Abstract
RELACIONES AMÉRICA LATINA-ESTADOS UNIDOS, LATIN AMERICA–UNITED STATES RELATIONS, ЛАТИНСКАЯ АМЕРИКА-США ОТНОШЕНИЯ
IMAGOLOGÍA POLÍTICA, POLITICAL IMAGOLOGY, ПОЛИТИЧЕСКАЯ ИМАГОЛОГИЯ
IMAGOLOGÍA MEXICANA, MEXICAN IMAGOLOGY, МЕКСИКАНСКАЯ ИМАГОЛОГИЯ
MEXICANOLOGÍA, MEXICANOLOGY, МЕКСИКАНОЛОГИЯ
MEXICANÍSTICA, MEXICANISTIC, МЕКСИКАНИСТИКА
RELACIONES MÉXICO-ESTADOS UNIDOS, MEXICO–UNITED STATES RELATIONS, ОТНОШЕНИЯ МЕЖДУ США И МЕКСИКОЙ
POLÍTICA, POLITICS, ПОЛИТИКА
[…] REFORMA MIGRATORIA, IMMIGRATION REFORM, ИММИГРАЦИОННАЯ РЕФОРМА, REFORMA DA IMIGRAÇÃO […] “¡Y los sueños, sueños son…!” […]
“Es verdad que esta relación de oposición podría ser fecunda si la fuerza de uno de los interlocutores y la angustia del otro no empañasen y viciasen el diálogo. De todos modos, el diálogo es difícil: apenas se rebasa el nivel informativo y cuantitativo, la conversación entre norteamericanos y latinoamericanos se convierte en un arriesgado caminar en círculo entre equívocos y espejismos. La verdad es que no son diálogos sino monólogos: nunca oímos lo que dice el otro o, si lo oímos, creemos siempre que dice otra cosa” (escritor mexicano Octavio Paz).
¿Acaso importan las opiniones de los países ciegos, de los pueblos en donde la gente ya nace ciega? Esas opiniones de los pueblos ciegos, suponiendo que existieran, no les importan a nadie. Ahí, en esos pueblos ciegos, “todo” significa ‘nada’ (Ruano Faxas, 2001)
[…] En fin, que “las relaciones entre Estados Unidos y América Latina son buenas, el único problema es que son malas” […]
ENDOFAGIA Y ENDOCANIBALISMO MODERNOS. MÉXICO EN COLAPSO http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/endofagia-y-endocanibalismo-modernos/19j6x763f3uf8/179#
¿Qué significa “cantinflear” y “cantinfleo”, quiénes cantinflean y cómo se cantinflea?
http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/qu%C3%A9-significa-cantinflear-y-cantinfleo/19j6x763f3uf8/157
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Fernando Antonio Ruano Faxas
CONFERENCIA
IMAGOLOGÍA Y CRIMINOLOGÍA EN EL ÁMBITO DEL ANÁLISIS DE LOS LENGUAJES VERBALES Y NO VERBALES DE LA DELINCUENCIA http://knol.google.com/k/qu%C3%A9-es-en-realidad-la-comunicaci%C3%B3n-no-verbal# ¿ALGUNA SEMEJANZA, EN CUERPO Y ALMA, ENTRE
EL RUSO RASPUTÍN “EL MONJE LOCO” Y EL MEXICANO ÓSCAR RAMIRO ORTEGA-HERNÁNDEZ?
¿MÍSTICOS, FANÁTICOS, O DESQUICIADOS MENTALES Y CRIMINALES?
