biblos y Sidón. El fenicio está emparentado con el moabita y el hebreo, con las que forma la rama cananea de las lenguas semíticas. Son muy escasos los documentos fenicios. Las más antiguas inscripciones en fenicio datan del s. XIII a.J.C. La historia de este pueblo se conoce, sobre todo, a través de las narraciones de los pueblos vecinos –israelitas, asirios y griegos– y por los descubrimientos arqueológicos. Los fenicios vivían en ciudades, cada una de ellas gobernadas por un monarca hereditario cuyo poder se hallaba limitado por un consejo de ancianos. Posteriormente, la monarquía fue remplazada por las magistraturas de los jueces. Los fenicios fundaron muchas ciudades en el Mediterráneo, de las cuales sobresale Cartago, fundada más o menos para el IX a.J.C., en donde lo fenicio tomó el nombre de púnico, del latín punicus, que significa rojo, purpúreo. Los fenicios se ubican en España ya para el 1100 a.J.C., con la fundación de Gádir –recinto amurallado– o Cádiz. Palabra fenicia es Hispania –tierra de conejos.
4. Griegos o helenos.
En Grecia, como España o como en México, aparecieron muchos grupos en los primeros momentos de la conformación de los dominios culturales y lingüísticos. Pero si vamos a hablar de Grecia considerando la lengua griega, entonces tenemos que decir que el idioma griego fue introducido en Grecia por grupos indoeuropeos llegados del norte a comienzos del II milenio. Los textos más antiguos de los griegos son unas tablillas que hablan sobre inventarios palaciegos en el siglo XII, lo cual fue descifrado en 1953. Entre los grupos más destacados de Grecia hay que señalar a:
· Aqueos.
La más antigua familia étnica griega, que llegaron al Peloponeso desde el norte y entraron en contacto con los heládicos, que eran civilizaciones del bronce que se desarrollaron en la Grecia continental en el III y II milenios a.J.C. –2600/1200 a.J.C.
· Heládicos.
Los heládicos son los habitantes de la Hélade. Para Homero la Hélade era el centro de Tesalia. Posteriormente ha pasado a denominar la Grecia actual, pues Heleno fue el héroe que dio su nombre al conjunto de los griegos. Heleno fue el antepaso y héroe epónimo de la raza helénica, hijo de Deucalión y Pirra. Sus hijos fueron los jefes de las principales tribus helénicas. Estos fueron: Eolo, Doro y Juto.
· Eolios.
Perteneciente o relativo a Eolia. Los eolios eran un grupo de tribus balcánicas, antiguamente vecinos de los aqueos, que ocupó durante mucho tiempo Tesalia. La invasión de los dorios los obligó a emigrar hacia el centro de Grecia. Algunos invadieron el NE del Peloponeso, mientras otros pasaron a Asia Menor, a la costa de Tróade. Los eolios fueron, quizás, los más fieles a las tradiciones primitivas y a la herencia micénica.
· Micénicos.
Ubicados principalmente en Micenas, más o menos donde está Patras, al final de la Península.
· Dorios.
Pueblo indoeuropeo que supuestamente entró en Grecia a fines del II milenio a.J.C., venía del norte y terminó violentamente con la civilización micénica. Se ubicaron en el Peloponeso, al extremo oeste de la Península.
· Jónicos.
De Jonia, litoral asiático del mar Egeo. La región comprendida entre Mileto y Fosea.
En España, los griegos se ubicaron en Levante –Oriente, parte por donde sale el sol, Este, Naciente–, específicamente en Rosas y Ampurias. Los griegos estuvieron en España para el siglo VIII a.J.C. En el siglo VI a.J.C., para el 575 a.J.C., fundan la primer ciudad griega en España, a la que llamaron Ampurias, la hoy Gerona, ubicada en Cataluña. La fundación de Ampurias, en el siglo VI a.J.C., se produjo en el curso de una gran oleada colonizadora griega. Según Herodoto, fue un marino de Samos, llamado Colaios, quien hacia el 630 a.J.C. llegó a Tartessos, estableciendo el primer contacto entre el mundo helénico y la Península Ibérica (Ruiz-Gálvez, 1990: 98).
5. Celtas.
Perteneciente a un grupo de pueblos, llamados galli por los romanos, que hablaban una lengua indoeuropea afín, en cierto modo, a las lenguas itálicas y que ha sobrevivido en Irlanda, Escocia, País de Gales y Bretaña. Parece que el hábitat primitivo de los celtas fue el S de Alemania. Comenzaron a independizarse a partir del II milenio.
A tenor de la difusión de cierto tipo de túmulo –sepulcro o sepultura levantado sobre el suelo–, se deduce que algunas tribus celtas emigraron hacia el archipiélago británico –britones– a partir de la edad del bronce y hacia la península Ibérica, pero en forma poco compacta. La emigración de los celtas –llamados posteriormente galli por los romanos– prosiguió, especialmente hacia las zonas comprendidas entre los Alpes, los Pirineos y el Rin, llamado posteriormente la Galia.
En el periodo llamado La Tène (ss. V-I a.J.C.) se produce la gran expansión de los celtas, que acabaron su ocupación de la Galia y se mezclaron con los iberos de la península Ibérica, donde formaron el pueblo celtíbero.
Los celtas llegaron hasta el Asia Menor y se alcanza el apogeo de su expansión en el s. III; pero no supieron elevarse hasta el concepto de estado. Sus conquistas no estuvieron seguidas por la construcción de un imperio, por lo que su decadencia fue muy rápida. Los pueblos mediterráneos organizaron su defensa y Roma infligió a los celtas la primera gran derrota en 225 a.J.C., en Etruria. Por otra parte, los germanos, desde las costas del Báltico y del mar del Norte, colonizaron progresivamente los territorios que habían quedado parcialmente vacíos después de la emigración celta, y llegaron al Rin y al Danubio hacia el s. II a.J.C. Frente a la romanización, los celtas sólo lograron conservar su originalidad íntegra en las regiones más occidentales de Europa, que fueron sus últimos refugios.
Los celtas se ubicaron en España en el centro y oeste. Los celtas ya estaban en España para el s. V a.J.C.
Existen varias teorías sobre este grupo: teoría precéltica, teoría protocéltica y teoría paracéltica –celtas y grupos afines.
6. Ligures.
Descendientes de los ambrones –Galia Transalpina–; Liguria estaba ubicada donde está hoy Marsella.
7. Romanos. 218 a.J.C.-409.
8. Judíos o sefarditas o sefardíes. s. IV-1492.[72]
La tremenda influencia del pueblo judío en la cultura universal no solamente está dada por el Catolicismo o Cristianismo, es decir la sexta del Judaísmo lidereada por Jesús o Cristo, sino que también la influencia de los diferentes grupos judíos aparecen en muy variadas esferas de la vida y de la comunicación humana, como por ejemplo la literatura,[74] la ciencia[75] –que la heredaron casi en su generalidad de los árabes o musulmanes o moros–, el uso lingüístico[76] en general y el léxico[77] en particular, la gastronomía,[78] y la arquitectura y el tratamiento de los espacios.[79]
9. Germanos.
Se ubicaron en España entre 409-711. En el 409 un conglomerado de pueblos germánicos atravesaba el Pirineo y caía sobre España. Poco después el rey visigodo Alarico I (Delta del Danubio c. 370-orillas del Busento, Cosenza, Calabria, Italia 410) se apoderaba de Roma y la entregaba al saqueo, específicamente el 24 de agosto de 410. Durante tres días Roma sufrió una gran conmoción, puesto que la Ciudad Eterna no había sufrido ninguna invasión desde el 390 a.J.C. Alarico saqueo además la Italia del sur. Estas invasiones bárbaras durante este período fueron diferentes. Es necesario destacar que estos invasores eran germanos de origen, pero ya estaban romanizados, lo que contribuyó al afianzamiento del latín en España, aunque aportaran a su vez rasgos y palabras nuevas al latín que se hablaba en la Península, lo que se ha llamado germanismos. Estos grupos germanos presentes en España son:
· Vándalos.
o Galecia: –vándalos asdingos.
o Bética: –vándalos silingos.
–vándalos asdingos.
· Suevos.
o Galecia, bajo la dirección de Hermerico (rey suevo, † 441).
· Alanos.
o Lusitania.
o Mitad occidental de la Cartaginense.
Hubo otro grupo germano, los visigodos, que entró en el 415 a la Península como aliado de Roma, con el compromiso de liberarla del resto de los pueblos bárbaros. Luego de derrotar a los alanos y a los vándalos asdingos, los visigodos se retiraron a la Galia en el 418. Los vándalos asdingos se retiraron a África en el 429, lo que redujo la presencia de los pueblos bárbaros en el extremo noroccidental, Galecia.
En Galecia se consolidó el reino suevo, que extendió su influencia a toda la Hispania, menos a la Tarraconense, área de expansión de los visigodos. Hubo para el 441 una revuelta en Hispania de un grupo de campesinos de Galia e Hispania llamados bagaudas que lucharon fuertemente contra los germanos y los romanos. Los bagaudas se sublevaron repetidas veces entre los ss. II y V. Eran esclavos, colonos, campesinos libres pobres, a los que en ocasiones se unieron grupos bárbaros y soldados desertores. Los germanos finalmente los derrotaron. Esta lucha se dio entre el 441 y el 443, en el valle del Ebro, cuando Asturius y Merabaudes los aniquilaron. Entre el 449 y el 456 realizaron otro levantamiento al mando de Basilio y se instalaron en Galecia, pero fueron derrotados por Federico en Braga –ciudad de Portugal, al N de Oporto–. El movimiento de los bagaudas estaba dirigido especialmente contra los latifundistas, llamados possessores.
Recaredo I, que fue rey de los visigodos desde el 568 hasta su muerte, en 601, es decir, 33 años, fue aconsejado por su padre Leovigildo para que se convirtiera al catolicismo como medio de lograr la última fase de la unidad hispana. Con tal medida satisfizo a una mayoría hispanorromana, al mismo tiempo que se apoyaba en la Iglesia para contrarrestar el creciente poderío de la aristocracia arriana. De aquí que, obviamente, tuviera que afrontar sublevaciones arrianas que, a su vez, fueron sofocadas. Cuando en 587 Recaredo I abjuró públicamente del arrianismo, devolvió a la Iglesia católica parte de los bienes que le fueron confiscados durante la etapa del arrianismo.
Al morir Recaredo I, le sucedió en el trono su hijo bastardo Liuva II (581-603), que fue rey sólo 2 años (601-603). Liuva II fue destronado y asesinado por una sublevación arriana acaudillada por el conde Viterico. Viterico o Witerico († 610) fue rey de los visigodos entre los años 603-610, pero luego de intentar promover una restauración germanoarriana, fue eliminado por la reacción de la facción católica, polarizada en torno a Gundemaro, en el 610. El rey visigodo Gundemaro († Toledo 612) reinó entre los años 610-612, sólo dos años. Con él el catolicismo pasó a ser la religión oficial del estado.
A Gundemaro le sucedió Sisebuto († 621), quien reinó entre los años 612-621, nueve años. Su reinado se caracterizó por el auge de la cultura oficial en versión romanizante y protección por la religión católica. Era un hombre culto, versado en letras latinas, amante de las ciencias y autor de una obra hagiográfica, Vida de san Desiderio, de un poema de 60 exámetros dedicado a la influencia de los astros sobre el hombre, llamado Astronomicon y de diversas epístolas –carta misiva que se escribe a los ausentes; en estudios literarios es una composición poética en forma de carta, cuyo fin es moralizar, instruir o satirizar. En la antigüedad se desarrolló como una de las formas de la literatura didáctica. Tales son las epístolas de Epicuro o de Varrón y de los escritores cristianos. Existe la epístola en verso, creada por Horacio (Epístola a los Pisones). Fue cultivada además por Marot, Ronsard, La Fontaine, Bolieau, Voltaire, Boscán (la que intercambió con Diego Hurtado de Mendoza o la que Garcilazo dirigió a Boscán), los hermanos Argensola, Melendez Valdés (Del melancólico a Jovino), Jovellanos, Leandro F. de Moratín y Cienfuegos–. En 616 Sisebuto conminó –amenazó, intimidó– a los judíos a que, en el plazo de un año, escogieran entre la conversión al catolicismo o al extrañamiento –pena restrictiva de libertad que consiste en la expulsión de un condenado del territorio nacional por el tiempo que dura la condena–, medida que señaló al principio de una serie de leyes contra los semitas, muchos de los cuales se vieron obligados a huir al reino de los francos; todo ello fue duramente criticado por san Isidoro de Sevilla y los concilios toledanos. Se cree que este rey murió envenenado.
A Sisebuto le sucedió su hijo Recaredo II († 621), quien tan sólo estuvo un mes en el trono. A Recaredo II le sucedió el rey visigodo Suintila († 634), quien reinó entre 621-631. Este rey sometió a los vascones, a quienes les obligó a construir c. 625 la ciudad de Olite. Intentó convertir a la monarquía en una institución hereditaria, cosa que soliviantó a la nobleza y al alto clero, clases que se polarizaron en torno al duque de Septimania, Sisenando, quien derrocó a Suintila en 631 con el apoyo franco. Suintila conservó la vida merced a la confesión que realizó de sus delitos y a su renuncia a la dignidad regia. Expulsado de la Península, fue excomulgado, y excomulgados todos sus bienes patrimoniales, en el IV concilio de Toledo, en el año 633.
A Suintila le sucedió el rey visigodo Sisenando († 636). En el IV concilio de Toledo (633) –presidido por san Isidoro– el monarca logró ser reconocido como legítimo rey y a la anatematización –maldición, excomunicación; el anatema se pronunciaba ordinariamente contra los herejes que combatían los dogmas o la autoridad de la Iglesia– de Suintila. En esta asamblea se promulgaron leyes encaminadas a la teocratización del estado; se declaró al rey ungido del Señor, y por lo tanto inviolable; se instauró obligatoria la elección del monarca por parte de los magnates[81] y de los obispos, y se renovaron e incrementaron las medidas antisemitas, que ya había creado Sisebuto en 616. Sisenando fue rey de los visigodos entre 631-636.
A la muerte de Sisenando, aparece como rey visigodo Chintila o Khintila, entre 636-639. Durante su reinado se reunieron los concilios V y VI de Toledo, en 636 y 638 respectivamente, que ratificaron los decretos del IV y se acrecentó la influencia de los eclesiásticos en el gobierno del reino.
A Chintila le sucede su hijo Tulga, quien reinó entre 639-642. Este rey fue incapaz de imponerse a la nobleza, polarizada en torno a Chindasvinto, quien le depuso, lo mandó a tonsurar y lo encerró en un monasterio en 642.
A Tulga le sucede Chindasvinto o Khindasvinto, rey de los visigodos entre 642-653. Este rey era ya casi octogenario cuando, en 642, destronó, con la ayuda de la nobleza, al joven Tulga, al que hizo tonsurar y encerrar en un monasterio. Una vez en el trono, persiguió a la misma nobleza que, creyendo encontrar en él un dócil instrumento, le había ayudado a ocupar el trono. Hizo matar a muchos nobles, redujo a sus familiares a la esclavitud y confiscó sus bienes; otros huyeron a África o al reino franco. El VII concilio de Toledo, celebrado en 646, refrendó su actuación, anatematizando con la excomunión perpetua a los que conspirasen contra el poder real. Chindasvinto promulgó numerosas leyes con las que trataba de colocar en un mismo plano a godos e hispanorromanos. En 649 asoció el trono a su hijo Recesvinto; contra esta medida se sublevó el noble Froya, apoyado por los vascones, quien llegó a poner sitio a Zaragoza antes de ser derrotado.
A Chindasvinto le sucedió su hijo Recesvinto, rey de los visigodos entre 653-672. Éste convocó al VIII concilio de Toledo (653), donde intentó conciliar el perdón real con el juramento prestado a las severas leyes dictaminadas por su padre contra los rebeldes; además en él se estableció que fueran los obispos y magnates quienes eligiesen a los reyes. Asimismo convocó los concilios IX y X de Toledo, en 655 y 656, respectivamente. La importancia de su reinado se centra en la labor legislativa; en 654 promulgó el Liber iudiciorum, inspirado en el derecho romano y en el consuetudinario gótico, y por el que se logró la unificación legislativa de la España visigoda. Su gestión política se vio empañada por el triunfo del particularismo disgregante de la nobleza sobre la unidad de la institución monárquica; las medidas tomadas contra los judíos; la aparición del progresivo declive que embargaría en el futuro a la monarquía visigoda, y la fragmentación partidista del ejército, que explicita, en parte, la rapidez con que los musulmanes conquistaron la Península.
A Recesvinto le sucedió Wamba, rey de los visigodos entre 672-680. Inició su gobierno con una campaña contra los vascones, pero la interrumpió para preparar una expedición contra Hilderico, conde de Nimes, alzado en la Septimania con la ayuda de francos y judíos. Envió contra él un ejército al mando del conde Paulo, noble de origen bizantino, quien aprovechó tal circunstancia para proclamarse rey de Narbona con el apoyo de Ranosindo, duque de la Tarraconense, de Hildiguiso y del propio Hilderico. Wamba, sin embargo, actuó rápidamente y después de someter a los vascones, ocupó Barcelona y Gerona, penetró en la Septimania y conquistó Nimes el 1 de septiembre del 673, donde Paulo se había atrincherado. Poco después, promulgó una ley obligando a todos los súbditos a prestar servicio militar cuando el rey lo requiriera; los señores debían armar a la décima parte de los siervos; en caso de incumplimiento, prescribió el destierro para los obispos y sacerdotes y la confiscación de bienes y la reducción a siervos para los seglares. Preocupado por la relajación de la disciplina eclesiástica, convocó dos concilios provinciales en 675, uno en Toledo –el XI– y otro en Braga y dispuso la reunión anual de los mismos. Hacia 675 rechazó a los musulmanes que habían penetrado en Algeciras y ocupó Ceuta. Destronado por Ervigio en octubre de 680, secundado por el metropolitano san Julián y los palatinos, se retiró al monasterio de Pampliega, en Burgos, donde murió.
