Abstract
Gesto, Gesture, Жест, Geste, 手势 , ジェスチャー
Kinésica, Kinesics, 身势学 , Кинези, Comunicación no verbal, Nonverbal communication, Невербальное общение, 非言語コミュニケーション , Sözsüz iletişim
IMAGOLOGÍA, IMAGOLOGY, ИМАГОЛОГИЯ
IMAGEN PÚBLICA, PUBLIC IMAGE, ИМИДЖ
[…] Cualquier análisis de los textos gestuales, de la gestualidad, nos permite distinguir entre una gestualidad significante, es decir la gestualidad que claramente está informando algo, que está comunicando algo, tanto a los demás como al propio emisor de la gestualidad, y la gestualidad insignificante o gestualidad desprovista de sentido, es decir la gestualidad que se produce generalmente de manera inconsciente y que no dice nada lógico o comunicativamente relevante, tanto para los demás como para el mismo emisor de la gestualidad, a menos que se sea un especialista en la decodificación de determinados textos gestuales insignificantes para la masa, para la mayoría, pero significante para un especialista o decodificador especializado en ciertos lenguajes verbo-corporales. Tenemos que partir del hecho de que en situaciones de globalización, internacionalización, mundialización, cualquiera que sea ésta, forzada o no, laboral o especializada o no, la gestualidad se presenta en su modalidad de gestualidad polimórfica, es decir que se puede hacer el mismo gesto para designar o significar cosas diferentes y que se puede hacer gestos idénticos o semejantes para designar una misma cosa […]
&lt;para&gt;&lt;b&gt;¿QUÉ DICEN LOS GESTOS? GESTOS Y ADEMANES. LOS BRAZOS Y LAS MANOS EN ACCIÓN&lt;/b&gt; , es parte de mi libro registrado con los siguientes datos: &lt;b&gt; Fernando Antonio Ruano Faxas. &lt;i&gt;El lenguaje corporal humano. Un enfoque imagológico en base a criterios verbales y no verbales&lt;/i&gt; &lt;/b&gt; , con 808 páginas, disponible a través de &lt;a href=”http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El_lenguaje_corporal_humano._Un_enfoque_imagol%C3%B3gico_en_base_a_criterios_verbales_y_no_verbales”&gt;http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El_lenguaje_corporal_humano._Un_enfoque_imagológico_en_base_a_criterios_verbales_y_no_verbales&lt;/a&gt; . &lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;br&gt;&lt;b&gt;VÉASE TAMBIÉN&lt;/b&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;b&gt; &lt;br&gt;&lt;/b&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;b&gt; ¿QUÉ ES EN REALIDAD LA COMUNICACIÓN NO VERBAL? Kinésica, Kinesics, 身势学 , Кинези, Comunicación no verbal, Nonverbal communication, Невербальное общение, 非言語コミュニケーション , Sözsüz iletişim . IMAGOLOGÍA, IMAGOLOGY, ИМАГОЛОГИЯ. IMAGEN PÚBLICA, PUBLIC IMAGE, ИМИДЖ. PAISOLOGÍA, REGIONAL AND CULTURAL STUDIES, СТРАНОВЕДЕНИЕ &lt;a href=”http://knol.google.com/k/qu%C3%A9-es-en-realidad-la-comunicaci%C3%B3n-no-verbal”&gt;http://knol.google.com/k/qu%C3%A9-es-en-realidad-la-comunicaci%C3%B3n-no-verbal&lt;/a&gt; &lt;/b&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] El ademán es el gesto. Es un movimiento o actitud con que se manifiesta un afecto de ánimo. Los ademanes son también las maneras de comportarse, los modales.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;br&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cuando hablamos de ademanes nos referimos en especial a los movimientos de los brazos y las manos al hablar:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;br&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Las manos y los brazos en todos sus gestos deben poner de manifiesto lo más posible la intención del espíritu que los mueve […] Los buenos oradores, cuando quieren persuadir de verdad a sus oyentes, procuran acompañar sus palabras con movimientos de manos y brazos, aunque algunos insensatos descuidan esta faceta y parecen estatuas […] dando la impresión de que su voz sale de un tubo parlante. Esto […] es un gran defecto en el campo de la oratoria [y hasta en el arte, en la pintura, por ejemplo, porque queda claro que el pintor tiene que representar a los seres humanos y sus espíritus] por medio de los movimientos corporales […] Es de capital importancia en la pintura que los movimientos de cada figura expresen su estado anímico, así como el desdén, el deseo, la angustia, la piedad y cosas así. En pintura, los gestos de las figuras son siempre expresión del deseo de sus mentes. Toda acción tiene que expresarse necesariamente en movimientos […] Un cuadro, o más bien las figuras en él representadas, tienen que aparecer de tal manera que los espectadores puedan reconocer fácilmente por sus actitudes los deseos más íntimos del espíritu… Esto puede compararse al caso de un sordomudo, que, aunque está privado del oído, puede, no obstante, entender el tema de una discusión por las actitudes y gestos de los interlocutores […] Representemos las figuras con tal actitud que expresen sus intenciones. De lo contrario, nuestro arte no será bueno. Una figura no es digna de alabanza alguna, a no ser que exprese la pasión de sus sentimientos. Una figura será tanto más digna de alabanza cuanto mejor exprese la pasión que la anima (Vinci, 1999: 83-85).&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;br&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cualquier análisis de los textos gestuales, de la gestualidad, nos permite distinguir entre una gestualidad significante, es decir la gestualidad que claramente está informando algo, que está comunicando algo, tanto a los demás como al propio emisor de la gestualidad, y la gestualidad insignificante o gestualidad desprovista de sentido, es decir la gestualidad que se produce generalmente de manera inconsciente y que no dice nada lógico o comunicativamente relevante, tanto para los demás como para el mismo emisor de la gestualidad, a menos que se sea un especialista en la decodificación de determinados textos gestuales insignificantes para la masa, para la mayoría, pero significante para un especialista o decodificador especializado en ciertos lenguajes verbo-corporales. Tenemos que partir del hecho de que en situaciones de globalización, internacionalización, mundialización, cualquiera que sea ésta, forzada o no, laboral o especializada o no, la gestualidad se presenta en su modalidad de gestualidad polimórfica, es decir que se puede hacer el mismo gesto para designar o significar cosas diferentes y que se puede hacer gestos idénticos o semejantes para designar una misma cosa. Queda claro aquí, entonces, que en la producción de la gestualidad tendríamos que partir del contexto específico, ya sea en el tiempo o en el espacio –en el medieval, en el romanticismo, entre los hippies, en las carpas, en los circos, en el teatro, entre hombres, entre mujeres, entre mujeres y hombres, entre adultos y niños, entre jefes y subordinados, en China o India o Libia o Estados Unidos o Gran Bretaña o Francia o España o México o Cuba o Argentina o Guinea Ecuatorial o Filipinas, etc., en el cine silente o en un cómic, en la empresa o en la casa, en la relación afectivo-amorosa en la calle o en una habitación a solas, en la intimidad, en una práctica militar o ya en un combate real cuerpo a cuerpo, en una guerra, en un entrenamiento deportivo o en una competencia deportiva internacional, etc.–, en que se produce el gesto, y que tendríamos que considerar también el “volumen del movimiento corporal”, es decir la cantidad de gestos que produce una persona en un espacio determinado y en un tiempo determinado –gestualidad británica y gestualidad española, gestualidad japonesa y gestualidad cubana, gestualidad árabe y gestualidad alemana, gestualidad musulmana asiática y gestualidad musulmana africana, gestualidad católica francesa y gestualidad católica haitiana, gestualidad judía ortodoxa y gestualidad judía no ortodoxa, gestualidad mestiza mexicana y gestualidad indígena mexicana…–, de personas que se mueven mucho y de personas que se mueven poco –introvertidos y extrovertidos…–. La gestualidad espontánea, no premeditada, que es resultado de los impulsos involuntarios o inconscientes, es la que está cargada de mayores significaciones (Halsman, 1986). La facilidad o dificultad que se tiene para usar los gestos, para expresarlos libremente o refrenarlos en el momento que sea, ya sea un momento adecuado o no, está relacionado directamente, entre otras cosas, con la cultura, con la educación, con la instrucción, con la personalidad, con la nacionalidad, con la verdadera y real globalización, con los protocolos, con las etiquetas, con las tradiciones, con la pertenencia deliberada y consciente o encubierta a un grupo social u otro, a un sexo u otro o a un tercer sexo, y con ciertos tipos de inteligencia, como: 1. Inteligencia verbal-lingüística, 2. Inteligencia corporal-quinestésica, 3. Inteligencia interpersonal o social, 4. Inteligencia intrapersonal o introspectiva, 5. Inteligencia espiritual o existencial:&lt;/para&gt; &lt;br&gt;&lt;para&gt; […] Las creencias religiosas, y en especial el fanatismo religioso, del tipo que sea: &lt;a href=”http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/sexo-pederastia-paidofilia-pedofilia/19j6x763f3uf8/22″&gt;http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/sexo-pederastia-paidofilia-pedofilia/19j6x763f3uf8/22&lt;/a&gt; , marcan en la familia mexicana promedio: &lt;a href=”http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/familia-mexicana-familia-educaci%C3%B3n-y/19j6x763f3uf8/46″&gt;http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/familia-mexicana-familia-educaci%C3%B3n-y/19j6x763f3uf8/46&lt;/a&gt; y en el mexicano promedio: &lt;a href=”http://knol.google.com/k/qui%C3%A9nes-somos-los-mexicanos-por-dentro-y-por-fuera”&gt;http://knol.google.com/k/qui%C3%A9nes-somos-los-mexicanos-por-dentro-y-por-fuera&lt;/a&gt; , a través del lenguaje verbal y del lenguaje corporal, a través de las señales que envían los lenguajes de manera consciente o de manera inconsciente, a 5 de los 9 tipos de inteligencia: &lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. Inteligencia verbal-lingüística.