Abstract
PARTE I. COMUNICACIÓN, COMMUNICATION, ОБЩЕНИЕ, KOMMUNIKATION, COMMUNICATION, 通信 , İLETİŞİM , اتصال , ارتباطات , תקשורת
PARTE I. ¿POR QUÉ LA GENTE NO SE ACEPTA Y SE RECHAZA CON TANTA FRECUENCIA, Y SI SE ACEPTA LO HACE HIPÓCRITAMENTE? HABLEMOS UN POCO DE LA SINCRONÍA INTERACCIONAL Y SU FUNCIÓN EN LA COMUNICACIÓN HUMANA, es parte de mi libro registrado con los siguientes datos: Fernando Antonio Ruano Faxas. El lenguaje corporal humano. Un enfoque imagológico en base a criterios verbales y no verbales, con 808 páginas, disponible a través de http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El_lenguaje_corporal_humano._Un_enfoque_imagológico_en_base_a_criterios_verbales_y_no_verbales.
En cuanto a la palabra interacción, se dice también en Wikipedia: “Como norma general, una interacción se refiere a una acción recíproca entre dos o más objetos […]” Además, aquí exponemos dado nuestro interés la definición de interacción de Poyatos (2003: 69):
[En términos de la “comunicación humana multisensorial”, basada en toda una amplia usabilidad sistémica y codicial en potenciales encuentros sociolingüísticamente pluriculturales, la interacción es] El intercambio consciente o inconsciente de signos comportamentales o no comportamentales, sensibles o inteligibles, del arsenal de sistemas somáticos y extrasomáticos (independiente de que sean actividades o no-actividades) y el resto de los sistemas culturales y ambientales circundantes, ya que todos ellos actúan como componentes emisores de signos (y como posibles generadores de subsiguientes emisiones) que determinan las características peculiares del encuentro.
Partiendo de aquí, podemos decir que la sincronía interaccional u orientación del cuerpo está relacionada tanto con el emisor como con el receptor de la comunicación verbal y la comunicación no verbal de carácter corporal:
[La sincronía interaccional] siempre se encontró presente, ya se tratara de norteamericanos de clase media, de esquimales o de bosquimanos del África. Se produce continuamente cuando se conversa. Aunque puede parecer que el que escucha está sentado perfectamente quieto, el microanálisis revela que el parpadeo de los ojos o las aspiraciones del humo de la pipa están sincronizados con las palabras del que habla. Cuando dos personas conversan, están unidas no sólo por las palabras que intercambian, sino por este mismo ritmo compartido. Es como si fueran llevadas por una misma corriente. Algunas veces, aun durante intervalos de silencio, dos personas se mueven simultáneamente, porque en apariencia reaccionan ante claves visuales en ausencia de otras verbales.[1]
“El solo hecho de ver que alguien exprese una emoción puede provocar ese estado de ánimo [intercambio emocional], tanto si uno se da cuenta o no de que imita la expresión facial. Esto nos ocurre constantemente, hay una danza, una sincronía, una transmisión de emociones. Esta sincronía del estado de ánimo determina que uno sienta que una interacción salió bien o no”.[2] […] El grado de compenetración emocional que las personas sienten en un encuentro queda reflejado por la exactitud con que se combinan sus movimientos físicos mientras hablan, un indicador de cercanía del que típicamente no se tiene conciencia. Una persona asiente con la cabeza cuando otra hace una observación, o ambas se mueven en su silla al mismo tiempo, o una se echa hacia delante mientras la otra se mueve hacia atrás. La combinación puede ser sutil hasta el punto de que ambas personas se balanceen en sus sillas giratorias al mismo ritmo. Como descubrió Daniel Stern al observar la sincronía entre madres con sintonía y sus hijos, la misma reciprocidad une los movimientos de las personas que experimentan compenetración emocional.
Esta sincronía parece facilitar el envío y recepción de estados de ánimo, incluso si estos son negativos […] En resumen, tanto si la persona se siente abatida como optimista, cuanto más físicamente sintonizado es un encuentro, más similares terminarán siendo sus estados de ánimo […] En resumen, la coordinación de los estados de ánimo es la esencia de la compenetración, la versión adulta de la sintonía que una madre experimenta con su hijo.
[En cuanto al lenguaje corporal de la intimidad] la persona que tiene la mayor fuerza expresiva –o el mayor poder– es típicamente aquella persona cuyas emociones influyen en la otra. Los miembros dominantes de la pareja hablan más, mientras el subordinado observa más el rostro del otro, lo cual supone una disposición para la transmisión del afecto.
Algunos autores relacionan la sincronía interaccional con el rapport –armonía o concordancia– y el pacing –eco postural:
Todo el mundo puede reconocer a dos enamorados que se sientan muy juntos en un restaurante, y advertir que se miran al fondo de los ojos, con las cabezas inclinadas hacia el mismo lado. Cuando uno levanta el vaso, el otro hace lo mismo, con el mismo tipo de movimiento. Se están reflejando el uno en el otro, y no sólo con el lenguaje corporal. Hablan de la misma forma, con el mismo tono suave, a igual velocidad, con igual vocabulario y las mismas frases. Incluso respiran al mismo ritmo. Viven en una dinámica de “Pacing” y están en una misma situación de “Rapport”.
El “Rapport” está presente cuando dos personas comparten un sentimiento mutuo de afinidad, bienestar y seguridad […] Este “Rapport” (resonancia) [armonía, afinidad, concordancia] se produce entre las personas cuando trabajan y viven en una relación abierta, confiada y satisfecha.
La situación de “Rapport” se basa en el agradecimiento y el respeto mutuos. Se da una situación de “Rapport” cuando uno es capaz de manifestar su propia unicidad a otra persona con lo que dice y con su lenguaje corporal […]
Es evidente que si pone el acento en las diferencias, será materialmente imposible establecer una situación de “Rapport”. Concentrarse en las semejanzas le ayudará a superar las resistencias, la rivalidad, la desconfianza, la indecisión, el miedo, la ira, etc. […]
Las personas inmersas en una situación de “Rapport” establecen inconscientemente una dinámica de Pacing entre ellas.
La técnica de Pacing es el mejor instrumento para llegar a una situación de “Rapport”.
En la práctica, el Pacing consiste en poner un espejo delante, de forma que la otra persona vea en sus actos y en sus palabras un reflejo de sus propios actos y palabras, es decir, que la otra persona vea en usted lo que su conocimiento y experiencia le presentan como justo, real y auténtico.
Con el Pacing se trata, pues, de penetrar en la idea del mundo que se hacen los demás; conocerlos en su propio terreno reproduciendo su lenguaje corporal, su voz, su vocabulario y su estado de ánimo, de tal manera que se sientan cómodos y a gusto con usted.
Pacing, por supuesto, significa mostrar a los demás los aspectos de uno mismo que más se parecen a los de ellos […]
La dinámica del Pacing se establece de un modo bastante inconsciente entre los amigos, y también cuando la gente simpatiza, es decir, cuando hay una situación de “Rapport” […]
Puede establecerse Pacing con otras personas de varias maneras:
1. Lenguaje corporal […]
2. Manera de hablar […]
3. Sentimientos o estados de ánimo […] (Møller y Hegedahl, 1983: 77-80).
La sincronía interaccional se da en el encuentro entre personas, es decir, una reunión de dos o más personas que entran en “interacción comunicativa” en un determinado campo deíctico[4] y en donde se supone que habrá una relación interaccional y, posiblemente, una sincronía interaccional. Todos los encuentros sociales presentan sus dificultades, sus requisitos o exigencias (López, 1998: 152-169), partiendo de que la comunicación verbo-corporal humana, en cualquier cultura, se fundamenta en la actuación discursiva y en la sobreactuación discursiva. El concepto de actuación en cuestiones de comunicación y discurso queda más claro, es decir la actuación discursiva se refiere a la comunicación “normal”, “habitual”, “fluida”, “relajada”, “según las reglas comunicativas entre emisores y receptores en contexto”, “según los criterios de pertinencia y buen gusto de los grupos sociolingüísticos”, sin “sobreactuación” –salvo los “exclusivos” matices verbo-corporales “circunstanciales” que exige el discurso por muy variadas causas y motivos; algo así como que, utilizando los dichos populares mexicanos, en un discurso verbo-corporal tiene que haber palabras y gestos de todo tipo: “de chile, de mole y de dulce…”; pero, cuidado aquí, “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”–, que se produce según los contextos discursivos, que, de manera muy general, se refieren a la esfera pública, a la esfera especializada o laboral y a la esfera íntima o familiar (Ruano, 1986), incluyendo aquí las grandes y complejas clasificaciones geolectales, sociolectales, idiolectales, estilísticas, etc. Así como el actor, o actriz, actúa en sus “variadas escenas teatrales”, según el tipo de “intervención”, según las exigencias de las diferentes plásticas performativas, y tratando por todos los medios de quedar lo mejor posible ante su público, según los diferentes contextos teatrales, también el usuario habitual del lenguaje verbo-corporal, en la cultura que sea, tiene que hacer sus reajustes discursivos según los contextos, según los papeles o roles que tiene que desempeñar ante su “público particular” y las relaciones que se establecen, a fuerza, en las interacciones discursivas, en donde también el usuario común de los lenguajes verbo-corporales tiene que emplear sus recursos plástico-performativos para intentar quedar airoso, quedar lo mejor posible, en sus actuaciones discursivas. Y quedar bien, y caer bien, por supuesto que no es fácil, como publicitariamente argumentan algunos autores (Bootham, 2001). Para quedar bien y caer bien en cuestiones de comunicación humana en los discursos nuestros de cada día en la vida pública, en la vida laboral o especializada y en la vida íntima o familiar hay que tener conocimientos de muchas más cosas que el lenguaje verbal, hay que saber hacer muchas más cosas que mover el cuerpo, hay que dominar el arte de los protocolos y las etiquetas, y en situaciones de globalización discursiva esto va todavía más allá: aquí, en este tipo de comunicación verbo-corporal globalizada, es decir en este tipo de comunicación verbal y de comunicación no verbal tan disímil y polifacética, hay que conocer –o por lo menos saber que existen– toda una serie de “vericuetos culturales” y “toques de variabilidad carismática”, llamados generalmente realias, culturemas, “puntos ricos o rich points”, etc. (Ruano, 2002b), que nos brindan todo un arsenal multisensorial de estrategias emisoras-receptoras de comunicación que nos ubican en la posición de los verdaderos y reales controladores de los discursos, precisamente por el conocimiento que llegamos a tener de las más versátiles situaciones discursivas de la cultura que sea, en el idioma que sea, en el dialecto que sea, en la clase social que sea… Recordemos que los signos, los signos que sean, verbales o no verbales, están ahí, en el ambiente discursivo, en la interacción discursiva, pero que sólo “se actúan”, “toman vida”, “se prenden”, “saltan comunicativamente”…, cuando los usuarios que intervienen en el discurso manejan “el mismo código” discursivo para esa secuencia oracional verbo-corporal o verbal-no verbal y para ese contexto discursivo en concreto, que está rodeado de toda una serie de “situaciones contextuales”, o lo que es lo mismo que dos o más personas entren en interacción discursiva verbo-corporal, o verbal, o corporal, o verbal-no verbal, o no verbal, etc., durante un tiempo determinado en un lugar concreto con entorno especificable, etc. (Dittmar, 1971). Justamente en el conocimiento y la práctica de los variados protocolos y etiquetas según los contextos discursivos verbo-corporales está el quid del triunfo social, justamente ahí radica el arte de quedar bien y de caer bien. En este sentido, recordemos: ¿qué hace una persona común todos los días? Se levanta e interactúa con su familia, con sus hijos, los prepara para desayunar e ir a la escuela, ahí habla y gesticula “familiarmente” con los componentes del núcleo familiar; luego sale a la calle, lleva a sus hijos a la escuela, ahí habla con los profesores de la escuela, sigue camino a su trabajo, va por la calle, toma el bus, el metro, el tren, el coche, el taxi, y ahí emplea un lenguaje verbo-corporal “público”, con palabras y gestos de saludo, con frases que contienen mensajes de “buenas”, “hola”, “permiso”, “disculpas”, “por favor”, “permítame”, etc., y luego llega a su trabajo, en donde también saludará según los protocolos de salutación de las diferentes áreas, países y esferas socioculturales, pero aquí interactuará con personas “profesionales”, “técnicos”, con subordinados y superiores, y todos ellos emplean lo que se llama “lenguaje profesional”, “lenguaje especializado”, “lenguaje técnico”, que se caracteriza por ciertos comportamiento “profesionales” tanto en el aspecto del lenguaje corporal como en el aspecto del lenguaje verbal. En este caso del lenguaje verbal en el plano especializado o profesional o técnico, las “palabras comunes” son sustituidas con mucha frecuencia por los “términos”, e inclusive la palabra común puede adoptar aquí una significación no común, no habitual, sino una significación especializada (Ruano, 1989; Chernávina y Ruano, 1987a; Chernávina y Ruano, 1987b).