A Wamba le sucedió Ervigio, rey de los visigodos entre 680-687.
A Ervigio le sucedió Égica, rey de los visigodos entre 687-702.
A Égica le sucedió su hijo Vitiza o Witiza, rey de los visigodos entre 702-710.
A la muerte de Vitiza, en 710, la aristocracia reconoce como rey de los visigodos a Akhila, hijo de Vitiza, pero otra fracción mayoritaria eligió a Rodrigo, duque de la Bética. Rodrigo fue el último rey de los visigodos, reinó entre 710-711, sólo dos años.
10. Árabes.
Los árabes entraron en España en el 711. La rapidez con que los árabes ocuparon a España se debió, sobre todo, a su política de pactos con respecto a la población dominada y a la quiebra definitiva del estado hispanovisigodo, carcomido por las prolongadas luchas internas. También contó con el favor pasivo, e incluso cómplice, de la población indígena, la cual se vio beneficiada por la redistribución de la propiedad territorial que significó la instauración de la umma o comunidad islámica.
Los árabes, sirios y berberiscos que invaden la Península no traen mujeres: casan con hispano-godas, toman esclavas gallegas y vascas. Entre los musulmanes quedan muchos hispano-godos, los mozárabes, conservadores del saber isidoriano: unos consiguen cierta autonomía; los más exaltados sufren persecuciones y martirio; otros se islamizan; pero todos influyen en la España mora, donde se habla romance al lado del árabe, cunden relatos épicos sobre el fin de la monarquía mora y personajes mozárabes relevantes, se cantan villancicos romances y nace un tipo de canción lírica, el zéjel, en metro y lenguaje híbridos.
La historia de la España musulmana comienza en el 711, a finales de abril, en que Tariq Ibn Ziad, a la cabeza de un ejército de 7 000 hombres, en el que dominaba la etnia bereber, de la que él forma parte, cruza el estrecho para desembarcar en la península Ibérica. Los árabes eran menos de 300 hombres, algunos sirios y la mayoría bereber. El contingente islamo-bereber hizo la travesía a bordo de la flota del conde Don Julián, un cristiano unitario, monoteísta puro, rechazador de la Trinidad, el antiguo gobernador bizantino de Ceuta, que se había puesto al servicio del gobernador musulmán de la provincia de Ifriqiya –Tunicia.
Todos estos grupos han dejado sus huellas en la actual Península, en la España que hoy conocemos, tanto étnicamente como culturalmente, en este caso especial en la lengua,[82] en la literatura.
I. Clasificación de Ángel González Palencia (arabista, archivero y publicista español. Cuenca, Castilla y La Mancha, 1889-1492) y Juan Hurtado y Jiménez de la Serna (Granada 1875-Madrid 1944). Este tratamiento se puede encontrar en el libro de estos dos autores: Historia de la literatura española.
1. Literatura hispanolatina.
A. Período pagano.
B. Período cristiano.
2. Literatura hispanojudía.
3. Literatura hispanoarábiga.
4. Literatura castellana de los siglos XII y XIII.
5. Literatura castellana del siglo XIV.
6. Literatura castellana del siglo XV.
7. Literatura castellana de los siglos XVI y XVII.
8. Literatura castellana del siglo XVIII.
9. Literatura castellana del siglo XIX.
10. Literatura castellana del siglo XX y XXI.
II. Otra clasificación es la del crítico Ángel Valbuena Prat (Barcelona 1900-Madrid 1977). Historia de la literatura española.
1. Época medieval (hasta el siglo XV).
2. Los Siglos de Oro (XVI y XVII).
3. Época moderna:
A. Criticismo (siglo XVIII).
B. Romanticismo y realismo (siglo XIX).
C. Período contemporáneo (siglo XX y XXI).
III. Esta literatura también se puede clasificar considerando otras particularidades, como son:
1. Formación (hasta el siglo XV).
2. Apogeo (siglos XVI y XVII).
3. Decadencia (siglo XVIII).
4. Romanticismo, modernismo y nuestros días.
En lo tocante a la literatura en lengua española que se ha escrito en España, creemos suficiente recordar a los alumnos que en este país se concibió la obra narrativa más importante del mundo, obra cumbre de la novelística universal: el Quijote, creada por la mente genial de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616). Es de destacar además el llamado Siglo de Oro de la literatura española, que nos legó verdaderas muestras de elegancia y buen uso de nuestra lengua. En el Siglo de Oro de la literatura española, denominación dada a la producción literaria de España entre los siglos XVI y XVII, se destaca Felix Lope de Vega y Carpio (Madrid 1562-id. 1635), ese célebre escritor español de quien se ha dicho que “Dios rompió el molde con que lo hizo” (Sainz de Robles, 1973: 1264). Este escritor español, modelo de arte en la expresión escrita y el estilo, escribió más del triple que el autor que más haya escrito: 1500 obras, todas ellas modelos de expresión y estilo. Entre otros muchos escritores españoles se destacan, por supuesto, Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares 1547-Madrid 1616), el más genial de los escritores españoles y el más célebre, el más admirable, de los novelistas de la Humanidad; Benito Pérez Galdós (Las Palmas 1843-Madrid 1920), el autor más fecundo de la literatura española después de Lope de Vega, con 77 novelas, sin contar una serie de volúmenes de ensayos y artículos periodísticos. Después de Cervantes, es Galdós el más trascendental novelista de España. Otro autor célebre de lengua española en España es Camilo José Cela (Iria Flavia, Galicia 1916-Madrid 2002), el más destacado escritor español de la actualidad.
1. 1904: José Echegaray (dramaturgo, 1832-1916).
2. 1922: Jacinto Benavente (dramaturgo, 1866-1954).
3. 1956: Juan Ramón Jiménez (poeta, 1881-1958).
4. 1977: Vicente Aleixandre (poeta, 1898-1984).
5. 1989: Camilo José Cela (1916-2002).
Si consideramos el panorama histórico de las lenguas que se han hablado y de las lenguas que aún se hablan en España y también su extensión por todo el mundo, tendríamos:
Del s. IV a.J.C. hasta la época romana aparecen:
1. Tartesio.
2. Ibérico e ibérico meridional.
3. Celtibérico.
4. Lusitano.
5. Fenicio –y púnico, el dialecto de los cartagineses.
6. Griego.
7. Númida.
8. Vasco.
9. Aquitano.
De la conquista romana (ss. II y I a.J.C.) hasta la conquista árabe (s. VIII).
1. Latín.
2. Lenguas germánicas: vándalos, suevos, visigodos.
3. Alano.
4. Griego.
5. Hebreo.
6. Vasco.
Edad media (ss. VIII-XV).
1. Árabe.
2. Hebreo sefardita.
3. Lenguas romances:
A. Gallego-portugués.
B. Astur-leonés.
C. Castellano.
D. Navarro-aragonés.
E. Catalán.
F. Mozárabe. Lengua hablada por la población hispanorromana sometida al dominio islámico tras la invasión árabe de la Península en 711. La población de la península Ibérica que quedó sometida a la dominación musulmana no perdió su habla románica. Sin embargo, al quedar desvinculada de los cristianos del N se abrió una separación cada vez mayor entre sus respectivas lenguas románicas; el mozárabe conservó un carácter más arcaizante. Posteriormente, a medida que avanzó la reconquista, el habla de los reconquistadores fue desplazando el habla mozárabe. En realidad, como lengua mozárabe debe entenderse un conjunto de dialectos más o menos heterogéneos.
G. Provenzal.
H. Gascón. Dialecto de la lengua de oc –conjunto de los dialectos románicos del sur de Francia, denominados actualmente occitano–. Presenta rasgos tan característicos que algunos lingüistas lo consideran como lengua. Se habla en algunas zonas de Gascuña, parte del SO de Francia, cuyo nombre proviene del de la antigua Vasconia.
4. Vasco.
5. Guanche. Se llama así a lo perteneciente o relativo a un pueblo prehispánico de las islas canarias. La lengua guanche, extinta desde el s. XVI, pertenece al grupo líbico-bereber. No era una lengua uniforme, ni por la gramática ni por el léxico. Tampoco era la lengua más antigua de las islas.
Tiempos modernos (s. XV hasta la actualidad).
1. Gallego-Portugués.
2. Bable y leonés. ‘Bable’ es una voz onomatopéyica que indica habla confusa y balbuciente. Es un dialecto leonés hablado en Asturias. El bable es el más arcaizante de los dialectos leoneses. También se llama asturleonés, por haber correspondido su localización en épocas de mayor extensión al área del antiguo reino de León. En sentido más amplio, se llama ‘bable’ a cualquier dialecto reducido a determinados signos, usado únicamente en un área reducida y en un contexto sociocultural determinado.
3. Castellano.
4. Navarro-Aragonés.
5. Catalán.
6. Aragonés.
7. Vasco.
8. Caló (romaní). Es el lenguaje o dialecto propio de los gitanos.
9. Árabe.
10. Beréber.
11. Francés.
12. Inglés.
13. Ladino o judeoespañol.
14. Papiamento. El papiamento es una lengua criolla de los negros de las Antillas neerlandesas –Curaçao, Bonaire y Aruba–. Tiene por base el criollo afroportugués, al que se fueron superponiendo elementos españoles –especialmente antillanos– y neerlandeses. En estos lugares la lengua oficial es el neerlandés, pero el papiamento continúa siendo la lengua coloquial, incluso con manifestaciones literarias. Modernamente se observa un proceso de castellanización del papiamento, de manera tal que hoy más del 87% de su vocabulario es de origen español, y el resto está constituido por elementos neerlandeses, portugueses, africanos e ingleses.
Otro lugar de Europa donde se habla lengua española es en la Turquía europea,[83] específicamente en las ciudades de Edirne –antigua Adrianópolis– y en la actual Istambul o Estambul –antigua Bizancio y, posteriormente, Constantinopla–, que es la principal ciudad de Turquía, en donde viven sefarditas,[84] que hablan español.
¿Dónde se habla la lengua española? Asia.
· Asia: 93 000 –sobre todo en la Turquía europea y asiática, Damasco y Palestina.
· Europa: 35 000 –sobre todo en Países Bajos, Italia y Francia.
· África: 33 000 –sobre todo en Marruecos, Argelia y Egipto.
· América: 5 000 –en especial durante los años inmediatos al descubrimiento.[91]
El escritor, traductor y sacerdote español Gonzalo de Illescas (Palencia ¿1565?-¿1633?), cuyo nombre está incluido en el Catálogo de autoridades del idioma, publicado por la Real Academia Española, dice en su libro Historia Pontificial (Barcelona, 1606) que vio en Venecia a judíos del Oriente que “llevaron de acá nuestra lengua y todavía la guardan y usan de la buena gana, y es cierto que en las ciudades de Salónica, Constantinopla, Alexandría y El Cairo y en otras ciudades de contratación y en Venecia, ni compran ni negocian en otra lengua sino en español; y yo conocí en Venecia a hartos judíos de Salónica que hablaban castellano, con ser bien mozos tan bien o mejor que yo”.
Para la década de los 70 tenemos ya algunas cifras más exactas acerca de los judíos en el mundo. Para estos años se consideraba la existencia de unos 2 000 000 judíos en todo el Mundo. De ellos hablaban gidio o ladino unos 900 000. Veamos algunos detalles:
· Inglaterra: de 450 000 judíos, 1 000 eran sefarditas.
· Francia: de 300 000 judíos, unos 60 000 eran sefarditas.
· Rumania: de 220 000 judíos, unos 55 000 eran sefarditas.
· Grecia: 75 000 sefarditas. Tras la barbarie quedaron unos 8 000 en Salónica, Atenas y Volo.
· Yugoslavia: Tenía para 1939 unos 75 000 judíos, reducidos ya para 1947 a unos 11 000. Los núcleos importantes de sefarditas eran Servia y Bosnia.
· Bulgaria: unos 30 000 judíos.
· Italia: unos 10 000 sefarditas, en Livorno o Liorna.
· Ceuta y Melilla: unos 5 000 sefarditas.
· Para los años 70, y seguramente en la actualidad, es América el hogar más denso del judaísmo mundial: 6 000 000. Destacan agrupaciones sefardíes en Kingston, Nueva York y Filadelfia.
En lo tocante a la presencia judía en México, debemos destacar que éstos radican en este país, ya como grupos migrantes reconocidos –recordemos que la presencia de judíos y árabes en América aparece en los mismos momentos de la Conquista, es decir 1492. Los judíos y árabes vinieron con Cristóbal Colón en las dos carabelas: La Pinta y La Niña, y en la nao Santa María. E inclusive, una de las teorías acerca del origen (todavía incierto) de Cristóbal Colón, la del escritor gallego Salvador de Madariaga y Rojo, plantea que Colón era judío sefardí o sefardita[92]– desde hace más o menos un siglo; es decir, los judíos llegaron “en grupos reconocidos” a México a principios del siglo XX. En México la comunidad judía suma hoy en día cerca de 60 mil integrantes, que constituyen el 0.081% del total nacional, de acuerdo al censo poblacional de 1990. A pesar de su reducido número, tienen notoria presencia en las actividades comerciales, financieras, culturales e incluso políticas del país.
De la diáspora, sólo 5 de cada 10 judíos viven en América Latina; es decir, son unos 600 mil judíos en la región: 40% en Argentina –seguramente, luego de los grandes problemas políticos, económicos y sociales de este país en este siglo XXI, la emigración de los argentinos judíos a otras áreas, en especial a México, haya aumentado considerablemente–, 25% en Brasil, 30% entre México, Uruguay, Chile, Venezuela y Colombia, el otro 5% en otros países del área. El mayor número de la población judía con edad superior a 5 años radica en el Distrito Federal. Aquí, en el DF, son casi 25 000 integrantes. Una década antes era mayor, era de 43 mil. La cuestión radica en que un gran número se mudó a provincia, especialmente al Estado de México, donde hace unos años existían 14 mil miembros de la comunidad. En Guadalajara viven unos 2 mil 500; en Monterrey unos 2 mil 500 y más de 1000 en Tijuana. Los primeros inmigrantes llegaron a México procedentes de Siria, Turquía y Europa oriental cuando apenas iniciaba el siglo, debido a que huían de las condiciones de marginación social y persecución racial. Fue a fines de los años 30 (1938), durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, cuando se constituyó una entidad coordinadora y centralizadora de los judíos en el país: el Comité Central Israelita de México. En cuanto a la organización judía en México, podemos decir que su consejo consultivo está formado por 19 delegados de las diversas vertientes que integran la colectividad, 3 por cada una de ellas y que se diferencian de la siguiente forma:
· Comunidad Maguén David. Formada por descendientes de inmigrantes de Alepo, Siria: unas 2 000 500 familias.
· Comunidad Ashkenazi. Integrada por descendientes de inmigrantes provenientes de diversas regiones de Europa: unas 2 000 familias.
· Comunidad de Beneficencia Alianza Monte Sinaí. Descendientes de Damasco, Siria: unas 1 800 familias.
· Congregación Bet-El. Descendientes de otro origen: unas 1 207 familias.
· Comunidad Sefaradí. Descendientes e inmigrantes de España, Grecia y Turquía: unas 1000 familias.
· Beth Israel Community Center. Personas de habla inglesa: unas 110 familias.
· Centro Deportivo Israelita. Miembros de todos los sectores.[93]
En Canadá, para los años 70, vivían unos 500 sefarditas. En la actualidad deben ser mucho más, especialmente luego de los grandes conflictos en la actual Argentina.
Asia presenta los focos sefardíes de mayor interés humano, lingüístico y folklórico. El más notable es Israel. Israel tiene una población de unos 5 000 000 habitantes. De ellos, cerca de 1 000 000 son de origen sefardí y unos 275 000 son hispanoparlantes. Turquía tenía para los años 60 la más numerosa población sefardí de Oriente: 85 000 personas. Para los 70 tenía unos 55 000, por la emigración hacia Israel y América.
África poseía para los años 70 unos 700 000 judíos. Su ubicación era en este tiempo aproximadamente la siguiente:
· Marruecos: 250 000 ó 200 000 hebreos. De ellos 150 000 sefarditas.
· Argelia: 100 000 judíos. Predominan los sefarditas.
· Túnez: 50 000 judíos. Predominan los sefarditas.
· Egipto: Unos 30 000 sefarditas.
· Libia: 25 000 judíos. Predominan los sefarditas.
· Cirenaica. Esta es una región oriental de Libia. Aquí vivían para estos años unos miles de sefarditas en precarias condiciones culturales y económicas.