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Inteligencia corporal-quinestésica.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. Inteligencia interpersonal o social.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;4. Inteligencia intrapersonal o introspectiva.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;5. Inteligencia espiritual o existencial (Ruano, 2006b).&lt;/para&gt; &lt;para&gt; El hombre instruido, culto, globalizado, tiene que tener mucha precaución y tacto a la hora de interpretar los significados de los gestos, de los ademanes, de las muecas…: el cuerpo tiene sus lenguajes y también tiene sus jergas (James, 2002: 51). Cuando estamos conversando –con todo y que se plantee que “conversar es un arte”, &lt;a href=”#_ftn1″&gt;[1]&lt;/a&gt; y que existan cientos y miles de manuales que pretenden “normar” este acto–, dialogando, cuando vemos a las personas, cuando hablamos, no es difícil interpretar los ademanes, los gestos y las muecas, especialmente si conocemos la cultura de los individuos con los que interactuamos. El problema radica, o puede radicar, en cuando tratamos y observamos el arte, las obras artísticas: pintura, escultura, etc., (Wolfe, 2004), la literatura escrita, los textos escritos, &lt;a href=”#_ftn2″&gt;[2]&lt;/a&gt; los textos representados con leguajes verbo-icónicos o icónico-verbales, como sucede con los anuncios publicitarios, con los espectaculares, porque ahí tenemos que hacer consideraciones que con frecuencia están fuera del alcance de nuestros horizontes cognoscitivos, fuera de nuestras posibilidades culturales, fuera de nuestro marco de referencia inmediato (Díaz-Corralejo, 2004). Imaginemos estar frente a una novela de un escritor árabe, chino, tailandés, zapoteco, kirguizio, etc. ¿Fácil con nuestra mentalidad occidental? Así, por ejemplo, las particularidades socioconfesionales o religiosas, las particularidades políticas de un grupo social, el folclor, condicionan el lenguaje corporal: &lt;/para&gt; &lt;para&gt [Andrés Oppenheimer. La hora final de Castro. La historia secreta detrás de la inminente caída del comunismo en Cuba] Ciertamente, a pesar del descontento general en Cuba, prácticamente nadie se atrevía a criticar a Castro en Público. No había leyendas anticastristas en las paredes –sobre todo después que algunos disidentes fueron sentenciados a tres años de cárcel por escribir “Abajo Castro” en una calle de La Habana a fines de 1989.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Lo más parecido a una leyenda anticastrista que vi en esa época fue un grafiti en el baño de hombres de la Facultad de Filosofía de la Universidad de La Habana. La leyenda garabateada con lápiz del lado interior de una de las puertas del baño, decía: “Abajo ya sabes quién.” El anónimo escriba no se había atrevido a mencionar al hombre fuerte cubano por su nombre, o quizá quería poder decir que se estaba refiriendo al presidente de Estados Unidos si era descubierto por la policía secreta.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Excepto unas pocas docenas de actividades de los derechos humanos que eran conocidos en el extranjero y se mantenían en contacto con embajadas occidentales, la mayoría de los cubanos no pronunciaba palabra alguna contra el líder cubano, incluso en compañía de amigos de confianza. Existía un temor endémico a los micrófonos ocultos.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Como consecuencia floreció en toda Cuba un extraño rito: el lenguaje político en señas. &lt;a href=”#_ftn3″&gt;[3]&lt;/a&gt; Observé por primera vez este fenómeno peculiar en una conversación con José, un soldador de una fábrica ubicada al sur de la ciudad. &lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] La conversación transcurrió apaciblemente. Nada fuera de lo usual.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Pero luego, cuando comenzamos a hablar de la situación política, José empezó a sacudir agitadamente las manos en el aire: hablaba con ellas. &lt;a href=”#_ftn4″&gt;[4]&lt;/a&gt; Sus únicas palabras eran monosílabos, preposiciones que unían sus gestos. &lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cuando hablaba de Fidel, José se llevaba los dedos al mentón y los cerraba, mientras inclinaba la cabeza hacia abajo, como indicando una barba. Cuando se refería a los militares, ponía dos dedos sobre el hombro, como para aludir a las charreteras de un uniforme. Para decirme que la gente temía a la represión, movía la mano horizontalmente apuntando el cuello, como describiendo un hacha [creo que machete] que les partiría la cabeza.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Para decirme que la gente a menudo decía una cosa y pensaba otra, hacía el signo de una cortina que caía sobre su cara, como si todos los cubanos usaran una máscara. Realizaba todos esos movimientos en rápida sucesión, con absoluta espontaneidad. Después de cada uno de estos mensajes corporales, levantaba las cejas, abría las manos, e intercalaba: “tú sabes…”&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Al regresar a La Habana pude constatar cuán complejo se había tornado el lenguaje corporal de los cubanos. Un sábado por la noche, mientras bebíamos un café en la casa de mi amigo el sociólogo, todos los invitados giraron al lenguaje corporal cuando incursionaron en el principal tema de la conversación en Cuba, Fidel Castro.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Pero había una mueca que yo no podía entender. El joven que estaba hablando –o más bien gesticulando– periódicamente se llevaba la mano a la cabeza y cerraba los dedos en el aire mientras elevaba la mano, como si estuviese pintando un gorro de payaso en el aire. Pregunté: ¿qué era esa señal tan extraña?&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Se trataba de un signo de barba a la inversa, explicó mi amigo.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;–Todo el mundo ya conoce el gesto normal de la barba –dijo–. De manera que cuando la gente habla en la calle, ahora utiliza éste.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; El miedo no sólo había inducido a la creación de un lenguaje clandestino de señales corporales, sino también a la invención de un segundo lenguaje de gestos contrarios, como precaución adicional. &lt;a href=”#_ftn5″&gt;[5]&lt;/a&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] No era necesario buscar mucho para encontrar ejemplos de movilidad social en la Cuba revolucionaria. Emilia, una camarera en el Hotel Presidente, era una de las tantas cubanas de origen campesino que había visto a sus hijos ascender en la escala social a partir de 1959. Emilia, una negra de sesenta y cuatro años, de baja estatura y gruesos lentes para leer, tenía dos hijos: su hija mayor era cirujana especializada en riñón en el Hospital Cira García, y su hijo menor era ingeniero eléctrico.