Creemos conveniente abundar un poco en torno a la sobreactuación discursiva. La sobreactuación discursiva se presenta en contextos sociolingüísticos en donde aparecen, de entrada, “protocolos en conflicto”, en donde existen “limitaciones” en el uso de los lenguajes, limitaciones con, por ejemplo, el lenguaje verbal fonéticamente articulado, el fondo léxico pertinente, las destrezas sintácticas y estilísticas, las variantes de analfabetismo, etc. –recuérdese aquí, por sólo poner un ejemplo, el rostro de un niño que desea comunicar algo pero que no lo puede hacer con palabras: ¿cómo son sus gestos?, ¿cómo es su expresión facial?, ¿qué caras pone?, ¿cómo mueve sus hombros, brazos y manos?–, y también cuando aparece cualquiera de los cuatro tipos de manipulación (Ruano, 2003a), y por ello el cuerpo, los gestos, las muecas, el lenguaje corporal, la expresión facial, junto a ruidos y sonidos, desempeñan un papel primordial en la comunicación, como sucede, verbi gratia, en el cine mudo o cine silente, en el teatro, en las comedias, en el circo, en las carpas, en el lenguaje de signos o lenguaje de sordo-mudos, etc. Pero inclusive en los inicios del cine mudo muchos directores de películas recriminaban la sobreactuación de los actores que provenían del teatro, la sobreactuación que se producía en el teatro para que los espectadores, que estaban alejados de los actores, pudieran ver y entender los diferentes actos que se producían ahí, la sobreactuación que estaba bien para el teatro, pero que ya para el cine no era conveniente por verse artificial y desajustada. Imaginemos entonces en la actualidad, en el cine sonoro y en la comunicación que se produce en la vida “normal” y “civilizada”. Si los usuarios de los lenguajes, cualquiera que sean éstos lenguajes, tuvieran una idea, aunque sólo fuera somera, del significado social y del significado psicológico de la sobreactuación en la comunicación habitual humana, de las cargas negativas, degradantes e involucionantes que tiene la sobreactuación en la comunicación humana actual entre adultos normales, de lo evidente que es con la sobreactuación la falsificación del buen gusto discursivo y el atentado a la espontaneidad expresiva, y concretamente al nivel de las lenguas civilizadas, al nivel de los grupos sociales civilizados e instruidos “de verdad”, por supuesto que no la emplearían (Ruano, 1994):
Desde hace relativamente poco tiempo viene utilizándose en los medios el término «sobreactuación» para designar la conducta de aquellos personajes públicos a quienes se les nota en sus comparecencias una cierta intención de subrayar «el divino papel que representan» […] El término sobreactuación no es un neologismo. Sobreactuar es un concepto crítico, utilizado en el teatro, con el significado, dicho de un actor, de «exagerar» las líneas de su papel. Aunque el DRAE no lo diga, habría también que considerar como sobreactuación (negativa) a la conducta «demasiado natural» que muchos actores practican en nombre del realismo […] Al atribuir sobreactuación a algún personaje ya no nos referiremos solamente a supuestas intenciones suyas, sino a alguna afectación o envaramiento, casi automático, que es objetivamente constatable […] Existen distintos tipos de sobreactuación, que podríamos denominar, en una taxonomía, mediante letras: A, B, C… X, Y, Z. Por ejemplo, las sobreactuaciones del tipo X podrían designar las sobreactuaciones negativas. El tipo de sobreactuación Z podría ser propio del político que, a fin de dar la impresión de tranquilidad y optimismo, mantiene permanentemente su sonrisa, y no ya necesariamente de modo intencionado, sino acaso como un tic […] La sonrisa de sobreactuación Z pudiera alinearse con la sonrisa de sobreactuación de Ignacio, del que nos habla Catulo en su conocido epigrama:
«Ignacio, como tiene los dientes blancos, ríe a todas horas. Si está junto al banquillo de los acusados mientras el abogado excita el llanto, él ríe. Si la gente gime junto a la pira fúnebre de un buen hijo, mientras la madre desamparada llora a su hijo único, él ríe. Pase lo que pase, donde quiera que esté, cualquier cosa que haga, ríe… No quisiera que estuvieras riéndote continuamente, pues nada hay más necio que una necia risa… Pero en tierra celtíbera, con lo que cada uno meó, suele fregarse por la mañana los dientes y las encías hasta enrojecerlas. De modo que cuanto más brillante está esa dentadura tuya más meados proclama que has bebido.»[5]
En la sincronía interaccional la percepción desempeña un papel relevante. Cuando vamos a trabajar científicamente a la percepción y a los procesos perceptuales, enseguida recordamos el dicho popular de “son muchos los caminos que conducen a Roma”, tomando en cuenta las múltiples y variadas investigaciones que al respecto se han realizado y se siguen realizando y los criterios de cada una de las instituciones, escuelas y autores (Tudela y Luna, 2006; Goldstein, 2006). ¿Qué es percepción y cómo se producen los procesos perceptuales?:
[Percepción es] los instrumentos para medir y registrar las creencias colectivas […] Desde la antigüedad se vincula a la percepción con el registro sensible que hacemos del mundo que nos rodea [recordemos aquí que hay países que tienen “muchos mundos”, mundos visibles y perceptuales y mundos “secretos”, “tabuizados”, invisibles, y por lo tanto imperceptuales, para la inmensa mayoría de los componentes del grupo social contextual, en todos los sentidos, y sobre todo allí en donde reina la incultura, el atraso, el tercermundismo y el cuartomundismo, allí en donde reina la ignorancia, el analfabetismo, el fanatismo, los sistemas represores y dictatoriales. Dentro de estos países grandes, complejos, con muchos “mundos secretos”, podemos mencionar a China, Rusia, México, Brasil, Estados Unidos, España, India y a comunidades como “la Comunidad Europea”, “los musulmanes”, “los judíos”, “los cristianos”, “los francmasones”, “los cruzados”, “los vuduistas”, “los santeros”, “los brujos y brujas”, “los ñáñigos”, “los hinduistas”, “los budistas”…, y aquí todo aparece, todo se mezcla: razas, idiomas, dialectos, políticas, economías, religiones, culturas, folclores, clases sociales, tradiciones, protocolos, etiquetas, tabúes, secretos, mitos, mitoides, gastronomías, anhelos, frustraciones, temores… (Ruano, 2003e)]. Es nuestro olfato, nuestro tacto, la vista, el oído, el gusto, el conjunto de la información que nos trasmiten nuestros sentidos lo que nos lleva a percibir el mundo de tal o cual forma. Pero el asunto se complica, pues si la percepción fuera la simple adición o suma de la información externa que llega a los seres humanos y todos tuviéramos el mismo rango de registro, sería una cuestión bastante aburrida [tipo robots]. No es así. Por fortuna para el arte, para la creación y para la libertad humana, nuestros sentidos trabajan con enormes diferencias [consúltese aquí la función de los 9 tipos de inteligencia en la comunicación humana, en el comportamiento verbo-corporal, en la sincronía interaccional]. ¿Cómo escucharían el mundo los genios–monstruos de Mozart o Beethoven? ¿Cómo se miraría desde los ojos de Picasso [y de Frida Kahlo…]? ¿Con qué parte del cuerpo pensaría Víctor Hugo [o Nezahualcóyotl, “El Rey Poeta”; o el rey Alfonso X, “El Sabio”; o Hitler, o Mussolini, o Franco, o Pinochet…]? [¿Cómo se produce y se concibe el movimiento corporal, los actos corporales, y se trata, se percibe y se interpreta el espacio discursivo en artistas de la talla de Isadora Duncan, Josephine Baker, Alicia Alonso, Maya Plisétskaya, Rudolf Nureyev, Mijaíl Baríshnikov…, en deportistas, en atletas, en nadadores, etc., como el corredor Alberto Juantorena Danger y el nadador Michael Phelps?] Nunca lo sabremos bien a bien, pero podemos imaginar por sus expresiones creativas [tanto en el buen sentido como en el mal sentido de la palabra “creativo”]. Allí está un primer detalle. Hay otra cuestión que complica aún más la historia.
La fábrica interna en la que cada quien procesa la información es muy diferente, porque hemos sido troquelados en nuestro mundo emocional también en diferentes talleres [como se dice en México: “según te haya ido en la feria”, y aquí me refiero tanto al aspecto genético-biológico como al aspecto social, al aspecto económico y al aspecto alimenticio-nutritivo que ha afectado positiva o negativamente la formación del cerebro]. Nuestros padres, hermanos, amigos, el entorno [las sociedades, las áreas urbanas o desarrolladas y las áreas rurales o atrasadas, los gobiernos, el aparato jurídico-administrativo, el aparato represivo, la censura, la libertad de expresión, las guerras, la violación a los derechos humanos, el racismo o apartheid, la misoginia, la homofobia; las instituciones educativas y las empresas y sus directivos, programas y leyes; los protocolos, la tradición, el folclor, los tabúes; la programación docente-educativa e informativo-noticiosa que aparece en los centros educativos, en las bibliotecas y los centros de información, en los medios masivos de comunicación, el cine, la televisión, la radio, Internet; la belleza o la fealdad; el físico atractivo y el físico repulsivo; los defectos físicos, el ser sano o enfermizo, ¿apto o inepto?, ¿capacitado o incapacitado?, ¿califica o no califica?; el carisma, el glamour, ser aceptado o ser rechazado o no ser tomado en cuenta; ser agradable o no ser agradable; la dicotomía o dualidad vida-muerte y sus muy variados conceptos, según las particularidades sociales y culturales del grupo en el que estamos insertados; el tener “status” o el no tenerlo, el desempeñar roles importantes o el no desempeñarlos; el o los noviazgos y el o los matrimonios; las particularidades de los órganos genitales: pene y vulva, y su estado y apariencia, los hábitos y las estrategias afectivo-sexuales, la capacidad y habilidad para reaccionar orgásmicamente ante el estímulo del Punto G –recordemos que hay Punto G Femenino[6] y Punto G Masculino[7]–etc.], dejan huellas en el laberinto de nuestras emociones [en algunos casos huellas terribles que marcan para toda la vida nuestra conducta social y nuestra conducta sicológica, “nuestras percepciones” del mundo o los mundos que nos rodean y el “cómo somos percibidos” por el mundo o los mundos que nos rodean]. Pero con todo y las diferencias en los registros y la forma de procesar la información, a pesar de las diferencias, la necia idea de la percepción sobrevive. Hoy, gracias a la estadística, podemos indagar un poco más en los interiores de millones de personas, lo cual puede ayudar a la comprensión y entendimiento de la humanidad. El frío porcentaje, el anonimato, ayudan a ampliar el conocimiento que tenemos de los humanos. Será al revés de nuestra vida cotidiana, no tendremos el nombre y el apellido, pero sí la irrefutable cifra.
Así, por ejemplo, sabemos qué porcentaje de la población cree en algún tipo de vida después de la muerte. También sabemos cuántos son ateos, cuántos creen en Dios [o más bien en diferentes dioses y diosas, con figuras y conductas diferentes, dentro de una misma religión, como el Catolicismo o el Judaísmo o el Islam, por ejemplo, y al nivel también de las religiones del mundo (Ruano, 2003e); o también “diz que creen en Dios”, o en un dios o diosa…]; qué por ciento de la población mundial considera que la producción de China, que el famoso “made in China”, está relacionado directamente con lo mal hecho, con cosas “chafas”, con productos tóxicos…; qué por ciento de la población mundial considera que George Bush es un asesino demente; qué por ciento de la población de un país cree que su gobierno y su jefe de gobierno tienen un sistema dictatorial o represivo; qué por ciento de la población de un país cree que su presidente y la esposa de éste son unos vulgares ladrones, etc. Cómo llega cada quien a sus conclusiones, es un galimatías, un asunto que puede resolver mejor la literatura. Por lo pronto está el retrato de las distintas percepciones que hay del mundo. Otro ejemplo: existen varios millones de estadounidenses que creen en la vida extraterrestre y en los ovnis por supuesto.[8] De allí que una buena parte afirme haber tenido contactos o encuentros.[9] También en Inglaterra hay muchos que viven aceptando la existencia de fantasmas.[10] Así que, en pleno siglo XXI y cuando hablamos de la aldea global y de la homologación forzosa, la chapucera de la percepción nos juega una buena pasada [hay dioses, es decir “poderosos inmortales”, que creen que pueden hacer en tres días lo que los hombres han hecho en cuarenta y seis años, como sucedió con Jesús: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré.” Los judíos contestaron: “¿En cuarenta y seis años ha sido construido este templo y tú lo vas a levantar en tres días?” (Juan, Capítulo 2, Versículos 19 y 20), y hay hombres, “frágiles mortales”, que creen poder superar a los dioses, “a lo Mandrake el mago”, en la solución de lo imposible, como sucedió con el expresidente de México Vicente Fox que creyó poder resolver el conflicto chiapaneco, es decir lo relacionado con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, en nada más y nada menos que “15 minutos”, y esto fue en el año 2000, cuando el EZLN llevaba ya 6 años de constituido formalmente, actuando, y a la luz pública. Como todos sabemos, o por lo menos yo lo sé, no sé usted, ni el famoso segundo templo de los judíos se construyó en 46 años, sino en 1 año y seis meses en el año 18 o año 21 bajo el reinado de Herodes el Grande, ni el mortal de Vicente Fox pudo hacer nada que valiera la pena, ya no digamos en 15 minutos, sino en los 6 años que duró su mandato] (Reyes-Heroles, 2003: 95-96).
Percepción. Conciencia inicial de una actividad sensorial; proceso que trae la noticia y la interpretación de estímulos o sucesos circundantes. La percepción difiere de la sensación en que esta designa un proceso más pasivo que dispara receptores sensoriales, en tanto que la percepción selecciona de una manera activa y da sentido a un material que procede del mundo inmediato total.
La percepción también se distingue de la atención. Este último término caracteriza un estado de lucidez o de reforzada sensibilidad que va más allá de la base perceptiva general. La percepción suministra un fundamento a la información –ya seleccionada después de la sensación–, que sustenta y dirige un posterior control. En el fenómeno de la percepción, el modo en que se entienda cualquier configuración dependerá en gran medida de la experiencia, la memoria y el conocimiento previos. Es, pues, una ultrasimplificación concebir la percepción como el proceso a través del cual nuestros sentidos nos proporcionan información sobre el mundo. El proceso mismo no es tan sencillo.
La búsqueda filosófica de alguna definición de realidad objetiva invoca continuamente la base de nuestro conocimiento, o evidencia, del mundo: las percepciones varían enormemente entre los diferentes individuos y las diferentes culturas, quizá como resultado de las diferencias de una interpretación en comparación con otra. Una conclusión a la que se ha llegado es la de que todo conocimiento es esencialmente incierto o hasta ilusorio porque todas las respuestas se basan en evidencias diversas que proceden de sentidos variados impuestos por los límites de los distintos lenguajes. Inevitablemente, semejante discusión lleva a evaluar el sentido, la estructura, la imagen, el signo y el símbolo, y llega a constituir un foco central del análisis de la comunicación.
Las teorías y las investigaciones psicológicas que utilizan el análisis de laboratorio y el análisis intercultural se han interesado en gran parte por las diferencias individuales de la percepción. Por ejemplo, los teóricos conductistas y neoconductistas han señalado la importancia de los procesos de aprendizaje para la formación de las percepciones: las diferentes interpretaciones puede atribuirse a las diferencias en los contextos culturales del perceptor. Una indagación perceptiva detallada incluye el estudio de las ilusiones visuales y los estímulos ambiguos (O’ Sullivan y otros, 1995: 262-263).
