Abstract
Lexicología, Lexicology, Лексикология, Lexicologia, Lexicologie, Lexikologie, Lessicologia
La lexicología es una ciencia que pertenece al marco de investigación o tratamiento de la lingüística. La lexicología es la rama de la lingüística que estudia:
· La estructura del vocabulario de la lengua.
· Su composición.
· Su variedad.
· Su origen.
· Los cambios históricos del léxico.
· La adaptación del léxico a las condiciones sociales de las diferentes comunidades de hablantes.
La palabra “lexicología” se formó a partir de dos raíces griegas: léxis, que significa ‘palabra’ + lógos, que significa ‘tratado’ (Cerdà y otros, 1986: 179). También se puede decir que la lexicología se dedica al estudio de los morfemas de la lengua, es decir, de las palabras y de las unidades significativas que componen a esas palabras (Raimondo, 1991: 170). La lexicología designa más específicamente la ciencia lingüística que estudia el léxico o vocabulario. Designa también la reflexión teórica acerca de los problemas planteados por la elaboración de los diccionarios, de donde se considera que los criterios lexicológicos aparecen reflejados, en un final de cuentas, en los cientos y miles de diccionarios que existen en las diferentes lenguas del mundo (Mounin, 1982: 114). La lexicología es llamada también tratado de los vocablos, y las investigaciones lexicológicas pueden tocar cuestiones de forma de los vocablos –en el caso en que se trate de las unidades que conforman una lexía; ej.: /perr/ + /i/ + /to/ en perrito; es decir, se trata del lado observable de la lengua, de los elementos perceptibles (acústica y gráficamente) captados por los órganos sensoriales del oyente (lector) y producidos por el hablante (remitente)–, cuestiones de contenido de los vocablos –en el caso en que se trate de un análisis lexicológico que tiene que ver con la función comunicativa, con lo extralingüístico, con el concepto abstracto con el que está atada una expresión en el signo lingüístico; en el caso en que se trate de la significación de las expresiones o mensajes, de las lexías; en el caso en que se trate de la parte significativa de la palabra en oposición a su forma o apariencia fonológica o gráfica–, y también pueden tocarse cuestiones de función de los vocablos –en el caso en que se considere el cometido estructural que un elemento desempeña en un determinado contexto para producir otro de rango superior. Así, por ejemplo, los fonemas realizan una determinada función para formar sílabas, las sílabas hacen lo propio para formar palabras; los morfemas, a su vez, forman monemas; los monemas, sintagmas y éstos, oraciones–; además de la consideración de la función estética –poética, estilística o formal, que viene siendo todo más o menos lo mismo (Aguirre, 1979)– del lenguaje, del léxico. Debemos destacar que estos estudios lexicológicos sobre la función estética de ciertas unidades léxicas en el discurso –oral o escrito– deben ser realizados por personas expertas, con una gran cultura general, filológica y lingüística, y no por improvisadores o diletantes, que a lo único que llegan es a distorsionar y alterar la información plasmada en textos de prestigio. A veces sucede que algunos traductores e intérpretes consultan ciertos estudios lexicológicos sobre escritos o discursos de determinadas personalidades –escritores, periodistas, políticos, culturólogos, religiosos, etc.– y esos estudios han sido realizados por personas que carecen del conocimiento y el prestigio científico y académico adecuados para incursionar en estos tipos de análisis. Esto afectará, indudablemente, la información obtenida por ese traductor o intérprete, y el resultado será la aparición de salidas léxicas inadecuadas y matices semánticas no pertinentes, todo lo cual creará verdaderos desajustes y desastres en sus versiones o adaptaciones traductológicas.