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¿Pero cómo es que Estados Unidos se entera de absolutamente todas las cosas que pasan en México, e inclusive antes de que pasen? ¿Cómo es posible que el gobierno de Estados Unidos sepa cosas de México que ni los mismos funcionarios, que ni los mismos secretarios y ministros, senadores, diputados y “estrategas” mexicanos saben? Y ahí aparece la “triste y avergonzante realidad”: los gatos y las gatas, los achichincles, los chivatos y chivatas, los tracatanes, los guatacas, los barberos y barberas, lambiscones y lambisconas, soplones y soplonas, los y las lameculos; es decir “los grandes traidores de México”. ¡Qué asco de gente ésta! A ellos me he referido en http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/qu%C3%A9-es-la-adulaci%C3%B3n-lambisconer%C3%ADa-o/19j6x763f3uf8/27# […]La “pandilla de lameculos” en México es impresionante. Este tema lo ha tocado el famoso periódico mexicano La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2011/02/10/index.php?section=politica&article=004a1polMéxico, entregado por su propia clase política a la intervencin de EU. Nadie resiste el llamado: gobernantes y opositores, funcionarios y empresarios, jefes de policía y cabezas de ONG, periodistas y encuestadores, todos por igual, acuden ante diplomáticos de Estados Unidos para contarles lo que deseen saber sobre los asuntos de México. La embajada y los consulados de Washington son confesionario, diván, ventanilla de gestiones y paño de lágrimas, para la clase política y para los notables. En no pocas ocasiones, políticos y altos funcionarios comunican a los diplomáticos estadunidenses cosas que no se atreverían a sostener en público; les adelantan, además, intenciones legislativas, les consultan esbozos de programas oficiales o les exponen situaciones de las que la sociedad mexicana no tiene conocimiento. Los representantes de Estados Unidos acreditados en México son, en conjunto, el más importante interlocutor en la vida institucional de este país. Posiblemente no sea una revelación, pero resulta, en todo caso, una confirmación de lo que siempre se ha sospechado y dicho, y que ahora se documenta en un paquete de dos mil 995 cables informativos, redactados por diplomáticos estadunidenses de diverso rango y que fueron enviados al Departamento de Estado desde México o desde terceros países […]
Clase política de informantesExiste una casi absoluta disposición de políticos, legisladores y funcionarios mexicanos para informar extensamente a los diplomáticos del gobierno estadunidense, así como una generalizada obsecuencia para con sus interlocutores de esa nacionalidad […] A lo que puede verse, la era del Tratado de Libre Comercio ha producido en México una casta dominante que, o bien se quedó sin memoria histórica, o bien perdió el sentido de pertenencia a su propio país. Los entrevistados hablan mal unos de otros; los funcionarios estatales y municipales acuden directamente a los representantes de Washington para pedir ayuda ante la inseguridad y el acoso de la delincuencia, y se brincan olímpicamente a la Federación; los empleados federales se quejan de los estatales y municipales; en el curso de los contactos, cada cual vela por sus propios intereses –nadie invoca la defensa o la promoción del interés nacional– y la vista de conjunto podría describirse con la expresión cada quien para su santo […]En México, como en toda América Latina, parece que la gente tiene obsesión por la traición http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/abajo-el-que-suba-sociolog%C3%ADa-psicolog%C3%ADa/19j6x763f3uf8/191 y la mentira http://knol.google.com/k/as%C3%AD-andamos-entre-secretos-falsedades-mentiras-y-medias-verdades-pero-tiempo-al# , http://knol.google.com/k/la-imagen-de-am%C3%A9rica-a-trav%C3%A9s-de-sus-pol%C3%ADticos-y-de-sus-pol%C3%ADticas-parte-i# , http://openlibrary.org/books/OL23704050M/Parafernalia_de_la_mentira_en_Am%C3%A9rica._El_arte_de_la_mentira_en_el_discurso_verbal_y_corporal_de_Iberoam%C3%A9rica […] Nosotros los latinos mentimos y traicionamos por el mero gusto, por el mero placer. Nosotros los latinos nos sacrificamos unos a otros con placer enfermizo, tema que he tocado en http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/c%C3%B3mo-hablan-y-qu%C3%A9-hablan-los-pol%C3%ADticos/19j6x763f3uf8/116# :[…] Pinocho, el muñeco mentiroso, no es un personaje de Disney, no es gringo, no fue creado por Disney. Pinocho es latino, es un personaje latino, pertenece a la latinidad, debido a que fue creado en Italia, por el escritor Carlo Collodi, a finales del siglo XIX, y el cuento se llama Le avventure di Pinocchio. Storia di un burattino. Hay un lindo filme llamado Le avventure di Pinocchio, de 1947, que siempre recomiendo ver: http://www.youtube.com/watch?v=fuhSXeFXv64&feature=related […] No por casualidad la historia del famoso vampiro Drácula, recreada por el escritor irlandés Bram Stoker, y basada en la vida del príncipe rumano Vlad