Los problemas relacionados con la percepción, tanto de nosotros mismos como de “los” demás y de “lo” demás, se hacen más complejos debido a que, como sabemos, no siempre los cinco sentidos –gracias a los cuales obtenemos la información del mundo que nos rodea– funcionan correctamente en todas las personas y, peor aún, debido a los grandes problemas que enfrenta el medio ambiente al nivel global, sabemos que en muchos lugares, que en muchos países, algunos sentidos como el olfato, el oído, el gusto, están afectados, y muchas veces seriamente afectados. Los problemas de disminución sensorial son cada vez mayores en todo el mundo, incluyendo aquí, por supuesto, los factores relacionados con la mala alimentación y los trastornos alimenticios, la bulimia, la anorexia, el raquitismo, la ortorexia, etc. Con cierta facilidad podemos conocer el funcionamiento normal de nuestra capacidad sensorial (Gilling y Brighweell, 1982). Pero por si esto fuera poco, tenemos que recordar a la percepción subliminal, que se relaciona con ciertos procesos perceptivos que se salen totalmente de nuestro control. ¿Por qué sucede que a veces nuestra percepción se distorsiona inexplicablemente? Aquí lo que sucede es que nuestro cuerpo también procesa información subliminal, una información que desconocemos “conscientemente”; pero que al ser procesada y decodificada por nuestro cuerpo afecta, y a veces mucho, nuestra conducta en relación con las demás personas y objetos perceptuados. Este asunto hace mucho que ha sido tratado (Kramer, 1974). Perceptuar es un complejo proceso biológico-social, porque aquí intervienen muchos factores corporales y también muchos factores sociales. Tanto el perceptuante como el perceptuado o lo perceptuado entran en el llamado contexto protocolar de la percepción o contexto del protocolo de la percepción, en donde la dicotomía percepción de lo correcto/ percepción de lo incorrecto, las preferencias, las expectativas circunstanciales que tengamos en el mismo momento en que se produce el proceso de percepción, la memoria histórica y el fondo informativo –lo que se nos ha dicho acerca de lo que vamos a percibir– son la misma base o punto de partida de la percepción, lo que, finalmente, arrojará la valoración final de lo percibido. ¡Hasta el conocimiento previo del género o el sexo de una persona influye en nuestras percepciones: masculino, femenino, neutro…! (Naylor y otros, 1980). ¿Se imaginan ustedes cómo funciona la percepción en áreas tan culturalmente, étnicamente, lingüísticamente, protocolarmente, religiosamente, gastronómicamente, etc., variadas como el Mediterráneo, con interacción comunicativa de personas de Europa, Asia, África…? Lo mismo sucede en países tan pluriculturales como México, Brasil, Rusia, China, India, Pakistán, España, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, etc. ¿Hemos olvidado hasta dónde llegaron las fatídicas “batallas percepcionales” y a lo que condujeron en países como la ex República Federal Socialista de Yugoslavia –integrada por 6 provincias: Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Eslovenia y Macedonia–, con unos 21 millones de habitantes, con varios idiomas de uso: macedonio, serbocroata, esloveno, albanés…, con un 60 % de ortodoxos, un 30 % de católicos y un 10 % musulmán…? ¿Y hacia dónde va el Pakistán musulmán sunní –mayoritarios, de Sunna o dichos y hechos de Mahoma– y chiita –minoritarios, partido o facción de Alí, primo y yerno de Mahoma– de hoy, con 165 millones de habitantes “en conflicto”? ¿Y qué está pasando hoy, en el México actual, con una diversidad religiosa tan fuerte, contrastante, en constante competencia, en conflicto (Torre y Gutiérrez, 2007), y en donde las ofensas religiosas, inclusive provenientes de los altos jerarcas y líderes religiosos, hacia otras religiones están a la orden del día: “Se necesita ‘no tener madre’ para ser protestante”, dijo, por ejemplo, alguna vez un cardenal mexicano?[11] Cómo olvidar que siempre vamos a percibir cualquier información, cualquier comunicación, como buena o mala en dependencia de lo que nosotros consideramos como favorable o desfavorable, como positivo o negativo, como pacífico o agresivo, en nuestros contextos comunicativos variados de cada día y bajo las influencias de nuestras diversas educaciones e instrucciones y nuestras herencias culturales, contextos comunicativos que son, a saber: 1. la vida pública, 2. la vida laboral o especializada y 3. la vida íntima o familiar. Si los procesos perceptivos que se producen entre individuos cultivados y decisores de la vida de la Humanidad y del planeta son un verdadero desastre en una buena mayoría de casos, imaginemos entonces cómo se producirán los procesos perceptivos en culturas y entre individuos que se desenvuelven en situaciones de tercermundismo, cuartomundismo, fanatismo, barbarie y presocialidad (Ruano, 2002a; Ruano, 2003g; Ruano2004c; Ruano, 2006c; Ruano, 2007b). En mis más de 30 años que llevo ejerciendo la docencia he investigado y vivido en carne propia cómo se producen los resultados de la percepción docente-educativa, en cuanto a profesores y alumnos, tanto al nivel de la percepción de los educandos hacia los profesores y de los profesores hacia los educandos como al nivel de la percepción de los directivos hacia los profesores y alumnos y de los alumnos y profesores hacia los directivos, en países culturalmente atrasados y en países culturalmente avanzados, en centros educativos comprometidos con el desarrollo de la ciencia y la técnica mundial, reconocidos internacionalmente, y con “centros educativos patitos” –en México “patito” significa ‘de mala calidad’, ‘satélite’, ‘irregular’, ‘ilegal’, ‘pirata’, ‘fraudulento’…–. ¿Qué he visto aquí? ¡De todo, como en botica! Pero, desgraciadamente, en este “de todo” ha prevalecido la injusticia y la ignorancia (Ruano y Makoviétsky, 1984; Ruano, 2000). Otro campo que me ha ayudado mucho a entender los problemas de la percepción selectiva ha sido el relacionado con la criminología, la victimología y la terrorismología. En los años en que trabajé como sociolingüista, intérprete y traductor, específicamente con los doctores Anisín y Danilóvich, pude comprobar por propia experiencia en la observación y tratamiento de testigos cómo un mismo hecho delictivo puede ser percepcionado de diferentes formas por personas de una misma comunidad, con la misma formación cultural, con edad aproximada, del mismo sexo, etc. Los resultados percepcionales en algunos casos dejaban atónitos a los criminólogos, victimólogos y terrorismólogos de diferentes países e instituciones (Danilóvich, 1988; Lofthus, 1979; Carr, 2002; Burleigh, 2008). Claro está que la corrupción, la doble moralidad, los falsos valores sociales y religiosos, las mentiras masificadas e institucionalizadas (Paz, 1943; Ruano y Rendón, 2006; Sefchovich, 2008), la anarquía, la anomia, la segregación, la discriminación –ya sea positiva (?) o negativa (?), según los diferentes contextos socio-culturales y “según convenga”– y el racismo, tan comunes en la inmensa mayoría de las regiones del Planeta, afectan a los procesos comunicativos generales, y por ende a los procesos perceptuales, a la percepción, inclusive de actos tan deshonestos y aborrecidos mundialmente como la pederastia (Ruano, 2003e; Ruano, 2005b; Ruano 2003a; Ruano, 2002a). Y todo esto independientemente de la más que conocida existencia de grupos humanos y de individuos en particular que aunque son más que reconocidos como elementos tóxicos a los efectos sociales, en algunos casos altamente tóxicos, por las muy variadas razones más que conocidas, son “intocables” (Santoro, 1996; Zepeda, 2008; http://experiencia.indigobrainmedia.com/web/reporte/edicion108/#1/1 ), por lo menos dentro de ciertos grupos humanos, aunque en el mundo civilizado, generalmente el “mundo extranjero”, “el otro mundo”, en “los otros lugares”, ahí sí se les percepciona y se les valora a partir de sus reales y concretas imágenes públicas, de sus reales y verdaderas imágenes sociales. Obviamente, en estos casos de situaciones socializantes negativas y tóxicas, de contextos sociales desajustados en esta nueva situación de globalización (?) y civilidad (?), no creo que sea necesario realizar análisis psicolingüísticos, sociolingüísticos, imagológicos o sensoriales de la percepción y su presencia decisiva en los procesos comunicativos humanos, sino que es muy necesario crear, y urgentemente, para estos “pueblos desajustados con conductas erráticas”, verdaderos programas de educación, de instrucción, crear buenos programas actualizados de conducta cívica, de valores y de derechos humanos. No dudo que también sea bueno crear en estos “pueblos con torpezas percepcionales y comunicativas” programas masificados contra la “ceguera social” y “las mentiras masificadas”. ¿Cómo es posible que no se reaccione de manera tajante y crítica ante actos tan deshonestos e inmorales? ¿Hacia dónde van estos pueblos que, por decirlo de alguna manera, tienen este tipo de “incapacidad sensorial” para percibir conductas tan aberradas, desfachatadas y humillantes? (Ruano, 2004c; Ruano, 1992b).
La educación, la instrucción, la civilización, la libertad de expresión verbo-corporal y el adecuado funcionamiento de las 9 inteligencias humanas desempeñan un papel trascendental en los enfoques perceptuales, en los cambios perceptuales, en la evolución perceptual (Ruano, 2004c). Cada grupo humano, cada sociedad, cada esfera sociocultural, cada estrato y cada individuo en particular filtra “una realidad”, “las realidades del mundo globalizado”, “las realidades de la postmodernidad”, “las realidades de la hipermodernidad”, procesa “una realidad”, “las realidades de ‘su’ mundo globalizado”, en dependencia de muchos factores; pero principalmente en dependencia de su ubicación, de su relación, en el contexto de esas realidades y a partir de factores culturales, fisiológicos, psíquicos y económicos concretos. Todo es perceptible, y por ende todo se percibe. Se perciben los objetos animados y los objetos inanimados; se perciben las personas, las instituciones, las organizaciones, los procesos, los fenómenos, los medios masivos de comunicación, los portales y las páginas de Internet, los centros de educación y de instrucción, los protocolos y las etiquetas, los ejércitos, las guerras, las invasiones…; se perciben los espacios grandes y los espacios pequeños, los continentes, los países, las etnias, los grupos humanos…; se percibe la fealdad y la belleza; se percibe a los recogedores de la basura, a los limpiabotas o boleros, a los marginados, a los niños de la calle, a los pobres; pero también se percibe a los ejecutivos, a los directivos, a los empresarios, a los jefes de estado y de gobierno, a los curas, a los papas, a los líderes religiosos del mundo, a los reyes, a los emperadores, a los ricos; se percibe a los buenos y a los malos, a las víctimas y a los criminales, a las cosas buenas y a las cosas malas, a los actos buenos y a los actos malos; se percibe la violencia, la censura, la dictadura, la hegemonía…, ¡y hasta se percibe a los dioses y a las diosas! Recordemos que todas las conductas comunicativas de los seres humanos están representadas y condicionadas por las actitudes,[12] es decir las “posturas del cuerpo humano, especialmente cuando son determinadas por los movimientos del ánimo, o expresan algo con eficacia”, y que todo esto es un sólido e importantísimo fundamento del complejo proceso de la percepción. Por eso, también se tienen que percibir cuidadosamente los momentos adecuados y oportunos, las circunstancias, los contextos, para realizar una intervención comunicativa verbo-corporal, considerando siempre “el lenguaje verbal y el lenguaje corporal apropiados”, “el idioma adecuado”, sobre todo en situaciones de conflictos lingüísticos, de culturas en contacto y de lenguas en contacto, “las formas”, “los contenidos”, los “estilos” (Ruano, 1980; Ruano, 1987; Ruano, 1992a; Ruano, 1992b; Ruano, 2000; Ruano, 2002a; Ruano, 2003c; Ruano, 2003d; Ruano, 2003e; Ruano, 2005b; Ruano, 2006b; Ruano, 2007b).
Aclaremos aquí lo que es un encuentro:
Encontrarse significa mucho más que hallarse en vecindad, yuxtaponerse, chocar, dominarse y manejarse. Encontrase implica entreverar el propio ámbito de vida con el de otra realidad que reacciona activamente ante mi presencia. Encontrarse es hallarse presente, en el sentido creativo de intercambiar posibilidades de un orden u otro. Voy en un vehículo abarrotado de viajeros. Mi vecindad con ellos es extrema, pero no les estoy presente; no deseo adentrarme en sus vidas. Pero he aquí que a cierta distancia diviso a un amigo que me sonríe desde su encierro. Yo le contesto de la misma forma, indicándole con ese gesto amable que me encantaría conversar con él pero es imposible. Estamos distanciados, mas no alejados. De alguna forma ya nos hemos encontrado. En la sonrisa me sale al encuentro toda la persona de mi amigo, aunque no su persona toda […]
El encuentro es una relación colaboradora […] Para encontrarme contigo […] debo tratarte como un tú, no como un ello. Debo respetar tu condición personal, verte como una realidad autónoma, un centro de iniciativa […]
[En la sincronía interaccional los individuos] deben renunciar a recluirse en sí mismos. Pero tal renuncia no supone una pérdida de identidad, una entrega a lo ajeno y extraño. Significa, por el contrario, el cumplimiento de una exigencia de la propia realidad que es el entrar en colaboración. Toda realidad es un «ámbito» en la medida en que tiende a complementarse con otros seres para fundar nuevas realidades y desplegar así todas sus posibilidades que alberga en su interior. Una persona es «ambital» porque está llamada a fundar toda clase de encuentros […]
Las personas, al relacionarse entre sí […] incrementan sus posibilidades, su poder de iniciativa, el campo que abarcan en sociedad […]
La calidad [del encuentro] es alta cuando el hombre renuncia a las relaciones que permiten dominar y cultiva las que implican colaborar. Este fomento y aquella renuncia entrañan cierta dosis de generosidad […][13]
El encuentro no se da automáticamente con el mero anular las distancias […] (López, 1998: 149-154).
Y el encuentro entre personas se relaciona con la comunicación en grupos. Los grupos se clasifican en:
· Primario. Son los grupos pequeños o íntimos. Aquí se produce un contacto regular y directo, comunicación cara a cara con los otros miembros del grupo. Los participantes de este tipo de grupo oscilan entre 2 y 20 aproximadamente. Estas personas regularmente se asocian y colaboran unos con otros y comparten propósitos comunes. Los miembros de un grupo primario no sólo son conscientes de su calidad de miembro del grupo, sino también de los límites del grupo, es decir, saben lo que distingue su grupo de otros y conocen a todos los miembros del grupo a que pertenecen. El conocimiento de quiénes son los pertenecientes al grupo conduce a un complicado conjunto de reglas no escritas y también escritas que dirigen el desarrollo de la conducta y la interacción. Aquí también hay que distinguir entre los grupos que se dan naturalmente y los grupos creados. Los grupos que se dan naturalmente, como la familia, son los grupos cuyos miembros comparten experiencias y pueden tener valores similares, o las reuniones voluntarias de grupos de amigos o compañeros de trabajo que comparten un mismo propósito. Estos grupos existen en beneficio de los miembros del grupo. Los miembros son responsables ante los demás de lo que ocurra dentro del grupo. El propósito viene muy determinado por lo que los miembros consideran como funciones del grupo y por lo que cada miembro quiere del grupo en cuanto a satisfacción personal. En muchos grupos naturales puede no haber manifestación clara de los propósitos del grupo. Los grupos creados son aquellos cuyos miembros han sido reunidos por alguien exterior al grupo con un objetivo particular in mente. Grupos de este tipo serán los comités, cuyos miembros se presentan voluntarios para realizar unos papeles específicos o han sido elegidos por los demás; los grupos de trabajo, a cuyos miembros se les ha solicitado que se unan, o se les ha seleccionado; grupos experimentales, que han sido reunidos por un investigador para estudiar el funcionamiento de un grupo. Es el caso, por ejemplo, de Bigbrother y La Academia, programas de televisión mexicanos con alto por ciento de telespectadores. La amistad y el compañerismo pueden desarrollarse entre miembros de un grupo creado, pero éste no es el propósito principal del grupo. Aunque el grupo opere de manera informal, los miembros pueden comunicarse con bastante claridad –sea por medio de palabras, acciones o señales no verbales– qué tipo de conducta es la esperada y qué no es aceptable dentro del grupo. La adaptación a las normas y expectativas del grupo es frecuentemente uno de sus rasgos más significativos […] los que no se adaptan, tienen dificultades en ser aceptados. Alguien que, por ejemplo, habitualmente beba muy poco alcohol, puede encontrarse con que, en un grupo de bebedores, es necesario pagar rondas y beber más de lo usual. Otra persona puede necesitar adoptar un estilo bastante diferente de vestimenta para ser aceptado dentro del grupo. Los grupos informales desarrollan frecuentemente su propio estilo de lenguaje, con palabras específicas que actúan como una especie de jerga, y cuyo significado sólo es claro para los miembros del grupo. Adaptarse a las convenciones del lenguaje verbal y no verbal del grupo puede ser una condición para ser aceptado. Muchas personas se adaptan a las normas del grupo porque comparten sinceramente los mismos valores e intereses que los demás miembros del grupo. Otros se adaptan sencillamente para ser miembros del grupo. Habitualmente, sólo los que permanecen en la periferia del grupo o los individuos dominantes tipo líder[14] pueden mostrarse disconformes y seguir perteneciendo al grupo. Los grupos formales son más claramente definidos. Habitualmente tienen un líder identificable o una estructura organizativa, las reglas están abiertamente establecidas, el propósito del grupo está claramente formulado y los encuentros del grupo se organizan generalmente en una determinada fecha y lugar, a menudo de forma regular. La adecuación a las reglas suele ser una condición establecida para ser miembro del grupo más que una convención. Los miembros de los grupos formales tienen papeles definidos como presidente, tesorero, vocal, etc. (Ellis y McClintock, 1993: 143-162).
· Secundario. Son grupos más amplios e impersonales. Los contactos son mucho menos directos. Hay menos implicación personal.
La conciencia de grupo, de clase, de rango, la jerarquía,[15] es decir, el deseo de suprimir los desacuerdos por todos los medios y adaptarse al punto de vista del líder, siempre está presente en la sincronía interaccional. Ya la Bruyère hablaba al respecto en la Francia del 1688:
[…] los grandes gustan de los excesos y los pequeños de la moderación; aquéllos tienen el gusto de dominar y de mandar, y éstos el placer y aun la vanidad de servir y obedecer [de adular[16]]; los grandes son rodeados, saludados, respetados; los pequeños rodean, saludan, se posternan […]
Hay hombres por naturaleza inaccesibles, y que por lo común son precisamente de quienes dependen y a quienes necesitan los demás. Semejantes al azogue y siempre en movimiento, brincan, gesticulan y se agitan; truenan y despiden llamas como las figurillas de cartón que se presentan en las fiestas populares, y apagándose en fin, vienen a caer y a hacerse por su caída tratables, pero inútiles […]
[Y en todos los lugares] las mismas pasiones, las mismas flaquezas, las mismas pequeñeces, las mismas turbaciones de espíritu, las mismas diferencias en las familias y entre los prójimos, las mismas envidias, las mismas antipatías; por todas partes nueras y suegras, maridos y mujeres, divorcios, rompimientos y fingidas reconciliaciones; por todas partes malos humores, cóleras, parcialidades, chismes y lo que se llama malos discursos […] (la Bruyère, 1998: 72, 179 y 186).
A la hora de tratar la sincronía interaccional u orientación del cuerpo tenemos que recordar que en los actos comunicativos existen ciertas particularidades relevantes. Unas están relacionadas con ciertas condiciones físicas y, otras, con ciertas condiciones sociolingüísticas.
Las condiciones físicas que afectan la sincronía interaccional u orientación del cuerpo son:
· Temperatura.
· Ventilación.
· Humedad.
· Grado probable de atención de diferentes auditorios.
Las condiciones sociolingüísticas que se relacionan con la sincronía interaccional son múltiples, por lo que las expondremos por partes.
Una de esas particularidades está relacionada con la pertenencia o no del hablante a un grupo sociolingüístico determinado, es decir, si el emisor porta o no signos verbales y no verbales que no lo identifican o lo identifican parcial o totalmente con el receptor o los receptores de la comunicación (Hudson, 1981: 180-193). Otra particularidad se concatena con la categoría o subcategoría de los participantes en la interacción:
· Personas de la misma categoría: hermanos, hermanas, amigos, colegas, presos, discapacitados,[17] compañeros de viaje, enfermos con un mismo mal, etc.