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; –Antes de 1959, los negros no podíamos entrar a la universidad [cosa que es totalmente incierta, por supuesto] –me dijo un día Emilia, frotándose el antebrazo con el dedo índice, como para subrayar su color de piel. &lt;a href=”#_ftn6″&gt;[6]&lt;/a&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Los ademanes o gestos están directamente relacionados con el discurso verbal dialogado –también llamado comunicación interpersonal cara a cara, discurso cara a cara y discurso 3-D (en tres dimensiones), como le dicen algunos internautas–, que habitualmente se produce entre los individuos, entre los usuarios de las lenguas, &lt;a href=”#_ftn7″&gt;[7]&lt;/a&gt; tanto al nivel público como al nivel laboral como al nivel íntimo; un discurso que generalmente llamamos discurso verbo-corporal o discurso corpóreo-verbal, que debido a múltiples particularidades geográficas, culturales e interculturales, fisiológicas, psicológicas, evolutivas, lingüísticas, sociolingüísticas, lexicogenésicas y polimórficas (Ruano, 1987; Ruano, 1989; Ruano 1991; Ruano, 1993; Ruano, 2002a; Ruano, 2003b; Ruano, 2003c; Ruano, 2003f; Ruano, 2005b; Ruano, 2007a) presenta ciertas y a veces grandes dificultades en su decodificación, en su interpretación (Fitch, 2006; Tamarón, 2006), cosa que se acentúa en situaciones de traducción e interpretación (Ruano, 2004a; Ruano, 2004b) y en determinadas circunstancias de persuasión, cuando se intenta persuadir, es decir cuando se trata de influir en las demás personas, con palabras, gestos u otros medios no verbales como son las técnicas de relajamiento corporal, los masajes corporales, las gastronomías, las bebidas, las sustancias olorosas y los modificadores aromatizantes de ambientes, el arte religioso o las imágenes religiosas o armamentos o decorados o sonidos o ruidos o música o bailes o poemas, etc., para que se cambien, se maticen o modifiquen o se sostengan opiniones, ideas, criterios, creencias, valores, actitudes, siendo este asunto de la decodificación aun más difícil si la comunicación se produce entre grupos e individuos con culturas y clases muy diferentes o en estados de desigualdad evolutiva. Por esto, vemos que en los discursos verbo-corporales no solamente varían las lenguas o idiomas, los dialectos, las palabras, los significados, los fonemas, los alófonos, etc., sino también los gestos, las muecas, las mímicas, los ademanes con los que se expresan un mismo afecto de ánimo. Por esto, vemos que no solamente existe un polimorfismo lingüístico –palabras, sonidos, significados, etc., diferentes–, sino también un polimorfismo gestual –gestos, ademanes, muecas, mímicas, etc., diferentes–. Aprovechamos este apartado para referirnos un poco a la persuasión y su relación con el discurso verbo-corporal o corporeo-verbal. Todo el mundo, todas las culturas, todos los grupos sociales, todas las esferas sociales, todas las personas, conocen perfectamente los mecanismos de la persuasión, según sus contextos comunicativos particulares: clase sociocultural o estrato social, clase socioeconómica o estrato socioeconómico, status, categoría, rol, edad, sexo, imagen física, idioma, dialecto, tipos de inteligencia, aptitud, carisma, etc. Existe la persuasión consciente o voluntaria y también la persuasión inconciente o involuntaria, según se tenga o no el conocimiento preconcebido, prejuzgado, expreso, claro, etc., de lo que estamos haciendo, de lo que vamos a hacer, de lo que intentamos hacer. La persuasión se relaciona con la manipulación, que se produce –la manipulación– generalmente en cuatro formas (Ruano, 2003a). Persuadir y manipular, persuasión y manipulación, son palabras, términos, que poseen una estrecha relación semántica, son términos con estrecha asociación de ideas. La persuasión consciente, voluntaria, deliberada, ha sido lo suficientemente investigada como para que nos quede bien claro cómo funciona y qué objetivos busca. Así, esferas como la política, el sindicalismo, la religión, las fuerzas armadas, el ejército, la policía, la de la impartición de la justicia y el derecho, la mercadotecnia, la publicidad, la propaganda, la salud y las leyes antitabacos, anticigarros, antidrogas, antialcoholismo, antidoping, antiesteroides, la protección contra el SIDA, las enfermedades venéreas o por transmisión sexual, el uso del condón, el uso de anticonceptivos, la producción de abortos, la anorexia, la bulimia, la dismorfobia, la vigilancia tiempo completo contra focos de pederastia clerical –de la misma manera que, por el contrario, las campañas de persuasión que llevan a cabo algunos grupos sociales religiosos para el no uso del condón, los anticonceptivos, el aborto, el enjuiciamiento a curas pederastas y funcionarios religiosos pederastas, etc.–, la vida en familia, etc., tienen sus claves y estrategias particulares de persuasión y manipulación (Merton, 1946; Packard, 1970; Brown, 1972; Roloff y Miller, 1980; Dyer, 1982; Reyzabal, 2002; Bou, 2005), de la misma manera que en la vida personal, que en los sentimientos y las actitudes personales, en las relaciones afectivo-amoroso-sexuales, la persuasión tiene su marcada presencia (Austen, 1818). &lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cuando estamos persuadiendo también estamos disuadiendo, según sean las particularidades sociolingüísticas, verbo-corporales, cognoscitivas e ideológicas de los receptores de la comunicación, de los receptores de la persuasión, de los receptores de la manipulación, y también, por supuesto, de los emisores que pretenden realizar la persuasión, la manipulación, en donde sus recursos y estrategias argumentativos desempeñan un papel trascendental según sean los contextos discursivos y las modas y estilos que se consideran apropiados y aceptables para los diferentes tipos de discursos y argumentos (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1990; Anscombre y Ducrot, 1994; Santibáñez, 2001).&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Los ademanes y gestos varían o pueden variar según los niveles de uso de los lenguajes: culto, medio y bajo. Ahora bien, la cuestión no se limita “exclusivamente” a hablar, a emplear palabras. Una cosa es lo que quiero decir y otra es lo que digo; una cosa es querer decir y otra cosa es poder decir o no decir nada. &lt;a href=”#_ftn8″&gt;[8]&lt;/a&gt; Sabemos que una misma locución, que una misma frase, que una misma oración, se puede decir de muchas maneras, debido a la expresividad, a los artificios expresivos, a los recursos estilísticos que nos brinda la lengua. &lt;/para&gt; &lt;para&gt;Las lenguas o idiomas tienen varias funciones:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;fig&gt;&lt;img src=””&gt;&lt;cap&gt;&lt;p&gt; &lt;b&gt; Imagólogo, paisólogo, filólogo y lingüista cubano FERNANDO ANTONIO RUANO FAXAS &lt;br&gt; DIPLOMADO &lt;br&gt; INTRODUCCIÓN EN LA FILOLOGÍA, LA IMAGOLOGÍA Y LA LINGÜÍSTICA &lt;br&gt; Cuadro de las funciones de la lengua o funciones del lenguaje &lt;/b&gt; &lt;/p&gt; &lt;/cap&gt;&lt;img src=”https://ruanofaxas.files.wordpress.com/2012/02/ruano-faxas-lenguas1.jpg”&gt;&lt;div _mce_bogus=”1″ class=”clearfix”&gt;&lt;/div&gt;&lt;/fig&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Cuando hablamos de funciones de la lengua generalmente recordamos este esquema propuesto por Roman Jakobson, &lt;a href=”#_ftn9″&gt;[9]&lt;/a&gt; en donde se destacan estas seis funciones; pero realmente la teoría de las funciones de la lengua tiene una larga y compleja historia. &lt;a href=”#_ftn10″&gt;[10]&lt;/a&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt;A través de los idiomas o lenguas –ya sean naturales o artificiales–, y sus variantes dialectales, podemos exteriorizar, expresar, cinco acciones básicas: 1. Petición, 2. Oferta, 3. Promesa, 4. Evaluación y 5. Aserción (Ribeiro, 2001: 30).&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Y cada una de estas cinco acciones básicas de la comunicación verbal implica la presencia de un determinado lenguaje verbal y de un determinado lenguaje corporal, es decir de un determinado léxico, de unos determinados significados en contexto, de unas determinadas fórmulas lingüísticas, de unos determinados estilos lingüísticos y también de unos determinados gestos o variantes corporales, implica la presencia de unos determinados protocolos comunicativos verbo-corporales, que en situaciones de una comunicación globalizada, de una comunicación mundializada, de una comunicación intercultural, ya sea a través de los idiomas o de los geolectos o de los sociolectos, implica considerar con mucho cuidado no solamente la comunicación como tal, sino también los problemas que pueden presentarse, y que de hecho se presentan, en esa comunicación debido a ciertos “ruidos” comunicativos, a ciertos problemas de entendimiento adecuado de la comunicación, que aparecen como resultado de la variabilidad lexicogenésica de los idiomas, como resultado de la variabilidad semántica de los idiomas, de los dialectos, debido a las realias, a los culturemas, a los “puntos ricos o rich points”, etc. (Ruano, 2002b). Todos estos problemas comunicativos aparecen no solamente en la comunicación entre regiones y países diferentes, sino que también se producen dentro de los mismos regiones y países en donde existen diferencias culturales, étnicas, lingüísticas, protocolares, jurídicas, etc., y en donde son evidentes y marcadas las diferencias educativas, instruccionales, científicas, técnicas, económicas, etc., como es el caso de, por ejemplo, Rusia, China, Canadá, España, Israel, México, Brasil…&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cuando hablamos y gesticulamos, cuando el cuerpo expresa nuestros sentimientos, gustos, deseos, aspiraciones, anhelos y frustraciones, de la misma manera que lo hacen las palabras, siempre tenemos posibilidades de elegir alternativas o variantes estilísticas, que generalmente significan la misma cosa, pero que no la exponen de la misma manera. “La elección entre dos o más formas ‘sinónimas’ estará dictada por consideraciones de expresividad: escogeremos aquella que comporte el grado conveniente de emoción y de énfasis, aquella cuyo tono, ritmo, estructura fonética y registro estilístico sean más adecuados para el propósito de la frase y para la situación en que esta tiene lugar” (Ullmann, 1968: 122-123). Tanto las palabras como los gestos, es decir, tanto la comunicación verbal como la comunicación no verbal de tipo corporal, en conjunto, en una armoniosa, equilibrada y satisfactoria correlación, deciden la asimilación de los textos, principalmente de los textos hablados, pero también de los textos escritos –y los textos dibujados, los textos pintados, etc.