Draculea o Vlad III “El Empalador”, es una historia latina, porque Rumania es un pueblo latino, los rumanos son tan latinos como todos nosotros los latinoamericanos: http://knol.google.com/k/por-qu%C3%A9-nos-llaman-latinos-qui%C3%A9nes-son-los-latinos-y-cu%C3%A1l-es-su-origen-y-el# […] La historia de los sacrificios humanos entre nosotros los latinos no tiene fin. Nosotros los latinos hacíamos sacrificios humanos antes, y hoy, en pleno siglo XXI, los seguimos haciendo […] ¿Acaso toda esa sangre que cada día se vierte en nuestros pueblos, por muy variados motivos, no son sacrificios humanos?: http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/migrantes-o-espaldasmojadas-o-wet-back/19j6x763f3uf8/134# , http://knol.google.com/k/la-guerra-perdida-de-m%C3%A9xico-contra-el-narcotr%C3%A1fico-m%C3%A9xico-en-estado-de-colapso# […] En cuanto a quiénes somos los latinos, cuáles son nuestros orígenes, etc., pueden ver mi texto: http://knol.google.com/k/por-qué-nos-llaman-latinos-quiénes-son-los-latinos-y-cuál-es-su-origen-y-el# […]En América Latina se miente y se traiciona por placer […] Como he dicho ya en http://knol.google.com/k/la-imagen-de-am%C3%A9rica-a-trav%C3%A9s-de-sus-pol%C3%ADticos-y-de-sus-pol%C3%ADticas-parte-i# […] ESPIONAJE y ESPÍAS a lo grande, en grande, sin límites, sin miramientos, “la raza” en su tradicional TODOS CONTRA TODOS, con mayúsculas y en rojo […] y se venden por cualquier cosa, por 1 dólar, y se venden por cualquier cosa porque éso es lo que esos y esas espías son: CUALQUIER COSA […] ¡gatos y gatas pinchurrientos!, ¡jijos y jijas de la chingada! […]Y en México, “para variar”, la pandilla de traidores, chivatos y chivatas, soplones y soplonas, delatores y delatoras, en fin “la pelusa chismosita”, del llamado “primer círculo”, es decir “los de arriba”, los de “la élite”, es inmensa. Aquí en México nada más hay que soltarle unos dineritos, poco inclusive, cualquier cosita, a cualquiera para que inmediatamente “suelte la sopa”, aunque se la tenga que inventar. ¡Y para inventar cosas los latinos tenemos el número uno! En México ya están tan habituados a la mentira, a la traición, que hasta sin los dineritos delatan al que tengan que delatar, traicionan al que tengan que traicionar. Y esos traidores, esos espías, después de que son descubiertos y que han aparecido en absolutamente todos los medios de comunicación, después de que todo el mundo el mundo les ha gritado “traidor” o “traidora”, “espía”, “vendido” y “vendida”, pues ahí siguen metidos en la política y en los gobiernos, de un lado para el otro, armando algarabías y mitotes, a ver qué “arañan”, a ver qué se les pega. Ellos dicen que “En política hay que ser como frijoles de olla, a veces abajo, a veces arriba; pero siempre dentro” […] Esto es ya escandaloso, vergonzoso, penoso, esto ya da lástima con esta gente […] Y aquí, por supuesto, hay traidores y espías de quinta, ninguneados por todos, hay espías, soplones, que ni eso han sabido ser, como Jorge Castañeda Gutman, al que me he referido en http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/m%C3%A9xico-y-las-elecciones-presidenciales/19j6x763f3uf8/163# […] ¿Y quién no está, literalmente hablando, “vendido” en México al mejor postor? ¡Si hasta el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, ha sido traicionado!, por nada más y nada menos que elmilitar mayor Arturo González Rodríguez, segundo en el mando en la seguridad personal del presidente. Este tipo vendió “información estratégica y secreta del presidente” a los narcos: http://mexico.cnn.com/nacional/2011/02/21/militares-violaron-la-seguridad-de-felipe-calderon-segun-wikileaks […]Al parecer, a los traidores no les va tan mal en México […] A algunos de ellos, muy famosos por cierto, les hacen hasta estatuas colosales y costosísimas […] ¿Y cuando los mexicanos ven a esta estatua de “El Coloso”, a quién están viendo, a un héroe o a un traidor? “Para variar”, los mexicanos siguen en la confusión en este sentido, aunque todo parecer indicar que “todos felices y contentos” tienen ahora como un inmenso símbolo nacional a la imagen de un traidor, de un contrarrevolucionario, Benjamín Argumedo: http://eleconomista.com.mx/columnas/columna-especial-politica/2010/09/21/farsantes-bicentenario , http://www.facebook.com/note.php?note_id=10150278298295788 , http://www.youtube.com/watch?v=7DjXn0MSFwQ […]
En cuestión de política, América Latina tiene a sus criticones, refunfuñones, inconformes, traidores, ladrones, corruptos y maldicientes pero muy bien amaestrados y sometidos Calibanes. Calibán es un personaje de La Tempestad, obra de William Shakespeare. Este personaje, hijo de una bruja y de un demonio, se representa como un gnomo horrendo, un híbrido despreciable, sucio y asqueroso, que personifica al individuo rústico, torpe, bruto, servil, que siempre estará sometido y obedecerá a los poderes superiores. ¿No es ésta una magnífica personificación de la inmensa mayoría de los sometidos políticos latinoamericanos?