· Superiores: padres, jefes, docentes, profesores, jueces, autoridades ejecutivas, empleados, etc.
· Inferiores: niños, subalternos, asistentes, inculpados, detenidos, pacientes, internados en residencias, alumnos, etc.
· Dadores: profesores, camareros, vendedores, etc.
· Receptores: clientes, pacientes, solicitantes, etc., (Dijk, 1989: 253-254).
Además, los roles en la interacción también están condicionados por la naturaleza de la comunicación. En la comunicación verbal, el discurso se puede clasificar en conversaciones cotidianas, dadas en contextos informales, por iguales, como es el caso del acto comunicativo entre los pasajeros de un medio de transporte. Pero existen comunicaciones más específicas, que adquieren otros matices, y que son planeadas, que se producen en un lugar y un tiempo determinados, en donde generalmente se explicitan el tema y la función de la conversación, y en donde hay participantes que por su función/rol/cualidades profesionales tienen el derecho o el deber de establecer el objeto de la conversación, ponerle término, estimular determinados actos del habla, inducir a ciertos gestos, etc. Algunas de estas comunicaciones “especiales” son las siguientes:
· Conversación de solicitud de empleo.
· Conversación de ventas.
· Conversación de enseñanza.
· Conversación de examen.
· Conversación radiofónica o televisiva.
· Conversación por Internet: verbal escrita, verbal escrita-icónica, verbal escrita-visual, verbal oral, verbal oral-visual.
· Conversación institucional: con funcionarios de empresas, gobierno, iglesias.
· Conversación médica.
· Conversación terapéutica, con un sicólogo o un sociólogo (Dijk, 1989: 258).
Existen, además, conversaciones públicas y privadas; abiertas –puede haber testigos– y cerradas –sin testigos.
El estar familiarizado o no con el tema que se aborda en la comunicación es también muy importante, porque esto permitirá que se produzca un contacto ocular más sostenido y gestos más frecuentes y pronunciados.[18]
Las conversaciones, cualesquiera que sean éstas, tienen sus particularidades grupales y también sus particularidades individuales:
Cuando la conversación no es un mero canje de mecanismos verbales en que los hombres se comportan casi como gramófonos, sino que los interlocutores hablan de verdad sobre un asunto, se produce un curioso fenómeno. Conforme avanza la conversación, la personalidad de cada uno se va disociando progresivamente: una parte de ella atiende a lo que se dice y colabora al decir, mientras la otra, atraída por el tema mismo, como el pájaro por la serpiente, se retrae cada vez más hacia su íntimo fondo y se dedica a pensar en el asunto. Al conversar vivimos en sociedad: al pensar nos quedamos solos. Pero el caso es que en ese género de conversaciones hacemos ambas cosas a la vez, y a medida que la charla progresa las vamos haciendo con intensidad creciente: atendemos con emoción casi dramática a lo que se va diciendo y al propio tiempo nos vamos sumiendo más y más en la soledad abismal de nuestra meditación. Esta creciente disociación no se puede sostener en permanente equilibrio. De aquí que sea característico de tales conversaciones la arribada a un instante en que sufren un síncopa y reina denso silencio. Cada interlocutor queda absorto en sí mismo. De puro estar pensando no puede hablar. El diálogo ha engendrado el silencio y la sociedad inicial precipita en soledades (Ortega y Gasset, 1983: 437).
Queda claro, en resumidas cuentas, que las características sociolingüísticas generales y básicas de los usuarios de los discursos son elementales para que se pueda producir una adecuada sincronía interaccional. Nos referimos aquí a cuestiones como: 1. capacidad verbal, 2. buena dicción –según sea el dialecto o norma lingüística–, 3. vocabulario adecuado, 4. educación corporal, etc.
La capacidad de escuchar y las diferentes técnicas de escucha también deciden la sincronía interaccional. Escuchar no es oír. Oír es una actividad pasiva y escuchar es algo activo. Cuando ejercemos control sobre lo que oímos, no estamos simplemente oyendo, sino escuchando activamente (Ellis y McClintock, 1993: 77-96).
Cuando hablamos de sincronía interaccional tenemos que tomar en cuenta todos los problemas que se relacionan con la disonancia cognitiva (Festinger, 1957; Festinger, 1975), es decir aquellos procesos comunicativos “cuando nos vemos enfrentados con una situación en la cual alguien no se comporta de forma acorde con nuestros estereotipos y prejuicios” (Ellis y McClintock, 1993: 48).
Otro concepto, el de entropía, también está relacionado con la sincronía interaccional. Tomado de la física, se refiere al desorden que puede existir en cualquier sistema. Podríamos decir que la entropía, aplicada a la comunicación, se refiere a la información impredecible o inesperada para el contexto en la que se produce; es como si uno “se sacara de honda”, como se dice en México, debido a que escucha una unidad léxica, una palabra, una frase o una onomatopeya que no esperaba oír o ve un gesto que no es el que esperaba ver, porque no conviene en un determinado contexto situacional. Es la impredecibilidad en el contenido o la forma de un mensaje. Por ejemplo:
El refrán popular dice:
Cría cuervos y te sacarán los ojos.
¿Qué pasa si usted escucha?:
Cría caballos y te sacarán los ojos.
Veamos otro ejemplo, ahora referido a los gestos. El día del cumpleaños de su hijo, de su esposa, su esposo, de su jefe o de su amigo usted se le acerca y le felicita con mucho cariño y respeto. Se supone que, en condiciones normales, usted espere una respuesta gestual con una cara así. Véase imagen: […] O con una mano así. Véase imagen: […]
Pero, qué pasa si el gesto con la cara es éste. Véase imagen […] O con la mano es éste. Véase imagen […]
Creo que en estos últimos casos usted “se sacará de honda”.
Consideremos otro ejemplo, en este caso de entropía política:
Supongamos que usted vive en uno de los países más poderosos del mundo, en donde, supuestamente, “todo está calculado y pronosticado”. Pero, supongamos también que usted vive dentro de ese supuesto país en una zona que está calificada como de “alto riesgo” porque se ubica en un área de catástrofes climatológicas –sequías, inundaciones, ciclones, etc.–, de catástrofes geográficas –terremotos, etc.–, de catástrofes socio-políticas –guerras, fronteras políticas, conflictos tribales, conflictos étnicos, conflictos religiosos, esclavitud,[19] narcoguerras, crimen organizado, delincuencia organizada, mafia, terrorismo[20] en cualquiera de sus tan variadas y habituales formas, camorra, tortura psicológica, tortura física, conflictos debido a los recursos naturales, en especial el agua, la fauna, la flora, etc.–, de catástrofes económicas –economía informal, mercado pirata, fuga de capitales, evasión de impuestos, plagio de marcas, fuga de cerebros, fuga de empresas…– (Ruano, 2003e). ¿Qué se supone que usted espera de las autoridades de ese país, de esa región, de ese estado, en el caso en que se produzca una catástrofe, la que sea? ¿Se supone que usted considera que las autoridades actuarán en esa potencia mundial con tino, con rapidez o prontitud, con lógica, o que se tomarán todo el tiempo del mundo para decidir qué hacer, cuando ya a veces el daño es total e irreversible? Los ejemplos que demuestran la incapacidad de las autoridades en grandes potencias mundiales son muchos, en especial en Estados Unidos,[21] Gran Bretaña, Rusia, Alemania, Japón, Francia, Italia, España, etc. Espero que aquí usted no olvide la negligente y conspirativa actuación de muchos países, estados, instituciones y grupos religiosos, en especial de ciertas y reconocidas grandes potencias, como Suiza y el Vaticano, en, por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial, el conflicto bélico más devastador de la historia de la Humanidad;[22] en la terrible y dolorosa Guerra Civil Española, el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial o primera fase de la Segunda Guerra Mundial, según algunos especialistas;[23] en la Guerra de Vietnam; en los seculares conflictos y guerras fratricidas del mundo árabe, entre los mismos árabes y entre árabes e israelíes; en los exterminios imprudenciales y los exterminios premeditados y calculados de grupos indígenas de América y África, y hasta de grupos minoritarios, desprotegidos o en estado de indefensión europeos etc. Entonces imagine la vida de desasosiego, de incertidumbre, de desconfianza, que llevan los habitantes de los pueblos y países dependientes, satélites, tercermundistas, cuartomundistas, atrasados y altamente corruptos (Ruano, 2003a; ENCUP 2001, 2003, 2005, 2008;[24] Amnistía Internacional, 2005). Y aquí espero que usted no olvide que América Latina está considerada como la zona más peligrosa del mundo en la defensa de los Derechos Humanos, y que los países en donde hay mayor violación de los Derechos Humanos en esta área, según las estadísticas de 2005 de Amnistía Internacional son Colombia, Guatemala, Brasil, Honduras, Paraguay y México. ¿Sabe usted, realmente, cómo se comportan y qué se dice, o sea cuál es la conducta verbo-corporal, de las personas afectadas por conflictos y siniestros? ¿Sabe usted, realmente, cómo piensa y reacciona la gente de su país, en especial los afectados, ante situaciones de conflicto y cataclismos?[25]
Estos comportamientos verbo-corporales inesperados, a veces descontrolados, están relacionados con muchas causas, sociológicas y sicológicas, están relacionados con la condición humana (Arendt, 1958), con los sentimientos humanos y los criterios en torno a los principios y la moral que tienen los grupos sociales y las personas en particular, según sus contextos espacio-temporales, un asunto, de por sí, más que escabroso, y desde hace bastante tiempo, por cierto (Smith, 1997). Todo esto es muy importante en la comunicación no verbal porque entre los individuos que intervienen en una comunicación, entre los discursantes, se establecen ciertas relaciones que determinan el lugar que cada uno de ellos ocupa sociolingüísticamente hablando y se definen los patrones y estilos discursivos verbo-corporales del poder: de la “agresión” y de la “sumisión”, de la “verdad” y la “mentira”, de la “sinceridad” y la “falsedad”, del “egoísmo” y de la “humildad”…: “En las relaciones [de los que intervienen en una comunicación verbo-corporal] es fundamental el rol que tiene el poder que cada participante manipula en la relación, ya que es éste el que le permite ocupar un lugar de superioridad, de igualdad y otras veces de inferioridad frente al otro hablante-oyente.”[26] Los comportamientos verbales y no verbales inesperados son comunes porque la vida está hecha de ciclos: hay momentos buenos y momentos malos en la vida de todas las personas –aunque sabemos que a muchas zonas geográficas, a muchos pueblos, a muchas etnias y a muchas personas, por los motivos que sean, siempre les ha ido mal, y a menos que se produzcan cambios bruscos, principalmente en lo que atañe a la salud, la alimentación, la educación, la religión y a los aparatos impartidores de justicia, siempre les irá mal–. Normalmente, ni existen las personas que siempre están alegres o de buen humor, ni existen las personas que siempre están tristes o de mal humor. Lo contrario sería patológico en nuestras culturas occidentales. Y no podemos esperar que el que esté feliz o contento en un determinado momento o en un determinado ciclo de la vida, pretenda que todos los que le rodean también estén felices y contentos en ese mismo momento o ciclo de la vida. Realmente lo que se debe buscar, y lograr, es el “supuesto equilibrio comportamental verbal y no verbal”, de manera que ni afectemos negativamente en extremo a los demás y que los demás tampoco nos afecten negativamente en extremo a nosotros en nuestros discursos verbales y no verbales cotidianos en la vida pública, en la vida laboral y en la vida familiar. Definitivamente, los problemas concretos están ahí y hay que analizarlos, discutirlos, resolverlos, en la vida pública, en la vida laboral y en la vida familiar o íntima. No tenemos otra opción, por las mismas particularidades de nuestras socializaciones globalizadas. Podríamos pensar que para resolver los problemas de la comunicación humana violenta, conflictuada, habría que acudir al instinto humano, a las reacciones instintivas de protección, de conservación. Pero resulta que las conductas instintivas son extremadamente complejas, que el papel que desempeña el instinto en la conducta humana no queda claro entre los científicos, que la herencia marca los instintos de las personas y que, finalmente –si consideramos, entre otras cosas, que los animales en general, incluyendo al animal humano, con una misma estructura genética se comportan de manera diferente si se les proporcionan recursos distintos–, existe también “el instinto de agresión”, “los instintos de los agresores”. Entonces, dadas nuestras experiencias en nuestras sociedades, muchas de ellas inclusive “civilizadas” (?), “primermundistas” (?), “globalizadas” (?), con “elevados índices de alfabetización y educación” (?), etc., no podemos confiar en el instinto o los instintos que supuestamente deben portar los individuos de los grupos civilizados, porque en este aspecto nunca sabemos qué puede pasar, quién y cuándo va a realizar un acto considerado como agresivo, a veces letalmente agresivo. En la mayoría de los casos nos dicen que la sociedad está “protegida” (?) de los actos agresivos, es decir, de conductas agresivas y, por ende, de instintos agresivos; pero, como dice el dicho, “del plato a la boca se puede caer la sopa”: las estadísticas de criminalidad, las estadísticas de las procuradurías jurídicas, las estadísticas de las procuradurías sociales, los juzgados, las cortes jurídicas, las organizaciones de los Derechos Humanos, las organizaciones internacionales para el control del crimen y de la delincuencia, etc., dicen totalmente lo contrario. Y si es evidente que una estructura internacional del tipo de la ONU,[27] la Comunidad Europea, la OEA,[28] etc., por un lado, y las estructuras gubernamentales en los casos concretos de los países, por otro lado, están incapacitadas para cuidarse a sí mismas de los actos agresivos, de los instintos agresivos de los agresores, entonces ¿qué podemos esperar nosotros, el pueblo? ¿Qué podemos esperar los pueblos pobres e incivilizados, tercermundistas, cuartomundistas…?
No podemos considerar la información de los lenguajes corporales, la comunicación no verbal de tipo corporal y en general la comunicación verbo-corporal sin tomar en cuenta el “instinto”, las variantes instintivas que son más frecuentes en la conducta humana de determinadas regiones o grupos y en determinados tiempos y situaciones. En lo tocante a la relación entre conducta-instinto-entropía muchas cosas no quedan claras; pero algo sabemos:
En el centro del comportamiento de los animales y del hombre está lo que se conoce como instinto o comportamiento instintivo. Es la denominación que se da a la tendencia de una especie determinada a realizar acciones de cierto tipo en unas circunstancias dadas, acciones que apuntan a algún objetivo fundamental para la existencia de la especie –por ejemplo, sustento, reproducción, crianza de la prole y huida del peligro–. Las acciones instintivas no se aprenden, y el que las realiza puede ser totalmente inconsciente del fin a que se dirigen. Por un lado, están íntimamente ligadas a factores fisiológicos […] Por otra parte, el comportamiento instintivo va íntimamente unido a la inteligencia, es decir, la capacidad de aprender a partir de la experiencia […] En todo comportamiento inteligente del hombre puede verse la operación instintiva –por ejemplo, el instinto de construir una casa–, de la que puede ser tan poco consciente como los demás animales. El instinto es un requisito necesario para la adquisición del aprendizaje.
El instinto es un sistema o concatenación de elementos, entre los que están la afectividad (o sentimiento) y un consiguiente deseo de logro (o esfuerzo), que desembocan en acción. El sistema puede activarse debido a un cambio de estado corporal que produzca la afectividad y el esfuerzo, o, más frecuentemente, por una cognición (o impresión causada por los sentidos) de algo externo que provoque la afectividad. Así, la búsqueda de pareja o alimento puede estar producida, al principio, por algún cambio corporal interno que origine una afectividad, deseo de logro (conación) y acción, y en el momento siguiente, cuando el animal ve, huele u oye a un compañero o una presa, la afectividad puede estimularse todavía más, la conación intensificarse y la acción continuar (Diamond, 1974: 184-185).
Los instintos humanos constituyen un área compleja y poco explorada en la vida científica. Los resultados que se tienen hasta ahora en este campo poco han servido para resolver los problemas concretos de criminalidad, agresividad y violaciones que afectan a la sociedad. Las reacciones instintivas de muchos grupos son una verdadera amenaza en la vida moderna. Los instintos agresivos y los instintos sexuales negativos están presentes en todos los pueblos; pero en unos más que en otros: cuestión de cantidad; en unas sociedades y grupos más que en otros, especialmente en las sociedades reducidas, atrasadas y poco florecientes (Ruano, 2003e).
