Abstract
Exposición del filólogo, imagólogo y lingüista Fernando Antonio Ruano Faxas
[…] LENGUAJE CORPORAL: El lenguaje corporal se ha descrito como “la lengua que todos hablamos pero que muy pocos entienden” (Møller y Hegedahl, 1983: 67-82). Aquí yo diría un poco más. La mayoría de las áreas del conocimiento, ciencias, que trabajan el lenguaje corporal, o como también se le ha llamado a veces: “lenguaje no verbal” –que, claro está, no es lo mismo–, o los especialistas que abordan este tipo de comunicación, pertenecen a las ciencias sociales, a las humanidades –aunque otras muchas áreas científicas han nutrido ampliamente este campo–, lo que implica, por ser característica de estas esferas sociales y humanísticas, que continuamente aparezcan criterios y comentarios diferentes en torno a los múltiples tópicos que del lenguaje corporal se desprenden, que aparezcan ambigüedades, enfoques disímiles, sobre la imagen no verbal, lo que desgraciadamente a veces ha llegado a conflictos que van más allá de las habituales y lógicas disputas académicas, rallando en innecesarios roces personales. Siempre ha sido así en las ciencias sociales y las humanidades, esto no es nada nuevo (http://openlibrary.org/b/OL1645685M/ciencias-sociales-y-el-trabajo-independiente-de-los-estudiantes , http://openlibrary.org/b/OL22661780M/C%C3%B3mo-trabajar-con-los-estudiantes-universitarios-de-Ciencias-Sociales.-Apuntes-para-profesores-y-educandos). Por otro lado, en el caso de la comunicación no verbal o lenguaje no verbal y el tratamiento de la imagen pública: http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/imagen-p%C3%BAblica-o-imagen-social/19j6x763f3uf8/8# , estamos hablando de investigaciones recientes, que hace unos cuarenta o cincuenta años están llegando a determinados grupos de interés que, motivados por este riquísimo y novedoso campo de tratamiento de la imagen del hombre, se han lanzado a explorarlo. Ahora bien, calma, todavía falta mucho por hacer en este sentido. Estamos en los comienzos de las investigaciones del lenguaje corporal. Este es un tema muy complejo, porque pertenece al vasto mundo de la comunicación no verbal y se interrelaciona, a su vez, con muchos otros aspectos que no son precisamente el cuerpo humano y la interrelación “práctica” de los hombres. En el análisis del lenguaje corporal es muy importante la búsqueda de la objetividad, distinguir los actos comportamentales, observarlos y exponerlos, esto debe ser muy objetivo; pero otra cosa es interpretarlos, porque esto es más personal y unos analizan unos factores y otros, otros factores, desde ópticas diferentes, con fundamentos científicos diferentes, con parámetros culturas diferentes. Podríamos decir aquí que en realidad el análisis del lenguaje corporal que vamos a realizar está relacionado con un área concreta, con una esfera científica concreta, que es la Ingeniería en Imagen Pública, pero inclusive en este caso no podemos olvidar el fondo cultural y científico concreto que ya trae el futuro especialista en Ingeniería en Imagen Pública, y es evidente que estos fondos son muy variados: periodismo, ingeniería, medicina, derecho, relaciones internacionales, ciencias de la computación, administración de empresas, economía y negocios, pedagogía, letras, biología, arquitectura, diseño industrial, ingeniería textil, turismo, gastronomía… Todos analizamos la comunicación no verbal: http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/qu%C3%A9-es-en-realidad-la-comunicaci%C3%B3n-no/19j6x763f3uf8/13# : el 93% de los mensajes del mundo que nos rodea, y, en especial, el lenguaje corporal, tal vez un 50% o un 60% de toda la comunicación no verbal, pero cómo es que realizamos este análisis. Es ahí justamente donde está el problema. Lo primero que tenemos que saber es que son muchas las ciencias que estudian la imagen corporal, el lenguaje corporal, la comunicación no verbal, desde ámbitos diferentes: http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/comentarios-acerca-de-la-semi%C3%B3tica-como/19j6x763f3uf8/25# , y que estas ciencias y sus fundamentos son herramientas imprescindibles en las manos del especialista en análisis de la comunicación no verbal. El mismo hecho de que sepamos que existen esas ciencias, que conozcamos sus nombres y que tengamos una idea, por lo