En la América hispano-portuguesa, que tenía para este entonces unos 600 000 judíos, agrupaba unos 100 000 ó 120 000 sefarditas.[94]
La misma historiadora y Blumentritt comentan que los musulmanes habían dominado y hecho esclavos a los indígenas en esas zonas. Según el historiador alemán, cuando llegaron los españoles a Filipinas “el archipiélago estaba todo sujeto al sultán de Borneo, al de Joló o a multitud de jefes mahometanos; y donde no, pagaban los indígenas horrible tributo de esclavos, que iban por miles a pescar las perlas o a labrar los campos de los pueblos ya mahometanos del mar Célebes.[103]
Las naos portuguesas, como se dijo anteriormente, ya habían andado por estas islas antes de la llegada de los españoles. Leandro Tormo[104] piensa incluso que Magallanes ya conocía su situación geográfica. Hay abundantes testimonios de su presencia, generalmente no muy grata para los nativos, por los continuos desmanes y abusos que debían cometer. Por ejemplo, en la Relación de López de Legazpi se dice:
El general le dijo que los españoles que residen en Maluco no son de Castilla sino portugueses, que es otra gente y de otro Reyno diferente; el moro respondió: que es ansí, y que él ansí lo sabía, mas que los indios de estas islas no conoscen entre ellos diferencia y creen que todos son unos, y mas, que los portugueses que venían en los paraos de Maluco decían que eran de Castilla, a cuya causa están aterrorizados e huyen tanto del nombre de Castilla como se vee, que ni aun ver naos quieren.[105]
Aún hay otra cuestión importante que diferencia la situación americana de la filipina; nos referimos a la fragmentación política del último territorio. En la expedición de Legazpi, en 1565, se encuentra ya una temprana mención de este fenómeno: “pareze que se goviernan por barrios, como behetrías; cada barrio tiene su principal: no podimos entender que entre ellos hobiese algún principal o gran señor.”[106]
En otra ocasión se comenta: “En estas yslas no ay ningún señor, cada uno es señor de su casa y esclavos, y quando uno más esclavos tiene, tanto es tenido por más principal.”[107]
El testimonio de fray Miguel de Benavides, de alrededor de 1595, es bien elocuente; es necesario saber, dice,
la diferençia grande que hay en lo que es México y Pirú a las Philippinas […]. En México y en el Pirú, avía, cuando fueron allá los españoles, un rrey en cada monarquía de aquéllas, a quien pagaban sus tributos y vasallage la gente de aquellos rreynos, y heran governados por las leyes que aquel rrey les ponía; mas en las Philippinas […] no avía rrey común que governase aquello ni a quien pagasen sus tributos.[108]
Cada poblado era independiente; no existía un poder central. El anónimo autor de la Relación de la conquista de Luzón dice:
No entiendan en nueva España o por allá que los principales desta tierra son señores absolutos, o que tienen gran mando e poder; antes es al contrario, que entre estos ay la mayor barbaridad que ay entre gentes, porque acaeçe en un pueblo, por pequeño que sea, aver çinco o seis o diez principales, que cada uno dellos terná veinte o treinta esclavos, y sobre estos que son sus esclavos tienen mando e poder de vender o hazer dellos lo que quisieren, y otros que hay que son timaguas, que es como decir libres, ningún poder tienen los prinçipales sobre ellos […] porque, como digo, cada pueblo tiene sus prinçipales y ay muy poquitos en estas yslas que tengan mando sobre dos ni tres pueblos, por la ocasión que arriba tengo declarada.[109]
Tiene razón el historiador mexicano Rafael Bernal cuando, al referirse a Filipinas, dice que: “una de las herencias españolas más importantes es la constitución misma de las siete mil islas que forman el archipiélago, con sus innumerables razas, lenguas y religiones, en una unidad política. La actual República tiene los mismos límites que ocupara la Colonia en el siglo XVII.”[110]
El mismo Magallanes perdió la vida en el vano intento de cambiar esta situación, cuando consiguió que todos los reyezuelos de los territorios limítrofes prestasen acatamiento a Humabón, con quien había hecho un pacto de sangre, menos Lapu Lapu, régulo de la isla de Mactán.
La situación social, política y lingüística era, a nuestro juicio, más compleja en Filipinas que en América.
Respecto del aprendizaje de las lenguas nativas de Filipinas por parte de los misiones, huelga decir que los misioneros que llegaron a este País no sólo habían pasado ya por América, sino que la mayoría de ellos había residido en el Nuevo Mundo; por eso, no es de extrañar que trasplanten el modelo americano al archipiélago de San Lázaro y que tanto aquí como allá se dediquen al estudio de los idiomas vernáculos. Las crónicas de los primeros misioneros nos han dejado vivas estampas de este esfuerzo. Un ejemplo de ello es lo que nos cuenta el padre Aduarte: “Acabadas las gracias, leían un poco del Padre Fray Luis de Granada, y platicaban algo sobre ello y sobre lo que aprendían de la lengua de los indios, que era entonces toda su cudicia. Y de ahí se recogían a tomar un breve reposo, y tras él […] volvían a tratar de la lengua, que estimaban más coger algún vocablo que si fuese rica perla.”[111]
Tan buenos lingüistas como en América, siguieron siendo los misioneros en Filipinas; fray Juan de San Pedro aprendió dos lenguas filipinas y el chino. El padre Gaspar de San Agustín conocía el tagalo[112] y componía rimas en visayo.[113] El padre fray Joseph de Madrid sabía la lengua cebuana, la visaya, la tagala, de la Ytuy, la China; además hablaba la italiana, la portuguesa y en la latina fue consumado retórico, humanista y poeta. Fray Esteban Ortiz supo con perfección el náhuatl, el tagalo, el chino y el ilocano; etc.
Recordemos que los españoles, guiados por el célebre navegante portugués al servicio de España que lleva por nombre Fernando de Magallanes (1480-1521), llegaron a Filipinas en abril de 1521, y que se produce la independencia del dominio español el 10 de diciembre de 1898, a través del Tratado de París. Un escritor importante de la literatura filipina en lengua española es Diego Lope de Povedano, quien en 1578 escribió una colección de cuentos populares que refleja la vida cotidiana, las relaciones de los hombres en su actividad diaria y el problema del mundo sobrenatural.
En los estudios modernos de la lingüística española aparece un enfoque interesante: los hablantes del español vestigial, que se relaciona en mucho con la situación lingüística de los hispanohablantes filipinos. Este término se refiere al tipo de hispanohablantes que en el pasado, y en el presente, han ido perdiendo y transformando su idioma nativo por razones circunstanciales. Se encuentran hispanohablantes vestigiales en varios sitios, particularmente en la isla de Trinidad, en la parroquia de St. Bernard de Louisiana, en las Filipinas y entre la segunda y tercera generaciones hispánicas, de origen mexicano, cubano y puertorriqueño, de los Estados Unidos. Existen varias razones que han creado la desintegración del español de estos grupos:
1. En Estados Unidos, la presencia de anglicismos en la lengua española.
2. El proceso de transculturación.
3. Matrimonios mezclados o mixtos.
4. La situación geográfica.
5. Nivel socioeconómico y educacional.
El resultado de estas situaciones es una pérdida de la pronunciación “normal” o “habitual” de la lengua española, de la manipulación de la gramática y del vocabulario, produciendo hispanohablantes parciales incapaces de mantener su tradición lingüística hispánica familiar.
En la parroquia de St. Bernard reside una gente que se llaman isleños. Este grupo desciende del s. XVIII, cuando migrantes coloniales vinieron de la Islas Canarias para ocupar la Louisiana Española. Vivían en un ambiente aislado, y por eso, mantenían sus tendencias culturales y lingüísticas hasta 1940. Ahora, aunque algunos de ellos practican su mismo estilo de vivir como antes, se ve la desintegración de la lengua. La mayoría de los jóvenes sólo tienen un conocimiento pasivo mientras que los adultos son hablantes parciales. Hay pocos en esta comunidad que hablan español con soltura, y aún con ellos se oye en su palabra préstamos del inglés.
En el caso de la isla de Trinidad, posesión de España en el s. XVIII, que pasara posteriormente al dominio de Gran Bretaña, el uso del español se ha desvanecido poco a poco, y actualmente sólo queda una pequeña fracción de hispanohablantes –apenas se encuentran hablantes menores de 50 años–. La primer causa de este problema ha sido la incapacidad de mantener el español como idioma oficial y la no enseñanza de este idioma en las escuelas.
Quizás el caso de español vestigial más interesante es el de las Filipinas. Filipinas fue posesión de España por más de 400 años. Sin embargo, pocos aprendieron el español durante este tiempo. Aquí se habla el idioma tagalo, y se estimula el aprendizaje del inglés después de la guerra hispano-americana, al nivel de segundo idioma. En estos momentos menos del 1% de la población filipina habla español. Los hispanohablantes de Filipinas, en su mayoría, son descendentes de las clases altas de los mestizos.
Algunos de los problemas lingüísticos de estos grupos de usuarios del español vestigial son:
1. Reducción de la morfología verbal y nominal.
2. Eliminación de los artículos.
3. Eliminación de algunas preposiciones.
¿Dónde se habla lengua española? África.
África es el tercer continente más pequeño en tamaño. Ocupa una extensión de unos 30 200 000 km2 y posee aproximadamente unos 550 millones de habitantes. Es un continente poco poblado, con una densidad poblacional de 17 habitantes por km2, la menor densidad del mundo después de Oceanía. En África hay 54 países: Angola, Argelia, Benin, Botswana, Burkina Faso, Burundi, Cabo Verde, Camerún, Comores, Congo, Costa de Marfil, Chad, Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenia, Lesotho, Liberia, Libia, Madagascar, Malawi, Malí, Marruecos, Mauricio, Mauritania, Mozambique, Namibia, Niger, Nigeria, República Centroafricana, República de Sudáfrica, Ruanda, Sahara Occidental, Sao Tomé y Príncipe,[114] Senegal, Seychelles,[115] Sierra Leona, Somalia, Sudán, Suazilandia, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda, Venda,[116] Yibuti o Djibuti, Zaire, Zambia y Zimbabwe.
África se extiende desde cabo Blanco[117] hasta el cabo de las Agujas.[118] La palabra África proviene del latín aprica ‘soleado’, o del griego aphrik ‘sin frío’. El continente africano está dividido en grandes bloques. Étnica y culturalmente, África se divide en dos grandes grupos, separadas por la barrera geográfica del Sahara:
Al norte se encuentra el África blanca, compuesta por pueblos de raza mediterránea, mezclados en algunos casos con elementos negroides. Aquí encontramos evidentemente dos grupos:
1. Caucasoides –bereberes y cusitas.
2. Semitas árabes. En esta región predomina el idioma árabe.
Al sur se encuentra el África negra, compuesta por 4 grandes grupos:
1. Pigmeos –de escasa estatura y rasgos mongoloides.
2. Khoi-san –ubicada en los desiertos, con rasgos mongoloides.
3. Sudaneses –altos y esbeltos.
4. Bantúes –ubicados en África central y austral; son los más numerosos.
Existen otras divisiones de África. Por ejemplo:
África del norte o África septentrional, nombre bajo el cual se agrupa el conjunto regional mogrebí formado por 3 ó 5 países:
1. Marruecos –idioma árabe, 446 550 km2, Rabat, 21 404 000, marroquíes.
2. Argelia –idioma árabe, 2 380 000 km2, Argel, 19 129 000, argelinos.
3. Tunicia –idioma árabe, 163 610 km2, Túnez, 7 636 000, tunecinos.
Países que a veces se añaden:
4. Libia –idioma árabe, 1 775 500 km2, Trípoli, 3 637 500, libios.
5. Egipto –idioma árabe, 997 738 km2, El Cairo, 45 915 000, egipcios.
África del oeste o África occidental, formada por 16 países:
África central, formada por 5 países:
Burundi –idiomas francés y kirundi, 27 834 km2, Bujumbura, 4 111 000, burundeses.
Chad –idioma francés, 1 284 000 km2, N’djamena, 4 405 000, chadianos.
República Centroafricana –idioma francés, 622 984 km2, Bangui, 2 442 000, centroafricanos.
Ruanda o Rwanda –idioma ruanda (lengua bantú, llamada también kinyarwanda), 26 338 km2, Kigali, 6 500 000, ruandeses.
Zaire –ant. Congo Belga y República del Congo–, –idioma francés, 2 344 885 km2, Kinshasa, 34 671 000, zaireños.
África ecuatorial, con 2 países:
Congo –ant. Congo Brazzaville–, –idioma francés, 342 000 km2, Brazzaville, 1 580 000, congoleños.
Gabón –idioma francés, 267 667 km2, Libreville, 1 100 000, gabonenses, gaboneses.
África austral o del sur, constituida por 9 países:
Angola –idioma portugués, 1 246 700 km2, Luanda, 8 600 000, angolanos o angoleños.
Botswana –ant. Bechuanalandia–, –idioma tswana (lengua bantú) e inglés, 570 000 km2, Gaborono, 1 007 000, botswanos, botswanianos.
Lesotho –ant. Basutolandia–, –idiomas sotho (lengua bantú) e inglés, 30 355 km2, Maseru, 1 470 000, basutos.
Mozambique –idioma portugués, 785 000 km2, Maputo, 12 130 000, mozambiqueños o mozambicanos.
Namibia –ant. África del Sudoeste–, –idioma inglés, 824 292 km2, Windhoek, 1 184 000, namibianos, namibios.
República de Sudáfrica –idiomas afrikaans (lengua neerlandesa hablada en África del Sur, es lengua nacional desde 1925) e inglés, 1 221 000 km2, Pretoria, 33 850 000, sudafricanos, africaneres (hol.).
Swazilandia –también llamada Ngwane, idiomas swazi (lengua bantú) e inglés, 17 363 km2, Mbabane, 716 000, swazis.
Zambia –ant. Rodesia del Norte–, –idioma inglés, 752 614 km2, Lusaka, 7135 000, zambianos.
Zimbawbe –ant. Rhodesia del Sur–, –idioma inglés, 390 759 km2, Harare, 8 640 000, zimbabuenses, zimbabuanos, zimbabues.
África insular, con 3 países:
Cabo Verde –idioma portugués, 4 033 km2, Praia, 296 100, caboverdiano o caboverdeño.
Madagascar –gran isla del océano Índico–, –idiomas malgache y francés, 587 041 km2, Antanarivo, 10 303 000, malgaches.
Santo Tomé y Príncipe –idioma portugués, Santo Tomé: 836 km2, Príncipe: 128 km2, Santo Tomé, 102 000, santomenses o angolares.
En África existen 3 grandes religiones:
1. Islam, en toda la zona septentrional y parte de Sudán y Somalia.
2. Cristianismo, en África central y meridional.
3. Creencias animistas, practicada por la mayoría de la población negra. Generalmente se llama así a la concepción que atribuye a los seres del universo, orgánicos e inorgánicos, un alma análoga al alma humana. El primer empleo especializado de este término se debe al médico alemán Georg Ernst Stahl (1660-1734) que amplió el concepto de alma, principio abstracto y religioso, hasta hacerle abarcar todas las partes del cuerpo del ser vivo. Pero el concepto de animismo ha logrado su mayor fortuna en el campo de la antropología. A fines del s. XIX, E. B. Taylor propuso una teoría evolucionista según la cual toda la humanidad pasaría por el estado “animista” al plantearse la diferencia existente entre un cuerpo vivo y u cuerpo muerto y la razón de la aparición de personas muertas en los sueños. La conjunción de estas dos cuestiones impondría la idea de que las almas subsisten, después de la muerte del cuerpo, en alguna parte de la naturaleza, por lo que habría que rendir culto a los muertos. En todas las partes del mundo, en algún momento, ha existido la creencia de que todas las cosas de la naturaleza poseen un alma o espíritu. Los espíritus de los árboles, montañas, cosechas, ríos y rocas están siempre presentes, y se respetan para que el hombre y la naturaleza puedan existir en armonía. También los espíritus de los ancestros son el núcleo de las creencias de muchos pueblos. Cuando alguien muere, se reúne con sus ancestros y se cuida de la conexión de la comunidad con el pasado. Algunos espíritus son protectores y se encargan de salvaguardar a la comunidad o a algún miembro determinado en momentos de peligro. Pueden presentarse en la proa de un barco, sobre un escudo, una lanza o un yelmo, y en ocasiones con una apariencia muy feroz.
En África se habla lengua española en Guinea Ecuatorial –antigua Guinea Española–, estado de África occidental, en el Golfo de Guinea, con 28 051 km2 y 350 000 habitantes.
Hemos dado estos datos acerca de África debido a que el negro, el africano, el hombre que vino de África, constituye la tercera raíz de América, de toda la América, un poco más o un poco menos en ésta o aquella área. El “hombre de ébano” es, también, la tercera raíz de los mexicanos.[119] Los aportes culturales de los negros a América han sido muchos, desde todos los puntos de vista.[120] Durante el periodo temprano de la trata, México fue uno de los mejores mercados existentes en el Nuevo Mundo. Todo parece indicar que la Corona –España– promovía preferentemente la entrada a América de negros cristianos antes que la de judíos, moros, nuevos convertidos…,[121] desde el principio de la Conquista, en 1501. No obstante, parece que esa presencia negra le creó grandes dolores de cabeza a los conquistadores dado que “… se huían, juntábanse con los indios y enseñábanle malas costumbres: ¡probablemente costumbres no cristianas!”[122] Al principio se introducían negros cristianizados, pero después… Ya para el 1518 la cosa cambió y empezaron a traer a los negros directamente de las costas de África, y sin cristianizar, a las Antillas; pero con la condición de que una vez en el Nuevo Mundo “tornarían cristianos a los dichos negros y negras que desembarcaren.”[123] Las licencias –unas 4000 al principio– para introducir negros en América se le vendieron a “personas ilustres” –genoveses residentes en Sevilla, alemanes cortesanos–. Ya podemos imaginar qué no paso aquí.[124]
¿Cómo entraron los negros a México? Los primeros entraron con Cortés. También trajeron negros a este país Juan Núñez Sedeño, Francisco de Montejo, Pedro de Alvarado, Francisco de Ibarra y Pánfilo de Narváez, que era dueño del que “desembarcó con viruelas y las introdujo en el país” (?).[125]
¿De dónde eran traídos estos negros? Gran número de ellos lo fueron de las Antillas y pasaron con sus amos que buscaban, en Tierra Firme, campo más propio a sus ansias de rápido enriquecimiento. Otros llegaron a México conducidos directamente del Viejo Mundo, de Cabo Verde, de Guinea… Para 1537 la cantidad de negros en México era tal, que se produjo una matanza de la que nos da fe Aguirre Beltrán: “En 1537 ocurrió en la ciudad de México la primera matanza de esclavos provocada por la pusilanimidad de los pobladores que, asustados por la actitud rebelde y la cuantía de los africanos, descuartizaron a unas cuantas docenas que supusieron pensaban alzarse con la tierra.”[126] Sevilla y Lisboa eran los centros de las transacciones negreras. Eran tantos los negros en Lisboa para esta fecha que en cierto momento un viajero expresó: “Los esclavos pululan por todas partes; estoy tentado a creer que en Lisboa son más numerosos que los portugueses de condición libre.”[127] Parece ser que no sólo los comerciantes de negros de Sevilla se dedicaban a este tipo de mercado, en vista de que “la población entera del puerto andaluz […] se había convertido en un pueblo de mercaderes de esclavos.”[128] En México, como en otras áreas de América, el negro se mestizó con el indio y el blanco. Una muestra de ello son las complicadas clasificaciones de los taxonomistas mexicanos de principios del s. XIX para reflejar las mezclas, lo que, afortunadamente, parece que nunca fue llevado a la práctica.[129] Algunas de estas clasificaciones se conservan en los museos del mundo. En México se pueden observar algunas muestras en el Castillo de Chapultepec. Respecto de los datos censales, preferimos que ustedes consulten el capítulo XI del texto La población negra de México, de Aguirre Beltrán, intitulado “Supuestos y números”, que aparece en los anexos.