–, en especial cuando nos referimos a los textos icónico-verbales, en donde se mezclan imágenes y palabras (Salvat, 1975; Abad y otros, 1984: 319-341; Kurt, 1995). También queda claro que la asimilación de los textos no depende solamente de esto, de la comunicación verbal y de la comunicación no verbal, porque aquí intervienen además otros factores, especialmente los factores sicológicos y sociológicos que afectan los discursos de emisores y receptores en general y en particular (Leóntiev, 1979a y 1979b; Kúlish, 1979).&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Con relación a esto, creo necesario recordar que debido a la trascendencia de México en las esferas política, económica, migratoria, cultural, periodística, radiofónica, televisiva, cinematográfica, etc., muchas veces se ha comentado acerca de una “forma especial de hablar y escribir de los mexicanos”, de la misma manera que también los demás usuarios de los otros idiomas y dialectos tienen esas “formas discursivas lingüísticas especiales” o exclusivas, ya sea al nivel geográfico –geolectos– o al nivel social –sociolectos– del uso del idioma, en particular en lo referente al uso de determinadas palabras y términos, generalmente llamados “mexicanismos” (Santamaría, 1992; Lara, 1996; Ávila, 2003), que ha creado el “macrodialecto del español de México”, con sus aproximadamente diecisiete dialectos geográficos y un sinfín de dialectos sociales, profesionales y técnicos, todo lo cual establece el evidente “polimorfismo” del idioma español hablado y escrito en este país (Ruano, 2003f; Ruano, 2003g). Pero además, también en México está presente “una forma especial de plantear las cosas”, de hablar, que se llama “cantinflear”, es decir, hablar mucho y no decir nada, “hablar deshilvanadamente, disparatadamente”, &lt;a href=”#_ftn11″&gt;[11]&lt;/a&gt; hablar con un “estilo mítico” (Ruano, 1992b), “Hablar sin comunicar mensaje alguno ni cubrir el punto. También puede consistir en el expresarse con frases, o palabras incoherentes, incompletas o fuera de orden […] Historia: La palabra [cantinflear] surge para describir el particular modo de hablar del personaje Cantinflas creado por el cómico mexicano Mario Moreno Reyes quien participó en decenas de películas y obras de teatro (en el siglo XX). Este modo de hablar era utilizado por Cantinflas para intentar confundir o convencer a otros de que él tenía la razón aún cuando no necesariamente fuera ese el caso”, &lt;a href=”#_ftn12″&gt;[12]&lt;/a&gt; lo que es muy común –pero no exclusivo–, por ejemplo, entre individuos con una limitada y deficiente educación e instrucción, con deficientes protocolos comunicativos-verbo-corporales, en especial en las nuevas situaciones comunicativas de globalización mundializada, y también este fenómeno lingüístico cantinflesco se puede observar en México en políticos, estadistas, administradores e impartidores de justicia, empresarios, funcionarios, ejecutivos, profesionistas, alumnos universitarios y alumnos de postgrado, etc. Creo necesario destacar que cuando hablamos de “cantinflear” y “cantinfleo”, no nos referimos a la “peladez“ y al “pelado o pelao”, que según Samuel Ramos es: &lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] un individuo que lleva su alma al descubierto, sin que nada esconda en sus más íntimos resortes [que] ostenta cínicamente ciertos impulsos elementales que otros hombres procuran disimular [y que] pertenece a una fauna social de categoría ínfima y representa el desecho humano de la gran ciudad [que] en la jerarquía económica es menos que un proletario y en la intelectual un primitivo [que] la vida le ha sido hostil por todos los lados, y su actitud ante ella es de un negro resentimiento. Es un ser de naturaleza explosiva cuyo trato es peligroso, porque estalla al roce más leve. Sus explosiones son verbales [y gestuales], y tienen como tema la afirmación de sí mismo en un lenguaje grosero y agresivo [que] ha creado un dialecto propio cuyo léxico abunda en palabras de uso corriente a las que da un sentido nuevo [y que es] un animal que se entrega a las pantomimas de ferocidad para asustar a los demás, haciéndoles creer que es más fuerte y decidido […] (Ramos, 2001: 53-54).&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Pues bien, la persona que “cantinflea al hablar” también “cantinflea con sus gestos”. No podemos hacer, de manera “natural”, una cosa sin la otra, ambas van acompañadas. Habitualmente es imposible cantinflear con palabras y no cantinflear con los gestos, porque en algún momento el cuerpo te traiciona, la cara te traiciona, las manos y los brazos te traicionan, especialmente a los ojos de las personas instruidas, por el conocimiento científico o por la experiencia de los años, en estos tipos de lenguajes. Por tal motivo, debemos evitar cantinflear. Una cosa es ajustar nuestros discursos verbales y corporales a los diferentes estilos posibles que a cada momento se nos presentan, ya sea el estilo formal, el informal, el administrativo, etc., y otra cosa es cantinflear, lo que sencillamente quiere decir, en términos llanos, que no tienes ni idea de lo que estás diciendo. Existen sectores de la sociedad donde este “lenguaje formal y oscuro” es más evidente:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] El lenguaje formal y oscuro probablemente sea el arma principal de autodefensa del mexicano. Usando palabras y frases [con sus respectivos gestos, por supuesto] que, aparentemente, carecen de sentido, puede proteger sus emociones, evitar el riesgo de comprometerse e incluso prodigar alabanzas sin sentirse servil. El concepto es sencillo: el lenguaje tiene vida propia, casi como si las palabras, y no las personas, se comunicaran entre sí. Incluso las pinturas prehispánicas ilustraban la conversación por medio de globos que revoloteaban en suspenso frente a los oradores. Las promesas huecas y las mentiras francas salen fácilmente, puesto que las palabras no tienen valor intrínseco propio. La franqueza o la sinceridad excesivas se consideran groseras e incluso las discusiones importantes deben ir precedidas de charlas sobre la familia o chismes políticos. El lenguaje sirve de campo neutral donde las personas pueden relacionarse sin peligro de confrontación.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;En la vida pública, la independencia de las palabras es crucial, toda vez que los altos funcionarios esperan verse adulados. Los talentos atribuidos a cada Presidente –mientras está en el poder– rayan en lo ridículo. Sin embargo, no se espera que la manada de acólitos que rodea a cada jefe justifique su servilismo después de que el funcionario deje el poder; simplemente transfiere su adulación al siguiente jefe. La retórica usada por los funcionarios para discutir las cuestiones públicas es causa de más estupefacción. Cualquier político aspirante puede lanzarse a la oratoria al instante, con la intención de llenar el aire con palabras y frases bellas, en lugar de explicativas. Como el uso de un lenguaje directo implicaría un compromiso, gran parte de los discursos oficiales son conceptuales, y defienden principios y valores que la mayoría de los gobiernos ignoran en la práctica. Las plataformas electorales se construyen en torno a frases grandilocuentes sostenidas por ilusiones. Innumerables mensajes –desde pontificaciones nacionalistas de figuras históricas hasta admoniciones morales directas– se pintan en los muros, como si tuvieran la facultad de influir en el pensamiento del mexicano común y corriente.