menos somera, de su definición, es ya una ganancia: Es admirable ver cómo en algunas instituciones educativas líderes (?), prestigiosas (?) de América Latina, muchos docentes y altos funcionarios de estas instituciones, con perfil de ciencias sociales y humanístico, no sólo desconocen la posible aplicabilidad de los fundamentos de ciertas ciencias sociales –reconocidas a nivel internacional y con una secular historia en sus países– a la vida práctica del hombre, lo que ya es un freno al desarrollo multidisciplinario de las ciencias sociales, sino que más aún: desconocen hasta el mismo nombre de esas ciencias. Así, por ejemplo, en ciertos organismos educativos rectores y centros de educación superior, los cuadros directivos, encargados de formar a los futuros especialistas, no saben qué es Filología, Etología, Semiología, Kinesiología, Ergonomía, Sociolingüística, Psicolingüística o Genómica, o tienen una muy vaga idea de lo que es Etnología y Antropología, y, por consiguiente, no pueden nombrar a un solo especialista o investigador célebre, reconocido, de estas ciencias […] Es admirable, y terrible y deprimente a la vez, ver cómo en ciertas universidades de México, y de América, que “con bombo y platillo” aparecen en todos los medios masivos de comunicación como “universidades de primer mundo”, los mismos dirigentes de esas universidades y de sus áreas de comunicación, de ciencias de la comunicación, de periodismo, de letras, de idiomas, de humanidades, de ciencias sociales, no tienen ni la menor idea acerca del cuadro elemental, del panorama elemental, del sistema lingüístico español, de la lengua española y sus dialectos, de la literatura que se ha escrito en lengua española, de los escritores y periodistas célebres de la lengua española, de la existencia de las academias de lengua española […] y tanto su forma de hablar la lengua española, o mejor dicho “cómo balbucean o cantinflean la lengua española”, como la forma en que la escriben, o mejor dicho “que la garabatean”, expresan únicamente la rusticidad, la incultura y el atraso más notorios […] y no hablemos ya del desconocimiento total que tienen en torno a la realidad de otras lenguas, de otros grupos de hablantes, en este mundo de comunicación globalizada: http://knol.google.com/k/panorama-imagol%C3%B3gico-del-sistema-ling%C3%BC%C3%ADstico-espa%C3%B1ol-o-imagolog%C3%ADa-de-la-lengua# , http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/c%C3%B3mo-hablar-correctamente-en-p%C3%BAblico/19j6x763f3uf8/43# […] Eso es un problema. ¿A dónde se supone que vamos en tales condiciones? A ningún lugar que no sea el abismo cultural (Ruano, 2000). Es mucho más fácil tratar la palabra. La comunicación verbal es, comparativamente, menor que la comunicación no verbal (Ribeiro, 2001). La palabra se entiende si conocemos la lengua o el dialecto en la que se produce, la cultura en la que se produce o se produjo; de lo contrario, es una letra muerta, es un sonido como cualquier otro sonido (Verescháguin y Kostomárov, 1990). Pero la imagen corporal como tal, especialmente en un mundo globalizado, es una, es una representación visual, es una imagen que se ve y para verla y valorarla de manera general basta con poseer el sentido de la vista, basta con no ser ciego. Las imágenes corporales no se ven en “idiomas”, no obstante a que remiten al idioma, a un idioma, no obstante a que se relacionan con el idioma, por lo que ya sabemos: árabe, chino, español, ruso, inglés, náhuatl, purépecha, aimara, maya…, aunque lo que se le pone al cuerpo, lo que se le agrega al cuerpo, el color y dimensiones del cuerpo, lo que puede hacer el cuerpo, el movimiento del cuerpo, sí puede ser grupal, social, sí puede relacionarse con todas las culturas o con una buena cantidad de ellas, y con todos los idiomas o con una buena cantidad de ellos, aparte de los resultados que se puedan obtener a través de investigaciones biomédicas y genómicas, algo que afectaría entonces directamente, a favor o en contra, a la llamada imagen corporal interna o lenguaje corporal interno. Podría decirse que para descifrar el lenguaje corporal bastaría con “mirar”, es decir “fijar la vista en un objeto [en este caso en el cuerpo humano o en una o unas partes de éste], aplicando conjuntamente la atención […] inquirir, reconocer, buscar una cosa, informarse de ella” (Mota, 1998). Pero entonces aquí tendríamos que distinguir entre la mirada que damos a una imagen real, en un mundo real, en un contexto real, independientemente de los diferentes matices o diferencias lógicas, normales, de ella –variantes físicas, lenguaje gestual, cromatismo, vestuario, maquillaje, etc.