En América es bastante común este fenómeno de las conductas entrópicas o conductas desajustadas o conductas inesperadas –¿”baalización” de las culturas y las conductas?–, especialmente en las esferas de la política, la gobernación, la administración pública, la jurisprudencia, el sindicalismo y la religión… ¡Y las “sorpresas” en este sentido están a la orden del día y con los matices más policromos!:
Indagar en las vidas de los responsables de las cosas públicas se ha convertido en una necesidad. Gracias a la democracia electoral hoy en día podemos elegir a nuestros gobernantes, pero seguimos votando a perfectos desconocidos. Conocemos hasta la fatiga sus caras y sus voces, pero ignoramos sus vidas o sus verdaderas trayectorias.
Pese a la enorme exposición de medios de la cual gozan todos estos personajes, desconocemos las respuestas. Las maquinarias políticas electorales convierten a los candidatos en productos de marketing; los transforman en héroes y en villanos a la vez, según el interés de cada partido. Sus currículos quedan esterilizados de toda mácula y se nos presentan como esposos leales, padres devotos, trabajadores incansables, ciudadanos honorables. Antes y durante la campaña muchos de ellos serán objeto de calumnias e imputaciones de toda índole. Atrapada entre la difamación o la glorificación de los personajes, la ciudadanía se ve obligada a elegir entre uno u otro producto político. Al final, las campañas electorales terminan convertidas en una guerra de adjetivos.
Es hasta que comienzan a dirigir nuestros destinos cuando descubrimos realmente de qué están hechos los nuevos soberanos. Y las sorpresas no siempre han sido buenas (Zepeda y otros, 2005: 5).
Un ejemplo habitual de entropía discursiva verbo-corporal lo constituye, en una buena medida, el discurso político latinoamericano –pero no solamente aquí, en el discurso político, aparecen las conductas entrópicas, sino que también este fenómeno es evidente en otros tipos de discursos, como es el caso del discurso socioconfesional, clerical, de la iglesia, de la religión o religiones, etc.[29]–, una forma de expresión verbo-corporal que tiene como características principales las floridas incongruencias, las ideologías y los discursos del desprecio en sus dos variantes,[30] una desmedida libertad de la “imaginación” carente de la “razón”, las estructuras e imágenes fantasiosas, los disparates poéticos, las analogías más superficiales, los mitos, los mitoides, los refranes gastados, el lenguaje por tropos, y por supuesto las mentiras…, en resumen algo así como un “estado salvaje de la comunicación humana”… Todo esto constituye hoy, de la misma manera que ya sucedía en el México prehispánico,[31] un gran problema en el ámbito del lenguaje verbo-corporal de los individuos civilizados, en el ámbito de la política de los grupos civilizados y alfabetizados, porque esos mensajes “raros”, sencillamente, no se entienden, ni entre los mismos políticos, y mucho menos son entendidos por pueblos marcados por sus “pobrezas de hablares y entenderes”. Basta una mirada al discurso diplomático en América, ese discurso que tiene que ver con las relaciones exteriores, con las relaciones internacionales, con la vida –¿y la muerte?– de los hombres diferentes de comunidades “diz que” iguales…, un discurso que es una manera de comunicarse para incomunicarse, que los mismos políticos no entienden “pero aceptan”. Pero este asunto no está del todo mal si consideramos las “contribuciones” que realizan nuestros políticos al desarrollo de las investigaciones en el campo de la sociolingüística y la lingüística aplicada al mostrar la “flexibilidad mental” y la “flexibilidad verbal”, producto de la incultura lingüística y la cultura de las apariencias.
Todos sabemos que la vida del latinoamericano es entrópica, desordenada, con constantes alteraciones negativas, producidas por los mismos riesgos del medio ambiente (Ruano, 2003e), por una educación y una instrucción desajustadas, atrasadas, no competitivas, matizadas por las “pobrezas de los hablares y de los entenderes” (Ruano, 2000; Ruano 2003a), por las obligatorias migraciones humanas producto al desequilibrio económico y político del área (Ruano, 2003a), por las presencias de aparatos políticos, gubernamentales y jurídicos en la zona que no tienen ni pie ni cabeza, con una justicia sin rostro y altamente desprestigiados en los planos locales e internacionales (Amnistía Internacional, 2005; ENCUP 2001; ENCUP 2003; ENCUP 2005; ENCUP 2008: http://www.encup.gob.mx/encup/index.php?page=encup ; Cacho, 2006), por la apatía, la desidia, la falta de compromiso ciudadano y la nula, poca o desacertada participación de las masas de electores en las decisiones que rigen el futuro de nuestros países y del Continente en general (Heras, 2006).
¿Pero por qué analizar los lenguajes verbo-corporales de las variantes discursivas de políticos, gobernantes, funcionarios, directivos y administradores del ámbito político-gubernamental? ¿Por qué analizar las conductas verbo-corporales, tanto en el aspecto social como en el aspecto psicológico, que se producen en los variados contextos espacio-temporales de este tipo de liderazgo social, es decir el del ámbito político-gubernamental-administrativo? ¿Por qué analizar la imagen verbo-corporal de “los grandes” (Bruyère, 1998: 171-187)? La respuesta es muy sencilla: porque estas “personas líderes”, a través de la historia y en la actualidad, han decidido las vidas y los futuros de absolutamente todos los seres humanos del mundo, y porque, supuestamente y en teoría, los aparatos político-gubernamentales-administrativos se nutren de los más inteligencias –considerando aquí las “inteligencias múltiples”, es decir la existencia de 9 tipos de inteligencia (Ruano, 2000)–, de los más intuitivos, de los fuertes, de los más hábiles, de los más autoritarios, de los más poderosos, de los más capacitados, de los más aptos, de los más sabios, de los más respetuosos, de los más influyentes, de los más carismáticos, de los más competitivos, de los mejores conocedores del trabajo cooperativo en equipo, es decir de personas que han sido seleccionadas por sus “valores aparentes” y no por sus “valores ocultos” (Antaki, 2000: 169-177), mediante los mecanismos más variados, complejos y polémicos, transparentes y fraudulentos, para ejercer el poder, administrar los bienes comunales –especialmente el dinero y las relaciones– y aplicar las leyes.
Pero, además, es necesario considerar, analizar, investigar y exponer en los medios masivos de comunicación las disquisiciones constructivas en torno a las conductas verbo-corporales del ámbito político-gubernamental-administrativo porque las violaciones y las transgresiones que se producen aquí ya han llegado al límite de la tolerancia (Ocampo, 2002) de las masas populares, en todos los sentidos y al nivel internacional. A este respecto, las consecuencias de la degradación, del amoralismo, de la corrupción, del robo, del nepotismo, del tráfico de influencias, del paternalismo, de la irrespetuosidad, de la agresión y de las mentiras son inconmensurables, y en la mayoría de los casos, de no corregirse estas aberraciones en un mundo moderno y globalizado, y a tiempo –lo que casi nunca sucede–, los desenlaces están marcados por profundos conflictos y enfrentamientos grupales, la mayoría de ellos cargados de odios y choques sangrientos que reflejan nada más y nada menos que estados de presocialidad, atraso social, incivilidad y barbarie.[32] ¡Por eso, justamente, se debe tratar, desde la óptica que sea, las conductas verbo-corporales de nuestros dirigentes y en todos y cada uno de los ámbitos del desempeño, sin la más mínima secrecía! Ni modo: ésa es parte esencial del perfil del puesto que los mismos funcionarios eligieron. Los pueblos tenemos que conocer muy bien a quiénes elegimos como nuestros representantes. Tenemos que conocerlos por fuera y por dentro: a ellos y a su familias y a sus relaciones sociales, a sus herencias socio-culturales y a sus herencias genéticas, sus estados mentales, sus estados de salud, sus enfermedades, sus achaques, “sus pasiones y pasatiempos”. Y, “ultimadamente”, como se dice en México, ¿cómo que no vamos a analizar, a investigar, a cuestionar, a nuestros “empleados”, a nuestros “contratados”? ¡Claro que sí! ¡Por supuesto que sí! ¡Creemos que ya las “sorpresas” han sido suficientes y aleccionadoras! ¿Es que acaso queremos más? ¿Es que acaso necesitamos más?:
Por eso cuando se busca un proyecto nuevo de comunidad, de nación, de pueblo, de grupo, en donde se supone que se debe buscar “igualdad”, “equilibrio”, “respeto” entre los seres humanos –en teoría así debería suceder en los grupos “civilizados”–, por lo menos ante la ley, lo primero que hay que hacer es civilizar a las personas, alfabetizarlas, hay que crear libros, manuales, adaptados a esos proyectos, y que expongan de manera clara y tajante todo el arsenal de conocimientos y conductas que se necesitan para lograr el cambio. Por eso para lograr “el cambio” hay que tomar en cuenta a la ciencia y a la técnica, y a los verdaderos científicos y a los verdaderos técnicos… Cada pueblo civilizado debe tener sus programas, sus manuales, sus compendios, sus leyes, que expliquen las cosas buenas y las cosas malas de ese pueblo y de todos los pueblos que conviven con él, para evitar encuentros desagradables con “el otro”, con “los otros”. Pero si un pueblo, una comunidad, un país o una persona no sabe ni quién es, si es incapaz de “encontrarse consigo mismo” (Ornstein, 1993), de una manera sincera y honesta, entonces el problema es grande, muy grande. Si en tiempos de civilidad un pueblo, una comunidad, un país o una persona se identifica con la barbarie –es decir esa situación social en la que impera el analfabetismo, la falta de cultura, el atraso científico, el atraso tecnológico, la involución social, la rusticidad, la crueldad, el terrorismo, el genocidio, la anarquía, la anomia, la falta o desconocimiento de los más elementales protocolos de respeto a la comunidad o comunidades, las violaciones a los derechos humanos, incluyendo los derechos humanos más elementales, las violaciones sexuales y en especial la pederastia…–, entonces, por más que ese pueblo o esa comunidad o ese país o esa persona intente demostrar “civilidad” –y ya conocemos cómo funcionan los “lenguajes de las apariencias” y las máscaras–, “es” bárbaro y transmitirá a través de su lenguaje verbal y de su lenguaje corporal barbarie, incivilidad. ¡Eso está más que claro! Y cualquiera que viva en la barbarie, justamente por las mismas características inherentes a la barbarie, desconoce la trascendencia del verdadero significado de “lealtad” y también de “traición” en situaciones de civilización. El que vive en la barbarie no es leal ni a nadie ni a nada…, el que vive en la barbarie es leal según las conveniencias, según los intereses, según los tiempos…, y su lealtad siempre será muy pasajera y condicional…, y traiciona a cualquiera o a cualquier cosa…, también según las conveniencias, según los intereses, según los tiempos. ¿Por qué? Muy sencillo, porque el que vive en la barbarie sólo conoce los “valores” de la barbarie, y ve a los “valores” de los grupos civilizados como algo anormal. Para el que vive en la barbarie “lo normal” es la barbarie, es decir “lo anormal” en un mundo civilizado. Es bastante frecuente ver que ciertos grupos e individuos en particular no ven como “bárbaros” los “hechos de barbarie”, y aquí estoy considerando desde un mandatario que no considera sus crímenes de guerra y sus invasiones como bárbaros hasta un grupo o comunidad que atenta contra otro grupo o comunidad, de la forma que sea, o un líder religioso, político o social que protege abierta y descaradamente a un violador de niños, a un pederasta. ¿Acaso éstos no son, todos, “hechos de barbarie”? ¿Acaso estos hechos, por diversos que sean, no son el resultado de la barbarie y la incivilidad? ¡Claro que sí! […]
Los pueblos siempre guardan muchos secretos, secretos de todo tipo. Los pueblos, a través de los “idiomas”, a través de los “lenguajes”, siempre guardan muchos secretos…, el tiempo pasa…, la gente no recuerda… Pero esos “secretos” se conocen a través de las investigaciones de muchas ciencias y de la literatura en general: filología, historia, lingüística, traductología, filosofía, antropología, etnología, lexicogenesia, etimología, semántica, semasiología, simbología, semiótica, folclore, folclife… […]
[Hoy es fácil conocer el historial de la gente, de todo el mundo, y en especial el historial de los candidatos a los puestos públicos] En el pasado era muy fácil borrar toda esta “documentación reveladora y comprometedora” […]: sencillamente se le daba candela a los textos, a las bibliotecas, a los archivos, y también se exterminaban las fuentes humanas, se les mataba o se les desaparecía, que era la práctica común… Hoy esto no puede suceder porque toda esa documentación está registrada en todo el mundo, en todos los centros de información, en todas las bibliotecas, hemerotecas, videotecas, filmotecas, redes de Internet, etc., y especialmente en los países civilizados la humillante mano del inquisidor ya no tiene fuego… Toda esta documentación reveladora ni se ha perdido ni se perderá ya, al contrario, porque aparece en la más eficaz y rápida vía de información del mundo moderno: Internet, en donde solamente hay que poner una palabra y ya, aparecen cientos y miles de documentos en torno al dato buscado, ya sea un documento o el nombre del traidor o el nombre del traicionado. Por eso Internet es el terror de los “inculpados”, de los “culpables”; y contra ella ya nadie ni nada puede luchar, su fuerza es muy grande y su alcance es mundial. Lo que hizo el “culpable”, antes o ahora, se difunde en segundos por todo el mundo. Por eso la vergüenza y el desprestigio del culpable y de su grupo son mayores, porque son universales: su imagen y su culpa están en todas las computadoras del mundo, en todos los idiomas del mundo, ¡y cómo hay computadoras e idiomas en este planeta! (Ruano, 2003e).
La necesidad de formar una imagen política como recurso para generar poder no es nueva. Data de milenios, desde el origen mismo de las formas de organización social que requerían el ejercicio de un liderazgo encaminado a distinguir a los seres humanos en dos tipos: los que ejercen el poder y aquellos sobre quienes se ejerce dicho poder.
Imagen pública y poder han estado ligados desde tiempos remotos. En su momento, el significado de los rituales y el uso de los símbolos que distinguían a los jefes y nobles, a los sacerdotes y guerreros, generaron imágenes poderosas. El poder se ligó a la fuerza, la sabiduría y el conocimiento. El culto divino fue representado por los colmillos, los cuernos o la piel de los animales, por adornos corporales, tatuajes, coronas, cetros o bastones.
Conforme las civilizaciones evolucionaron, la imagen el poder lo hizo también. Faraones, reyes y césares construyeron magníficas obras en las que se mostraba el esplendor y la magnitud de su dominio. Sus estatuas y pinturas manifestaban su grandeza y perfección. Su riqueza les permitía construir imágenes que los representaban como hombres y mujeres muy por encima de lo común.
En aquellos tiempos, en puntos de reunión como templos, mercados y cuarteles, en los sellos de correo y las monedas, en los estandartes de guerra o en cada uno de los puntos cardinales de sus dominios, los reyes de esos días colocaban una imagen de sí mismos como símbolos del poder que poseían.
Los tiempos cambiaron, pero no la idea central de que el poder estaba ligado a la imagen y viceversa, de tal forma que las mujeres y los hombres del poder podrían estar seguros de que pasarían a la historia sin los defectos de su realidad humana, en un ambiente imaginario, propicio y reservado sólo para ellos, inalcanzable para el resto de la sociedad. Sin embargo, diversos factores fueron acotando la relación entre el poder político, su representación simbólica y la percepción de los gobernantes. Algunos se debieron a la propia evolución histórica, unos más al avance tecnológico, y otros, a los cambios socio-políticos, principalmente a la relación misma que se configuró entre gobernantes y gobernados. La consecuencia fue que la imagen de los gobernantes se hizo más terrena, cotidiana y humana.