La lexicología, junto con la lexicografía: http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/la-lexicograf%C3%ADa-el-arte-de-hacer/19j6x763f3uf8/176# , se ocupa de los problemas teóricos y prácticos del trabajo con diccionarios y glosarios. Como resultado de las investigaciones lexicológicas aparecen entonces exposiciones en torno a las palabras, los objetos, fenómenos, sustancias o cuerpos que designan y los significados en general, ya sean significados concretos o abstractos (Abraham, 1981: 280). La lexicología trata la descripción del léxico que se ocupa de las estructuras y regularidades dentro de la totalidad del léxico de un sistema individual, que es la intuición que tiene una persona determinada, en un momento determinado, acerca del sistema de correspondencia recíproca entre significantes y contenidos, y de las reglas que posibilitan la comprensión deseada con estos hablantes, lo que se realiza en el discurso individual, y lo que podríamos considerar como análisis lexicológico de un idiolecto, es decir, del modo característico de hablar o escribir de una sola persona que refleja una determinada norma individual en oposición a la norma social o colectiva propia de la comunidad de un sistema colectivo (Cerdà y otros, 1986: 151; Mounin, 1982: 95; Raimondo, 1991: 144). Podríamos mencionar, a modo de ejemplo, la existencia de muchos estudios lexicológicos que se han realizado acerca del lenguaje de determinados escritores. Estos estudios, realizados por lingüistas o filólogos, son de gran importancia para los traductores literarios debido a que en base a estos glosarios especiales los traductores pueden ambientar y reproducir adecuadamente ciertas ideas muy difíciles de decodificar. De tal manera, se han realizado análisis lexicológicos del lenguaje empleado por Sor Juana Inés de la Cruz, Shakespeare, Cervantes, José Martí, etc. Claro está que generalmente estamos acostumbrados a estudios que no se refieren a tratamientos individuales de los usos lingüísticos, no a los de una persona en especial, no del léxico de un periodo determinado, sino al estudio de los signos lingüísticos que son empleados por grupos grandes de usuarios, de una colectividad humana definida de algún modo y de grandes periodos de la historia de una lengua. En estos casos podemos decir que el lingüista-lexicólogo simplemente examina todos –o una buena cantidad– de los discursos individuales realizados en un periodo determinado –el Medieval, el Barroco, el siglo XI, el periodo de la Independencia, etc.– y entonces considera qué significantes aparecen en la suma de todos ellos; hace una lista de todos los contenidos que le corresponden en alguna parte del discurso individual y tiene muy en cuenta los significantes, las atribuciones recíprocas de significantes y contenidos, las reglas gramaticales, etc., y, así, puede llegar a establecer criterios bastante precisos de lo que se llama discurso colectivo, que es el tipo de discurso, contrapuesto al discurso individual, que recoge los elementos lingüísticos que caracterizan a una colectividad humana determinada, a un sistema colectivo. Recordemos las complicaciones que presentan los sistemas individuales en los grandes sistemas colectivos –los dialectos o subsistemas en los sistemas–. Es muy difícil que podamos encontrar equivalentes perfectos de muchas lexías de sistemas individuales en otros sistemas individuales de un gran sistema colectivo. De aquí que consideremos la ardua labor y lo difícil del trabajo de los estudiosos del léxico.
Sin duda alguna la lexicología y la lexicografía son tareas muy complicadas. Para tener una idea de los complejos problemas que presentan estas dos ciencias recordemos las palabras de Julio César Escalígero (1484-1558), gran médico, filólogo, lexicógrafo y erudito genial italiano, que planteaba que los grandes criminales no deberían ser condenados a muerte ni a trabajos forzados, sino a compilar diccionarios, pues este quehacer lleva consigo todos los trabajos posibles (Zgusta, 1971: 9; Haensch y otros, 1982: 12). Cuando en lexicología se trata sólo de las regularidades formales que se refieren a las significaciones, entonces se habla de morfología léxica, y si se trata de regularidades en las relaciones del léxico con otros factores de la comunicación lingüística –especialmente con el contenido de los significantes–, entonces se habla de semántica léxica. Recordemos los múltiples matices de miles de palabras que crean en el traductor y el intérprete grandes problemas de adecuación traductológica, de la misma manera que podríamos pensar en los profundos estudios que sobre el léxico y sus posibles variantes significativas han realizado especialistas como Martín Alonso, J. Corominas, María Moliner, García Icazbalceta, F. J. Santamaría, F. Ortiz y A. Jiménez.
Es imposible concebir que puedan existir diccionarios o glosarios que no hayan considerado principios lexicológicos, y viceversa: es imposible pensar en lexicología sin traer a la mente el extenso mundo de la lexicografía.