– y una imagen alterada o anamórfica, en un mundo alterado, en un contexto irreal o alterado o distorsionado, es decir, la imagen que aparece deformada o confusa, que no es real, algo bastante común en el mundo artístico, en el cine, la televisión, el teatro, el estrellato, el espectáculo… Creemos necesario recordar que, también y además, existen contextos sociales, grupos sociales, situaciones sociales, estratos sociales y hasta pueblos completos en donde las “alteraciones de la realidad” (?) son parte del modus vivendi habitual, cotidiano. Este es el caso de las culturas o sociedades utópicas y de las culturas o sociedades distópicas o cacotópicas, en las cuales, para bien o para mal –generalmente para mal–, la realidad siempre está alterada, siempre está distorsionada, y los lenguajes verbo-corporales no hacen otra cosa que expresar esa alteración, esa distorsión: Justamente por estas cuestiones anteriormente señaladas, es que tenemos que distinguir entre las imágenes sociales representadas en las culturas utópicas o “culturas con una vida tendiente al bien” y en las culturas distópicas o “culturas con una vida tendiente al mal”. Los términos utopía y distopía a veces se confunden, y ese es, justamente, un gran error imagológico. Aquí lo primero que haremos es recordar que la imagología, a través de los años, ha sido y sigue siendo, sin duda alguna, una rama trascendental de la Filología, de la Comparatística, de la Textología, y también de la Lingüística, que ha ayudado y sigue ayudando, y mucho, de manera multidisciplinaria, a muy variadas otras ciencias sociales y humanísticas, independientemente de que con el término “imagología” se hayan creado y recreado en la actualidad muchos nuevos conceptos y subramas científicas del tratamiento de la imagen. De tal manera, mediante los análisis imagológicos, podemos hacer distinciones muy precisas entre “lo realmente bueno” a través de una imagen social, de una conducta comunicativa verbo-corporal, y “lo realmente malo” a través de una imagen social, de una conducta comunicativa verbo-corporal. Pasemos a ver estos detalles; pero ya en el plano de la literaturología, de la cinematografía, de la comunicología y de la producción televisiva en el continente americano, en donde se refleja “lo bueno” y “lo malo” de la historia y la actualidad de las tres grandes culturas en contacto en el área: mongoloides, caucasoides y negroides, además de la posible presencia australoide en nuestro continente, concretamente en la América del Sur, y más concretamente en el área del actual Perú y Chile (Ruano, 2007a) […] Los seres humanos no sólo somos un lenguaje verbal –un cerebro, una mente– y un lenguaje corporal –el cuerpo, con un lenguaje corporal interno y un lenguaje corporal externo–; somos también un ser inconsciente cargado de emociones –y no me refiero aquí a “modelos emocionales ideales”, sino de toda una variedad diversísima y compleja de emociones que regulan nuestras relaciones sociales y nuestro comportamiento en general (Dantzer, 1989)–, tenemos un comportamiento inconsciente, que constantemente se manifiesta en nuestra vida social, en nuestra vida laboral o especializada y, por supuesto, en nuestra vida de intimidad, en determinados casos sin control, no sabemos cuándo o cómo puede aparecer, porque las circunstancias sociales y ecosistémicas son muy variables, cambian con bastante frecuencia. En este sentido hay que señalar que esas emociones “resultan fundamentales en la toma de decisiones humanas, por mucho que se presenten como asépticamente lógicas y racionales. Puede afirmarse sin asomo de duda que una mente no influida por las emociones [un individuo, un cuerpo, que no refleja emociones] es la mente de un enfermo […]” (Gubern, 2000). Lo más que podemos hacer es educar al extremo nuestro cuerpo –algo prácticamente imposible para las personas normales, en condiciones normales– de manera tal que las demás personas no puedan “leer” los sutiles mensajes que a veces envía nuestro cuerpo cuando estamos en situaciones desajustadas, buenas o malas, nos referimos a los extremos del comportamiento, cosa que es prácticamente “lo normal” en el mundo occidental o civilizado. Aquí el verdadero inconveniente –¿o conveniencia?