La lengua española o castellana es hoy una de las más hermosas y perfectas que se hablan en el mundo, y es la segunda lengua oficial a nivel internacional después del inglés. De la lengua castellana se han dicho muchas cosas hermosas: “La lengua de Dios y de los ángeles”, según Carlos I;[130] “Brillante como el oro, sonora como la plata”, dijo el abate Guillaumen Raynal;[131] “El lenguaje castellano es, acaso, a mi parecer, el más sonoro, el más armonioso, el más elegante, el más expresivo de todos los dialectos románicos, y no cede ni aun al mismo italiano”, en las palabras del filólogo alemán Friedrich August Wolf (1759-1824). La lengua castellana posee una literatura que en muchos aspectos es la más rica y sólida a nivel internacional. El idioma español tiene una historia que data de cientos y cientos de años, una historia allá, en la península Ibérica, otra historia acá, en nuestra América, otra historia en Asia, otra historia en África, que juntas, todas ellas, crean la grandiosa historia de la lengua española.
1. Catalán.
2. Dalmático –también llamado dálmata, lengua que todavía se habla en algunas islas ubicadas frente a Yugoslavia.
3. Francés.
4. Gallego.
5. Italiano.
6. Portugués.
7. Provenzal –hablado en Provenza, Francia.
8. Rético –también llamado retorrománico, antigua lengua que se hablaba en el norte de Italia.
9. Rumano.
10. Sardo –que se habla en Cerdeña por más de un millón de personas.
La lengua española se deriva directamente del latín vulgar o bajo latín, que fue una corrupción o cambio del latín alto o literario, fenómeno que se produjo al entrar en contacto este último –el latín alto– con el trato y la conversación vulgar en los pueblos conquistados por Roma.[132] Debido a que el español es una lengua derivada del latín, se dice con frecuencia que la lengua española, de la misma manera que las otras lenguas neolatinas o romances, son dialectos del latín. Recordemos que una lengua se define por sus características diferenciadoras y, entonces, a las distintas variantes que adopta localmente se les denomina dialectos, de los cuales uno de ellos, por razones políticas, históricas o culturales, a menudo se impone para servir como base de la lengua cultivada y literaria. Si consideramos la perspectiva histórica, se entenderá perfectamente que dialecto es toda lengua con respecto a aquélla de la cual procede y, entonces, podrá decirse sin confusión alguna que las lenguas romances son dialectos del latín, las lenguas eslavas son dialectos del eslávico,[133] las lenguas germánicas son dialectos del germánico,[134] etc. Esto mismo podría plantearse con respecto a las familias lingüísticas mexicanas.[135] Y es de tal manera que fueron apareciendo en la península Ibérica las lenguas y dialectos que conformarían los dominios lingüísticos hispánicos actuales.
España está integrada en estos momentos por 17 comunidades autónomas:
1. Andalucía.
2. Aragón.
3. Asturias.
4. Baleares.
5. Canarias.
6. Cantabria.
7. Castilla-La Mancha.
8. Castilla-León.
9. Cataluña.
10. Extremadura.
11. Galicia.
12. La Rioja.
13. Madrid.
14. Murcia.
15. Navarra.
16. País Vasco.
17. Valencia.
Todas estas comunidades autónomas están divididas en un total de 50 provincias y dos municipios especiales que son Ceuta –plaza de soberanía española ubicada en la costa septentrional de Marruecos– y Melilla –plaza y puerto ubicado también en Marruecos.
Como ocurre con otros países de Europa, en España han convivido y conviven en la actualidad varias lenguas con otras variedades lingüísticas, a las que se suele llamar dialectos, hablas, etc. Sin duda alguna, la lengua de uso más general en España es el español o castellano, oficial en todo el país, pero también tienen categoría de lengua el catalán, el gallego y el vasco, cooficiales en las Autonomías en las que se hablan y parte del patrimonio cultural común. Junto a estas cuatro lenguas viven las variedades dialectales. Además, en España se hablan otras lenguas no autóctonas, propias de algunos grupos de inmigrantes –árabe, chino, etc.– o de turistas permanentes. Los gitanos, establecidos en la Península desde hace siglos, hablan en muchos casos el caló, que ha dado préstamos al español general peninsular.
Todos conocemos que tanto el español o castellano como el gallego y el catalán son hoy lenguas, idiomas, que han derivado del latín; que estas lenguas actuales, en un principio –cuando el latín de España produjo de manera natural su evolución popular, vulgar– fueron dialectos históricos o constitutivos, que llegaron a ser lenguas. Pero, además, España cuenta hoy con dos dialectos históricos que no evolucionaron en legua, sino que se han mantenido es este estadío de dialecto histórico. Nos referimos al asturleonés y al aragonés. No obstante creemos necesario hacer aquí algunas aclaraciones. Queda claro que toda lengua fue, antes de ser lengua, un dialecto. Por este motivo es también normal que se diga, en este caso, que el español o que las lenguas romances son dialectos del latín.
Las lenguas de la España actual son:
1. Español –también llamada castellano.
2. Catalán –uno de los idiomas cooficiales de España, también hablado en Francia y, además, idioma oficial del estado europeo de Andorra.
3. Gallego.
4. Vasco –idioma cooficial en España, también hablado en Francia.
Son cuatro los dialectos del español de España:
1. Andaluz.
2. Canario.
3. Extremeño.
4. Murciano.
Son dialectos del gallego:
1. Gallego noroccidental.
2. Gallego sudoccidental.
3. Gallego central.
4. Gallego oriental.
Son dialectos del catalán:
1. Los dialectos pertenecientes a la zona oriental con sus formas dialectales en Barcelona, Tarragona, Francolí, Gerona.
A. Alguerés. Se habla en la ciudad de Alguer por unas 25 000 personas.
B. Balear. Se habla en las islas Baleares.
C. Rosellonés. Se habla en el departamento francés de los Pirineos orientales.
2. Los dialectos pertenecientes a la zona occidental:
A. Andorra.
B. Este de Tarragona.
C. Lérida.
D. Región valenciana hasta Guardamar.
E. Valenciano.
F. Zona fronteriza entre Aragón y Cataluña.
Son dialectos del vasco o vascuence:
En España:
1. Alto-navarro meridional.
2. Alto-navarro septentrional.
3. Guipuzcoano.
4. Vizcaíno.
En Francia:
1. Bajo-navarro occidental.
2. Labortano.
3. Suletino.
De todas estas lenguas y dialectos la que dio origen al español, tal y como se le conoce hoy, con sus evoluciones y transformaciones a través del tiempo, fue la lengua castellana, la que se habla en Castilla. En el curso de la evolución lingüística de lenguas y dialectos que conviven en una cierta región, se ve a una lengua o un dialecto elevarse por encima de los otros hasta convertirse en lengua nacional, lengua de un grupo conquistador, lengua de dominio; pero las razones que explican esta ascensión son variables. Por ejemplo, en Italia, el toscano se convirtió en italiano oficial, gracias a la influencia literaria ejercida por tres grandes escritores de ese país: Dante Alighieri (1265-1321), autor de los poemas intitulados Divina Comedia; Francesco Petrarca, célebre poeta (1304-1374) y Giovanni Boccacio (1313-1375), autor de los famosos cuentos conocidos con el título Decamerón. Estos tres autores escribieron en toscano. En Francia el dialecto de París pasó a lengua nacional porque el conde de París se convirtió en rey de Francia. En España, el castellano, que no era al principio sino un dialecto más, por circunstancias histórico-políticas acrecentó su extensión, prestigio y dominio, pasando a ser la lengua nacional. Ya en la Edad Media en Castilla se empleaban los dos términos, el de castellano y español, para designar esta lengua. Y en el extranjero, también desde la Edad Media, sólo se empleaba el de lengua española. Luego, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, empezó a aparecer con más frecuencia el término de lengua española para así “recoger y fundir el vocabulario especial de las múltiples regiones lingüísticas castellana, leonesa, aragonesa e hispanoamericana que integraron nuestra lengua literaria y culta.” Y todo esto ocurrió porque Castilla contribuyó de modo preponderante a formar la nacionalidad española. Castilla logró que su propia lengua prevaleciera sobre todos los dialectos que antes mencionamos, e hizo que se propagara, por la conquista, a Andalucía, Murcia, Extremadura, y luego a las inmensas regiones descubiertas y civilizadas por los españoles en América y Oceanía.
¿Cuáles son los primeros escritos en lengua española? ¿Cuándo se escribió por primera vez en lengua española?
Recordemos que el romance –o lengua románica– era la lengua vulgar hablada en los países de la Romania –conjunto de países de lengua latina y de cultura romana, posteriormente románica, resultante del desmembramiento del imperio romano–, cuando ya se había diferenciado hasta tal punto del latín que se sentía como una lengua distinta del mismo. El romance primitivo de los estados cristianos españoles nos es conocido gracias a documentos notariales que, si bien pretenden emplear el latín, insertan por descuido, ignorancia o necesidad de hacerse entender, formas, voces o construcciones en lengua vulgar. A veces el revestimiento latino es muy ligero, y los textos resultan doblemente valiosos (Lapesa, 1991: 161-162, Cano, 1992: 12-15). Ahora bien, el romance aparece empleado con plena conciencia en las glosas. Por eso decimos que las glosas han sido los primeros escritos en español. Los primeros textos no literarios del español son esas glosas. Las glosas son anotaciones, generalmente muy concisas, que llevan algunos manuscritos encima de las palabras a que se refieren, enfrente o al margen. Algunas veces las glosas se han refundido con el texto, del que resulta difícil separarlas. Los primeros textos escritos en lengua española fueron glosas, las Glosas silenses –Burgos, monasterio de Santo Domingo de Silos– y las Glosas emilianenses –Rioja, monasterio de San Millán de la Cogolla–. Ambas datan del siglo X o comienzos del s. XI (Lapesa, 1991: 162). Existen otros estudios acerca de las glosas que hacen que se consideren otros criterios para ubicar el nacimiento del español. Tal es el caso del estudio realizado por el paleógrafo español José Manuel Ruiz Asensio.[137] Según este autor, el posible origen del español está en la Vascongada –región geográfica e histórica del norte de España, que constituye una comunidad autónoma; 7 254 km2 y unos 2 134 967 habitantes; comprende las provincias de Álava, Guipúzcoa y Viscaya– y no en Castilla y León –Burgos–. Especialmente en la provincia de Álava, al norte de España, y la fecha es de más de 1000 años. Hasta ahora ese origen hacía referencia a los códices de Santo Domingo de Silos –Burgos– y San Millán de la Cogolla –Rioja–, donde aparecen las primeras glosas anotadas en castellano. Este autor se ha basado en los comentarios en vascuence que tienen los llamados códices silense y emilianense. Él opina que tuvo que haber otro manuscrito anterior a ellos. Ruiz Asensio, reconocida personalidad en el mundo de la paleografía, ha realizado un minucioso análisis de los textos de las glosas de Silos y San Millán en una reciente edición crítica en facsímil publicada por el Ayuntamiento de Burgos. Lo más destacado de sus estudios fue el descubrimiento de numerosas coincidencias en las glosas de los dos manuscritos, singulares joyas histórico-literarias en la formación de uno de los idiomas más hablados en el mundo. Tanto las glosas emilianenses como las silenses están en dialecto navarro-aragonés –también llamado aragonés y fabla, dialecto del castellano hablado en Aragón y gran parte del sur de Navarra–. Estas glosas son anotaciones a unas homilías[138] y un penitencial latinos. Los monjes que los consultaban apuntaron al margen la traducción de palabras y frases cuyo significado no les era conocido.
En cuanto a la relevancia de la lengua española, debemos destacar que ésta es la lengua romance de mayor difusión a nivel mundial, pues alcanza más del doble del francés y el italiano por separado, y aun supera bastante a las dos juntas, y que es, de todas las lenguas habladas en España y América, en la que mayor número de monumentos literarios se han registrado.
V. El español de América: áreas dialectales y lenguas en contacto.
¿Por qué se habla de un español de España y un español de América? La cuestión radica en que el español de España, tomando en consideración el español hablado en Castilla, y especialmente el de Madrid, y el recogido por los otros dialectos, posee ciertas características distintivas que no se registran en el español de América, y, a su vez, el español de América posee ciertas características no registradas en la Península. Ante todo, estas características están dadas por la influencia de las lenguas autóctonas amerindias.
La implantación del español en el Nuevo Mundo, en el Nuevo Continente, en América, no fue fácil. Eran muchas y muy diversas las lenguas indígenas que proliferaban, y sus hablantes se resistían a abandonarlas. Aún se conservan con mayor o menor arraigo algunas de ellas como el náhuatl y el maya en México; el araucano en Chile; el guaraní –lengua cooficial con el español– en Paraguay; el quechua en Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador… Por otro lado, los misioneros se oponían a una imposición por la fuerza de la lengua española. Fue en el siglo XVIII que Carlos III ordenó la suspensión de todos los idiomas indígenas y la implantación obligatoria del español. Aún así no se consiguió la hispanización deseada. Y entonces, con la independencia de los diversos países hispanoamericanos es que se consigue la auténtica hispanización lingüística, aunque parezca paradójico.
Un aspecto destacable en el español de América es la influencia del sustrato[139] indígena. Basta analizar la entonación en cada una de las hablas españolas americanas. Se trata de una entonación rica en ascensos y descensos melódicos muy pronunciados, frente a la entonación castellana peninsular, que aparece con inflexiones más moderadas y uniformes, tomando como patrón, claro está, a esta última. También podemos mencionar la presencia del sufijo –eco, –eca que aparece en palabras como azteca, guatemalteco, que procede del sufijo –ecatl, del náhuatl. Se ha señalado en Arequipa la existencia del posesivo de origen quechua –y que se pospone a palabras españolas con cierta carga afectiva y usadas como vocativos: viditay = vidita mía; agüelay = abuelita mía. Pero donde más se nota el influjo de lo indígena en la lengua española es en el léxico. Muchas palabras de origen indígena han sido llevadas a España, y se les conoce entonces como americanismos: cacahuate, cacique, caníbal, canoa, enaguas, pampa, piragua, puma, tabaco, tomate, tiburón, etc. De aquí que se hayan creado muchos diccionarios de provincialismos y regionalismos, en los cuales se han registrado estas palabras salidas del área americana, muchas de las cuales son desconocidas en la lengua española de España.[140]
La lengua española hablada en América se puede clasificar en cinco (5) grandes zonas dialectales, división que realizó el insigne lingüista y crítico literario dominicano Pedro Henríquez Hureña (Santo Domingo 1884-Argentina 1946).
1. México y el suroeste de Estados Unidos.
2. Centroamérica.
3. El Caribe.
4. Los Andes.
5. El Cono Sur.
1. MÉXICO Y EL SUROESTE DE LOS ESTADOS UNIDOS.
A. México.
· La meseta central.
· El noroeste.
· Yucatán.
· La costa (Veracruz, Tabasco en el Caribe y Acapulco en el Pacífico).
B. El suroeste de los Estados Unidos.
2. CENTROAMÉRICA.
A. Guatemala.
B. El Salvador.
C. Honduras.
D. Nicaragua.
E. Costa Rica.
· Valle central.
· Guanacaste/Nicoya.
· Puntarenas.
· Costa caribeña.
· Frontera panameña.
F. Panamá.
3. EL CARIBE.
A. Cuba.
B. República Dominicana.
C. Puerto Rico.
D. Venezuela.
4. LOS ANDES.
A. Colombia.
· Altiplano central.
· Costa caribeña.
· Costa pacífica.
· Amazonas.
B. Ecuador.
· Costa (Esmeraldas, Guayas, Los Ríos, Manabí).
· Centronorte (Carchi).
· Altiplano central.
· Cañar y Azuay (con Cuenca).
· Loja.
· Amazonas.
C. Bolivia.
· El altiplano.
· Los llanos.
D. Perú.
· El altiplano.
· Lima y la costa central.
· Costa norteña.
· Costa sureña y el altiplano suroccidental.
· Amazonas.
5. EL CONO SUR.
· Chile.
· Argentina.
o Buenos Aires y la costa sureña.
o Noreste (zona de influencia del guaraní).
o Noroeste (zona de influencia del quechua).
· Paraguay.
· Uruguay.
o Montevideo y el sur.
o El fronterizo de la frontera con Brasil.
También fue Pedro Henríquez Hureña el que dio otra clasificación del español de América, más general pero más fructífera, en la que se distinguen dos partes:
1. Altiplanicies.
2. Tierras bajas.
Según esto, en las altiplanicies se asentaron colonizadores de origen, sobre todo, castellano; en las tierras bajas, los colonizadores fueron más bien de origen andaluz. De aquí que, en consecuencia, las diferencias del idioma español de las zonas altas y de las zonas bajas en América sean las siguientes:
En las altiplanicies, las vocales átonas aparecen muy relajadas y con tendencia clara a la desaparición; las consonantes, en cambio, se pronuncian con fuerza, con marcada tensión: exprimentó por experimentó; caf’sito por cafecito; pas’te por pase usted.