Cierto, la oposición entre los Estados Unidos y América Latina no es una oposición entre civilizaciones sino que pertenece al subgénero de contradicciones dentro de una misma civilización. Hecha esta salvedad, agrego que se trata de diferencias radicales, como me he esforzado en mostrar en muchas páginas de El laberinto de la soledad. Es verdad que esta relación de oposición podría ser fecunda si la fuerza de uno de los interlocutores y la angustia del otro no empañasen y viciasen el diálogo. De todos modos, el diálogo es difícil: apenas se rebasa el nivel informativo y cuantitativo, la conversación entre norteamericanos y latinoamericanos se convierte en un arriesgado caminar en círculo entre equívocos y espejismos. La verdad es que no son diálogos sino monólogos: nunca oímos lo que dice el otro o, si lo oímos, creemos siempre que dice otra cosa. Ni siquiera la literatura y la poesía escapan a este enredo de confusiones. La mayoría de los poetas y escritores norteamericanos ignoran y disminuyen a la cultura o al hombre latinoamericano. Ejemplo de lo primero: en los Cantos de Ezra Pound [Ohio 1885-Venecia 1972], ese gran monumento de la voracidad enciclopédica de los Estados Unidos, aparecen todas las civilizaciones y todos los hombres, excepto el mundo precolombino y la América hispano-lusitana: ni los templos mayas ni las iglesias barrocas, ni el Popol Vuh ni Sor Juana Inés de la Cruz. Ejemplo de lo segundo es la actitud de casi todos los norteamericanos que han escrito sobre o desde América Latina, sin excluir a un poeta de la distinción de Wallace Stevens [Reading 1879-Hartford 1955]: invariablemente nuestro pasado indígena o nuestro paisaje los exalta pero también invariablemente encuentran insignificante al hombre latinoamericano contemporáneo. América Latina: ruinas, naturaleza y unas figuras borrosas –los criados y el gerente del hotel–. Las visiones que tenemos los latinoamericanos de los Estados Unidos son descomunales y quiméricas: para Rubén Darío el primer Roosevelt era nada menos que una encarnación de Nabucodonosor; a Jorge Luis Borges, cuando visitó Texas, lo primero que se le ocurrió fue escribir un poema en honor de los defensores de El Álamo. Exageraciones de la cólera, la envidia o la obsequiosidad: para nosotros los Estados Unidos son, al mismo tiempo y sin contradicción, Goliat, Polifemo y Pantagruel (Paz, 2000: 241-242).
El asunto de las relaciones, en todos los sentidos, entre Estados Unidos y América Latina, y más concretamente entre Estados Unidos y México, es aún más escabroso y galimático si tomamos en cuenta que todavía hoy, a estas alturas del siglo XXI, y considerando el tremendo desarrollo que tienen los medios masivos de comunicación, Internet, la inmensa mayoría de los mexicanos, tanto los mexicanos de México como los mexicanos de Estados Unidos y otros lugares del mundo, no tiene ni la menor idea de cómo se han dado y se dan en la actualidad, verdaderamente, realmente, sin mitos, mitoides, mitotes, mentiras y cantinfleos, estas relaciones entre el subcontinente latinoamericano y Estados Unidos, entre México y Estados Unidos, a través de la historia y, peor aún, en la actualidad, con los terribles acontecimientos que diariamente, en todos los sentidos, se producen en México, en todo México y especialmente en las áreas fronterizas con Estados Unidos. ¿Acaso no se ha pensado que tomar en cuenta todo esto “con mucho cuidado” hoy es la única manera de entender lo que se nos viene encima en el futuro inmediato? ¿Es que no vemos hasta dónde está llegando el tensamiento, cada vez mayor, de esa “delgadísima línea roja” que siempre ha dividido a Estados Unidos y a México (Reporte Índigo, No. 124, del 27 de marzo al 2 de abril de 2009, en http://experiencia.indigobrainmedia.com/web/reporte/edicion124/#1/1 ), a Estados Unidos de “la otra América”? Tal parece que a veces nacen pueblos ya anestesiados, aletargados, como zombis, inmunes a la verdad y muy vulnerables a la mentira (Ruano, 2001: http://openlibrary.org/b/OL23704050M/Parafernalia_de_la_mentira_en_América._El_arte_de_la_mentira_en_el_discurso_verbal_y_corporal_de_Iberoamérica ; Paz, 1943; Martín, 2004; Dresser y Volpi, 2006; Schettino, 2007; Sefchovich, 2008; Crespo, 2009; Alponte, 2010…). No estaría mal, ya viendo el alcance terrible de los problemas multidimensionales en este siglo XXI, abrir los ojos, abrirlos rápidamente, y con una mirada sincera, honesta, humana, colaborativa…, y por supuesto una “mirada defensiva y sin miopías a discreción” (Reporte Índigo, No. 125, del 3 de abril al 9 de abril de 2009, en http://experiencia.indigobrainmedia.com/web/reporte/edicion125/#1/1 ).