La lexicología, concebida como estudio científico de las estructuras del léxico, es una disciplina reciente. Aunque el término apareció por primera vez –al igual que el de lexicografía– en la Enciclopedia de D’Alembert y Diderot en 1765, los campos de estas dos disciplinas apenas se distinguen y ambas palabras se suelen considerar como sinónimos entre los grupos no especializados en cuestiones de lenguas. La lexicología adquiere su autonomía en el marco de las investigaciones de F. de Saussure. Partiendo de la crítica de la noción ingenua de la lengua concebida como una nomenclatura, afirma que el sentido de una palabra es puramente negativo, ya que ella misma está inmersa en un sistema de relaciones, y que su única realidad significante procede de las delimitaciones que le impone la existencia de este sistema. Así pues, toda palabra de una lengua se considerará como un elemento que participa en una estructura –léxico–, y que es preciso estudiar en el marco de sus relaciones sintagmáticas –las relaciones que se producen entre las lexías o palabras dentro de una cadena hablada, de una oración– y las relaciones paradigmáticas, es decir relaciones que tienen las lexías con toda una serie de otras lexías del mismo tipo, que no se encuentran en la cadena oracional, pero que podrían estar. Esto es que todas las unidades lingüísticas que pertenecen a un mismo paradigma se encuentran en oposición paradigmática. Por ejemplo, en el enunciado Deseo viajar en coche, vemos que existen otras unidades, como avión, barco, balandro, balandra, yate, lancha, submarino, carro, carreta, camión, pecera, combi, trolebús, guagua, quitrín, volanta, velocípedo, triciclo, bicicleta, patineta, patines, moto, que no aparecen en la cadena oracional, que no se han registrado en ese mismo punto del enunciado, pero que podrían registrarse de la misma manera que se registró coche, debido a que pertenecen a su mismo campo asociativo o a su mismo campo morfológico. También puede suceder lo mismo con los adjetivos, verbos, adverbios, etc. Recordemos que una cuestión importante en el estudio de las palabras, en el estudio lexicológico, es que las lexías, cualquiera que sean, deben ser analizadas en función de los hablantes que las emplean o de los traductores que las recrean –tomemos en cuenta aquí la variabilidad léxica y el problema que presentan la sinonimia y la antonimia en los grandes sistemas lingüísticos, lo que se refleja en las versiones traductológicas o interpretativas según sea la variante dialectal del que da la versión y también según sea el contexto situacional–. Es por esto que en las investigaciones lexicológicas siempre se considerarán factores como la sociedad, el grupo, la especialización, el nivel cultural, el nivel socioeconómico, el sexo, la región, etc. de los usuarios de la lengua (Ruano, 2004) y la relación que esos hablantes establecen con las palabras que utilizan (GEL, t. 14: 6510). El estudio de las palabras no implica solamente la consideración de las diferentes significaciones que habitualmente se encuentran en los diccionarios, sino que las palabras deben ser tratadas en dependencia directa del contexto situacional en el que se encuentran ubicadas debido al proceso de evolución o cambio que se opera en ellas, y debido también a la preparación o disposición mental y a la preparación o disposición corporal que tienen los hablantes para asimilar, procesar y decodificar ciertas unidades en el contexto –recuérdese la importancia y problemas que presentan las unidades fraseológicas, el albur, los retruécanos y las jitanjáforas en la labor de la traducción y la interpretación– (Ruano, 2003: 195-222). De aquí que en los estudios lexicológicos también se tomen en cuenta las variantes estilísticas o tintes o matices estilísticos de las palabras y los cambios de significación que se han operado en las palabras de manera diacrónica y, ya en sincronía, según las variantes dialectales[1] (Haensch y otros, 1982: 16-19) […] Analicemos aquí los modelos de comunicación […]
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MODELOS DE COMUNICACIÓN HUMANA 1
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MODELOS DE COMUNICACIÓN HUMANA 2
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En los estudios lexicológicos tenemos que destacar la relación de la lexicología con la dialectología (Ruano, 2002). Ante todo, debemos considerar que para hacer un estudio lexicológico de un sistema lingüístico tan amplio como el español, el inglés, el chino, el ruso…, o no tan amplio, como el alemán, el italiano, el checo o el polaco, se deben realizar investigaciones léxicas por áreas de hablantes –lo que, por supuesto, trata la dialectología o la geografía lingüística y también la paisología y la sociolingüística en cierta medida–. Estos estudios, finalmente, nos arrojarán determinados corpus léxicos que serán analizados por los lexicólogos y posteriormente serán vertidos, con todas las aclaraciones y anotaciones pertinentes, en los diccionarios y glosarios que ya conocemos. Esto no quiere decir que todas las investigaciones lexicológicas arrojen los mismos resultados, en vista de que ya ustedes, como alumnos, como especialistas en el tratamiento de diccionarios y, en fin, como traductores e intérpretes conocen perfectamente los desaciertos de muchos tratamientos en estas investigaciones, los cuales son registrados en cientos de diccionarios y que complican la labor de la traducción. Es por eso que en múltiples ocasiones hemos destacado la necesidad de que sean los mismos traductores los que actualicen los diccionarios y que creen los materiales de consulta por regiones o áreas de hablantes –recuérdese los diccionarios de regionalismos–, de que sean los mismos traductores los encargados de hacer de las investigaciones lexicológicas una actividad realmente productiva y útil, aparte de los provechos monetarios que de ello pudieran resultar.