– aparecería cuando estemos en presencia de aquellos individuos –que no necesariamente tienen que ser los especialistas universitarios, científicos, en esas lecturas sutiles– que pueden decodificar esos mensajes con un nivel de perfección elevadísimo, mucho más si pertenecen a la cultura social, a la etnia, al grupo, la ciencia, la técnica, etc., del emisor. El lenguaje del cuerpo puede ser independiente del lenguaje de las palabras cuando se actúa conscientemente con gestos y mímicas en la vida cotidiana o en el ámbito artístico. Habitualmente se utiliza el lenguaje corporal para la producción de mímicas y gestos esquemáticos, técnicos, codificados o simbólicos como un lenguaje sustitutorio cuando la comprensión verbal no es posible, no se desea o no se solicita. El estudio del lenguaje corporal es ya antiguo. Entre los primeros investigadores de este tema están el diplomático y escritor italiano Baltasar de Castiglione (1478-1529), con su genial libro El cortesano; el escritor y moralista francés Jean de la Bruyère (1645-1696), con el libro Los caracteres; el médico, anatomista, fisiólogo y teólogo natural escocés Charles Bell (1774-1842) con su libro Essays on the Anatomy of Expression in Painting, escrito en 1806; el naturalista británico Charles Darwin (1809-1882), con su libro La expresión de las emociones en el hombre y el animal, en 1873, y el antropólogo estadounidense Ray L. Birdwhistell, que en 1952 escribe su Introducción en la cinética y en 1970 Kinesics and Context. Essays on Body Motion Communication, que en lengua española se conoce como El lenguaje de la expresión corporal, a partir de una edición que en 1979 hizo la editorial Gustavo Gili. El lenguaje del cuerpo se ha investigado a partir de la herencia: “el cerebro de todos los hombres está programado para levantar las extremidades de la boca cuando se sienten felices, volverlas hacia abajo cuando se hallan descontentos, fruncir la frente, levantar las cejas, levantar un lado de la boca, y así sucesivamente según la sensación que llega al cerebro”, y del aprendizaje […] El primer país de la América conquistada por Europa, y también uno de los primeros del mundo, que reflexiona en torno a las “buenas maneras de hablar” y las “buenas maneras de comportarse” considerando la cultura occidental, casi al mismo tiempo, algo así como si al juntar estas dos partes aparecieran las raíces de la sociolingüística en nuestro Continente, considerando las particularidades del entonces –lo que todavía tiene, después de siglo y medio, mucha vigencia–, fue Venezuela. En 1847, aparece la obra más célebre que se ha escrito en América acerca del buen uso del idioma español en este continente: Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, del filólogo y jurista venezolano radicado en Chile Andrés Bello [Caracas, Venezuela, 1781-Santiago de Chile, 1865], y, en 1853, aparece el sensacional Manual de urbanidad y buenas maneras, del músico y pedagogo venezolano Manuel Antonio Carreño [Caracas, Venezuela, 1812-París, Francia, 1874] […] Los elementos fundamentales del lenguaje corporal son: espacio, tiempo y energía. El lenguaje corporal es innato, se aprende por imitación y se asimila por medio de la alabanza o el reproche. Las señales corporales son gestos de significado constante. Generalmente hacemos distinciones entre: 1. Gesto. Movimiento parcial del cuerpo. Los más llamativos son los de brazos y manos (Davis, 1995: 102-111). Los gestos de expresión proporcionan ininterrumpidamente informaciones sobre las personas que gesticulan con facilidad por cualquier motivo: A. Gestos expansivos: movimientos amplios, proyectados hacia adelante, B. Gestos centrífugos: van más bien desde el cuerpo hacia el exterior que desde el exterior hacia el cuerpo, C. Gestos intensivos: el movimiento se refuerza. Hay un sinnúmero de gestos, y si algunos son deliberados y otros casi deliberados, algunos como rascarse la nariz por perplejidad o cruzarnos de brazos para protegernos, son casi inconscientes, 2. Ademán. Movimiento expresivo del cuerpo