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cuando se debe transmitir un mensaje político real, generalmente está disfrazado con una clave secreta que incluso quienes hablan español fluidamente, pero no son de México, deben luchar por descifrar [aunque la mayoría de los mexicanos nativos de este país y residentes en él, inclusive con educación superior, tampoco pueden descifrar, y los cercanos al discursante, de su mismo grupo, interpretan y decodifican de las maneras más disímiles, rayando en ciertos casos en la ridiculez, el cantinfleo, la burla y el humor negro: “lo que el presidente quiso decir…”]. Los Presidentes pueden referirse a “emisarios del pasado” o “espejos externos”. El dirigente del partido gobernante, en cierta ocasión, atacó virulentamente a “quienes desde camarillas oscuras establecen alianzas vergonzantes que el pueblo rechaza”, referencia que sólo un puñado de políticos pudo entender. (Se refería a una reunión entre políticos conservadores de la oposición y diplomáticos de Estados Unidos.) A veces, las palabras elegidas incluso pueden contradecir el significado pretendido, haciendo que los no iniciados lleguen a la conclusión equivocada. En otras ocasiones, una fuerte negación –“No hay crisis”– sirve para confirmar el reconocimiento oficial del problema. Los periódicos del país, por regla general, contribuyen poco al esclarecimiento: usualmente evitan los peligros del análisis y los reportajes a fondo, publicando interminables entrevistas, mientras que, con frecuencia, hay que descifrar las columnas políticas más pertinentes para poderlos entender.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;La cautela es la norma. Cuando se invita a funcionarios mexicanos a hablar en el extranjero, por más incisivas que sean las preguntas que se les hagan, jamás conducirán a la aceptación de fracasos del sistema. Incluso los historiadores, los politólogos y los mismos sociólogos mexicanos son renuentes a ser francos en público, y algunos evitan presentarse en un podio con políticos de la oposición interesados en poner en vergüenza al régimen. Debido a los riesgos que entraña el definirse, los tratados académicos más importantes sobre México los han escrito extranjeros. Empero, todo este ritual sirve para un propósito político importante: proporciona una cortina de humo tras la cual se puede ejercer el poder real, al tiempo que se conserva la ilusión de un debate político. Y, aunque cada Presidente puede determinar el tinte ideológico de su gobierno, la inmutable retórica le presta continuidad al sistema, aunque sólo sea porque perpetúa sus mitos.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;El lenguaje de la vida pública refleja, en esencia, el lenguaje que emplean los mexicanos en sus relaciones cotidianas. Es un lenguaje formal que puede ocultar infinidad de sutilezas. Algunas frases ornadas son usadas de manera inconsciente […] Los significados se ocultan entre líneas, en pausas, énfasis o entonación, incluso en sonidos o gestos extraños […] En estas contorsiones lingüísticas sin fin, la fascinación del mexicano por el detalle y su obsesión por los matices son satisfechos constantemente (Riding, 2002: 22-25).&lt;/para&gt; &lt;para&gt;El cantinfleo discursivo puede incluir también elementos de lo que en México se llama “cotorrear”, es decir “hablar con exceso y con bullicio [al estilo de los cotorros o cotorras o pericos o pericas o loros o loras, etc.]”. Existen regiones, continentes, países, grupos de usuarios de los lenguajes, esferas laborales, gabinetes político-gubernamentales-administrativos, religiones y sectas religiosas, etc., en donde el cantinfleo no solamente está ampliamente difundido, sino que sus alcances son alarmantes en el mundo moderno, desarrollado y civilizado. En inconcebible que en la actualidad en algunos países y esferas sociolingüísticas el cantinfleo funcione como prácticamente “la norma” discursiva verbo-corporal”. El discurso cantinflesco, en especial el de ciertos políticos, funcionarios públicos, partidistas, senadores, diputados, abogados y jueces, locutores, periodistas y conductores de programas televisivos y radiofónicos, líderes (?), empresarios, directivos educativos y maestros, anfitriones y maestros de ceremonias, etc., nos recuerda la fábula “El loro en la tertulia”, del escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi:&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Por una casualidad, &lt;br&gt; en tertulia se reunieron &lt;br&gt; brutos y aves, y comieron &lt;br&gt; en buena paz y amistad. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Hallóse por convidado &lt;br&gt; a esta célebre función &lt;br&gt; un loro, que a la sazón &lt;br&gt; de la jaula había escapado. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Cada cual, a su manera, &lt;br&gt; dedicóse a conversar; &lt;br&gt; el loro llegó a cansar &lt;br&gt; con su charla chocarrera. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Con ademán presuntuoso &lt;br&gt; y con mucha algarabía, &lt;br&gt; dijo que todo entendía, &lt;br&gt; que era docto y talentoso. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Ya tocaba la trompeta, &lt;br&gt; ya pedía chocolate, &lt;br&gt; y con tanto disparate &lt;br&gt; el auditorio se inquieta. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Desatino garrafales &lt;br&gt; soltaba a cada momento, &lt;br&gt; y tenía en un tormento &lt;br&gt; a los otros animales. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Sin embargo, admiradores &lt;br&gt; tuvo el loro entre los brutos &lt;br&gt; que aplaudían, como frutos &lt;br&gt; de su ciencia, sus errores. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Esto más lo envanecía, &lt;br&gt; y cuando un ¡bravo! escuchaba &lt;br&gt; del asno que rebuznaba &lt;br&gt; “¡ay qué regalo!”, decía. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Muy pronto en una camorra &lt;br&gt; la reunión se convirtiera, &lt;br&gt; si por dicha no estuviera &lt;br&gt; allí la atrevida zorra. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Conoció el disgusto, astuta; &lt;br&gt; de calmar a todos trata; &lt;br&gt; –Lorito, dame la pata, &lt;br&gt; dijo, entremos en disputa. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Si es amplio, pues, tu saber, &lt;br&gt; dime, por Dios, una cosa: &lt;br&gt; ¿Por qué es tu mujer golosa &lt;br&gt; y qué cosa es la mujer? &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Todo se atrojó el salvaje &lt;br&gt; y dijo: –Amiga, en rigor, &lt;br&gt; la mujer es ¡A babor! &lt;br&gt; ¡a estribor! ¡fuego! ¡buen viaje! &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Oyendo tales dislates, &lt;br&gt; por un loco lo tomaron, &lt;br&gt; y unánimes condenaron &lt;br&gt; su charla y sus disparates. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; –No, no es loco este infelice &lt;br&gt; (clama la zorra, de pronto): &lt;br&gt; habla mucho porque es tonto &lt;br&gt; y no sabe lo que dice. &lt;/para&gt; &lt;para&gt; ¡Verdad amarga, quizá, &lt;br&gt; que oyó el loro con desprecio! &lt;br&gt; ¡Ya se ve! ¿de esto, al necio &lt;br&gt; qué cuidado se le da? &lt;/para&gt; &lt;para&gt; A muchos necios aplico &lt;br&gt; mi fábula, ella comprende &lt;br&gt; al que habla mucho y no entiende &lt;br&gt; lo que habla, como el perico. &lt;/para&gt; &lt;para&gt;Y así, de la misma manera que el discurso hablado será diferente en la medida en que diferente sea la esfera comunicativa en la que se emplea la lengua o idioma, esta misma suerte le tocará a los ademanes o gestos, al lenguaje corporal:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] la comunicación interpersonal cara a cara es la que transmite la máxima información emocional, porque añade a la comunicación verbal (con su entonación, inflexiones de voz, sus pausas y su prosodia) el inmenso campo de estímulos de la comunicación no verbal: expresiones faciales, miradas, gestos, olores, etc. Las mediaciones técnicas de la comunicación reducen siempre tal riqueza de mensajes y de matices. La videoconferencia transmite menos información que la relación cara a cara. El teléfono menos y el correo electrónico menos todavía.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;El teléfono entronizó a la voz como principal medio de comunicación humana, en detrimento de la imagen, de la tactilidad o del olor […] La sociedad telefónica ha sido, pues, una sociedad vococéntrica –centrada en la voz–, que recorría el tejido social velozmente, densamente y en todas las direcciones.