Si continuamos haciendo historia, encontraremos que el nacimiento y crecimiento de los medios de comunicación originó que los miembros de la casta gobernantes empezaran a echar mano de otras tácticas para incidir en la percepción de sus gobernados, de tal manera que la dramatización de la imagen política fuera instrumento no sólo de comunicación entre ambos, sino también de manipulación, persuasión y seducción. La política adquirió así algo de aspecto teatral, en cuyos escenarios muchos sucumbían o corrían el riesgo de verse marginados y de conformarse con un rol secundario si es que no sabían entender el valor de la definición, construcción, administración y evaluación de su imagen pública […]
En política, la imagen es un recurso, un instrumento, una herramienta, un proceso y un método para acceder al poder, para competir por él, para ejercerlo y conservarlo. Como recurso, instrumento y herramienta, la imagen política debe ser utilizada de manera estratégica, oportuna y eficiente. La calidad de la misma depende precisamente del poder que pueda generar, es decir, de la influencia, liderazgo, dominio, privilegios, distinciones, oportunidades y seguidores leales que produzca.
La imagen política es un proceso cuyo fin último está relacionado con el poder, entendido éste como la capacidad para hacer que otros hagan lo que en condiciones normales no harían. El poder se estableció para que algunos –unos cuantos– puedan influir en las decisiones de otros –las mayorías–, lo que implica establecer un orden de las cosas y recibir un trato social diferenciado como consecuencia de ello.
Contrario a lo que se puede argumentar, la idea del poder no es democrática, ni tampoco lo es la del gobierno ni la de la autoridad. Esta distinción es importante porque la imagen política está ligada a estos conceptos. Esto requiere que se interprete adecuadamente por lo que ello significa, pues la democracia, que es igualdad de oportunidades, respeto, tolerancia, reconocimiento de la diversidad, competencia limpia, condiciones de equidad, pluralidad, transparencia y rendición de cuentas, constituye el ejercicio de poder de los más capacitados para representar en planos diferenciados de interés, las voces segmentadas de las mayorías.
Aunque los más nobles ideales y aspiraciones impulsen a una persona a competir en la política, la forma de cumplirlos dependerá de los grupos, intereses y recursos que pueda articular en torno de sus metas. Así las cosas, una vez que se ha establecido y se ha cumplido con el orden democrático, nos permite comprender que ni el poder ni las funciones públicas pueden ser de todos. Para ser legítimo, el poder debe ejercerse por quienes la sociedad ha seleccionado como las más aptos y encontrar en la coherencia del ser y parecer de la oferta de política, la producción de referentes de percepción que incidan en la toma de decisiones de los distintos públicos meta. De esta forma, la imagen política será el resultado de un proceso de creación, promoción, difusión y comunicación que le permite al actor político presentarse ante los diferentes segmentos ciudadanos proporcionándoles la información que requieren para que sea seleccionado entre las distintas opciones en competencia. De ahí la importancia de que la imagen política sea la óptima, considerando que de ahí se parte para transmitir una imagen de confianza y certidumbre que incida en los planos de identidad y credibilidad ciudadanos.
Ahora bien, defino la imagen política como la percepción derivada del conjunto de estímulos verbales y no verbales que permitirá a las personas o instituciones identificarse, distinguirse y posicionarse de manera positiva en el escenario de la competencia y el poder políticos (Paredes, 2003: 349-352).
En este sentido de la imagen político-gubernamental-administrativa latinoamericana, lo primero que llama la atención en el escenario político-gubernamental-administrativo –¿o teatro político?– del área son las formas a través de la cuales se llega al poder, las formas tan características, sui generis, de elegir funcionarios y aparatos gubernamentales, en las que “todo es posible”, en especial las triquiñuelas, las corruptelas, lo chueco, la transa, las compras y ventas de influencias y de votos, los tráficos de influencias, los coyotajes, las mordidas, la violación de las leyes, las infracciones, las amenazas, los atentados, los raptos, las desapariciones, los asesinatos, todo lo cual aparece reflejado diariamente en la prensa, en la libros, en la radio, en la televisión, en Internet, en las denuncias de grupos e individuos particulares ante organismos nacionales e internacionales. La imagen de los políticos en Iberoamérica, generalmente, es lo que en cinematografía se podría llamar la imagen del “doble” o de la “doble”, en este caso del doble del estadista o verdadero hombre de estado, algo así como una imagen falsa, artificial, borrosa, una imagen de urgencias y riesgos, imágenes opcionales que nunca conducen a la gloria, una imagen que quiere llegar, que desea llegar, pero que no puede, porque las exigencias de un personaje principal son muchas y muy complejas, demandantes; la imagen del político latinoamericano es la imagen de ese “doble” que hace las escenas difíciles, con mucho riesgo, de las que siempre se sale descalabrado, a la entrada o a la salida, al principio o al final, por una causa u otra. La imagen política de los que gobiernan en Iberoamérica es, casi siempre, salvo muy raras excepciones, una imagen secundaria, no protagónica en el plano internacional; es la imagen de un “doble” porque en este “escenario internacional” es solamente para eso para lo que está preparado ese individuo, ese tipo de persona, y desde la infancia, porque su comunicación verbal y su comunicación no verbal así lo dicen, ése fue su esquema educativo, esa es su herencia comunicativa, y el político latinoamericano es muy fiel, en todos los sentidos, a su legado instruccional y educativo: ¡ni entender ni darse a entender!, ¡hablar y no decir nada congruente!, hablar con un lenguaje cargado de indiscreciones y trampas lingüísticas –y si alguien protesta o se le cuestiona o los medios denuncian, pues entonces aparece la frase habitual: “es que malinterpretaron mis palabras”, “es que no me entienden”, “es que eso no fue lo que quise decir”–; mover su cuerpo con gestos batuta y ademanes que se lleva el viento, usar un lenguaje corporal, unos gestos, que muy pocas veces coinciden con el lenguaje verbal (Ruano, 2000; Ruano, 2003a). La imagen del que gobierna en América Latina –y otra vez señalamos que salvo sus raras excepciones– nunca es la imagen de un “protagonista” mundial, incluso no es la imagen ni de un stand in –es decir, algo así como un “doble principal”–. Un verdadero protagonista, en cualquier ámbito de la vida, tiene que hacer que las cosas cambien, que las cosas sean diferentes. Un verdadero protagonista tiene que realizar el cambio: proyectar cosas buenas y hacer cosas buenas, y por supuesto predicar con el ejemplo (Ruano, 2005a). Ya es tiempo de que el que intente ser un protagonista de la vida política latinoamericana entienda que lo malo debe transformarse en bueno y que lo bueno (?) debe transformarse en mejor, transformarse en excelente, principalmente en los países ricos del área: Argentina, México, Chile, Venezuela, Brasil, Bolivia… Y que de esas cosas malas que hay que transformar en buenas, ¡pero ya!, porque de ellas depende el futuro inmediato de nuestros pueblos latinoamericanos, el lugar principal lo ocupan la educación y la pobreza. Es justamente a estas dos cosas, educación y pobreza (Green, 2008; Redondo, 2004; Paugam, 2007; Reinert, 2007), a las que deben enfocarse un gobierno y un funcionario que se jacten de protagonistas en los tiempos modernos. La experiencia –es decir ese conocimiento que en este caso adquirimos los seres humanos, particularmente los adultos que vivimos en socialización, gracias a la práctica y la observación, en donde es muy importante tomar en cuenta nuestras equivocaciones– nos dice que a la imagen de los que gobiernan en América, en América Latina, siempre le falta algo “bueno”, y siempre le sobra algo “malo”, en cuanto a forma y en cuanto a contenido. La experiencia que tenemos en Latinoamérica con los personajes que buscan estos tan comprometidos puestos de dirección y mandato populares, a los que nadie les obligó a aspirar, sino que fue su decisión propia, para lo que dijeron estar preparados, nos dice que, desgraciadamente, a estos individuos les falta ese “algo” que debe tener un “personaje principal”. Y sabemos que ese “algo” es el “todo” de requerimientos públicos, profesionales y personales que conforman la “imagen personal”.
En Iberoamérica, por ejemplo, es ya tradicional el hecho de que en ocasiones no sabemos, tanto nacionales como extranjeros, si el funcionario que dirige y se refiere a las masas, que hace las veces de emisor discursivo, está lanzando un chascarrillo, una broma, una bufonada, si está jugando “con palabras y gestos”, si está albureando, si es un poco siniestro, si está amenazando, si esta “particular estrategia discursiva verbo-corporal” lo que busca es evadir una verdadera realidad: la ignorancia y torpeza del funcionario en el tema o asunto que se está tratando; si en vez de estar a favor nuestro, del pueblo –porque es nuestro empleado en un final de cuentas, dado que le pagamos–, está en nuestra contra –“¿ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario?”–, si son cantinfleadas[33] o son estupideces –¿o ambas cosas?–… ¡Ah, qué cosas con estos “problemas de interlocución” en el ámbito del discurso verbo-corporal político-gubernamental-administrativo iberoamericano! Otras veces este asunto se torna más triste y desesperante: cuando a la simple vista de cualquier pueblo, de cualquier grupo, inclusive medio instruido, queda claro que gobernantes, gabinetes, políticos o líderes, siguen proyectos que sencillamente no entienden, con el tradicional sistema de ensayo y error, donde los errores son, por supuesto, cataclísmicos. Esto sólo conduce al desastre de los pueblos, de las comunidades, de los grupos. La tradición nos ha mostrado que la mayoría de los gobernantes y funcionarios de América Latina en lo absoluto están capacitados, por una u otra razón, para sus desempeños. Eso se comprueba al principio, en medio y al término de los mandatos gubernamentales, sin esfuerzo alguno: “¿dónde quedó la bolita?”; pero sobre todo en los primeros años de los nuevos gabinetes presidenciales. ¿Por qué en los primeros años de los gabinetes presidenciales? Muy sencillo: recordemos que siempre el nuevo presidente tiene que “pagar las cuotas o facturas”, es decir poner en ciertos cargos a individuos, hombres o mujeres, que provienen de “grupos de choque y empuje” que le ayudaron a subir al poder: “¿Ya subiste?” “¡Entonces ahora pagas…!” Pero en los primeros años también “se va limpiando” el nuevo gabinete, y por supuesto también “se va limpiando” el partido, y van siendo substituidos, es decir “se corre”, a los funcionarias impuestos, por cuotas o facturas en pago de favores. Todos conocemos muy bien el significado que tiene el término “cobro de facturas” en la política iberoamericana. En los primeros años se va quitando, se corre, a los más molestos, a los más latosos, a los más jeringones, a los más alborotadores, a los más distraídos, a los más incompetentes, a los más ineptos, a los más desdibujados, a los más desprestigiados, a los más torpes, a los más bocones, a los más coprolálicos, a los más protagónicos disfuncionales, a los menos elegibles…; en fin, a los “menos piores”. Y también se quita del medio a los que “hacen sombra”, a los que son una “amenaza”, o supuesta amenaza para los intereses y proyectos de “la bolita” del nuevo gabinete presidencial y partidista. ¿Acaso alguien cree que “el que la hizo” en las elecciones presidencial, en las elecciones de gobernadores, en las elecciones de alcaldía, en las elecciones de senadores, de diputados, del partido, etc., no las paga si es que pierde? ¡Claro que aquí “el que las hace, las paga”, a la corta o a la larga, pero casi siempre a la corta! Pero eso sí, recomendación, como dijera alguna vez un alto ejecutivo gubernamental latinoamericano: “el que se va, se calla”, o si habla que cuide mucho sus palabras…: en este sentido aquí “todo” puede pasar. En resumidas cuentas, hay que ir preparando las próximas elecciones, hay que ir limpiando el camino para el próximo aparato gubernamental. Con frecuencia, para salir de ellos, de los “non gratos”, se les otorga “con cuidadoso y silencioso protocolo” una función diplomática por ahí, por cualquier lugar, y la lejanía del lugar de destino estará en dependencia del “poder real” y las relaciones del corrido, del non grato, y también del tipo de lata que haya dado… Claro que puede ser que al terminar los periodos de gobierno “algo” salga bien, que “algo” no salga tan mal…; pero debido a las desorganizaciones imperantes en América, y en todos los sentidos, debido a las anarquías, a las anosmias, de esta América, lo que siempre sucede es que casi todo sale mal, la mayoría de las cosas relacionadas con los gobiernos aquí salen mal. Para evitar estos problemas, lo ideal sería que Latinoamérica no dejara en las manos de “burros que tocan flautas” sus destinos, como decía el brillante mexicano Fernández de Lizardi: “El que se mete a hacer lo que no entiende acertará una vez, como el burro que tocó la flauta por casualidad; pero las más ocasiones echará a perder todo lo que haga.”
En cualquier tratamiento de la comunicación no verbal de tipo corporal, del lenguaje corporal, es necesario considerar que todos los discursos tienen sus tipos o géneros y subgéneros, que todos los géneros y subgéneros tienen sus características lingüísticas y estilísticas, y que estas características no sólo afectan a la forma de hablar, a la forma de leer, a la forma de escribir cuando se crea o se recrea –por la traducción, la interpretación, la reformulación…– un texto, sino que también estos tipos de discursos afectan a la forma que adopta el cuerpo cuando se habla, cuando se lee (Ruano, 1988; Ruano, 1992a; Ruano, 1992b; Ruano, 2000; Ruano, 2005b), cuando se interpreta y se reformula… Así, al tratar el discurso verbo-corporal político de Iberoamérica, es necesario recordar que los entornos, los espacios, las geografías, los ecosistemas, las áreas sociolingüísticas, las herencias, condicionan los discursos –al igual que condicionan a los seres humanos–, de la misma manera que también los condicionan las épocas, las tradiciones, las culturas, los hábitos, los protocolos, las esferas laborales y de desempeño… Y en este sentido el discurso político latinoamericano –así como también los mismos sistemas políticos de esta área– tiene sus características generales –¿los “cuentos chinos”[34]? (Oppenheimer, 2005), la obsesión desesperada, patológica, disfuncional y necrofílica por los próseres o mártires y el pasado turbulento y mal investigado y mal conocido (Oppenheimer, 2010) y las mentiras y los mitos (Paz, 1943; Sefchovich, 2008)– y sus características particulares (Meyer y Reyna, 1999). Concretamente en México, en nuestros días, todo el proceso político de este país tiene sus marcas distintivas (Meyer, 2005; Fuentes, 1995; Fuentes, 1996; Fuentes, 2007; Fuentes, 2008), que, al parecer, se han mantenido vigentes, casi de manera idéntica, durante más de un siglo.[35] Si tomamos en cuenta estos postulados lingüísticos y estilísticos en torno a los discursos y sus tipos, queda claro entonces que en el discurso político latinoamericano es muy difícil “llevar el hilo” de la conversación, del discurso, de la plática, del diálogo…, y, por consiguiente, se dificulta mucho también en este sentido la sincronía interaccional, el entendimiento por una de las partes y el mutuo entendimiento del discurso verbo-corporal, casi siempre abarrocado, atequitquiado y folclórico –una buena cantidad de programas cómicos televisivos y radiales, como menciono más adelante, ejemplifican esto–. Tal pareciera que en los discursos políticos latinoamericanos lo importante no es lo que realmente “ofreces” como candidato político o directivo partidista o gubernamental –que siempre, en principio, son las maravillas terrenales, y en algunos casos, los que “se pasan de pasados”, hasta las maravillas celestiales–, es decir “la neta”, sino que lo que importa realmente es que “los demás”, “la bola”, “la raza”, crean, creamos, a fuerzas, en “tus ofrecimientos” y toda la faramalla mítica y mitótica que rodea al discursante (Ruano, 1992b). Éste es todo un sistema comunicativo verbo-corporal ficticio o ficcional o irreal –es decir doble discurso, discurso sobreactuado–, jitanjafórico y glosolálico, con exordios pomposos, en donde, en el aspecto verbal, los estilos discursivos añejos, desajustados y ridículos, con excesos demagógicos, las invenciones de palabras con códigos, sonidos y significados especiales, nos remiten más –y claro que no por el aspecto artístico, ¡nada que ver!– a las figuras retórico-literarias de los maravillosos poetas Mariano Brull[36] y Emilio Ballagas.[37] Y en el aspecto corporal, hay que señalar, con mucha pena, que tanto políticos como gobernantes de Iberoamérica llegan a tener tantos elementos en su contra en este sentido –comunicación corporal, protocolos, etiquetas, imagen física, es decir la apariencia, la vestimenta, los accesorios u ornamentación, maquillaje, etc.– que su imagen física puede llegar a ser un verdadero ejemplo de apariencia desastrosa, de rusticidad, de mal gusto, de incompetencia social, nada elegante ni refinado ni práctico ni sofisticado; tampoco nada conservador o extravagante; tampoco nada regional o étnico… ¡Y eso que muchos han cambiado, y bastante en ciertos casos!, en especial debido a las costosísimas asesorías de reconocidos y no reconocidos consejeros y asesores de imagen social, de imagen pública, de protocolos, de etiquetas, de imagen física, a los cirujanos plásticos, a los dietólogos o dietistas… ¡Pero siempre hay algo que falta, algo que te delata y que dice de dónde vienes, quién eres realmente, a qué le tiras…: el alto protocolo, la alta imagen social, la elegancia (?) y el buen gusto (?), la distinción (?), el prestigio (?), los de verdad, no se aprenden en un trienio, en un cuatrienio o en un sexenio…, por arte de magia, por muy buenos que sean los asesores y consejeros; no obstante, se supone, algo se pega, o por lo menos pensemos que es así. ¡Para tener una “adecuada imagen social”, una “adecuada imagen pública”, son tantas las exigencias, son tantas las cosas, son tantos los detalles…! Sí, la ropa, los accesorios y joyas, el maquillaje, la cirugía plástica, las dietas, el salir en los medios de comunicación masiva con imágenes gratas y estudiadas, en lugares adecuados, a través de la información que dan ciertos comunicadores que hablen bonito y bien de nosotros…, todo eso cuenta; pero: ¿y a la hora de expresarnos, de hablar?, ¿y los discursos verbales?, ¿y el sentido de las palabras?, ¿y la dicción en contextos sociolingüísticos situacionales?, ¿y la cultura?, ¿y la instrucción?, ¿y a la hora de comer y de beber en sociedad?, ¿y el prestigio social?, ¿y el desprestigio social?, ¿y los actos inmorales y deshonestos que acompañan la imagen personal e institucional, empresarial?… ¡Sorpresas! Aquí, por lo menos en este mundo, no hay ni asesor ni vara mágica que borre en las personas y en las instituciones los actos inmorales, el desprestigio, los crímenes, los robos, los fraudes, las transas, los plagios, las violaciones…, por poca memoria histórica que tengan los pueblos. Aquí no queda otra cosas que decir que “lo que Dios te dio, que San Pedro te lo bendiga”, porque, obviamente, hay cosas que no podemos negar, que no se pueden negar, por muchos intentos que hagamos, y por mucho dinero que metamos en esos intentos, lo que a veces llega a ser toda una verdadera fortuna para “la limpia”. ¿Qué queda, entonces, en una buena cantidad de estos casos? ¿La “dejadez” o…? (Ruano, 2003e). La mayoría de nuestros directivos políticos y gubernamentales creen que con vestir ropas de marcas, caras, extranjeras, con hacerse cirugías estéticas “costosas” –lo que no quiere decir, necesariamente, “buenas”–, con llevar programas dietéticos y deportivos de modas, etc., ya todo está resuelto. ¡Nada más lejos de la verdad! ¡Terrible error que cuesta tantos dolores de cabeza y penas! En este mundo moderno, lleno de relaciones públicas de todo tipo, nacionales e internacionales, saturado de medios de comunicación masiva y críticos que constantemente valoran y cuestionan, es muy difícil lograr tener una buena imagen física, una buena imagen pública, una buena imagen social. Para lograr esa buena imagen, tan anhelada por todos pero tan exclusiva de muy pocos, se requieren muchas cosas, muchos sacrificios, mucha práctica; pero sobre todo y en especial se necesita de muy buenos consejeros y asesores de imagen social, de imagen pública, de imagen institucional, de imagen política, de imagen física, de psicología de la imagen… (Ruano, 2003b; Ruano, 2003d; Ruano 2003h; Rogers, 1961; Mondragón, 2002).[38] ¿Y cómo saber cuándo un asesor de imagen pública es bueno, es el mejor?: aquí principalmente se valora la “autoimagen” del asesor de imagen pública y la no presencia en él de los lenguajes verbo-corporales fingidos y sobreactuados que rayan en la ridiculez social. Como se dice popularmente: “tú no puedes dar lo que no tienes”. El verdadero éxito en las relaciones sociales cuesta muy caro; pero una vez que se tiene se saborea divinamente.