entero, 3. Mímica. Son movimientos de los ojos y movimientos de la musculatura facial. Recordemos que hay muchas formas de expresión del rostro que son innatas y que tienen el mismo significado en todos los ámbitos culturales. Son las contracciones de los músculos faciales ante: A. El dolor, B. La alegría, C. El miedo, D. La ira, E. La felicidad, F. El asco, 4. Gestos mímicos. Se realizan casi siempre de forma consciente, puesto que su cualidad simbólica radica en imitar sucesos reales. Se pueden almacenar en el subconsciente, debido a su frecuente repetición, 5. Gestos esquemáticos. No se persigue reflejar la realidad, sólo una parte o característica principal de la información no verbal, como saludar con la mano como si estuviéramos quitándonos un sombrero. Si fuera un gesto mímico, entonces intentaríamos también ilustrar el atuendo ficticio, 6. Gestos técnicos. Por determinadas funciones profesionales: aviación, ferrocarriles, inmersión, etc., 7. Gestos codificados. Sólo son entendidos por un grupo especial: sordomudos, presos, gamberros, ladrones, prostitutas, homosexuales, etc., 8. Gestos simbólicos. Generalmente, estos gestos tienen una significación distinta del movimiento mostrado realmente. Presentan por abstracción un sentimiento o un pensamiento. Estos gestos son inteligibles solamente para el círculo de personas que ha fijado los signos y su significado en algún momento dado, 9. Gestos sonoros: Imitaciones y traslaciones sonoras incorporan una impresión exterior a la lengua. Un sonido se hace inmediatamente lenguaje; otro fenómeno, tan pronto como ha sido traducido en sonido. Pero el origen de la relación natural entre palabra y cosa puede basarse también en el hablante mismo, puede ser expresión. Una de las formas de apoderarse el hombre de la realidad es el gesto. Éste puede ser de dos maneras diferentes por su efecto: un gesto o apunta hacia algo (por ej., un dedo índice extendido), o representa algo (por ej., un puño cerrado amenazando). Indicar es una atenuación de agarrar, y por medio del gesto representativo se apropia uno algo en cierto modo corporalmente. Ahora bien, para los gestos se utilizan tanto los músculos de las extremidades como los de la cara. Y así los labios o la lengua. A su vez, los gestos de los órganos del habla pueden ser sonoros. Son, pues, sonidos que surgen simplemente por medio de los gestos de los órganos parlantes. Por eso se les llama gestos sonoros. Donde estos gestos sonoros pueden más claramente observarse es en el lenguaje de los niños. El ta o tata con que responden los niños a impresiones que despiertan su atención o su deseo, nace de un movimiento indicador de la lengua. Los movimientos de la lengua concomitantes del indicar son de observar aún en los adultos. A este respecto merece notarse que los pronombres demostrativos se caracterizan en muchas lenguas por sonidos dentales, como también en pronombre personal de la segunda persona, tú […] En la actualidad, en el estudio del lenguaje corporal, el aspecto que presenta el cuerpo en general, la apariencia física, de hombres y mujeres, ya sea en los diferentes periodos de la historia o en nuestros días, en las variadas áreas del planeta, es un tema latente, complejo y muy preocupante en las diferentes culturas, tanto al nivel de la cultura popular (Colombres, 1997) –con todos sus matices de creencias, mitos e imaginerías– como al nivel científico –al nivel de los estudios que están relacionados con la convivencia de los individuos en determinados espacios de socialización, ecosistémicos, geográficos, arquitectónicos, laborales y empresariales–, en especial debido a los diferentes enfoques que aparecen a la hora de hablar del mismo origen y evolución del hombre. Los lenguajes corporales de los hombres, de los grupos sociales, están relacionados directamente con la tradición, con la cultura, con la herencia de los pueblos, con las particularidades del nacimiento y la evolución del mismo hombre, y hasta con el lenguaje por tropos y con la poesía, según haya sido el contexto circundante, lo que quiere decir tomar en cuenta la función de la religión, los mitos –conjunto de creencias y de imágenes idealizadas que se forman alrededor de un personaje, un fenómeno, un acontecimiento histórico o una técnica y que les otorgan una fuerza y una