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; En esta sociedad telepolifónica la voz reemplazaba a la presencia visual, a la apariencia física y a los modales gestuales en la vida social. Para compensar la mutilación sensorial y la frialdad de este único canal comunicativo, los diseñadores se esmeraron en sofisticar la forma y aspecto de los aparatos telefónicos, dotándolos de mayor personalidad, elegancia y colores más cálidos. El arcaico aparato negro, uniforme e impersonal fue sustituido con ventaja por seductores gadgets [mecanismos, chatarras], estilizados, elegantes, barrocos, golosos y hasta eróticos. El timbre ya no era un timbre, sino un suave “bip-bip”. Y el aparato un compañero cálido que compensaba la ausencia física del ser humano con el que se hablaba, pero al que no se podía ver ni tocar. Una cosa iba por la otra […] &lt;a href=”#_ftn13″&gt;[13]&lt;/a&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt;Los gestos son complementos de la palabra y, como ya sabemos, en ocasiones son sustitutos de ella. Son los movimientos que a propósito realizamos por alguna parte del cuerpo, ya sea la cabeza, los hombros, los brazos o las manos, para reforzar o demostrar lo que decimos. Si la palabra ha de ser dicha con naturalidad y espontaneidad, el gesto debe ser entonces necesaria e involuntariamente espontáneo, sin sujeción a normas objetivizables. Dar normas sobre el gesto equivaldría a propugnar la afectación, que podrá estar justificada en el actor de teatro, de televisión, de cine, en los modelos, edecanes, vendedores, etc., pero nunca en la persona que quiera expresarse con naturalidad. El ademán, el gesto, está animado sobre todo por el mundo afectivo del que habla y es su mejor expresión. El gesto puede llegar a donde la palabra no llega y puede expresar con fidelidad estados de ánimo que la palabra a veces no puede reflejar. La ausencia de normas concretas que regulen de un modo adecuado los gestos, se debe a la imposibilidad de una normativa, que si existiera atentaría contra la espontaneidad y la naturalidad que son uno de los atractivos y también exigencias de una correcta expresión oral. El gesto es una expresión personalísima, un desahogo en cierto modo íntimo y cada uno usa el que se adecua a su peculiar modo de ser. La función social de los gestos puede ser de dos tipos: 1. Función de afiliación, es decir los gestos contribuyen a la expresión del afecto, que puede ser positivo o negativo. Así por ejemplo, un contacto ocular más frecuente y prolongado puede ser entendido como una postura abierta hacia el otro o los otros; mientras que mantener la distancia física o permanecer cruzado de brazos, etc., puede ser indicativo de un mayor distanciamiento, y 2. Función de control, es decir que a través de los movimientos corporales se ejerce influencia sobre los demás con el objetivo de modificar su conducta y cambiar sus criterios, ya sea para bien o para mal, y un ejemplo de esto son los llamados gestos batuta, es decir aquellos gestos que hacemos con brazos y manos para apoyar, precisar, reforzar nuestra comunicación. En este sentido del control, se comunica estatus, poder y dominio. Así, por ejemplo, la mirada es una de las conductas más importantes a la hora de diferenciar a las personas con un estatus alto, dominantes y poderosas. Así, las personas con menos poder suelen mirar más a las personas más poderosas, y viceversa (Ramos, 1988; Wiemann y Giles, 1990; Musitu y Bueno, 1990; Pease, 2002). A grandes rasgos existen los gestos convencionales y los gestos descriptivos –o gestos batuta–. También se habla de los gestos-manera de decir y gestos-manera de hacer o gestos-acción, en el sentido de que existen gestos que “dicen” algo concreto, que queda claro lo que hay que hacer, como vete, ven, agáchate, sube, baja, date la vuelta, etc., y de que existen gestos que nos “dicen” cómo se hace una cosa, la forma de hacer una cosa, como por ejemplo, encender un cigarro, encender un tabaco o puro –lo que tiene su técnica, por supuesto, y variados estilos de liado o enrollado, consumo, babeado, mascado, encendido, aspirado, escupida y apagado, con sus significados particulares (Ruano, 2003h; Bergès, 1968)–, cómo arrancar los granos tiernos de café de la planta, cómo tomar el té o el café o el tequila, cómo utilizar los cubiertos, cómo pasarse la servilleta por la boca y las manos, cómo realizar determinados ejercicios fisioterapéuticos y religiosos o socioconfesionales, cómo batir una mezcla para cocinar u hornear, etc. (Bergès, 1968).&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Inclusive, existen reflexiones muy interesantes en torno al “gesto de amar”, que tocan desde el sensacionalismo hasta la mojigatería. Aquí apuntaremos, no sin cierta tristeza, que por desgracia un gesto tan humano, tan maravilloso, como es el gesto de amar, ya es bastante difícil verlo en muchas comunidades sociales dado que este gesto ha sido desplazado, por lo menos en la “cultura occidental”, por presión social, al mundo de lo privado, de lo reservado, de lo tabuizado, &lt;a href=”#_ftn14″&gt;[14]&lt;/a&gt; tal vez por una cierta influencia de la sexualización de los códigos que se produce a partir de la gazmoñería victoriana. Lo más penoso en este caso es que, es verdad, en nuestra cultura occidental y, en este caso, latina, hay que refrenar muchos sentimientos sinceros y camaraderiles para evitar que “la sociedad” confunda el gesto de amar con el gesto sexual. &lt;/para&gt; &lt;para&gt;En otro orden de cosas, debido a que a todo ciudadano le debe interesar su forma discursiva oral y su forma discursiva corporal, sus gestos en sociedad, según sea el grupo social en el que se encuentra, grupo de amistades, grupo familiar, grupo de trabajo, etc., creemos conveniente aquí, entonces, hablar un poco acerca de los tipos de discursos orales, para así tener una idea de las variantes gestuales según sea el caso.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Los discursos orales pueden ser:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. De ocasión social. Se pronuncian, por ejemplo, en inauguraciones y ceremonias.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Forense. Se emiten en un foro. Un espacio de discusión de asuntos público, como las Cámaras, o de casos judiciales, como los tribunales.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. Didáctico. Se incluyen el de la cátedra y la conferencia.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;4. Deliberativo. Implican la participación de varios sujetos para discutir sobre un asunto determinado. El panel y el debate son sus formas comunes.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;5. Político.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cualquier esquema actual de un discurso puede llevar el siguiente orden:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. Hacer un buen principio, exordio o introducción.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Desarrollar el argumento en forma lógica y considerando el ambiente y las circunstancias.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. Lograr una conclusión eficaz.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Los discursos orales también se clasifican en:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. Leído.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Memorizado.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. Improvisado.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;4. Discurso ex-témpore. Es un procedimiento combinado, pues se lee y se improvisa. Las “clases” que imparte habitualmente el profesor son ejemplos de este tipo de discurso.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;La finalidad de un discurso radica en convencer a los oyentes de nuestros propios puntos de vista. Es importantísimo para el orador conocer las características del público al que se está dirigiendo, sus intereses, aspiraciones generales, ya que de esta manera podrá usar en su exposición oral las palabras o ideas que llamen la atención de la gente y así podrá introducir más fácilmente sus planteamientos en la mente de las personas. Con bastante frecuencia vemos que el fracaso de muchos oradores –inclusive con todas las buenas intenciones y un gran deseo de cooperación en muchas causas y funciones– radica en que parece que olvidan que también en el discurso, oral o corporal, hay que establecer las diferencias entre lo personal, lo biográfico, lo doméstico o familiar y lo político, los medios masivos y las instituciones en general. No podemos comportarnos de la misma manera en el hogar y en el trabajo, en el club y en el gabinete gubernamental, en nuestro país –con sus folclores y tradiciones– o en un país extranjero –con sus folclores y tradiciones– que desconocemos. ¡Todo tiene su chiste!, como se dice en México.