[…] WikiLeaks: el sistema de inteligencia mexicano vive en la anarquía […] Las instituciones gubernamentales dedicadas a la seguridad pública en México operan con anarquía y en un ambiente de desconfianza, según un cable de la Secretaría de Estados difundido por WikiLeaks este domingo. El cable, cuya información se basa en reportes generados en la Embajada de Estados Unidos en México, señala que el gobierno mexicano “carece de un aparato de inteligencia efectivo para producir información de alta calidad y operaciones focalizadas” […]
México es “el patio trasero” de Estados Unidos y dejará de serlo hasta que no haya mexicanos que piensen que es necesario “tragar camote”, afirmó Adolfo Aguilar Zinser, embajador mexicano ante la Organización de Naciones Unidas […] Al hablar ante estudiantes de la Universidad Iberoamericana, Aguilar Zinser consideró que el gobierno del ex presidente Carlos Salinas intentó un matrimonio de conveniencia con Estados Unidos al impulsar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). Sin embargo, dijo, en la realidad el matrimonio quedó en “noviazgo de fin de semana” […]
El antiextranjerismo en México se agudiza en el caso del tratamiento con los estadounidenses, cuestión más que conocida, investigada y expuesta en todo tipo de literatura: periodística, artística y científico-técnico (Sefchovich, 2008:152-160):
Los extranjeros: ¿nuestros amigos?
Extranjero –dice el diccionario de la lengua española– es “quien viene del país de otra soberanía”.
En el territorio de lo que conocemos como México, se podría decir que muchos llegaron de otras soberanías: toltecas, mayas, aztecas. Pero a ésos no se les considera extranjeros, porque son también indios. Y se considera que los primeros extranjeros llegaron hace poco más de 500 años, pues ellos eran como dice Eric Hobsbawm “diferentes a mí, los que no son nosotros”.
Quizá por la forma agresiva en que llegaron y obligaron a los demás a aceptar sus modos, es que desde entonces se generó entre los nativos un desagrado por lo extranjero. Eric Van Young asegura que desde que “las primeras vacas de los españoles invadieron las milpas de los indígenas” se estableció un patrón prácticamente universal en contra de los fuereños, de los no nacidos en el lugar, de los que tienen otras características étnicas y hablan otro idioma [y dialectos]. Y desde entonces “las actitudes xenofóbicas fueron parte de la cultura y la mentalidad del campesino indígena” asegura ese autor y agrega: “El patrón en contra de los extraños fue prácticamente universal”.
Las actitudes xenofóbicas y los sentimientos antiextranjeros tuvieron su origen pues, en razones muy concretas, ya que los fuereños violentaron y obligaron, despreciaron y descalificaron, destruyeron y asesinaron. Por eso, según afirma un investigador “el odio fue sobre todo popular”.
No fue así en las élites criollas, al contrario. Ésas querían imitar en todo (y de modo casi sacramental como dice un estudioso) a los españoles y hasta exageraron en su esfuerzo por ser como ellos: más devotos, más formales, más barrocos. Pero al mismo tiempo sentían gran humillación por no tener el reconocimiento que creían merecer, al no poder ocupar puestos en el gobierno virreinal y no alcanzar jamás la categoría y el lugar que alcanzaban los peninsulares.
Con la independencia, el odio popular se manifestó abiertamente. El cura Hidalgo decía: “No conviene que, siendo mejicanos, dueños de un país tan hermoso y rico, continuemos por más tiempo bajo el gobierno de los gachupines. Éstos nos extorsionan, nos tienen bajo un yugo que no es posible soportar su peso por más tiempo, nos tratan como si fuéramos sus esclavos, no somos dueños aun de hablar con libertad, no disfrutamos de los frutos de nuestro suelo, porque ellos son los dueños de todo. Pagamos tributo por vivir en lo que es de nosotros. Pues bien, se trata de quitarnos ese yugo haciéndonos independientes, quitamos al virrey, le negamos la obediencia al rey de España y seremos libres; pero para esto es necesario que nos unamos todos y nos prestemos con toda voluntad. Hemos de tomar las armas para correr a los gachupines y no consentir en nuestro territorio a ningún extranjero.
El país independiente que es México, se fundó pues, sobre la idea de no consentir en nuestro territorio a ningún extranjero. Incluso las elites criollas terminaron por cancelar formalmente su hispanidad y se transformaron en mexicanos. “El 1835 –escribió Bulnes– el odio al extranjero alcanzaba proporciones deformes próximas al canibalismo” y en ese espíritu es que se redactó una manifestación popular dirigida al Congreso pidiendo la inmediata expulsión de todos.