En las tierras bajas, por el contrario, predomina un consonantismo relajado semejante al andaluz; aspiración y pérdida de la -s final o trabante; pérdida de -d-; articulación aspirada de j [x]; alternancia por confusión entre r y l en final de sílaba, etc.
Por otra parte aparece una clasificación más actualizada, la de José Pedro Rona, en 1964, en la que se destacan hasta veintitrés (23) zonas diferentes basándose en cuatro fenómenos lingüísticos: yeísmo, žeísmo, el voceo y las formas verbales utilizadas con el pronombre vos.
Una tesis muy confirmada en torno a las particularidades del español de América es la de la presencia del dialecto andaluz de la lengua española en esta región del Nuevo Mundo.
Andalucía es una región fisiográfica e histórica de la España meridional, que desde 1981 constituye una comunidad autónoma. Tiene 87 268 km2, unos 7 millones de habitantes, su capital es Sevilla y comprende 8 provincias:
1. Almería.
2. Cádiz (Algeciras).
3. Córdoba.
4. Granada.
5. Huelva.
6. Jaén.
7. Málaga (Tarifa).
8. Sevilla.
En cuanto a su historia, hay que destacar que el fenicio[141] fue el primer pueblo histórico que llegó a Andalucía, y ya en el XI a.J.C. tenían factorías a lo largo de la costa. Se dedicaban al mercado de metales y a las salazones de pescado. Los tartessos,[142] para el 1000 a.J.C., ya tenían aquí, en Andalucía, un estado, en el Bajo Guadalquivir, que era una monarquía basada en la sociedad clasista y conocían las leyes escritas. Conocieron la escritura versificada.
El andaluz es un dialecto hispánico, hijo del castellano llevado por los repobladores a las tierras recién conquistadas. En la pronunciación de la s se encuentran algunos de los rasgos fonéticos más característicos del habla de Andalucía. La mayoría de los andaluces confunden en una sola la pronunciación de las consonantes s y z –representando también por z el sonido de la c ante las vocales e, i–. En todas las provincias andaluzas hay alguna zona en la que ambas consonantes se pronuncian como z –ceceo–; y en todas, excepto Cádiz, las hay en que ambas se pronuncian como s –seseo–. Por otra parte, la s andaluza tiene una articulación distinta de la castellana. Sólo un tercio de Andalucía –N de la provincia de Córdoba y NE de las de Jaén, Granada y Almería– conserva la s castellana; el resto se reparte entre la s andaluza predorsal –provincias de Cádiz y Málaga y parte de las de Sevilla, Córdoba y Granada– y s andaluza coronal. En posición final de sílaba la s se debilita hasta quedar apenas en una aspiración –algo muy semejante a lo que sucede en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Argentina, etc.–. En consecuencia, no sirve en andaluz el sistema castellano de formación de plural de los nombres, consistente en añadir s o es a la forma singular. El plural andaluz se expresa por la abertura de las vocales, de modo que el plural de endeble se pronuncia endeble. Otro tanto ocurre con la conjunción verbal, correspondiendo abertura vocálica a las formas que en castellano se pronuncian con s final: temo, teme, tememo, temei, temen. La posición final de sílaba es también en andaluz causa de confusión entre los sonidos r y l. En algunos casos coinciden ambos en l –cuelpo por cuerpo, saltén por sartén–; pero es más frecuente la coincidencia en r –arcarde por alcalde, arma por alma–. En el dialecto andaluz adquieren mayor intensidad fenómenos fonéticos que se dan también en otras regiones de la Península. Así, la pérdida de la d intervocálica, tan frecuente en los participios terminados en –ado –cansao por cansado–, se extiende en andaluz a cualquier otra posición –asaúra por asadura, deo por dedo, graná por granada–; también la pérdida de la d final –paré por pared, calidá por calidad–. Fenómeno muy extendido y casi general en Andalucía es el yeísmo o articulación de la ll como y, pronunciando yeno, poyo –lleno, pollo– con sonido equivalente de yeso, rayo. Cabe destacar, como hecho curioso, que en las localidades andaluzas de Cúllar de Baza –Granada, 41 378 km2, 5 621 hab.– y Puebla de Don Fadrique –Granada, 51 695 km2, 2 879 hab.– los hombres son yeístas y las mujeres –de habla más tradicional– conservan la distinción entre los sonidos ll y y. La h se aspira en una amplia zona triangular, que se ensancha hacia el SE de España e incluye las provincias andaluzas, excepto la de Jaén, casi toda la de Almería y la mitad oriental de la de Granada. Como típicamente andaluza hay que señalar la articulación relajada de la ch, que de africada pasa a fricativa, asemejándose a la pronunciación francesa. En cuanto al léxico cabe destacar la abundancia de arcaísmos, tales como atascarse –abrocharse los pantalones–, casapuerta –puerta de la calle–, disanto –día de fiesta–, escarpín –calcetín–, hablistana –charlatana–, manque –aunque–. No faltan aragonesismos, especialmente en la parte oriental: fiemo –estiércol–, garba –gavilla de mieses–, melza –bazo–. Como es natural, abundan los arabismos, pero son pocos los que se han mantenido exclusivamente en esta región: almud y marjal –medidas agrarias–, alcarcil –alcachofa–, aljofifa –bayeta de lavar el piso–. En cambio, son frecuentes las voces populares de significado local: fuguillas –persona vivaracha, que se enfada fácilmente–, achispaíyo –ligeramente borracho–, afiebrao –febril–, quebrancía –hernia–, antepare –abuelo–. Entre las voces jergales recuérdense: camelar –enamorar–, churumbeles –niños–, pañoli –cándido.
Son muchos los rasgos en que coinciden el dialecto andaluz y las distintas hablas hispanoamericanas, tales como el seseo, que consiste en pronunciar como s todo lo que aparece con z; el yeísmo, que es cuando se articula la ll como y; la aspiración de la s implosiva, es decir, que a veces se hace difícil distinguir el plural del singular: las vacas se pronuncia como la vaca; la h inicial, como en harto, se pronuncia como j, de donde quedaría jarto, y muchas otras características. Y es lógico que esto sucediera en vista de que la mayoría de los conquistadores y pobladores que llegaron a América eran andaluces; la mayor cantidad de mujeres que llegaron a América procedían de Sevilla, que se encuentra en Andalucía; muchos de los expedicionarios, aun sin ser andaluces, se veían obligados a pasar largas temporadas en Sevilla, para luego tomar las embarcaciones hacia América, por lo que se contagiaban de los rasgos lingüísticos propios de esta zona, y recuérdese que el monopolio del comercio y relaciones con el Nuevo Continente correspondía durante los siglos XVI y XVII a Sevilla y Cádiz. La influencia andaluza es más notoria en las Antillas y en las costas del Caribe. Es de destacar también que el andalucismo se registra con mayor nitidez en las tierras bajas y en las costas; mientras que las altiplanicies estuvieron y están más influidas por una base castellana. El español que se trajo a América, por consiguiente, tenía una configuración andaluza, y hay que añadir que también popular, debido al origen diastrático de la mayoría de los expedicionarios: clases sociales bajas. Ello justifica y explica cierta tendencia a una fonética y un léxico populares, a veces vulgares, de aquel tipo de lengua española. También debemos de considerar el número de leoneses y extremeños, así como de gallegos y portugueses, que emigraron a América. Ello dio lugar a la entrada de regionalismos de esta procedencia en el español de América como pararse, por estar de pie, y botar, por arrojar.
Pero, recordemos siempre, que el español es uno, es nuestra lengua, se trate de España o de América, de Iberoamérica o de Estados Unidos, de África o de Asia, y que las divergencias son sólo pequeñas ondas en la superficie de un océano inmenso de comunicación. Estamos en la obligación, como personas cultas, como comunicólogos, como individuos llamados a formar a las grandes masas, de leer no solamente lo que resulta de la producción escrita de nuestro país, sino de leer, de consultar, de conocer, aquellas obras trascendentales que salen de las manos de nuestros destacados escritores y periodistas de lengua española, tanto de México, como de los otros países de América y de España. Por tal motivo, como punto de partida en lo concerniente a la cultura en la expresión escrita, recomendamos consultar a los autores reconocidos de ambas partes del área hispanohablante: de España y de América, en cualquiera de los géneros de preferencia […]
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[1] Cabo de Barrow. Promontorio situado en Alaska, descubierto en 1826 por Elson.
[2] Istmo de Tehuantepec. Istmo de México. Estrecha lengua de tierra que une dos continentes o una península con un continente, que abarca los estados de Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas. Constituye la parte más estrecha del país, y está situado entre los golfos de Tehuantepec, al S y Campeche, al N.
[3] Neerlandés. Este idioma se habla en Surinam, antigua Guayana Neerlandesa, con 163 265 kilómetros cuadrados y unos 415 000 habitantes.
[4] Danés. Lengua oficial –junto con el esquimal– de Groenlandia: 2 130 800 kilómetros cuadrados, 53 000 habitantes.
[5] J. Rubin (1962). “Bilingualism in Paraguay”, en Anthropological Linguistics 4: 52-58; J. Rubin (1968). National Bilingualism in Paraguay. La Haya, s/e.
[6] Según los datos de María Beatriz Fontanella de Weinberg (1993). El español de América. Madrid, MAPFRE, 233.
[7] Para lo referente a América, se pueden seguir los trabajos de A. Rosenblat (1945). La población indígena de América desde 1492 hasta la actualidad. Buenos Aires, s/e.; A. Rosenblat (1954). La población indígena y el mestizaje en América. Buenos Aires, s/e.; A. Rosenblat (1964). “La hispanización de América. El castellano y las lenguas indígenas desde 1492”, en Presente y futuro de la lengua española. Madrid, Instituto de Cultura Hispánica, II: 188-216; y también A. Gimeno Gómez (1966). “La aculturación y el problema del idioma en los siglos XVI y XVII”, en XXXVI Congreso Internacional de Americanistas. Sevilla, III: 303-317; A. Gimeno Gómez (1970). “El Consejo de Indias y la difusión del castellano”, en El Consejo de Indias en el siglo XVI. Valladolid, 191-210.
[8] Cristóbal Colón (1976). Diario del Descubrimiento. Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 87.
[9] Se dice en el Diario el jueves, 29 de noviembre: “El Almirante quisiera vello para vestillo y tomar lengua d’él”, op. cit., 142; y al día siguiente: “Envió ocho hombres bien armados y con ellos dos yndios de los que traya, para que viesen aquellos pueblos de la tierra dentro y por ver lengua”, op. cit., 143. El 10 de diciembre “embió seys hombres bien adereçados de armas a tierra para ver si pudieran aver lengua”, op. cit., 156.
[10] Loc. cit.
[11] C. Colón, op. cit., 90.
[12] C. Colón. op. cit., 120.
[13] Vid. G. Fernández de Oviedo (1851). Historia general y natural de las Indias. Madrid, s/e, I parte, libro VI, cap. XLIII, t. II, 235.
[14] Monarchía indiana (1723). Madrid, t. III, cap. XIV, 31.
[15] Op. cit., t. III, cap. XIII, 28.
[16] (1968). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. México, PORRÚA, 5.
[17] G. de San Agustín (1975). Conquistas de las islas Filipinas: la temporal, por las armas del señor Don Phelipe Segundo el Prudente; y la espiritual, por los religiosos del Orden de Nuestro Padre San Agustín, 1565-1615. Madrid, CSIC, 122.
[18] Op. cit., 138.
[19]Vid. H. Triana y Antorveza (1987). Las lenguas indígenas en la historia social del Nuevo Reino de Granada. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 203.
[20] Vid. Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias. Mandadas imprimir y publicar por la Magestad Católica del rey Don Carlos II, Nuestro Señor. Va dividida en quatro tomos, por el Índice general, y al principio de cada tomo el ïndice especial de los títulos que contiene. En Madrid, por Iulián Paredes, año de 1681. Reproducción facsimilar en Ediciones Cultura Hispánica. Prólogo por Ramón Menéndez Pidal. Estudio preliminar de Juan Manzano Manzano, Madrid, 1973.
[21] Vid. Recopilación de leyes de los Reinos de las Indias, libro IV, título I, Ley XV.
[22] Vid. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españoles de Ultramar (1887). Segunda serie, publicada por la Real Academia de la Historia, t. 3, II. De las islas Filipinas. Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 245.
[23] Ladino, deriva de la palabra latino, que en España se utilizó, en principio, para designar a quienes hablaban bien el latín –los moros ladinados o ladinos eran los que sabían latín–; más tarde, se denominó así a los que hablaban otra lengua, además de la propia. En América, se aplicó primero a los indios que habían aprendido la lengua de los conquistadores, luego a los mestizos hispanizados y, después, a los negros y mulatos que hablaban español.
[24] Fray P. Simón (1982). Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales. Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 7 tomos. La cita es del t. V, 74.
[25] En una ocasión, los naturales trajeron a Cortés “un presente de mantas y ocho mujeres por esclavas, y entre ellas una que se llamó Marina, a la cual después pusieron Malinche, la cual sabía lengua mexicana y entendía la lengua del dicho Aguilar que habíamos tomado en la costa, porque había estado cautivo seis o siete años”. Se trata de Gerónimo de Aguilar. Vid. fray F. de Aguilar (1977). Relación breve de la conquista de Nueva España. México, UNAM.
[26] Op. cit., 57.
[27] Vid. fray F. de Aguilar, op. cit., 66.
[28] Bolinear. Halar de las bolinas. Bolina: Cabo con que se hala la relinga de una vela. Relinga: Cabo que se pone para reforzar la orilla de una vela.
[29] Vid. I. Rodríguez, op. cit., vol. XIII, p. 56.
[30] Vid. Colección de documentos inéditos, 1887, doc. 39, de 1565, 171 y 178 respectivamente.
[31] Op. cit., 43.
[32] Vid. M. Fernández de Navarrete (1964). Colección de los viajes que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, LXXVII, 572.
[33] Vid., por ejemplo, M. Fernández de Navarrete, op. cit., 269.
[34] Vid. Colección de documentos inéditos (1886), doc. 27, 308.
[35] Vid. Catecismo de la doctrina cristiana, de fray P. de Gante (1970). Reproducción facsimilar realizada por el Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid.
[36] Tomo III, cap. XIV, 32.
[37] Indios frontones. Indios procedentes de una pequeña isla adyacente a la costa del Perú.
[38] Puquina. Antiguo idioma del Perú, que hablaban los habitantes de las orillas e islas del lago Titicaca, los indios de la tribu de los ubrus o ubros.
[39] J. de Acosta. Escritos menores. Colegio del Cuzco, doctrina de Juli. Edición de la B.A.E., 194.
[40] Vid. P. Borges (1960). Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo XVI. Madrid, CSIC, 544-550.
[41] Vid. G. B. Milner (1963). “Oceanic linguistics”, en Trends in Modern Linguistics. Utrecht, 64.
[42] “Tagalog and other major languages of the Philippines”, 118-119.
[43] L. Fernández de Piedrahita (1973). Noticia historial de las conquistas del Nuevo Reino de Granada. Bogotá, Editorial Kelly, 2 tomos. La cita es del t. I, 22.
[44] Fray P. Aguado, op. cit. t. II, 18.
[45] Op. cit., t. II, 515.
[46] Alonso Martín. Guerrero español. Contribuyó a la conquista de América Central, peleando a las órdenes de Vasco Núñez de Balboa. Fue el primero que descubrió el mar Pacífico.
[47] Chibcha. Idioma de los chibchas, pueblo indio, llamado también muiscas o moscas, que habitaba en Colombia. Su cultura tenía mucha afinidad con la incaica. Adoraban a los astros. Sacrificaban niños y jóvenes. Sus descendientes son en la actualidad, en su mayoría, agricultores.
[48] Cineas. Muerto hacia 277 a. J. C. Ministro y consejero de Pirro –Pirro II (319-272 a. J. C.), rey de Epiro, región de la antigua Grecia, al SO de Macedonia, célebre por sus luchas contra los romanos–. Pasaba por ser el más hábil orador de su época.
[49] J. de Castellanos (1955). Elegía de varones ilustres de Indias. Bogotá, Imprenta Nacional, 4 tomos. La cita es del t. III, 335.
[50] Además de los que cita H. Triana y Antorveza, op. cit., 124-133.
[51] Véanse las notas 71 y 72.
[52] Academia francesa. Fundada por iniciativa del cardenal Richelieu (Armand Jean du Plessis) (París 1582-id. 1642) en 1634, reconocida oficialmente por Luis XIII en 1635. Tuvo por origen un cenáculo de aficionados a las letras que se reunía en París, en la casa de Valentín Conrart (París 1603-id. 1675). Su lema es A l’immortalité (A la inmortalidad).
[53] Para considerar la historia de la Real Academia Española, sus problemas, sus críticas, etc., recomendamos el magnífico trabajo de Fernando Lázaro Carreter (1980). “El primer Diccionario de la Academia”, en Estudios de Lingüística. Barcelona, Crítica, 83-148.