Es muy importante que se toque el tema de los dialectos en las investigaciones lexicológicas porque, como todos sabemos, para registrar las informaciones que sobre palabras y significaciones se vuelcan en los diccionarios, en todo sistema lingüístico se habla de una cierta norma o variante lingüística con un alto grado de nivelación –o proceso espontáneo o dirigido, por el que los miembros de una comunidad lingüística heterogénea tienden a utilizar una sola variante de lengua para la interacción social al tiempo que descartan paulatinamente las diferenciaciones dialectales o sociolingüísticas (Cerdà y otros, 1986: 208)–, con un alto grado de codificación –es decir el proceso por el que un contenido expresivo cobra forma lingüística cuando el hablante proyecta sobre él las categorías de un código de significados en el momento de la enunciación, y que una vez codificado dicho contenido, es emitido como mensaje que el receptor puede descodificar valiéndose del mismo código (Cerdà y otros, 1986: 50)– con un alto grado de confluencia –juntura o concurrencia– y aceptación o aceptabilidad –cuando las unidades o lexías o enunciado en general se ajustan a las intuiciones lingüísticas de los hablantes en el sentido de que éstos lo admiten como interpretable y productible, lo que se funda en el conocimiento lingüístico, pragmático, adecuación contextual entre hablante, oyente y mundo en el que se realizan efectivamente los enunciados, y experencial de los hablantes– en la que se han eliminado al máximo las diferencias procedentes de los dialectos y que sirve para el uso oficial o normal de los miembros de una comunidad (Cerdà y otros, 1986: 107). Esta norma o variante lingüística con un alto grado de nivelación, codificación, confluencia y aceptación o aceptabilidad es a lo que tradicionalmente hemos llamado estándar, normal o corriente (Cerdà y otros, 1986: 107, Raimondo, 1991: 101) y que se refiere, en el caso del español, el inglés, el francés, el ruso, etc., a la variedad lingüística empleada en la radio, la prensa, etc., y que, en teoría –porque sabemos que la práctica es otra–, no debería reflejar ninguna variedad particular del idioma histórico y ninguna variedad nativa de ninguna comunidad (Raimondo, 1991: 101). Me parece que entre lingüistas, filólogos, comunicólogos, periodistas, traductores e intérpretes la cuestión está más que clara: ¿de qué estándar se habla?, ¿existe un estándar?, ¿se puede considerar un estándar lingüístico entre pueblos hablantes de una misma lengua y alejados por miles de kilómetros, con etnias, culturas, religiones, ideologías, políticas, economías, tradiciones, floras y faunas diferentes?, ¿se puede hablar de la existencia de un estándar entre países hablantes de una misma lengua, pero que han estado influenciados por otras decenas de lenguas totalmente diferentes?
Cuando hablamos del empleo de las palabras y su consideración por grupos de usuarios no nos referimos solamente a las lexías de uso común, al léxico general, sino también al especializado, el cual posee sus grandes complicaciones; pero esta cuestión del tratamiento de las variantes especializadas la veremos más adelante en la conferencia sobre lexicología especializada o terminología […] Y aquí no se trata solamente de hablar de las palabras que decimos, de las palabras que pronunciamos, sino que aquí también tenemos que considerar las palabras que escribimos http://knol.google.com/k/ortograf%C3%ADa-del-espa%C3%B1ol-mexicano-o-lo-que-es-lo-mismo-cu%C3%A1les-son-los-problemas# […] de las palabras que leemos http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/toquemos-el-tema-de-la-lectura-lecturas/19j6x763f3uf8/158# […] y todo esto en el marco de un idioma tan amplio y tan extendido geográficamente como el español o castellano http://knol.google.com/k/panorama-imagol%C3%B3gico-del-sistema-ling%C3%BC%C3%ADstico-espa%C3%B1ol-o-imagolog%C3%ADa-de-la-lengua# […]
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EL IDIOMA ESPAÑOL ESTÁ MUY EXTENDIDO POR EL MUNDO
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Hacia la calidad integral sin fronteras
http://fernandoantonioruanofaxas.blogspot.com/
[1] Para considerar los cambios de significación y esos matices estilísticos que se han operado en las lenguas a través de la historia, y que han sido recogidos por escritores célebres de las diferentes literaturas, se le recomienda a los alumnos que consulten diccionarios prestigiosos de etimología, como son, por ejemplo, el Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana, de Joan Corominas y la Enciclopedia del idioma, de Martín Alonso.