[Y aquí vienen ahora las paradojas, las incongruencias, el antiextranjerismo mexicano “a discreción”, y el doble discurso antiextranjero, porque entonces] durante el siglo XIX se les pidió y rogó a los extranjeros que vinieran al país, no sólo a los ricos para que trajeran acá su cultura y sus inversiones, sino incluso a los trabajadores, a los que se invitaba para que “mejoraran” las cualidades físicas, las cualidades morales y la actitud hacia el trabajo de la gente de estas tierras porque “había que cambiar el carácter del pueblo –escribió Andrés Molina Enríquez–, hacerlo ilustrado y próspero, y para ello era necesario que vinieran europeos de tez pálida y raza rubia a mezclarse con los naturales, gente insuficiente en calidad.
Y sin embargo, a los que vinieron, atraídos por la oferta gubernamental, se les dieron tierras yermas [terrenos incultivables], salitrosas, estériles, un salario bajísimo, pésima comida, y se les hacía dormir en el piso “como perros y no como cristianos que somos” […] El maltrato [a estos trabajadores] fue tal, que de plano se regresaron a Veracruz donde hicieron un plantón de varios días exigiéndole al gobierno mexicano la repatriación y acusándolo de haberlos traído con engaños. ¡Y ésos eran los invitados!
De modo pues, que estamos hablando de un país en el que a los extranjeros se les ama y se les odia, se quiere impedir que entren al territorio y al mismo tiempo se les ruega que vengan y hasta se los manda traer, pero ya que llegan, se les trata mal.
La actitud ambigua, el doble discurso, se hizo muy evidente durante el siglo XX, pues por una parte se les abrieron las puertas a quienes huían de las guerras, las persecuciones, la pobreza y la discriminación, por igual si eran refugiados del derrumbado imperio turco que de la primera guerra mundial , de la guerra civil española que del nazismo, a los sudamericanos que en los años setenta huían de los gobiernos militares represores, que a los centroamericanos que en los años ochenta abandonaban su patria por la inestabilidad y en los noventa a gente del este de Europa que huía de las limpiezas étnicas.
Pero al mismo tiempo a fines de los años veinte se expidió una ley que pretendía impedir a los sirios, libaneses, armenios, hindúes, turcos, palestinos y árabes que se mezclaran con los nacionales porque “producen degeneración en sus descendientes”, y a los judíos y a los chinos se trató de plano de impedirles que vinieran al país, a aquéllos [los judíos] “por sus características psicológicas y morales, por su sistemática rebeldía, por su egoísmo” y a éstos [los chinos] por considerarlos “hombres de instintos salvajes”, “raza indolente y perezosa”, “ruin y abyecta”, “con lacras físicas y costumbres repugnantes”. En los años setenta, a los que vinieron del sur del continente se les llamó “subamericanos” y a los centroamericanos se les deportó casi en su totalidad. Y a los que a pesar de eso pretendieron seguir viniendo al país, las autoridades mexicanas les aplicaron una serie de medidas administrativas destinadas a controlar su afluencia y se cometieron con ellos toda suerte de barbaridades; golpearlos, incomunicarlos, humillarlos, robarles, violarlos.
[En México] Un maltrato similar sufren todos aquellos que no son blancos, rubios, altos, o que no vienen de países occidentales ricos […]
[Los prejuicios en México afectan también el antiextranjerismo] Como el de considerar que todos los extranjeros nada más vienen a México para buscar fortuna y para explotar y desposeer a los naturales: “Casi todos los extranjeros que solicitan carta de ciudadanía, obedecen sólo a una baja necesidad de orden mercantil”, escribió un autor. Allí está el poema que lo dice abiertamente: “El extranjero mamando y tus hijos por los suelos” […] Muchos, muchísimos [extranjeros], llegaron al país a instalarse y a integrarse y a convertirse en mexicanos. Como dice también un verso: “Aunque soy de raza conga, yo no he nacido africano, soy de nación mexicano”.
Pero de todos modos, en México “toda presencia extranjera produce una reacción de afirmación nacionalista” […] ¿Será por eso que el artículo 33 de la Constitución permite sacar del país a cualquier extranjero “cuya permanencia se considere inconveniente” y que un extranjero no puede ser propietario de tierras hasta 300 kilómetros de las zonas costeras y que el artículo 32 dice que “los mexicanos serán preferidos a los extranjeros en igualdad de circunstancias para toda clase de concesiones y para todos los empleos”? ¿Será por eso que todavía a fines del siglo XX, Ignacio Bernal pretendía “colocar a Mesoamérica entre las civilizaciones de primer cuño o de primera generación, es decir, que no descienden de otras sino arrancan de una matriz primitiva”, Miguel León-Portilla explicaba la grandeza de las culturas prehispánicas “como producto del aislamiento de milenios y de no tener contacto con el exterior”, y Cecilia Cortina aseguraba que “México no es un territorio corrompido por influencias extrañas”?