importancia particulares; o, al decir de Vico, “un medio de presentar cosas grandes a la mente de los pueblos niños”– y las creencias y refranes en las actitudes de los hombres […] Las formas o configuraciones –dimensiones, tamaños–, los colores (Gallego y Sanz, 2001; Ferrer, 2000) –razas, grupos étnicos, mestizajes– que presentan los seres humanos, sus culturas o subculturas, es decir todo el complejo de la apariencia física, siempre han sido un importante y decisivo medidor en las relaciones sociales (Knapp, 1999), la discriminación (Solé, 1995; Solari y Sotelo, 2006) y el racismo (Dijk, 2003): La medida en que las personas están dispuestas a compartir relaciones de intimidad, así como a aceptar la interrelación misma, depende siempre de la distancia social [y en esa distancia social aparece, por supuesto, la raza o grupo étnico] que existe entre ellos; es decir, tiene que ver con el número de experiencias y de características sociales que comparten. Se afirma que hablamos con los órganos vocales, pero conversamos con el cuerpo entero. El comportamiento no verbal que acompaña y complementa la producción lingüística está también relacionado con los dos aspectos de poder y solidaridad (Bolaño, 1982:143). Cuando se ha eliminado todo diálogo y toda idea, el color de la piel se erige como único criterio. Así lo prueba mi experiencia. Fue la única cualidad por la que se me juzgó. Tenía la piel oscura, y esa fue razón suficiente para que se me negaran los derechos y libertades sin los cuales la vida pierde significado y se convierte en apenas algo más que una supervivencia animal. Busqué alguna respuesta y no la hallé. Había pasado un día entero sin comida ni agua por la única razón de que tenía la piel negra. Era la única razón por la que yo estaba allí, sentado sobre un barril, en un pantano (Griffin, 1960) […] Los lenguajes verbo-corporales desajustados, impropios, irrespetuosos eran mal vistos en el México prehispánico. Bernardino de Sahagún nos habla al respecto en su célebre obra Historia general de las cosas de Nueva España. A las personas de clase sociocultural alta, de clase socioeconómica alta, a los altos funcionarios, que decían sandeces, estupideces, bromas tontas o que no poseían, en general, un lenguaje acorde con su categoría, se le llamaba tecucuechtli, es decir “payaso”. En el México prehispánico la selección de un mandatario, de un funcionario, era algo muy complejo y comprometido, algo extremadamente depurado: “Todos éstos [los jefes y personas importantes, los soldados viejos, etc.] se juntaban en las casas reales, y allí deliberaban y determinaban quién había de ser señor, y escogían uno de los más nobles de la línea de los señores antepasados, que fuese hombre valiente, ejercitado en las cosas de la guerra, osado y animoso, y que no supiese beber vino; que fuese prudente y sabio, que fuese criado en el Calmécac, que supiese bien hablar, fuese entendido y recatado, y animoso y amoroso, y cuando todos, o los más, concurrían en uno, luego le nombraban por señor (Álvarez, 1987, t. IV: 1852). Estas fórmulas discursivas verbo-corporales antiguas mexicanas podemos observarlas en la actualidad en los lenguajes rurales, campesinos e indígenas, del país. En México también hay mayor o menor vestigios de estas fórmulas discursivas prehispánicas en una buena cantidad de mestizos residentes en las ciudades, inclusive en instituciones gubernamentales, en empresas, en la política y en centros educativos: “Sin duda, algo que ha sobrevivido hasta la actualidad es el afán de campesinos e indígenas por iniciar toda conversación con algunas frases amables, circunloquios corteses sobre la salud y la familia del interlocutor. [En México, en general] Se considera muy mala forma entrar directamente en materia. A lo anterior se agregaron las formas hispanas de trato, y se produjo la peculiar cortesía mexicana. Observadores extranjeros han hecho hincapié en la gentileza y el trato cortés usuales en México en todas las clases sociales” (Álvarez, 1987, t. IV: 1852) […]
Filólogo e imagólogo Fernando Antonio Ruano Faxas
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
ЯRConsultores de Imagen Social®
Hacia la calidad integral sin fronteras
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
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