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; Uno de los grandes problemas de hablar en público es el miedo, la inseguridad. ¿Cuántos de nosotros no hemos padecido los síntomas de este singular mal? ¿Por qué después de haber preparado con minuciosidad nuestro discurso, de haber estudiado y estructurado las frases e ideas que pensamos expresar, nos presentamos ante los demás o subimos al estrado y repentinamente nos empiezan a temblar las piernas, a sudar las manos, una sensación fría nos recorre la espalda y nuestra garganta se resiste a emitir sonido alguno y nuestro cuerpo comienza a lanzar los gestos más desatinados? Sentimos que pensamientos, palabras y gestos pertinentes huyen de nosotros dejándonos abandonados ante el inclemente auditorio. Incluso varios grandes oradores nunca lograron librarse del temor inicial a enfrentarse al público, pero la clave de su éxito residió en que siempre se hicieron del valor suficiente para superar esta etapa y hacer de la exposición oral un placentero deleite propio y ajeno. &lt;a href=”#_ftn15″&gt;[15]&lt;/a&gt; &lt;/para&gt; &lt;para&gt; Existen cientos de textos que tratan la relación de los gestos con el acto discursivo oral. Algunos de estos textos son célebres y muy educativos, como éste de Shakespeare, en &lt;i&gt;Hamlet, Príncipe de Dinamarca&lt;/i&gt; , Acto Tercero, Escena II, que convendría leer y aprender a muchos funcionarios, directivos y hasta docentes de nuestras sociedades; pero en especial a los políticos y hombres de Estado de nuestra América: &lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;fig&gt;&lt;img src=””&gt;&lt;cap&gt;&lt;p&gt; &lt;b&gt;FERNANDO ANTONIO RUANO FAXAS&lt;/b&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;b&gt;TALLER&lt;/b&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;b&gt;COMUNICACIÓN VERBAL Y COMUNICACIÓN NO VERBAL&lt;/b&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;b&gt;PARA EJECUTIVOS DE EMPRESAS GLOBALIZADAS&lt;/b&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;a href=”http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/c%C3%B3mo-hablar-correctamente-en-p%C3%BAblico/19j6x763f3uf8/43″&gt; &lt;b&gt;http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/c%C3%B3mo-hablar-correctamente-en-p%C3%BAblico/19j6x763f3uf8/43#&lt;/b&gt; &lt;/a&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;a href=”http://knol.google.com/k/protocolo-y-etiqueta-o-protocolos-y-etiquetas”&gt; &lt;b&gt;http://knol.google.com/k/protocolo-y-etiqueta-o-protocolos-y-etiquetas#&lt;/b&gt; &lt;/a&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;a href=”http://knol.google.com/k/imagen-p%C3%BAblica-o-imagen-social”&gt; &lt;b&gt;http://knol.google.com/k/imagen-p%C3%BAblica-o-imagen-social#&lt;/b&gt; &lt;/a&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt; &lt;a href=”http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/cuidado-no-nos-confundamos-que-una-cosa/19j6x763f3uf8/184″&gt; &lt;b&gt;http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/cuidado-no-nos-confundamos-que-una-cosa/19j6x763f3uf8/184#&lt;/b&gt; &lt;/a&gt; &lt;/p&gt; &lt;p&gt;&lt;/p&gt; &lt;/cap&gt;&lt;img src=”https://ruanofaxas.files.wordpress.com/2012/02/ruano-faxas-hamlet-shakespeare1.jpg” width=”637″ height=”479″&gt;&lt;div _mce_bogus=”1″ class=”clearfix”&gt;&lt;/div&gt;&lt;/fig&gt;&lt;/para&gt; &lt;para&gt;&lt;br&gt; Entra Hamlet, con algunos cómicos. &lt;/para&gt; &lt;para&gt;Hamlet. —Te ruego que recites el pasaje tal como lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz en grito, como acostumbran muchos de vuestros actores, valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero. Guárdate también de aserrar demasiado el aire, así, con la mano. Moderación en todo, pues hasta en medio del mismo torrente, tempestad y aun podría decir torbellino de tu pasión, debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. ¡Oh!, me hiere el alma oír a un robusto jayán [persona alta y fuerte] con su enorme peluca desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guiñapos, hendiendo los oídos de los «mosqueteros», que, por lo general, son incapaces de apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo. De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante. ¡Esto es ser más herodista que Herodes! ¡Evítalo tú, por favor!&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cómico 1. —Lo prometo a Vuestra Alteza.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Hamlet. —No seas tampoco demasiado tímido; en esto tu propia discreción debe guiarte. Que la acción responda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la Naturaleza, porque todo lo que a ella se opone se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad; mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen y a cada edad y generación su fisonomía y sello característico. De donde resulta que si se recarga la expresión o si esta languidece, por más que ello haga reír a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros. ¡Oh!, cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar, y en alto grado, que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos, de gentiles, ni tan siquiera de hombres, se pavoneaban y vociferaban de tal modo, que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres, le resultaron unos engendros: ¡tan abominablemente imitaban la Humanidad!&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Cómico 1. —Creo que en nuestra compañía se ha corregido bastante ese defecto.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Hamlet. —¡Oh, corregidlo del todo! Y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado, porque algunos de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reír a unos cuantos espectadores imbéciles, aun cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención. Esto es indigno, y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Flora Davis, reconocida investigadora de la conducta corporal, dice:&lt;/para&gt; &lt;para&gt; […] en formas mínimas, el cuerpo del hombre baila continuamente al compás de su discurso. Cada vez que una persona habla, los movimientos de sus manos y sus dedos, los cabeceos, los parpadeos, todos los movimientos del cuerpo coinciden con ese compás […] este ritmo se altera cuando hay algunas enfermedades o trastornos cerebrales. Los esquizofrénicos, los niños autistas, las personas afectadas por el mal de Parkinson [coreas: agudas, como la corea de Sydenham o mal o baile de San Vito, y crónicas, como la corea de Huntington &lt;a href=”#_ftn16″&gt;[16]&lt;/a&gt; ], epilepsia leve o afasia y los tartamudos, están fuera de sincronía consigo mismos. La mano izquierda puede seguir el ritmo del discurso, mientras que la derecha está completamente desfasada. El resultado […] es una fugaz impresión de torpeza, una sensación de que algo no funciona en la forma en que se mueve el individuo (Davis, 1995: 133). &lt;/para&gt; &lt;para&gt; En otro texto, &lt;i&gt;Cómo hablar correctamente en público&lt;/i&gt; , de Gastón Fernández de la Torriente, se expone lo siguiente: &lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] los gestos, además de su utilidad para reforzar y clarificar las ideas, son muy valiosos también en cuanto ayudan a mantener la atención de los oyentes. Del mismo modo en que nos fijamos más en un orador que se desplaza de uno a otro punto, que en otro que se mantiene fijo en el mismo lugar, también escucharemos con mayor atención al orador que efectúa los ademanes apropiados. A menos que pueda compensar y suplir de alguna manera la falta de gestos, el orador no conseguirá, si no los usa, más que una respuesta apática de los oyentes.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Algunos criterios, como los siguientes, nos podrán servir para determinar el grado de su eficacia:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Sinceridad: Concordancia entre lo que se siente y lo que se revela a través del gesto o la mímica.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Sincronismo: Cuando las palabras expresen duda será el momento preciso en que deba aparecer un rictus dubitativo en el rostro del emisor.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Exactitud: No bastará solamente apuntar un gesto ni abandonarlo después de haberlo comenzado.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Diversidad: Decían los antiguos que “las cosas dos veces repetidas agradan”. Sin embargo, más de dos veces pueden desagradar. Pero si hay que hacerlo, se deben usar gestos variados y espaciarlos suficientemente, porque la repetición frecuente de un gesto, acaba por importunar.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Sencillez: Preséntese uno tal cual es, sin ademanes afectados, ni gestos preciosistas, ni mímicas demasiado estudiadas. Evítense a toda costa las falsas sonrisas, los ojos deliberadamente entornados, los movimientos pedantescos o las admiraciones suspiradas, que se apartan de la naturalidad.