Lo que sí es evidente, es que existe doble discurso hacia los fuereños:
[Como explica la autora, aunque los gobiernos de México han dicho que no hay prejuicios con respecto a los extranjeros, México] es francamente antiextranjero, por su “sustrato psíquico” […] lo cual no impide a los hombres [mexicanos] preferir a una prostituta de Europa Oriental por sobre una nacional ni a las mujeres [mexicanas] teñirse el cabello de color rubio cuando pueden hacerlo. Y en lo que tiene que ver con las elites […] el rechazo tiene una “gradación”: no se rechaza igual a un chino que un alemán [de la misma manera que no rechaza igual a un salvadoreño que a un argentino]. Muchos [en México] darían la vida por casar a sus hijos con un inglés o un canadiense [aunque fueran obesos, enfermos, drogadictos o “buenos para nada”], pero en cambio no podrían soportar que sucediera lo mismo si se tratara de un africano o de un “subamericano” [aunque fueran corporalmente normales y sanos, y honestos trabajadores]
Y es que unos por gachupines, otros por asiáticos, los judíos por sólo interesados en el dinero, los gitanos por ladrones, los latinoamericanos por inferiores, los negros por negros, la cosa es que hay prejuicios muy hondos y muy extendidos contra los extranjeros […]
La costumbre de culpar de todo [en México] a los extranjeros se reitera a cada paso […]
Hay en estas formas [antiextranjeras] de ver las cosas una arrogancia mezclada con resentimiento, una aversión mezclada con desprecio hacia el otro, lo diferente, lo “no yo” como dice Pierre André Taguieff, que termina por “apartarse tristemente de la crítica y caer en el insulto y las generalizaciones agresivas fundadas en la esencia de razonamientos concretos” como afirma Carlos Monsiváis.
Buena parte del antiextranjerismo sin duda tiene que ver con actitudes defensivas frente al hecho de que muchos de los inmigrantes nunca aceptaron a las culturas que encontraron en México, que les parecieron primitivas y llenas de absurdos. En particular a los indios y mestizos se les consideró inferior y muchos no tuvieron deseo ni intención de mezclarse con ellos.
Extranjeros fueron los que inventaron el mito de que el mexicano era haragán, borracho e incapaz, y que México era un país en el campeaban la anarquía, la inseguridad, la corrupción y la ineficiencia, “un país sin ley y lleno de gente estúpida” escribió Graham Greene, “un país de gente con vicios, pocos hábitos de trabajo, escasa moralidad y costumbres perniciosas”.
Seguramente por eso hasta el día de hoy [en México], los franceses tienen sus propios deportivos, los americanos sus propios clubes, los alemanes sus propias escuelas, los judíos sus propios cementerios, los chinos sus propios restaurantes, los norteamericanos sus hospitales, los rusos sus cuartetos de cuerda y hasta las prostitutas conservan su extranjeridad argentina o checa en este mundo mexicano. Se casan entre ellos, siguen usando sus nombres, comiendo sus platillos, aunque incorporen alguna que otra costumbre y expresión, cierta relación con la fiesta y con el color.
Pero si lo extranjero en general desagrada [en México], la palma se la llevan los estadounidenses o “gringos”.
Y es que la relación con los Estados Unidos es la de una larga historia de conflictos y dificultades, malentendidos y agresiones: “La capacidad de ambos países para crear malentendidos en ocasiones parece ilimitada” escribió Robert Pastor.
Las razones que hay detrás de esas dificultades se remontan al siglo XIX, a los años treinta cuando la ambición por tierras hizo que se instalaran colonos en las zonas deshabitadas de Tejas, que luego se separaría de la República mexicana y se incorporaría a la federación norteamericana; a los años cuarenta, cuando los norteamericanos invadieron a México y lo justificaron con una retórica según la cual, ellos habían sido elegidos por la Providencia para un gran destino que se realizaría aumentando su territorio y al establecimiento de la llamada “doctrina Monroe” en la cual se afirmaba que Estados Unidos intervendría en los países americanos si en opinión de su gobierno veía algún peligro para su seguridad o para su tranquilidad.
Todas estas agresiones, fueron posibles porque como escribió José María Bárcena, Estados Unidos era ya para entonces un país próspero y bien organizado mientras que en México todo era “debilidad de nuestra organización social y política, desmoralización, cansancio y pobreza, resultado de veinticinco años de guerra civil”. Los norteamericanos le arrebataron a México un vasto territorio de más de dos millones de kilómetros cuadrados [es decir mucho más que la cantidad de kilómetros cuadrados con la cuenta hoy México, que es de 1.984.375 km2] y dicen los que saben, que no se quedaron con más porque no querían tener que cargar con la población india y mestiza que allí habitaba y que les parecía una carga.