[55] Para tratar algunos de los problemas de la corrupción en América y concretamente en México, véanse, por ejemplo, los siguientes textos: Hugo Vargas (1997). Cuando la derecha nos alcance. México, PANGEA EDRS; Hugo Salinas Price (2000). Mis años con Elektra. México, Diana; Germán Dehesa (2002). “¿Cómo nos arreglamos?”. Prontuario de la corrupción en México. México, Diana; Alan Riding (2002). “La corrupción: lubricante y engrudo”, en Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos. México, Joaquín Mortiz, 140-164; José González González (1983). Lo negro del Negro Durazo. México, Posada; Jorge Carpizo (2000). Anatomía de perversidades. Reflexiones sobre la moral pública en México. México, Aguilar; Marco Antonio Castillo López (2002). Con las botas puestas. Encuentros fortuitos con la corrupción. México, Libros para Todos; Rafael Loret de Mola (1984). El juicio. México, Grijalbo; Rafael Loret de Mola (1999). Los escándalos: un ensayo donde los culpables de los desórdenes tienen nombres y apellidos. México, Grijalbo; Rafael Loret de Mola (2001). Los cómplices. México, Océano; Héctor Cervantes Choza (2002). Descentralización VS corrupción. México, Taller Abierto; Claudio Lomnitz Adler (coord.) (2000). Vicios públicos, virtudes privadas. La corrupción en México. México, Porrúa; Luis Pazos (2000). Ineptitud presidencial. México, Diana; Luis Pazos (2002). Herencia del PRI, reto de Fox. México, Diana; Elliott Kimberly Ann (2001). La corrupción en la economía global. México, Limusa; J. Jesús Blancornelas (1997). Una vez nada más. México, Océano; Eduardo R. Huchim May (1996). El sistema se cae: últimos escenarios de la crisis política. México, Grijalbo; Andrés Manuel López Obrador (1995). Entre la historia y la esperanza. Corrupción y lucha democrática en Tabasco. México, Grijalbo; Andrés Manuel López Obrador (1999). Fobaproa, expediente abierto. Reseña y archivo. México, Grijalbo; Francisco Martín Moreno (1994). La respuesta. México, Planeta; Beatriz Martínez de Murguía (1999). La policía en México: ¿orden social y criminalidad? México, Planeta; José Martínez (1999). Las enseñanzas del profesor: indagación de Carlos Hank González: lecciones de poder, impunidad y corrupción. México, Océano; Rafael Menjívar Ochoa (1999). Manual del perfecto transa o de cómo vivir del presupuesto para no vivir en el error. México, Patria; Juan Pablo Moreno (1999). Guanajuato: donde la justicia no vale nada. México, Plaza y Valdés; Stephen D. Morris (1992). Corrupción y política en el México contemporáneo. México, Siglo Veintiuno; Andrés Oppenheimer (1996). México: en la frontera del Caos. México, J. Vergara; Andrés Oppenheimer (1998). Crónicas de héroes y bandidos. México, Grijalbo; Felipe Ruanova Zárate (1995). Hank: el sello de la impunidad. México, Posada; Julio Scherer García (1997). Salinas y su imperio. México, Océano; José Luis Trueba Lara (1996). Raúl Salinas de Gortari. El abuso del poder. México, Planeta; Carlos Elizondo (1987). La silla embrujada: historia de la corrupción en México. México, Edamex; Oscar Flores Tapia (1983). José López Portillo y yo: historia de una infamia. México, Grijalbo; William Michael Reisman (1981). ¿Remedios contra la corrupción?: cohecho, cruzada y reformas. México, FCE; Roberto Blanco Moheno (1979). La corrupción en México. México, Bruguera; Nelson Arteaga Botello y Adrian López Rivera (1998). Policía y corrupción. México, Plaza y Valdés; Fernando Mota Martínez (1999). ¡LAi se va!: el rostro oscuro de México. México, Times; Juan Lozano y Valeria Merino Dinari (comps.) (1998). La hora de la transparencia: manual de anticorrupción en la función pública. Buenos Aires, Gránica; José Vasconcelos (1937). Ulises Criollo; Laureano Vallenilla Lanz (1919). Cesarismo democrático; ENCUP 2001, ENCUP 2003, ENCUP 2005, ENCUP 2008: http://www.encup.gob.mx/encup/index.php?page=encup ; José Manuel Villalpando y Alejandro Rosas (2003). Historia de México a través de sus gobernantes. México, Planeta; Lino Corrodi (2003). Me la jugué. El verdadero amigo de Fox. México, Grijalbo; Erick Guerrero Rosas (2004). Los demonios de la transición. ¿Cómo exorcizarlos? México, Diana; Julia Preston y Samuel Dillon (2004). El despertar de México. México, Océano; Harris Godfrey (2004). Corrupción. Cómo lidiar con su impacto en los negocios y la sociedad. México, Panorama; Olga Wornat (2005). Crónicas malditas desde un México desolado. México, Grijalbo; Anabel Hernández y Arelí Quintero (2005). La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción. México, Grijalbo; Julio Derbez (2005). La fábula de Amatlán. México, Grijalbo; Julio Scherer García (2005). La pareja. México, Plaza y Janés; Julio Scherer García (2008). La terca memoria. México, DEBOLSILLO; Raúl Monge (2005). El tango de Ahumada. México, Grijalbo; Lydia Cacho (2005). Los demonios del edén. El poder protege a la pornografía infantil. México, Grijalbo; César Mascareñas (coord.) (2005). El círculo del poder y la espiral del silencio. La historia oculta del padre Marcial Maciel y Los Legionarios de Cristo. México, Grijalbo; Esteban David Rodríguez (2005). Los dueños del Congreso. El poder legislativo secuestrado por dinastías familiares y clanes del dinero. México, Grijalbo; Héctor Aguilar Camín (2005). La conspiración de la fortuna. México, Planeta; Andrés Oppenhaimer (2005). Ojos vendados: Estados Unidos y el negocio de la corrupción en América Latina. Uruguay, Editorial Sudamericana; Amnistía Internacional (2005). Amnistía Internacional. Informe 2005. El estado de los derechos humanos en el mundo. México, Amnistía Internacional; Federico Arreola (2006). La lucha de la gente contra el poder del dinero. México, Aguilar; Alfonso Durazo (2006). Saldos del cambio. Una crítica política de la alternancia. México, Plaza & Janés; Denise Dresser y Jorge Volpi (2006). México. Lo que todo ciudadano quisiera (no) saber de su patria. México, Aguilar; Joseph Contreras (2006). Tan lejos de Dios. El México moderno a la sombra de Estados Unidos. México, Grijalbo; José Reveles (2006). Las manos sucias del PAN. Historia de un atraco multimillonario a los pobres. México, Temas de Hoy; Ricardo Ravelo (2006). Los narcoabogados. México, Grijalbo; Anabel Hernández (2006). Fin de fiesta en Los Pinos. México, Grijalbo; Miguel Badillo (2006). Isosa, fraude transexenal a la nación: la historia completa y los documentos. México, Contralínea; Socorro Díaz (2007). Reporte 2006. El desquite. México, Tinta; Andrés Manuel López Obrado (2007). La mafia nos robó la presidencia: sólo le han quitado una pluma a nuestro gallo. México, Grijalbo; Lorenzo Meyer (2007). El espejismo democrático. México, Océano; Ricardo Raphael (2007). Los socios de Elba Esther. México, Planeta; Salvador García Soto y Christian Ahumada (2007). Los cuentos del Duende. Libro y Audiolibro. México, Editorial Endira; Brozo, “El Payaso Tenebroso” (Víctor Trujillo) (2007). Cuentos asquerosos. México, Grijalbo; Luis Mandoki (2007). Fraude. Film. México; Gregory Nava (2006). Verdades que matan o Bordertown (Las muertas de Juárez, cifra que se ha llegado a estimar hasta en 5000 muertas y/o desaparecidas). Film. U.S.A., con la participación estelar de Jennifer López, Antonio Banderas, Sonia Braga y Martin Sheen; Sanjuana Martínez (2007). Prueba de fe. La red de cardenales y obispos en la pederastia clerical. México, Planeta; Jorge Castañeda y Rubén Aguilar (2007). La diferencia. Radiografía de un sexenio. México, Grijalbo; José Agustín Ortiz Pinchetti (2006). Andrés Manuel y sus claves. México, PORRÚA; Manuel Espino Barrientos (2008). Señal de Alerta: Advertencia de una regresión política. México, Planeta; José Antonio Crespo (2008). 2006: hablan las actas. Las debilidades de la autoridad electoral mexicana. México, Debate; Proceso, No. 1323 de 2008, en su edición especial No. 22, Beijing 2008. China; José Antonio Ortega Sánchez y Fernando Guzmán Pérez (2008). La verdad os hará Libres, no tengan miedo. México, Arquidiócesis de Guadalajara; Luis Carlos Ugalde (2008). Así lo viví. Testimonio de la elección presidencial de 2006, la más competida de la historia moderna de México. México, Grijalbo; Carlos Ahumada (2009). Derecho de réplica. Revelaciones de la más alta pantalla política en México. México. Grijalbo; Roberto Madrazo Pintado (2009). El despojo. México, Planeta… La corrupción y la estafa han llegado a tal nivel, que existen manuales que instruyen acerca de cómo detectar y tratar a los corruptos y estafadores, como, por ejemplo: Frank W. Abagnale (2003). El arte de la estafa. México, Diana.
[56] Creo que la gran controversia de nosotros los hispanoamericanos radica en nuestras raíces, en nuestros orígenes étnicos, en nuestros mestizajes, en nuestros traumas raciales, poblacionales, culturales, lingüísticos y dialectales, y de aquí una vida de contraposición histórica entre hispanófilos e hispanófobos. ¡Qué empeño de replicantes alterados! ¡Ese afán por ser lo que nunca has sido ni nunca serás, por ser parte de aquello que inclusive desconoces, algo a lo que no perteneces! ¡Ese afán de no ser lo que en realidad eres, por no ser parte de tu verdadero mundo! ¿Qué es lo que racialmente le preocupa a un latinoamericano común: ¡el “ser” o el “no ser”!? Pero si los españoles son tan mestizos como nosotros los americanos: “Los españoles son desde el punto de vista antropológico la resultante final de un complicadísimo proceso de mestización entre distintas razas: los iberos, los semitas fenicios, los romanos, los godos de origen germánico, los moros –árabes y negros–, etc., de tal modo que la mezcla de tan distintos elementos raciales dentro de la nación –el mestizaje interior– no había llegado todavía a un grado que permitiera considerar al español como un grupo étnico homogéneo” (Siegfried Askinasy [1939]. México indígena. México, Cosmos, 147). ¡Qué gran pena y cuánta confusión! ¡Pero así siempre ha sido, así es y… así será! Para tratar más detalladamente los problemas de la hispanofilia y la hispanofobia en América, véase, por ejemplo: Manuel Gamio (1916). “España y los españoles”, en Forjando Patria. México, PORRÚA.
[57] España hoy persigue, furiosamente, y menciono aquí en especial el nombre del magistrado Baltazar Garzón Real, a los “criminales” de América: Augusto Pinochet, Henry Kissinger, Adolfo Scilingo…; pero pregúntenle a los familiares de las víctimas del franquismo qué ha hecho, realmente, España para lavar esta afrenta: ¡nada! Al respecto véase, por ejemplo: P. Aguilar (1996). Memoria y olvido de la Guerra Civil española. Madrid, Alianza.
[58] Acerca de los mitos de España y los españoles véase: Fernando García de Cortazar (2003). Los mitos en la historia de España. España, Planeta. Para tratar las diferencias entre “mito” y “mitoide”, consúltese: Francisco Miró Quesada (1993). “Ciencia y técnica: ideas y mitoides”, en América Latina en sus ideas. México, Siglo XXI, 72-94.
[59] Como he comentado en otro de mis trabajos (Ruano, 2007b), hasta la Iglesia española hoy se deslinda de Franco y del franquismo:
La Iglesia española pide perdón por su papel en la Guerra Civil. El titular de la Conferencia Episcopal solicitó disculpas por “actuaciones concretas” de la institución hace 7 décadas. Es un significativo cambio ya que entonces la cúpula eclesiástica era aliada del dictador Franco […] La Iglesia española fue un firme apoyo de los militares sublevados contra la República que originó la Guerra Civil. Encabezada por el cardenal Primado arzobispo de Toledo, Isidro Gomá, la jerarquía proclamó su apoyo a la “Cruzada Nacional” del dictador fascista Francisco Franco, aliado a Adolf Hitler y Benito Mussolini […] El apoyo eclesiástico se convirtió además una presencia en los poderes del estado franquista. En las Cortes de 1943 eran procuradores (diputados) los arzobispos de Sevilla (Segura), Toledo (Pla y Daniel), Granada (Parrado), Santiago de Compostela (Muñiz), Burgos (Castro) y los obispos de León (Ballester) y Barcelona (Mondrego). También estaban presentes altos prelados en el Consejo de Estado, supremo órgano consultivo del régimen. El Cardenal Primado, Isidro Gomá, fue el principal ideólogo del apoyo irrestricto de la Iglesia a Franco. Una foto lo muestra haciendo el saludo fascista junto al tirano. El Cardenal recibió la “espada vencedora” que Franco ofrendó a Dios y ordenó que fuera custodiada en el Tesoro de la Catedral Primada de Toledo […] En el seno de la jerarquía católica española existen dos visiones para afrontar el pasado y el presente: por un lado, la liderada por Blázquez, que aboga por la reconciliación entre españoles y por asumir íntegramente el espíritu del Concilio Vaticano II, que proclama la separación de la Iglesia de cualquier poder político y económico. El segundo grupo, mayoritario y que tiene como principal exponente al cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, se niega a reconocer su responsabilidad en la guerra fratricida y en la dictadura, además de que apuesta por una abierta pugna con el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
En Alejandro Gutiérrez (2007). “Memoria convulsa. España se dirige hacia sus elecciones generales en medio de una intensa polémica por el contenido de su llamada Ley de Memoria Histórica […]”, en Proceso, No. 1626:46, se lee lo siguiente:
Contradicción eclesiástica.
En medio de la polémica por el desmantelamiento del franquismo, una declaración cimbró a la Iglesia católica, acusada de colaboracionismo con la dictadura franquista: El Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez Pérez, sugirió que la Iglesia debía pedir perdón […] fueron los curas los que dieron los nombres de “los rojos” en cada pueblo, los que inmediatamente fueron fusilados por el ejército franquista. Y teniendo en cuenta este último aspecto, la Iglesia bien podría callarse o pedir perdón, y no parece que tengan esa actitud.
[60] Jesús de Andrés Sanz (2006). Los símbolos y la memoria del Franquismo. España, Fundación Alternativas, en http://www.falternativas.org/base/download/9372_31-01-07_EP%2023.2006.pdf .
[61] Silva, E. y S. Macías (2003). Las fosas de Franco. Madrid, Temas de Hoy; J. Rodrigo (2005). Cautivos: campos de concentración en la España franquista, 1936-1947. Barcelona, Crítica.
[62] Américo Castro (1982). La realidad histórica de España. México, PORRÚA, 1-4.
[63] José Ortega y Gasset (1990). Meditaciones del Quijote. Madrid, Cátedra. Véanse también: La realidad histórica de España, de Américo Castro; La sociedad española en el siglo XVIII, de Antonio Domínguez Ortiz; El individualismo español, de Miguel de Unamuno; El español y su tradición, de María Zambrano, entre cientos de textos que tratan los temas de la tradición, el carácter y el individualismo de España y los españoles. El individualismo español ha llegado a ser considerado en estos términos: “El individualismo es, en efecto, la nota dominante en todos los aspectos de la historia española. La Conquista de América, por ejemplo, no fue obra de España como nación, sino una hazaña de aventureros individuales que obraban por propia cuenta. Ya en los iberos primitivos que vivían en tribus, se señalaba, entre los individuos, un gran orgullo contrario a toda unión o disciplina. Lo curioso de España es que allí se puede ser individualista hasta lo extremo sin dejar de ser español. Parece que en aquel país, mientras más exaltado es el individualismo, se es más profundamente español. La inestabilidad de la vida española […] es el efecto de la fuerza centrífuga de los individuos que dificulta toda acción colectiva uniforme […] Cada español parece un átomo rebelde cuyo movimiento tiende a separarlo de su centro natural de gravitación […] «El español de ultramar –dice Madariaga– era tan individualista como su hermano europeo» […] Cada una de las colonias tendía a convertirse en otras tantas Españas. No obstante que la revolución de independencia enarbolaba la bandera contra España al grito de «mueran los gachupines», en esta misma actitud de negación se revelaba la psicología hispánica. No hacíamos otra cosa que emanciparnos de España a la española” (Ramos, 2001: 31-32).
[64] Todo parece indicar que el púnico o neopúnico –por las diferencias que tenía con el fenicio– se habló hasta el s. VII, que fue cuando se produce la conquista árabe. De la literatura púnica, que forma parte de la literatura fenicia, sólo se conservan inscripciones votativas –de votos, de promesas de carácter religioso– al dios Baal –más bien Baal Hammón, que era el dios de la atmósfera, el “Señor” por antonomasia. Es la denominación púnica del dios Saturno de los romanos. Recordemos que en la Biblia “Baal” designa todos los falsos dioses– o a la diosa Tanit –denominación púnica de la diosa semita Astarté o griega Afrodita, principal divinidad de Cartago. Se identifica con la luna y es la diosa de la fecundidad–. No han sobrevivido ninguno de los tratados técnicos, especialmente los de agricultura, por los que se interesaron los romanos; tampoco se conserva la relación del Periplo de Hannón alrededor de África, donde se refiere que aproximadamente hacia el 450 a.J.C. el rey y navegante cartaginés Hannon viajó hasta el actual Camerún, estado de África ecuatorial, situado en el golfo de Guinea. De esto se tiene conocimiento gracias a una inscripción que apareció en el templo de Crono o Cronos –dios griego hijo de Urano y padre de Zeus, y durante un tiempo dueño del mundo; es el Saturno romano y el Baal púnico– en Cartago.