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[…] El mejor [gesto] es el que acierta a exteriorizar con el cuerpo o con algún miembro del cuerpo, sobre todo brazos y manos, lo que desea expresar el que está hablando y cuando no pueda expresarlo con sólo la ayuda de la palabra, porque si ésta bastase el gesto sobraría. Otra cosa sería la gesticulación, que es un movimiento anárquico e incontrolado del propio cuerpo, un movimiento artificioso e inexpresivo (por exceso o defecto) o que no expresa lo que pretende el que la realiza.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Los gestos de la mano, que embarazan a tantos neófitos –y a buen número de los que no lo son– se hacen casi siempre acompañados del brazo. Las manos, insistimos, constituyen un pequeño problema, sobre todo para los que no están acostumbrados a pronunciarse en público. Al principio de la disertación o discurso no se sabe qué hacer con ellas y es como si constituyeran un verdadero estorbo. A medida que se avanza, si el que habla va sintiendo cuanto dice y lo hace con emoción, necesita acompañar sus palabras con el gesto de las manos y de los brazos.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Algunas de las reglas para su empleo adecuado son las siguientes:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. En los primeros momentos debe tener de algún modo ocupadas las manos, bien sea discretamente sujetas a la mesa, tribuna, atril o barra del micrófono; o sujetando unas cuartillas, siempre que ello no provoque movimientos anárquicos que denoten el nerviosismo del que habla.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Si el tema no requiere que sea expuesto de modo expresivo, su postura correcta será mantener las manos quietas.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. Debe evitarse poner una mano en el bolsillo [bolsas], pero es a todas luces incorrecto poner las dos. [En el caso de México, D. F., o en cualquier otra área en donde hay mucho frío, es bastante común ver que los oradores llevan sus manos a los bolsillos o las oradoras las guardan bajo los chales o rebozos, lo que es comprensible y, en tal caso, yo lo considero algo normal. Aquí podríamos decir que lo indicado es usar los guantes, pero veamos a nuestro alrededor, inclusive en situaciones de frío bastante fuerte, quién usa habitualmente los guantes en el D. F. Por otro lado, los oradores, los maestros, los expositores, etc., que usan tiza, gis o clarión, generalmente no pueden tener guantes puestos en esos momentos, por lo que luego de usar la tiza, si hace frío, tienden a proteger las manos metiéndolas en los bolsillos o bolsas de los abrigos, de los pantalones, de los sacos, etc., lo que es algo totalmente normal. ¿No es una tontería criticar lo que es normal y lógico?]&lt;/para&gt; &lt;para&gt;4. En estos gestos, como en los demás, ha de actuarse con naturalidad, pero sin excesiva familiaridad.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[Es bastante común entre los hablantes la presencia de los] gestos convencionales [que] son aquellos movimientos básicos de las manos y los brazos que, gracias a la rutina de la costumbre, han llegado a constituir una especie de lenguaje por signos de carácter universal [tales como:]&lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. Señalar, indicar. Cuando el orador quiere llamar la atención sobre una idea u objeto, apunta hacia él con el índice de la mano derecha, o de la izquierda.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Dar o recibir. Tanto para una acción como para la otra, el orador extiende la mano con la palma hacia arriba. Se usa con frecuencia este mismo gesto cuando el emisor quiere presentar una idea nueva, o cuando pide ayuda al auditorio para la idea que expone.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. Rehusar, rechazar. Con un movimiento oscilante de la mano con la palma hacia el público, se expresa generalmente la desaprobación de una idea.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;4. Apretados los puños. Expresa la intensidad de un sentimiento, como ira o firme determinación.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;5. Precaución. De la misma manera que cuando quiere calmarse la excitación de una persona se apoya la mano en su hombro o se palmotea suavemente su espalda, el orador emplea un movimiento parecido de la mano, como si se apoyara en una espalda imaginaria, para advertir a los oyentes del peligro que encierra perder la ecuanimidad.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;6. División. Cuando se pretende indicar la separación neta y clara de los hechos o las ideas en varios grupos, el orador se sirve del gesto de acercar y separar las palmas de las manos ante sí, manteniéndolas paralelas.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[Por otro lado, los] gestos descriptivos [aparecen cuando] se trata de movimientos de las manos y brazos, menos tradicionales y más individualizados, con los cuales se pretende describir o imitar directamente la idea o concepto que se quiere comunicar. Algunos ejemplos nos servirán para ilustrar este tópico:&lt;/para&gt; &lt;para&gt;1. Con el movimiento de la mano y el brazo el orador puede ofrecer una idea del tamaño, la forma y hasta el funcionamiento del aparato.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;2. Blandiendo el brazo al aire puede mostrarse el vigor con que fue hecha una agresión mediante los puños.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;3. La baja estatura de una persona, animal o cosa, manteniendo la mano paralela al suelo a la altura que alcanzaría la cabeza de la misma.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;4. La velocidad de un automóvil, por medio del rápido movimiento del brazo por delante de la cara de los interlocutores.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;5. Los detalles de un movimiento complicado, con la repetición del mismo movimiento.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[En cuanto al] movimiento de la cabeza y los hombros [hay que destacar que] el gesto de encogerse de hombros y negar o asentir con la cabeza tiene, en el arte de dirigirse al público, el mismo significado que se le atribuye en una conversación ordinaria. Se usa también para clarificar una idea o para dar mayor énfasis a la expresión.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;Estas actividades del cuerpo tampoco pueden planearse o ejecutarse de modo totalmente consciente o controlado. Para que no parezcan artificiales y forzadas han de nacer del deseo interior de lograr una comunicación más eficaz. De otro modo, causarán un perjuicio en lugar de mejorar el mensaje del orador.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;[Por su lado, los] gestos faciales [desempeñan también otro importante papel en la comunicación discursiva oral, al punto tal que] los psicólogos han venido interesándose, desde hace mucho, en el estudio de la importancia de la expresión del rostro para la comunicación de ideas y sentimientos. Sin embargo, por propia experiencia personal podemos afirmar que todas estas expresiones hablan, a menudo, con una mayor elocuencia que las palabras.&lt;/para&gt; &lt;para&gt;La expresión facial, igual que los demás gestos, ha de ser siempre natural y espontánea, de modo que pueda revelar una convicción sincera y un sentimiento profundo.&lt;/para&gt; &lt;para&gt; En ocasiones, el orador, para hacer más vívida una anécdota o una historia, se sirve del recurso de hablar y actuar como si se tratara de la persona a quien se está refiriendo. En este proceso de imitación, es posible que combine gestos y expresiones faciales para personificar el objeto de su narración. Es aconsejable, sin embargo, que se haga un uso prudente de este recurso, ya que una representación dramática en exceso puede ir en perjuicio de la idea que se trata de comunicar [al respecto, especialmente en el discurso didáctico, en cualquiera de sus estilos y niveles, incluyendo postgrado –cursos, diplomados, maestrías o doctorados–, yo sí lo recomiendo para México y, en general, para América Latina; no lo recomiendo para Cuba, cuestión que explico más abiertamente en mi libro &lt;i&gt;Cómo trabajar con los estudiantes universitarios de ciencias sociales. Apuntes para profesores y educandos&lt;/i&gt; : &lt;a href=”http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/como-trabajar-con-los-estudiantes/19j6x763f3uf8/21″&gt;http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/como-trabajar-con-los-estudiantes/19j6x763f3uf8/21&lt;/a&gt; y &lt;a href=”http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/como-trabajar-con-los-estudiantes/19j6x763f3uf8/20″&gt;http://knol.g&lt;/a&gt; &lt;/para&gt;<sec><heading></heading><para></para> <para></para></sec>