Es indiscutible y demasiado evidente que la política al nivel internacional está en una situación de verdadero caos, de elevada toxicidad social, y el discurso verbo-corporal político actual es muestra de esto, en el mundo entero, en los cuatro continentes habitados por culturas nativas: Eurasia, América, África y Oceanía (Chomsky, 2002a, 2002b, 2002c, 2002d, 2004a, 2004b, 2005, 2006; Chomsky y otros, 2006; Sorel, 2006; Woodward, 2004; Suskind, 2004; Diamond, 2006): “¿Acaso las grandes figuras políticas del próximo siglo poseerán su ligereza ética y moral? Ahí tocamos un problema de fondo, que es la calidad de los dirigentes políticos: pocos son realmente de alto nivel” (Antaki, 2001: 107). Es indiscutible y demasiado evidente el deterioro de los valores colectivos en general y de los valores personales en particular: “Los valores colectivos se encuentran en plena decadencia” (Antaki, 2001: 108). Si sumamos estos dos problemas, ¿en presencia de qué estamos? Así es: ¡un verdadero y total caos! Sencillamente, miremos a nuestros alrededor y veamos el dramático espectáculo en el gran teatro mundial. En nuestros días unos pueblos pueden vivir “aparentemente” mejor que otros pueblos. El hecho de que hoy un pueblo viva sin guerras, sin conflictos bélicos, sin guerrillas, sin rehenes, sin secuestrados, sin matanzas humanas, ya es una gran ventaja; pero de ahí no pasa: solamente “una” gran ventaja, y, que conste, “ventaja temporal”… Lo que sucede es que hay otras cosas, muy importantes, que no se toman en cuenta, y que son bombas de tiempo. Las grandes masas –y aquí incluyo, por supuesto, a pobres y a ricos–, generalmente desposeídas de la cultura, del conocimiento, de la sensatez, del compromiso, de los verdaderos, reales e importantes valores del mundo moderno, globalizado, multicultural y pluriétnico, y del más elemental sentido común no entienden –no porque no quieren, sino porque no pueden: una cosa es “mirar” y otra cosa es “ver”, una cosa es “ver” y otra cosa es “entender”– lo que está pasando y lo que se avecina en el futuro inmediato. Vivimos al día, vivimos para resolver los problemas inmediatos del hoy, y, en el mejor de los casos, del mañana. Pero ¿y el pasado mañana qué? ¿Lo único importante es dejarles a nuestros descendientes una cuenta en el banco para que vivan bien en el futuro? ¿Cómo se supone que van a vivir bien en el futuro? ¿Con dinero, pero sin aire para respirar, por ejemplo? ¿En espacios altamente contaminados por sustancias tóxicas –veneno– y por humanos tóxicos –individuos portadores de todo tipo de signos negativos– (Ruano, 2003e)? En este sentido de los problemas ecológicos estamos hasta el cuello, pero como seguimos “respirando” (?) no nos percatamos del hundimiento. Indiscutiblemente, y por el bien de toda la Humanidad, de esta sopa de la ecología tenemos que tomar todos. Aquí sólo nos resta decir como decía la maravillosa Celia Cruz: “Y en el medio de la sala, así gritó don Vicente: “¡Échale agua a la sopa, que llegó más gente…!” Lo que no somos capaces de resolver hoy de manera positiva y lógica, es una herencia negativa para el mañana, y en ese mañana vivirán nuestros descendientes, si es que tenemos tiempo de tenerlos. ¡Así están las cosas! ¿Quién considera en la actualidad en su programa de vida a futuro, por ejemplo, el deterioro del planeta?, ¿y los múltiples deteriores, en cadena, de los ecosistemas, la fauna y la flora?, ¿acaso esa no una amenaza mortal para la especie humana?, ¿en cuántos programas de educación, al nivel que sea, se considera el desarrollar este tipo de inteligencia: la inteligencia naturalista?[39] Hoy, en estas situaciones de internacionalización, los problemas no son ni de un área geográfica exclusiva, ni de una comunidad exclusiva, ni de un pueblo exclusivo. Hoy los problemas son del “mundo entero”, de todo el planeta, y quien no lo quiera ver así, que recuerde que hoy los problemas y las bombas están, inclusive, en los aviones comerciales. ¿A quién le va a tocar hoy?, ¡no sabemos! Hay que esperar, pero en esa espera estamos “todos”, sin excepción alguna. Por eso los problemas en nuestros días son de todos, y quien ve este asunto con apatía e indiferencia pagará su costo: ¡tanta culpa tiene el que mata a la vaca como el que le sujeta la pata! Y América, por supuesto, no se queda atrás en este sentido; muy por el contrario, si tomamos en cuenta que en este continente está el generador de los grandes conflictos, en todos los sentidos, de la segunda mitad del siglo pasado, del siglo XX, y de todos los grandes conflictos de este siglo, del siglo XXI: Estado Unidos. ¿Y qué papel desempeñamos nosotros los latinoamericanos en esta obra de mutua destrucción y, ¡oh, sorpresa!, también de autodestrucción?: no creo que a nadie se le haya ocurrido pensar que cuando este planeta se destruya se podrá ir a vivir tranquila y felizmente a la Luna o a Júpiter o a cualquier otro lugar de por ahí. Por lo menos ahora eso no puede ser. Aquí, a la hora de la verdad, pues “o todos rabones o todos coludos”, ¡la “Ley de Herodes”!
Veamos un poco cómo reflejamos nuestro mundo americano a través del discurso político-gubernamental-administrativo, especialmente en esta parte del continente llamada latina o ibérica.
El discurso verbo-corporal del ámbito de la política, de la gobernación y de la administración pública en América Latina –y en muchos casos también en Estados Unidos, de la misma manera que al nivel internacional– está en una situación que podemos calificar de triste y desdibujada, de doble moralidad (?), en especial en determinados países del área, concretamente debido a los desaciertos culturales, los desaciertos protocolares y de etiqueta, los desaciertos cognoscitivos en todo sentido, la vulgaridad, los discursos populacheros, rupestres, ofensivos, hirientes y soeces. En síntesis, este tipo de discurso es generalmente el típico “discurso efectista carente de fondo”, como lo llamara el célebre científico y pensador mexicano Manuel Gamio. El discurso político iberoamericano carece, generalmente, del encanto y del elegante y bien controlado “fingimiento discursivo” que tenía hasta el minusválido expresidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) –era lisiado, tuvo poliomielitis, lo que le marcó físicamente por el resto de sus días, no obstante controlaba perfectamente sus movimientos corporales– (Fast, 1999: 166-174).
El discurso político latinoamericano adolece de involución, y está matizado principalmente, en nuestros días de globalización, por el analfabetismo funcional o analfabetismo de grado superior –al que me he referido más arriba– y la ausencia en él de la inteligencia creativa. Es interesante ver cómo el discurso verbo-corporal político latinoamericano actual mantiene prácticamente los mismos rasgos –aunque a veces muy bien matizados, y en especial debido al temor a los medios masivos de comunicación, a la crítica, especializada o no, y a las posibles interpretaciones y represalias de grupos extranjeros, especialmente estadounidenses– del discurso político latinoamericano tradicional[40]: discursar de manera hablada o escrita con vaciedades, necedades, boberías o sandeces; rusticidad discursiva verbo-corporal; respuestas evasivas y escurridizas; afectación imagológica[41] verbo-corporal; protagonismo, prepotencia, excentricismo, incongruencia; hilvanamiento de frasecillas de relumbrón; banqueteos; tradicionales dilemas[42]…, todo esto acompañado de una guerra de símbolos, es decir de la presencia de signos no verbales –ya sean los tradicionales y conocidos o los creados y recreados– reajustados a los gustos e intereses particulares de cada grupo político: imágenes religiosas empleadas para muy diversos fines, emblemas, enseñas, insignias, etc., signos patrios relacionados con banderas, escudos, colores alusivos y relacionados con la tradición del pueblo o grupo, etc., que son rediseñados, mutilados, alterados, inclusive en franca violación a las leyes nacionales de algunos pueblos de América. La vida política latinoamericana, en la mayoría de los casos, refleja un mundo complejo, corroído hasta el tuétano, plagado de todos los males terrenales y celestiales habidos y por haber; refleja un mundo que entre otras características tiene las siguientes: diálogos de sordo-mudos, lenguajes corporales de ciegos, caciques, cacicazgos y grupos caciquiles, bosses,[43] dinosaurios y grupos dinosaurios, gorilas, cleptocracias y cleptócratas –en los gobiernos de América siempre “se mete mano”, la derecha o la izquierda o ambas manos, más tarde o más temprano, de abajo para arriba o de arriba para abajo, él o ella, a lo poco pero generalmente a lo mucho, es decir el que sea y a lo que sea, el presidente o la primera dama, un influyentazo o un “achichincle” (palabra mexicana que significa ‘ayudante’, ‘subalterno’, ‘sirviente’…) de quinta, un jerarca religioso o cualquier funcionario socioconfesional: ¿no fue bajo el mandato (1952-1958) del presidente mexicano Adolfo Ruiz Cortines que apareció el siguiente dicho popular: “Por la puerta de Los Pinos van saliendo dos vejetes, él se va con lo que vino y ella (¿María Dolores Izaguirre de Ruiz Cortines?) llena de paquetes?” ¿Y acaso este dicho popular no es aplicable a “otros muchos casos conocidos”?–,[44] envidias,[45] personas, cosas y actos innombrables, reciclajes humanos e ideológicos –de unos partidos a otros, de unos gobiernos a otros, de unas secretarías o ministerios a otros, de unos puestos a otros. En América Latina se recicla todo tipo de individuo y de idea, no importa si trabajó bien o no, no importa si es moral o no, no importa si la idea funciona o no. En América Latina podemos ver fácilmente cómo un diputado inútil, y luego senador inútil, y luego secretario o ministro inútil, se convierte en presidente, en gobernante, obviamente y a las claras, también inútil, “para variar”–. En América Latina es habitual, recurrente, una serie extensa de conductas, de comportamientos, de procederes, de características, de imágenes, que pueden abochornar hasta al más apático, al más negligente, al menos comprometido, al menos regionalista, al menos nacionalista. Algunos de estos comportamientos, conductas, procederes, características e imágenes son los siguientes: conductas erráticas, impericias, incapacidades para llegar a acuerdos y alianzas que beneficien a las grandes masas, al pueblo, legislaciones al vapor, pandillerismo político, faccionario y gubernamental, bandolerismos políticos, complots, espías, soplones, delatores, mapaches y mapacherías, transas políticas y electorales o electoreras, políticas de rencores, volátiles lealtades y deslealtades súbitas, crisis de lógica –incluyendo las lógicas discordantes– y de sentido –incluyendo el más elemental sentido común de las sociedades e individuos civilizados, instruidos y educados–, decisiones atemporales, intemporales, extemporales o extemporáneas, proteccionistas, clientelistas –clientelismo político–[46] y nepóticas…,[47] connivencias, lapsus linguae, lapsus calami, lapsus manus –¿dedazos?–, polivalencia de las incapacidades y las ineptitudes, indecisiones e incapacidades que reafirmar el “ni a favor ni en contra sino todo lo contrario”; aparentes defensas “a lo perro” de los derechos e intereses del pueblo, pero evidentes robos y saqueos “a lo gato” de los bienes de las naciones y los erarios públicos, video-escándalos, grabaciones telefónicas,[48] “políticaficciones”, políticas de simulaciones, “tengan, para que aprendan”, caídas inesperadas, repentinas, sospechosas y desvergonzadas de sistemas de cómputos electorales, campañas electorales fraudulentas y dudosas, sociedades imaginarias o utópicas, expulsiones ‘a discreción’ de ciertos miembros de los partidos, de las organizaciones, de los gabinetes gubernamentales y de las secretarías, asignaciones inesperadas de embajadas ‘muy lejanas’ –¡mientras más lejos, mejor!–, “caídas para arriba” –destituciones de ciertos individuos en ciertos cargos y puestos y reasignaciones a otros en donde “el destituido”, su familia, sus allegados y sus protegidos se pueden enriquecer o se pueden aprovechar de ciertas situaciones, delincuencia de cuello blanco –de “camisas” y “blusas”, considerando la indiscutible presencia femenina en todo tipo de “extravío” y “pérdida” de los bienes de las naciones de América– y de cuello de todos los colores habidos y por haber, según el policromo medio que circunde a los variados y multifacéticos delincuentes y también según el tipo de detergente, chacha indígena que lava ropa, tipo y marca de lavadora o tintorería en donde se lavan y planchan las camisas y blusas de marca o tiangueras o chinchaleras o fayuqueras –tomando en cuenta aquí las “herencias” y “gustos” de los infractores– de los delincuentes, madruguetes de todo tipo y color…
Sencillamente pregúntese y pregúntele al pueblo si entiende los discursos de la mayoría de nuestros políticos y gobernantes. Si usted les entiende, entonces felicidades, usted es una persona no solamente brillante, sino superdotada; porque la mayoría de los más exclusivos especialistas en discursos verbo-corporales políticos no les entiende. Obviamente, si usted dice que les entiende, nosotros inferiremos que usted no es uno de los políticos o gobernantes o líderes religiosos católicos de América, es decir que no es uno de los políticos y religiosos del área con “particulares códigos” de comunicación verbo-corporal –¿idiolectos en disfunción?–. ¿O sí? Aclaro aquí que yo tampoco les entiendo, y eso que llevo más de treinta años trabajando –como filólogo, imagólogo, sociolingüista, traductólogo y asesor de imagen– directamente con este tipo de discurso, y escribiendo e impartiendo conferencias al respecto, si tomamos en cuenta que empecé a trabajar como intérprete en el año de 1975 y estamos en el año 2006. He entendido hasta en lengua rusa los textos de Tolstói, de Pushkin, de Turguéniev, de Lermontov, de Gorki…; pero no entiendo ni los textos escritos ni los textos orales ni los textos verbo-corporales de la mayoría de nuestros gobernantes, funcionarios, políticos y líderes religiosos católicos romanos. Claro que: ¿vale la pena ver esos discursos, leer esos discursos, escuchar esos discursos, intentar entender esos discursos, con tantas cosas importantes que hay que hacer y considerando el grado de corrupción, de anarquía y de anomia que impera en estas esferas y en nuestras sociedades en general? Si usted se pregunta que a qué se debe esto de que yo, como filólogo, no entienda los discursos de estas personas, yo le contestaría que, bueno, para salir del paso, diré que, no obstante ser filólogo e imagólogo, especializado en sociolingüística y traductología, es decir en todos estos asuntos de los idiomas y los dialectos, de los lenguajes, “soy ignorante”, que “soy analfabeto”, tendiendo a “estúpido”. ¡Problema resuelto! ¿No cree usted que es una buena respuesta que me saca del atoro? Cuando oigo hablar a la mayoría de los políticos y líderes católicos de América, lo “segundo” que me viene a la cabeza –lo “primero” es lo que usted está imaginando…– es la conocida canción El mudo: http://www.youtube.com/watch?v=KTujdLftiY0 :
Un policía que es mudo, a la cárcel se llevó,
a dos jóvenes inquietos que en el parque se encontró.