[65] Recordamos a los alumnos que la península Ibérica es la mayor y más occidental de las tres grandes penínsulas mediterráneas de Europa meridional, con 581 600 km2. Comprende los estados de España, Portugal, Andorra y la colonia de Gibraltar, que pertenece a Gran Bretaña. Esta Península constituye un continente en miniatura, tendido a modo de puente entre Europa, a la que se une por el istmo de los Pirineos, y África, de la que tan sólo la separan los 12 km del estrecho de Gibraltar. Por su posición geográfica entre los dos continentes y entre el océano Atlántico, al O, y el mar Mediterráneo, al E, participa tanto de los caracteres europeos como de los africanos, que al fundirse en la Península dan origen a un estilo bien definido. Para entender mejor la historia de España, recomendamos consultar: Américo Castro. La realidad histórica de España; Pedro Bosch-Gimpera. El poblamiento y la formación de los pueblos de España; María Zambrano. El español y su tradición y Antonio Sánchez Barbudo. Sobre España y los españoles: una visión desde fuera y desde dentro. Con respecto a Portugal y su cultura lingüístico-literaria, a su íntima relación con la historia y el desarrollo de España, establecemos con carácter obligatorio la lectura de la más excelsa figura de las letras portuguesas: en la poesía aparece Luis de Camoens (Lisboa 1524-id. 1580), especialmente su poema épico Los Lusiadas (1572), que dividido en diez cantos desarrolla el tema de los descubrimientos portugueses en las Indias orientales. En la prosa, José María Eça de Queiroz (Portugal 1845-París 1900), “el novelista más importante de la literatura portuguesa, el más universal, humanista y satírico, implacable en su sarcasmo, de sensibilidad exquisita, gran creador de personajes y de caracteres […], su estilo es bellísimo y su prosa, brillante”, al decir de Federico Carlos Sainz de Robles. De sus sensacionales obras, recomendamos El crimen del padre Amaro (1875-1876), sobre el celibato y sus consecuencias, y La correspondencia de Fradique Mendes (1891), en donde aparecen sus impresiones sobre la vida intelectual, artística, social y religiosa de Portugal a fines del siglo XIX, y, finalmente, el ya conocido Premio Nobel, José Saramago (1922).
[66] Hespérides o Hespéridas. En la mitología griega son las ninfas del poniente. Su genealogía y nombre son imprecisos. Con frecuencia son tres hermanas que velan, ayudadas por el dragón Ladón, junto a las manzanas de oro que Gea regaló a Hera con motivo del matrimonio de ésta con Zeuz. Con la ayuda de las Hespérides, Heracles –personificación de la fuerza, identificado con Hércules. Heracles Era hijo de Zeus y de Alcmena. Mató a su mujer y a sus hijos en su acceso de locura y para expiar su crimen se sometió a los llamados 12 trabajos de Hércules– pudo llevarse consigo las manzanas maravillosas y alcanzar la inmortalidad. Casi siempre las Hespérides aparecen como hijas de Atlas –gigante hijo de Climene y de Japeto, padre de las Híadas, de las Pléyades y de las Hespérides. Tomó parte en la guerra de los gigantes contra los dioses y fue vencido. Zeus lo condenó a sostener la bóveda celeste sobre sus hombros. Se decía que había sido convertido en montaña, petrificado ante la visión de la cabeza de Medusa– y de Hésperis, su sobrina –hija de Héspero, genio del lucero vespertino. Se casó con su tío Atlas, del que tuvo 7 hijas, las Atlántidas, que a veces se identifican con las Hespérides–. Busiris, rey cruel de Egipto que sacrificaba a sus dioses todos los extranjeros que penetraban en su reino, ordenó que fuesen raptadas, así como sus rebaños. Se contaba que Heracles se había dejado llevar por aquél hasta el altar, pero que rompió sus ligaduras y mató a los sacerdotes juntamente con el tirano. Heracles rescató a las Hespérides y las devolvió al padre, quien, en recompensa, le enseñó la ciencia de la astronomía. Los antiguos localizaron el jardín de las Hespérides en el extremo del mundo occidental; cuando éste fue mejor conocido, se le situó al pie del monte Atlas, en Marruecos.
[67] Escipiones. Familia de la antigua Roma. El nombre viene de que según la historia el jefe de la familia había servido de báculo –lat. scipio– de la vejez a su padre ciego.
[68] Ampurias. Establecimiento griego del golfo de Rosas, en Gerona, costa de Cataluña. Es la única ciudad griega de la Península de la quedan restos arqueológicos, como es el caso de las cisternas. Parece que fue fundada en el s. IV a.J.C.
[69] Versos senarios. Verso latino de seis pies, de los cuales el sexto era un yambo –pie compuesto de una sílaba breve y una larga, de ritomo ascendente. El yambo se atribuye a Yambe, servidora del rey de Eleusis, lo que tiene que ver, seguramente, con el culto a Deméter– y los restantes, yambos o tríbracos.
[70] Salomón: en hebreo Selomó. Tercer rey de los hebreos, c. 970-931 a.J.C. Hijo de David –segundo rey hebreo, 1015 a.J.C.-¿975? Su vida se narra en los libros 1 y 2 de Samuel, quien fuera profeta y último de los jueces de Israel, s. XI a.J.C. David, a su vez, era hijo de Jesé, un propietario de Belén. David fue enviado a la corte, donde se convirtió en músico del rey Saúl, a quien calmaba la melancolía tocando el arpa. Estuvo al servicio de los filisteos. También el Islam venera a David como profeta– y Betsabé –notable por su belleza. Era esposa de Urías, un oficial del rey David. Accedió al adulterio con David, quien hizo matar a Urías para poder desposarse con ella. Por esto el profeta Natán le anunció el castigo de Dios. Al poco tiempo, el niño que Betsabé había tenido de David pereció. Más tarde David tuvo de ella a Salomón y a otros 3 hijos, todo lo cual aparece en 2 Sam. 12, 1-15–. La obra maestra de Salomón fue la construcción del Primer Templo de Yahvé, que duró alrededor de siete años. El propio Salomón no encontró palabras para describir su magnificencia. El pueblo soportaba pesadas cargas fiscales: tributos numerosos e impuestos elevados. Armó una flota mercante que dio gran prosperidad al reino hebreo.
[71] Isaías: profeta de Judá, para el siglo VIII a.J.C. Su Nombre significa “Yahvé es salvación”. La idea central de su predicación era que Dios es santo y que los israelitas debían serlo también: estigmatizaba con ironía las costumbres judías, manchadas de ideas paganas, y rechazaba la idea de una alianza con los extranjeros, por temor a una contaminación pagana. Junto con Job, Isaías es el mayor poeta de la Biblia, por su dotes de composición y de evocación
[72] Para tratar la presencia judía en España, la presencia hebrea en España, su historia y sus resultados, recomendamos consultar el excelente libro: Ángel Alcalá (coord.) (1995). Judíos, sefarditas, conversos. La expulsión de 1942 y sus consecuencias. Valladolid, Ámbito Ediciones, 656 páginas. También pueden consultarse los siguientes materiales: Jacobo Cohenca (2004). Dispersión y reencuentro. Genealogía, historia y legado de familias sefarditas. Buenos Aires, Lumen Humanitas; Robert Menasse (2004). La expulsión del infierno. Madrid, Alianza Literaria; Henry Méchoulan (edit.) (1993). Los judíos de España. Historia de una diáspora: 1492-1992. Madrid, Trotta; Gonzalo Hernández Guarch (2008). Shalom Sefarad. El médico sefardí. Barcelona, Almuzara; Antonio Muñoz Molina (2007). Sefarad. Madrid, Alfaguara; María Antonio Bel Bravo (2006). Sefarad. Los judíos de España. Madrid, Silex; José Luís Lacave (2000). Guía de la España Judía. Itinerarios de Sefarad. Córdoba, El Almendro; José Antonio Lisbona (1993). Retorno a Sefarad. La política de España hacia los judíos en el siglo XX. Barcelona, Riopiedras; Evelyne Kenig (1995). Historia de los judíos españoles hasta 1492. Barcelona, Paidós Ibérica; César Vidal (2006). España frente a los judíos. Sefarad: del profeta Jonás a la expulsión. Madrid, La Esfera de los Libros; David Gonzalo Maeso (2001). El legado del judaísmo español. Madrid, Trotta; María del Rosario Castro Castillo y Alberto Villar Movellán (coords.) (1999). El patrimonio hebreo en la España medieval: singladuras del Arca: actas de las II Jornadas de Historia del Arte Córdoba- Lucena, 27, 28, 29 y 30 de noviembre de 1999. Córdoba, Universidad de Córdoba.
[73] Recomendamos la consulta del texto Haim Avni (1992). Judíos en América; cinco siglos de historia. Madrid, Mapfre.
[74] Norbet Rehrmann (comp.) (2003). El legado de Sefarad. Los judíos sefardíes en la historia y la literatura de América Latina, España, Portugal y Alemania. Salamanca, Amaru.
[75] Mariano Gómez Aranda (2003). Sefarad científica. La visión judía de la ciencia en la Edad Media. Madrid, Nivola; Jacobo Israel Garzón (2005). Escrito en Sefarad. Aportación escrita de los judíos de España a la literatura, la erudición, la ciencia y la tecnología contemporáneas. Madrid, Hebraica Ediciones.
[76] Acerca del uso lingüístico de los judíos de España o sefarditas o sefardíes, véase las particularidades del dialecto judeoespañol o sefardí o “ladino español” –en contraposición al ladino o lengua retorromance que se habla en Italia, en las montañas o serranías dolomitas, en la provincia de Belluno y otras áreas–, lo que también se llama “idioma o lengua judeoespañola”, en: http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_judeoespa%C3%B1ol . También consúltense las particularidades del idioma o lengua llamado “judeoespañol calco”, en: http://es.wikipedia.org/wiki/Judeoespa%C3%B1ol_calco y en Manuel Alvar (2000). El ladino, judeoespañol calco. Madrid, Real Academia de la Historia.
Véase también: http://cvc.cervantes.es/lengua/anuario/anuario_01/hernandez/ .
[77] Para tratar la presencia léxico del idioma hebreo en el léxico del idioma español, es decir los “hebraísmos” en el idioma español, puede consultarse, entre cientos de textos: Lázaro Schallman (1952). Diccionario de hebraísmos y voces afines. Buenos Aires, Editorial Israel, y Joan Corominas y José Antonio Pascual (1991). Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico en 6 tomos. Madrid, Gredos. Véase también: http://es.wikipedia.org/wiki/Origen_de_las_palabras_en_judeoespa%C3%B1ol y Marco Ferrell L. (2004). “Hebraísmos en el Diccionario de la Academia”, en Gustavo Solís Fonseca (edit.). Cuestiones de lingüística general hispánica y aplicada. Lima, Universidad Mayor Nacional de San Marcos.
[78] L. Jacinto García Gómez (2007). Un banquete por Sefarad. Cocina y costumbres de los judíos españoles (con recetarios y platos sefardíes). Gijón, Trea.
[79] Rafael Sánchez Moreno (2007). Esencia de Sefarad. Córdoba, Almuzara.
[80] Arrianismo. Doctrina de Arrio (Heresiarca –promotor de una herejía– griego, Libia c. 256-Constantinopla 336). Arrio fue discípulo de san Luciano de Antioquía o Luciano de Samosata (sacerdote y mártir; Samosata, ant. ciudad de Siria c. 235-Antioquía, Turquía 312. Fundó la escuela exegética de Antioquía, que reaccionó contra la interpretación alegórica de la escuela de Alejandría y se dedicó a la interpretación literal e histórica de la Biblia), quien le formó en el estudio de los escritos teológicos de Orígenes (Teólogo y exegeta, Alejandría c. 185-Cesarea o Tiro 252-254. Dirigió la escuela catequética de Alejandría, y la convirtió en una auténtica escuela de teología, que atrajo a numerosos oyentes tanto cristianos como paganos. Los numerosos enemigos que suscitó la celebridad de la escuela le reprocharon que su enseñanza no estaba totalmente de acuerdo con las ideas oficiales. Se lanzaron contra él un cúmulo de acusaciones que le obligaron a refugiarse en Cesarea de Palestina, donde reconstituyó la escuela de Alejandría, pero en el año 250 fue alcanzado por la persecución de Decio. Murió algunos años más tarde como consecuencia de las torturas a las que había sido sometido. Fue, junto con san Agustín, uno de los pensadores más importantes de la antigüedad cristiana; iniciador en teología y exégesis, tuvo una amplia influencia sobre la teología posterior. De su obra como biblista y teólogo cabe resaltar sus Comentarios y sus Homilías sobre la Escritura, sus Héxapla, obra de crítica textual del Antiguo testamento, la Refutación de Celso, tratado apologético, y una síntesis filosófico-teológica, De principiis).
Poco después de la persecución de Diocleciano, Arrio estuvo relacionado con el cismático Melecio de Licópolis; no obstante fue ordenado sacerdote al obtener la Iglesia la paz de Constantino (313). Hacia el año 318 comenzó a provocar discusiones con su predicación. Según su tesis, Jesucristo no era verdadero Dios, sino que sólo se le podía llamar así figuradamente: el Verbo –denominación dada al hijo de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad– era la primera de las criaturas de Dios, por quien había sido creado para ser, a su vez, el creador del mundo. De los escasos escritos que dejó Arrio, sólo dos cartas –a Eusebio de Nicomedia y a Alejandro de Alejandría– y los fragmentos de un poema –la Thalía o el Banquete– han llegado a nosotros. A la difusión de su doctrina contribuyó el hecho de que su racionalismo concordaba con las corrientes de pensamiento contemporáneas, que prodigaban seres intermedios entre la Unidad Divina y la multiplicidad del mundo. Excomulgado en Nicea, murió repentinamente la víspera del día señalado para su reconciliación oficial con la Iglesia, reconciliación impuesta por Constantino.
El arrianismo ha sido causante de una de las crisis más graves de la historia del cristianismo.
El punto capital del arrianismo es la negación de la divinidad del Verbo. Mientras para los católicos el Verbo, Hijo de Dios, es verdaderamente Dios, lo mismo que el Padre, según Arrio y sus partidarios el Verbo sólo posee una divinidad secundaria o subordinada; es decir, el Verbo no es realmente Dios eterno, infinito y todopoderoso. Semejante doctrina podía hallar cierta base en algunos escritos de los primeros siglos. En especial, Orígenes, en el s. III, había empleado expresiones que podían interpretarse en el sentido de que el Hijo estaba subordinado al Padre y no era idéntico a Él en cuanto a la sustancia. Arrio desarrolló aquellas fórmulas con lógica estricta y dedujo de ellas una teoría completa. La primera manifestación del arrianismo ocurrió, probablemente, en el año 323. Por entonces, Arrio era presbítero de una de las iglesias de Alejandría. Un sínodo, convocado por su obispo Alejandro para poner fin a la controversia, no logró convencer a Arrio, que fue excomulgado. Entonces Arrio partió a Palestina.
Respecto del arrianismo en España es necesario hacer una breve historia. Los visigodos, procedentes de Escandinavia, habían permanecido algún tiempo, a raíz de las invasiones de los hunos, en la margen izquierda del Danubio como aliados de Roma. Entonces fueron convertidos al cristianismo de la secta arriana. Se establecieron después en la Galia meridional, y en 414 atravesaron los Pirineos. A medida que avanzaron por la península Ibérica, fueron sustituyendo los obispos fieles a la fe nicena por obispos arrianos.
En toda esta extensa historia, aparece Amalarico (511-531), que casó con Clotilde, hija de Clodoveo, y quiso obligarla a abrazar el arrianismo, pero fue derrotado y muerto en combate, junto a Narbona, por Childeberto, hermano de Clotilde. Teudis, Teudiselo y Agila persiguieron a los católicos. Pero la tensión entre ortodoxos y arrianos se incrementó durante el reinado de Leovigildo (573-586), cuyo hijo, Hermenegildo, casado con la princesa franca y católica Ingunda, se reveló y agrupó a los católicos hispanorromanos. Organizó la resistencia en Vandalusia (Andalucía), hasta que fue ejecutado. Parece ser que Leovigildo se convirtió al catolicismo poco antes de morir. Su hijo, Recaredo I († Toledo 601), viendo la importancia que en la nación tenían los católicos, y para lograr la fusión entre hispanorromanos y visigodos, atendió los consejos de san Leandro y, en el III concilio de Toledo (587), abjuró del arrianismo juntamente con su esposa y con los principales de la corte.
Recaredo I, que fue rey de los visigodos desde el 568 hasta su muerte, en 601, es decir, 33 años, fue aconsejado por su padre Leovigildo para que se convirtiera al catolicismo como medio de lograr la última fase de la unidad hispana. Con tal medida satisfizo a una mayoría hispanorromana, al mismo tiempo que se apoyaba en la Iglesia para contrarrestar el creciente poderío de la aristocracia arriana. De aquí que, obviamente, tuviera que afrontar sublevaciones arrianas que, a su vez, fueron sofocadas. Cuando en 587 Recaredo I abjuró públicamente del arrianismo, devolvió a la Iglesia católica parte de los bienes que le fueron confiscados durante la etapa del arrianismo.
[81] Magnate, del lat. magnates, personajes importantes. En la edad media se daba esta denominación a los más altos dignatarios del reino y que luego se extendió a la nobleza de primera categoría. La voz magnate proviene originariamente del título honorífico que era patrimonio de los altos funcionarios de Hungría y Polonia. En la Italia medieval se llamaba magnate al burgués de origen noble. En España, durante la alta edad media, los magnates eran nobles de primera categoría procedentes de la nobleza hispanogoda de servicio o burocrática, que regía los distritos administrativos del territorio –duces, comites–, constituía el aula regia y formaba parte del oficio palatino y del consejo privado del monarca –proceres–, a quien muchos de estos magnates o seniores estaban unidos por un vínculo de encomendación personal –fidelis regis–. A partir del s. XII, el nombre de ricos-homes o ricos-hombres –hombres poderosos– sustituyó, excepto en Cataluña, al de magnate, y a principio de la edad moderna pasarían éstos a ser los grandes y títulos del reino.
[82] Para considerar la presencia árabe en España, recomendamos ver: Rafael Lapesa (1991). Historia de la lengua española. Madrid, Gredos, 129-156; Américo Castro (1982). La realidad histórica de España. México, PORRÚA, 139-181 y 183-218; y Antonio Alatorre (1991). Los 1001 años de la lengua española. México, FCE, 76-90.
[83] Turquía europea. Se llama Turquía europea a parte del imperio otomano –se refiere a la dinastía de los Otomanos, que fue fundada por Osmán I (1258-1326), que reinó en este imperio–, que está situado en Europa. Esta ubicación ha sufrido muchos cambios con el transcurso del tiempo. En estos momentos política y administrativamente depende de Turquía. También con el nombre de otomano se designa a lo perteneciente o relativo a Turquía, incluyendo a las personas.