También durante el siglo XX, los norteamericanos intervinieron en todos y cada uno de los momentos históricos de importancia, ya sea apoyando o no a cierto caudillo político, vendiendo o no armas, otorgando o no préstamos, reconociendo o no a presidentes. Conspiraron durante la Revolución, se opusieron a las reformas de Cárdenas, en particular a la nacionalización petrolera y obligaron a México a entrar en la segunda guerra mundial [el día 22 de mayo de 1942. Esta Segunda Guerra Mundial acabó el 2 de septiembre de 1945] aunque ya para este entonces habían cambiado la política del garrote por la de la buena vecindad porque necesitaban apoyo para sus planes estratégicos, particularmente mano de obra y producción de ciertas mercancías que ellos no podían fabricar por estar su industria volcada a lo militar.
Y desde entonces, Estados Unidos se convirtió en el país más importante para México. Se trata de una vecindad compartida en términos económicos (la industria, las finanzas, las exportaciones, las importaciones, la tecnología) y en el plano cultural. Una vecindad con contactos intensos y múltiples, con intercambio de bienes y servicios, de personas, relaciones y afectos.
Por eso también nosotros [los mexicanos] somos importantes para ellos: desde por lo que les vendemos hasta por lo que les compramos, desde por la mano de obra hasta por la migración, desde por el petróleo hasta por el narcotráfico [véase mi libro: Ruano, 2009, disponible en http://openlibrary.org/b/OL22470854M ] Y recientemente también por el terrorismo. Por eso Edwing A. Deagle Jr. afirma que “México se encuentra incómodamente cercano al centro de la controversia en Estados Unidos acerca de la seguridad nacional”.
Esa historia y este presente explican una relación “teñida de resentimientos” como dice Alan Riding y de amarguras, “errática y difícil como dice Jorge Montaño [véase al respecto, por ejemplo: http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=115761&tabla=nacion ], en la cual se privilegia la lectura del conflicto en cualquier interacción y se califica de entreguista a quien no la sigue.
Los mexicanos acusan a los americanos de arrogantes, de sentirse los dueños y los gendarmes del mundo, de querer imponer sus ideas y modelos de vida y no hacer más que defender sus intereses. En una palabra: que están “para plagar de desdichas nuestras vidas” como dijo Simón Bolívar hace dos siglos [véanse también en este sentido los cientos de textos que tratan el antiamericanismo y el antiimperialismo de José Martí. Para más detalles de este autor consúltese: http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mart%C3%AD y http://www.alternativabolivariana.org/pdf/Nuestra_America.pdf ]: Acusamos a Estados Unidos de enriquecerse más cada día a costa de los países pobres; de dominar económica y militarmente al mundo; de ser egoísta y no preocuparse más que de sí mismos; de ser belicistas y preferir las bombas a los acuerdos políticos; de contaminar al mundo, cambiar el clima y hasta poner en peligro a la Tierra por la explotación de sus recursos y sus sistemas de producción; de fascistas porque se meten a censurar, manipular y limitar a todo mundo, recurriendo incluso a la violencia, y de incultos porque imponen al mundo al mundo sus distracciones vulgares y uniformadas. En una palabra, los acusamos de ser origen y fuente de todos los males y causa de todas las infelicidades”.
Por eso, como dijo un embajador de México en Washington: “Vecinos seremos siempre, socios lo somos por ahora, amigos nunca, porque la suya es una política de conveniencias”, basada “en términos crudamente materialistas: dólares, barriles de petróleo, etcétera”.
Para los estadounidenses, sigue siendo válida la copla [que se conoce desde principios del siglo XX, es decir 1910]:
Mí ya se marcha para mi tierra
porque en México no poder estar
estar muy bárbaros…
y americanos querer matar.
[…] La actitud de hostilidad hacia los extranjeros tiene como resultado y consecuencia la falta de interés en lo que pasa afuera de México. Los diplomáticos mismos se quejan de que “la política tiene poca o ninguna importancia”. Y estamos tan encerrados o cerrados sobre nosotros mismos, que el mundo se puede caer y seguimos como si nada.
Así fue durante los conflictos étnicos en el este de Europa y durante las guerras civiles y las hambrunas en África, cuando la brutal crisis financiera en Argentina y cuando un tsunami devastó el sur de Asia. Este último caso sirve como buen ejemplo de lo que digo: el presidente Fox tardó más de un mes en enviar dos buques con alimentos y medicinas y una turista mexicana entrevistada en el lugar dijo que “mejor se iba a Europa a seguir sus vacaciones porque allí todo estaba muy feo” […]
Hacia la calidad integral sin fronteras