[84] Sefardita. Se llama sefarditas o sefardíes a los judíos que habitaron la península Ibérica y, en especial, a sus descendientes, después de la “expulsión” de éstos de España en 1942, según el decreto de los Reyes Católicos Fernando e Isabel. Sefardita viene de la palabra Sefarad, que es el nombre bíblico de España. Sefarad puede tener otras interpretaciones.
[85] Magrebí. También mogrebí. Se le llama así al habitante del norte de África, específicamente en el territorio que comprende Marruecos, Argelia y Tunicia, con exclusión del área sahariana.
[86] Judeoespañol. Es un dialecto del castellano, hablado por los judíos sefardíes “expulsados” de España en 1492 y por sus descendientes. La característica principal de esta variante del español es que se conservan rasgos del castellano de los siglos XV y XVI, además de que este dialecto se ha mezclado con las lenguas de los países donde se han establecido los judíos. Recuérdese que los judíos “expulsados” de España en 1492 se establecieron sobre todo en Portugal, Italia, África del Norte y el Próximo oriente -conjunto de países costeros del mar Mediterráneo oriental: Turquía, Siria, Líbano, Israel y Egipto.
[87] Es bueno destacar que Israel tiene un Premio Nobel: 1966: Samuel Yosef Czaczkes (Galitzia –pueblito austrohúngaro–, Europa Oriental, 1888-Rehovot, Israel, 1970), llamado Samuel Yosef Agnón. Escritor en lenguas yiddish y hebrea. Agunot (Las abandonadas), 1908, en hebreo.
[88] Según datos de Antonio Quilis (1992). La lengua española en cuatro mundos. Madrid, MAPFRE, 20.
[89] Vid. H. Vidal Sephiha (1977). L’agonie des judéo-espagñols. París, Entente, 9-10.
[90] Véanse las palabras de Gonzalo de Illescas en la página 63-64.
[91] Estos datos son según la GEM 1975, t. 17:167. Una bibliografía mínima acerca de los judíos sefarditas puede ser: Ángel Pulido Fernández (1904). Los israelitas españoles y el idioma castellano. Madrid, s/e; Ángel Pulido Fernández (1905). Españoles sin patria, la raza sefardí. Madrid, s/e; Francisco Cantera Burgos (1949). “Los sefardíes”, en Criterio. Revista de problemas contemporáneos, III, 15 de febrero. Madrid; Henry Besso (1952). “Bibliografía sobre el judeo-español”, en Bulletin Hispanique, LIV: 413-422; Jos Benardete (1952). Hispanic culture and Character of de the Sephardic Jew. Nueva York. s/e.; Max Leopoldo Wagner (1930). “Caracteres generales del judeo español de Oriente”, en Anejo XII de la Revista de Filología Española. Madrid; Michael Molho (1950). “Usos y costumbres de los sefardíes de Salónica”, en Biblioteca Hebraicoespañola, v. III, Instituto Arias Montano. Madrid-Barcelona; Rodolfo Gil (1911). Romancero judeo-español. Madrid, s/e.
[92] Salvador de Madariaga y Rojo (2005). Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón. Madrid, Espasa Calpe. La primera edición de este texto es de 1940.
[93] Estos datos fueron tomados de: El Heraldo de México, 25/8/1996:1 y 14-A.
[94] Según GEM 1975, t. 17:168-170.
[95] Esta superficie es similar a la de Italia, que tiene 301225 kilómetros cuadrados.
[96] Vid. E. Constantino (1971). “Tagalog and other major languages of the Philippines”. Current trends in linguistics. Mouton, 121-154.
[97] Vid. F. Colín (1900). Labor evangélica de la Compañía de Jesús […] en las islas Filipinas. Barcelona, edición del padre Pablo Pastell.
[98] Vid. L. Tormo “El mundo indígena conocido por Magallanes en las islas de San Lázaro. A viagem de Fernão de Magalhães e a questãao das Molucas. Lisboa, Junta de Investigaçaos Científicas de Ultramar, 381-409.
[99] Op. cit., 15-17.
[100] Llegaron a formar una colonia numerosísima. Retana (1909), en el prólogo de la edición de A. de Morgfa, Sucesos de las islas Filipinas. México, dice que “en 1584, la colonia sinense era diez veces mayor que la colonia española”, 17.
[101] (1964). “La obra evangelizadora de los primeros frailes agustinos en Filipinas”, Anuario de Historia. UNAM, IV: 77-99.
[102] Op. cit. 89.
[103] Recogido en Morga, op. cit., 379; I. R. Rodríguez, op. cit., XIV, 56, dice que “la presencia de los mahometanos en Mindanao y Joló procedía de las Molucas, mientras que la entrada del Corán en los distintos puntos del archipiélago se había verificado desde Borneo”.
[104] “El mundo indígena conocido por Magallanes en las islas de San Lázaro”, ya citado.
[105] Vid. Colección de documentos inéditos (1886), I, doc. 27, 1565, 239. En la Relación de Esteban Rodríguez se cuenta que, llegados a una isla, la encontraron destruida porque “havía dos años que havían llegado allí ocho paraos grandes de portugueses de Maluco y diciendo que eran castellanos destruyeron la isla, porque sabían que estos indios eran muy amigos de castellanos […] de aquí llevaron muchos indios cautivos, y de ora isla que está cerca llevaron quatrocientos indios y indias a vendellos a otras islas”, (1886). Colección de documentos inéditos, I, doc. 27, 1565, 405. El 28 de mayo de 1565, los oficiales escriben al rey, poniendo en su conocimiento que los portugueses que están en “los malucos” vinieron a Bohol e “hizieron el daño siguiente: aviendo echo pazes con ellos, y dándoles a entender que venían a contratar con ellos, un día hizieron que se juntasen todos los naturales, y estando siguros mataron quinientos yndios y prendieron seisçientos”, I. Rodríguez, op. cit., XIII, 388.
[106] Vid. (1886). Colección de documentos inéditos, doc. 27, 262.
[107] (1886). Colección de documentos inéditos. Doc. 40, 232.
[108] Vid. L. Hanke (1943). Cuerpo de documentos del siglo XVI. México, FCE, 206.
[109] Vid. I. R. Rodríguez, op. cit., XIV, 84-85.
[110] Vid. R. Bernal (1965). México en Filipinas. Estudio de una transculturación. México, UNAM.
[111] Vid. D. Aduarte (1640). Historia de la Provincia del Sancto Rosario de la Orden de Predicadores en Philippinas. Manila. Hay una edición preparada en España: Madrid, CSIC, 1962, 249.
[112] Tagalo. Se refiere a una raza indígena de Filipinas y a su idioma nacional, declarado como tal en 1940. Pero también se habla inglés y español.
[113] Visayo. Propio de las Visayas o Bisayas. Grupo malayo de Filipinas (Luzón, Mindanao, etc.). Ha dado su nombre al archipiélago de las Visayas, compuesto principalmente por las islas de Leyte, Sámar y Negros. Idioma del área.
[114] Sao tomé y Príncipe. También llamado Santo Tomé y Príncipe, estado insular del golfo de Guinea, formado por la isla de Santo Tomé y la de Príncipe y algunos islotes.
[115] Seychelles. Estado insular en el océano índico, conformado por más de un centenar de islas e islotes, la mayoría de las cuales configuran el archipiélago de las Seychelles, con unos 408 km2 y 65 000 habitantes
[116] Venda. Bantustán o forma de segregación geográfica. Este nombre, el de bantustán, lo ha dado Sudáfrica a cada uno de los centros nacionales asignados a la población negra. También se les denomina homeland. Esto fue a partir de 1954. Hay 9 bantustanes; ellos no deben exceder los 170 000 km2.
[117] Cabo Blanco. Cabo de la costa de África del norte, punta extrema de Tunicia hacia el Norte.
[118] Cabo de las Agujas. Punta meridional -del sur- de África, al Este del cabo de Buena Esperanza, promontorio de África austral, junto al Atlántico, descubierto en 1486 por el navegante portugués Bartolomeo Dias [1450-1500], quien lo llamó “cabo de las Tormentas”, y llamado más tarde por el rey Juan II “cabo de Buena Esperanza”.
[119] Respecto a la presencia negra en México se pueden consultar los excelentes trabajos de Gonzalo Aguirre Beltrán: (1942). “El trabajo del indio comparado con el del negro en Nueva España”, en México Agrario, IV, 203-207; (1943). “El factor negro en la independencia de México”, en Futuro, XIC, 1315; (1958). Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro. México, Fondo de Cultura Económica; (1972). La población negra de México. México, Fondo de Cultura Económica.
[120] Para considerar los aportes negros o africanos a América pueden consultarse los siguientes textos: Nicolás Duque de Estrada (1823). Explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad de los negros bozales. La Habana; Antonio Bachiller y Morales (1883). “Desfiguración a que está expuesto el idioma castellano al contacto y mezcla de las razas”, en Revista de Cuba, 14:96-104; Fernando Ortiz (1906). Los negros brujos. La Habana; Israel Castellanos (1915-1916). La jerga de los ñáñigos. La Habana; Fernando Ortiz (1922). “Los afronegrismos en nuestro lenguaje”, en Revista Bimestre Cubana, 17(6):321-327; Lydia Cabrera (1957). Anagó, vocabulario lucumí. La Habana, Ediciones C. R.; Manuel Álvarez Nazario (1961). El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico. San Juan, Editorial Universitaria; Isaac Barreal Fernández (1966). “Tendencias sincréticas de los cultos populares en Cuba”, en Etnología y Folklore, 1:17-24; René Depestre (1969). “La metamorfosis de la negritud en América”, en Etnología y Folklore, 7:43-54; José Luciano franco (1968). La presencia negra en el Nuevo Mundo. La Habana, Casa de las Américas; Miguel Barnet (1968). Biografía de un cimarrón. México, Siglo Veintiuno; F. Tannenbaum (1968). El negro en las Américas, esclavo y ciudadano. Buenos Aires, Paidós; Fernando Ortiz (1975). Los negros esclavos. La Habana, Ciencias Sociales; José Luciano Franco (1975). La diáspora africana en el Nuevo Mundo. La Habana, Ciencias Sociales; Sergio Valdés Bernal (1978). “Las lenguas africanas y el español coloquial de Cuba”, en Revista Santiago, 31:81-107; A. de Kom (1981). Nosotros, esclavos de Surinam. La Habana, Casa de las Américas; Carmen Montejo Arrechea (1982). “El diccionario general de la sociedad de la raza de color, en Estudios culturales”, 1:15:28; Nicolás del Castillo Mathieu (1982). “Afronegrismos en el léxico de Cartagena (Colombia)”, en Estudios sobre el léxico del español en América. Leipzig, 120-160.Sergio Valdés Bernal (1987). Las lenguas del África subsaharana y el español de Cuba. La Habana, Editorial Academia; Miguel Rojas Mix (1990). Cultura afroamericana, de esclavos a ciudadanos. México, REI; Benjamín Carrión (1993). “El mestizaje y lo mestizo”, en América Latina en sus ideas. México, Siglo Veintiuno Editores, 375-400; René Depestre (1993). “Aventuras del negrismo en América Latina”, en América Latina en sus ideas. México, Siglo Veintiuno Editores, 345-360; George Robert Coulthard (1996). “La pluralidad cultural”, en América Latina en su literatura. México, Siglo Veintiuno Editores, 62-69.
[121] Antonio Herrera y Tordesillas (1601). Historia General de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano. Madrid, t. I, v. 4, 2.
[122] Gonzalo Aguirre Beltrán, op. cit., 17.
[123] Georges Scelle (1906). La Traite Négriere aux Indes de castille, Contrats et traités d’assiento, Étude de droit public el d’histoire Diplomatique puisée aux sources originales et acompagnée de plusieurs documents inédits. París, 2 volúmenes, documentos 1 y 2.
[124] Véase al respecto: Aguirre Beltrán, op. cit., 17-19.
[125] Ibid., 19.
[126] Ibid., 23.
[127] J. Lucio Azevedo (1929). Épocas de Portugal Económico. Lisboa, 75.
[128] Aguirre Beltrán, op. cit., 25.
[129] Ibid., 175. Véanse 3 de estas clasificaciones en los anexos.
[130] Carlos I. Carlos I de España y V de Alemania. Hijo de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, rey de España en 1516 y emperador de Alemania en 1519 (Prisenhof, Gante, 1500-Yuste, Cáceres, 1558). No supo hacerse querer de sus súbditos de España, a quienes agobiaba con excesivos impuestos originados por su ambiciosa política exterior.
[131] Guillaumen Raynal. Historiador y filósofo francés, 1713-1796. Enciclopedista, atacó especialmente la política colonial y al clero.
[132] Esta “tesis de la corrupción”, que plantea que el español o castellano no es sino latín degenerado por el contacto con gentes bárbaras –godos, árabes, etc.–, fue muy reiterada en los Siglos de Oro. Ahora bien, muy pocos intentaron precisar los modos concretos de la “corrupción”. Esto fue tarea de la Filología románica, disciplina ya “científica” (Rafael Cano Aguilar [1992]. El español a través de los tiempos. Madrid, ARCO/LIBROS, 12).
[133] Eslávico. El eslávico o eslavo antiguo se divide de la siguiente manera:
Occidental: polaco, eslovaco y checo.
Meridional: búlgaro, macedonio, eslavo eclesiástico antiguo, esloveno, serbocroata.
Oriental: ruso, bielorruso y ucranio.
[134] Germánico. El germánico se divide de la siguiente manera:
Occidental: inglés, neerlandés –flamenco y sudafricano incluidos–, bajo alemán, alto alemán, yidish.
Septentrional: danés, sueco, noruego, feroés o feroe –hablado en las islas Feroe, que están en el archipiélago danés del Atlántico Norte, a 350 km de Escocia, unos 45 000 habitantes–, islandés.
Oriental: gótico –lengua que hablaron los godos, un grupo del NE de Europa.
[135] Véanse en los anexos las familias lingüísticas indígenas mexicanas y la actual distribución de las lenguas indígenas de México.
[136] Los préstamos al idioma español de estas cuatro lenguas pueden verse más detalladamente en: Joan Corominas (1974). Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana. Madrid, Gredos.
[137] Al respecto véase: Excélsior, 23/4/1994, Sección Cultural: 2-C.
[138] Homilía –del gr. homilia, plática–. Explicación o sermón dirigido al pueblo sobre materias religiosas. Lección del breviario, sacada de las homilías de los padres de la Iglesia, y que se lee en el tercer nocturno de los maitines. Las homilías eran los discursos con que los Padres de la Iglesia griega adoctrinaban al pueblo y que correspondían a los sermones de los Padres de la Iglesia latina. Se trataba de instrucciones familiares, en las que el orador se dejaba llevar por todas las efusiones que le inspiraban la Sagrada Escritura y los acontecimientos contemporáneos. Son famosas las homilías de san Basilio, san Gregorio de Nisa, san Juan Crisóstomo. Entre los Padres de la Iglesia latinos, las pláticas de san Gregorio el Grande son llamadas homilías. Revalorizada y muy recomendada por el concilio Vaticano II como parte integrante de la liturgia, la homilía es una explicación, a partir de las lecturas bíblicas que se acaban de oír, de los misterios de la fe y de las normas de la vida cristiana (GEL, t. 12: 5509-5510).
[139] Sustrato. Del latín substratum ‘extendido debajo’, así como ‘estrato subyacente’. Se le llama así en Lingüística a los elementos -cualquiera que sean- que ya estaban en una región determinada cuando apareció otra lengua “invasora”.
[140] Algunos de los diccionarios de americanismos y de regionalismos americanos más importantes son:
· Diccionario de americanismos, de Augusto Malaret.
· Diccionario de americanismos, de Francisco J. Santamaría.
· Diccionario de americanismos, de M. A. Morínigo
· Catauro de cubanismos, de Fernando Ortiz.
· Diccionario de arjentinismos, de Alejandro Segovia.
· Diccionario de chilenismos, de Manuel Antonio Román.
· Diccionario de guatemaltequismos, de Lisandro Sandoval.
· Diccionario de mejicanismos, de Francisco J. Santamaría.
· Diccionario de nicaraguanismos, de H. A. Castellón.
· Diccionario de peruanismos, de Arona.
· Diccionario provincial –de Cuba–, de Pichardo.
· Dominicanismos, de Manuel A. Patín Maceo.
· Fuera del diccionario –de Ecuador–, de Justino Cornejo.
· Léxico cubano, de Juan M. Dihígo.
· Lexicografía antillana –de Cuba–, de Alfredo Zayas.
· Vocabulario costeño –de Colombia–, de Adolfo Sundheim.
· Vocabulario de provincialismos –Puerto Rico–, de Malaret.
[141] Fenicia. Fenicia es una antigua región del Asia anterior. Se encontraba ubicada en la costa occidental de la actual Siria. Los fenicios son de origen semítico. Se establecieron en las costas del actual Líbano hacia el siglo XXIV a.J.C. Aquí fundaron ciudades esencialmente marítimas, de donde salieron sus flotas para traficar y colonizar por todo el litoral mediterráneo, el mar Rojo, el Atlántico y el mar Báltico. Entre sus industrias se encontraban la fabricación del bronce, la púrpura -que sacaban de un marisco-, el cristal y las joyas. Todo parece indicar que enseñaron a los pueblos del Mediterráneo el comercio, la navegación, la industria y propagaron un alfabeto de donde derivan la mayor parte de los alfabetos del mundo antiguo. Fueron los fenicios el primer pueblo que entabló relaciones comerciales con España. Hay tradiciones que aseguran que se establecieron en la península antes del s. XV a.J.C. y que fundaron Cádiz. Lo cierto es que hacia los siglos VIII y VII a.J.C. tenían establecidas colonias importantes en Algeciras, Málaga, Adra, Sevilla, Cádiz, etc.
[142] Tartessos o Tartesos. Nombre de una de las antiguas ciudades ibéricas.