Un policía que es mudo, a la cárcel se llevó,
a dos jóvenes inquietos que en el parque se encontró.
Al saber esta noticia los padres fueron a ver al juez,
y junto con periodistas le preguntaron que cómo fue.
Mandaron traer al mudo, y oiga usted lo que yo escuché.
Mandaron traer al mudo, y oiga usted lo que yo escuché.
– ¿Por qué los detuvo?
– Gugugugugugu…
– ¿Qué estaban haciendo?
– Gugugugugugu…
– ¿Cuál es el delito?
– Gugugugugugu…
– ¿De qué los acusa?
– Gugugugugugu…, gagagagagaga…
¡Qué se cuiden todos! ¡Ahí viene el mudo!
Esos reventones… ¡Ahí viene el mudo!
Esos periodistas… ¡Ahí viene el mudo!
Esos locutores… ¡Ahí viene el mudo!
[Esos traductores… ¡Ahí viene el mudo!]
[Esos voceros… ¡Ahí viene el mudo!]
Esos estudiantes… ¡Ahí viene el mudo!
Los funcionarios de las organizaciones iberoamericanas, el gobernante iberoamericano promedio, y, claro está, también los funcionarios promedio del gobierno iberoamericano, en especial los secretarios o ministros de relaciones exteriores, de educación, de economía, de hacienda, del trabajo, de cultura, del deporte, de salud pública y medicina, de gobernación o del interior, etc., los senadores, los diputados, funcionan, en resumidas cuentas, de una u otra manera y en mayor o menor medida, como “proyectores discursivos de la multiinestabilidad”:[49] ¡Ahí está la cruda y verdadera realidad de la América Latina y de todos sus países! ¡Ahí están los datos y los resultados concretos en torno a la vida (?) histórica y actual de los latinoamericanos! En el discurso político latinoamericano son evidentes las raíces sociales y las raíces genéticas del miedo,[50] del odio y de la desconfianza. La vida política latinoamericana se mantiene prácticamente igual en estos siglos XX y XXI (Schmidt, 2003; Schmidt, 2005), y esto trae como resultado que nuestros problemas latinoamericanos son una constante sin las adecuadas soluciones y sin perspectivas de solución concretas. En algunos casos, el asunto es peor aún: las cosas se tornan más oscuras, deprimentes, incivilizadas, bárbaras, retrógradas… ¿¡Cuándo se supone que en América Latina vamos a pasar del monólogo presidencial al diálogo entre poderes; poderes que están para servir al pueblo, para darle solución a los terribles problemas de los pueblos latinoamericanos!? ¿¡Cuándo se supone que en América Latina los poderes van a dejar sus rústicos conflictos grupales y personales para atender a un pueblo que cada vez está más desatendido, angustiado, pobre, confundido, aterrorizado y… ¡cuidado!…, también harto!? ¿¡Cuándo se supone que los poderes latinoamericanos van a entender que son, nada más y nada menos, que los “trabajadores contratados por el mismo pueblo para servirle”!? ¿Cómo reacciona “el pueblo” ante estas tradicionales y desafortunadas circunstancias? ¡Nada…! ¡Aquí no pasa nada, y a lo mucho, pasa muy poco! Hay algo que condiciona este no actuar, este no reflexionar, este no entender, esta confusión, de los pueblos latinoamericanos: la inmensa ignorancia. La inmensa ignorancia de la mayoría de los pueblos latinoamericanos es, justamente, el origen de la inmensa riqueza económica –por supuesto, adquirida por medios ilícitos, es decir robo– de la mayoría de los políticos latinoamericanos, que son, obviamente, “menos” ignorantes que el pueblo.[51]
En los discursos políticos verbales y corporales latinoamericanos parece que ya todo está “arreglado”, aquí ya todos conocemos las reglas del juego: “Haz como que hablas y yo haré como que entiendo… Como político o funcionario sigue intentando articular palabras y yo, como pueblo, seguiré esforzándome en tratar de decodificar, de descifrar, tus sonidos y ruidos verbales inciertos. ¡Aplausos, aplausos, aplausos…! Ni tú sabes lo que dices ni yo entiendo nada, ¡pero ya la hicimos!” “Sigue intentando aparentar ser el bueno para todas ‘esas cosas’ que ofreces, que en un final sabemos que no eres ‘bueno para nada’ de ‘eso’ –aunque sabemos que eres magnífico para ‘otras cosas’, cuestión de ‘perfil laboral’–.“ Esto se cumple con más frecuencia en las sociedades en donde es evidente una falta de cultura cívico-democrática, que debido a su desespero social y económico, más que a mandatarios, políticos, líderes, legisladores, administrativos y ejecutivos altamente calificados, intentan buscar “héroes salvadores”, “mesías”, “profetas de desastres”, “capataces con iniciativas”, “’hermanos mayores’, ‘grandes hermanos’ o ‘big brother’”[52] que resuelvan sus difíciles situaciones de una buena vez: “¡Viva éste!” o “¡Viva el otro!” o “¡Viva el que sea!”; en fin…: primero “¡Arriba el que suba!”, y luego “¡Abajo el que subió!”. Por eso en América siempre ha prevalecido la misma ley, “la Ley de Herodes: o te chingas o te jodes”.[53] A veces parece, si consideramos el resultado de ciertas elecciones de funcionarios y mandatarios, si consideramos las campañas electorales, que algunos pueblos y grupos se esmeran por elegir a los mafiosos más destacados y a los más vulgares corruptos. ¡Cuánta pena y cuánto error! ¡Y qué caro se pagan estas inacertadas decisiones! Nuestras sociedades tienen demasiados políticos, estadistas y administrativos que con sus lenguajes corporales y verbales, con sus “mañas”, crean falsas expectativas, que evidentemente no se pueden cumplir, ni a corto ni a largo plazo. Cualquier niño con buena instrucción puede ver esto. El discurso –hablado: palabras y gestos, y escrito– del ámbito político-gubernamental-legislativo-administrativo de Iberoamérica es oscuro, diglósico y jerguístico (Pardo, 1996; Abad y otros, 1984; Bielsa, 1961; Rodríguez, 1969), tanto en la emisión discursiva que se produce de este grupo especializado hacia el pueblo, a la gente común: el pueblo no los entiende; como en la emisión discursiva que se produce dentro de este mismo grupo especializado: no se entienden entre ellos mismos, debido a dos causas: 1. incapacidad cultural y verbo-corporal para entenderse entre sí, y 2. no les interesa entenderse. El discurso político-gubernamental-administrativo de América Latina se produce entre palabras rebuscadas, no decodificables para un pueblo en promedio iletrado –pero palabras que tampoco pertenecen al vocabulario activo y fluido de los emisores, que se nota que se la aprendieron ayer para decirlas hoy–, desajustes estilísticos –¿es discurso político, es discurso literario cuentístico, poemático, cómico, dramático…?, usos de estilos discursivos no “populares”, sino “vulgares”–, pleitos, discusiones de vecindad o cuartería –perseguirse constantemente, vigilarse o pendenciarse constantemente, espiarse constantemente, humillarse, decirse improperios y ofensas, amenazarse, “levantarse falsos”–, “peleas de comadres” o “peleas de compadres” –claro está que estas “peleas de comadres” (al decir de los mexicanos), tienen sus ventajas, porque en situaciones de barbarie, de atraso cultural, de tabuización, de “secretos” y “secrecías”, de censuras, de represiones y de represalias “cuando se pelean las comadres aparecen las verdades”, “Peléense los compadres y sáquense las verdades”[54]–, recuentos y divulgaciones, en todo tipo de medio masivo de comunicación, de idilios y conflictos amorosos,[55] ocurrencias de última hora y exigencias de “privacidad”[56] se produce el discurso político latinoamericano. Pero el problema es mayor aún si consideramos que en el discurso verbo-corporal del ámbito de la política y la gobernación en América Latina se observan unas rupturas comunicativas que muestran, en estos tiempos supuestamente desarrollados, la carencia de principios y valores positivos dentro de un mismo “grupo”, en su mismo seno, en el interior del “grupo” –consideremos entonces la relación entre los “grupos”, en especial a la hora de tomar decisiones trascendentales para la vida y el desarrollo de la comunidad o de las comunidades, del pueblo o de los pueblos, del país, de las organizaciones, etc.–, las violaciones a los principios elementales registrados en los reglamentos que rigen las conductas de los miembros de los aparatos partidistas, políticos y gubernamentales y el histórico y tradicional rejuego entre “traidores” y “traicionados”, en donde es muy difícil saber quién es quién –a la corta o a la larga, se pasan de un partido a otro y cambian de ideologías “según la marea” y según la dirección que tome el “cuerno de la fortuna”, y también todos terminan hablando pestes de todos en muy poco tiempo: ¡viva la unión y la fraternidad! Si “el otro” o “la otra” se pasan a otro partido o defienden ciertos proyectos e ideas de otros partidos, entonces “traicionaron”; pero si soy “yo” el que me paso a otro partido o defiendo ciertos proyectos e ideas de otros partidos, entonces “no estoy traicionando al partido”, sino que estoy “pensando diferente”: ¡eso se llama intentar “verle la cara” a la gente…! Lo que sucede es que con frecuencia esta jugarreta sale muy bien, debido al “déficit de memoria” que padecemos los latinoamericanos–. Y en la política latinoamericana, de la misma manera que sucede en muchas empresas e instituciones educativas “reconocidas” (?), esos terribles, desagradables y degradantes conflictos resultantes de la incivilidad, la intolerancia –en cualquiera de sus manifestaciones y formas (Cisneros, 2005)–, la envidia y los odios personales, no solamente se producen entre grupos y personas diferentes, sino que también tienen lugar en el seno de un mismo grupo y entre individuos que, al parecer, eran semejantes: ¡viva la igualdad! Y claro, está más que demostrado que “el poder”, si no se controla cuidadosamente y en todos los sentidos, entonces corrompe, envilece: “el poder es una criatura viva que sólo puede nutrirse con proteína de poder como ella misma, y la fiera no sólo es carnívora: si no hay alimento a su disposición, se torna caníbal e incluso llega a la autofagia y es capaz de devorarse por completo a sí misma”.[57] Y sucede que a la hora de desacreditar, descalificar u ofender, en nuestra América, una vez que se comienza, ya no hay término: ¡hasta la persona más moral y correcta –los menos, claro está– aquí recibe lo suyo! En América hasta los individuos más respetados por la historia y por el mundo entero son descalificados y ofendidos. Claro que ya conocemos la “cultura” (?), la “educación” (?), el “prestigio” (?) y los intereses de este tipo de ofensor… En algún momento oí a un funcionario latinoamericano decir en una conferencia que si nosotros los latinoamericanos queríamos entender los problemas de América Latina –se refería más concretamente a los problemas de su país de origen–, entonces que leyéramos el relato infantil Alicia en el país de las maravillas –de Lewis Carroll, escrito en 1865, un cuento que está basado en el “temor a crecer”–. “Con todo el respeto que se merece” –frase muy usada en México cuando se va a contradecir a alguien– ese funcionario, yo creo que si para entender los problemas de nuestra América vamos a recurrir al mundo de la imaginería infantil, a la literatura infantil, entonces Alí Babá y los cuarenta ladrones –novela árabe que a veces aparece en ciertas versiones de Las mil y una noches– es el texto ideal para estos efectos, con la diferencia de que toda idea o imaginación acerca de la trascendencia y poder de la frase “¡Ábrete sésamo!” en América Latina se queda corta, y de que acá en Iberoamérica son muchos los “Alíes” y muchos los “ladrones”, que son una verdadera plaga, que brotan como los grillos y las sabandijas de debajo de las piedras y que tal parece que se carece de un buen insecticida que acabe con ellos de una buena vez, y que superan en creces, tanto en cantidad como en calidad, a los personajes de la novela original. Claro que también los problemas políticos y gubernamentales de América podrían recordarnos, entre otros cientos de textos literarios, a El Idiota –novela del escritor ruso Fiodor Dostoievski–, a El Señor Presidente –del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias– y a El gesticulador –del escritor mexicano Rodolfo Usigli–. Ahora, que si vamos a recurrir a textos científico-politológicos, escritos por adultos civilizados, investigadores, conocedores de este asunto de “los problemas” de nuestra América, y del mundo en general, y que están destinados a adultos civilizados “que sepan leer”, entonces los textos ideales serían los cientos y miles de materiales que han sido escritos por personas comprometidas con la vida y el desarrollo de la Humanidad, de muy diferentes esferas de la actividad humana, dentro y fuera de América Latina, como es el caso de los acertados e ingeniosos libros de Alvin Toffler, de Noam Chomsky…, y ciertos materiales que describen los problemas concretos de países y regiones, al nivel de utopías o distopías si se quiere –todo depende aquí de la cultura, de los valores, de los principios, de la formación, del compromiso social y del sentido crítico del lector…–, como Los grandes problemas nacionales –basado en la obra de Andrés Molina Enríquez–, Las grandes soluciones nacionales, de Samuel Schmidt, y Un mundo feliz –Brave New World, escrito en 1932–, del británico Aldous Huxley.
Las palabras más relacionadas con la imagen política latinoamericana –y con la imagen política internacional de toda América, incluyendo aquí a Estados Unidos– son traición y mentira. Y esto es viejo, nada nuevo:
DE QUÉ MODO LOS PRÍNCIPES DEBEN CUMPLIR SUS PROMESAS. Nadie deja de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez; pero la experiencia nos demuestra, por lo que sucede en nuestros tiempos, que son precisamente los príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los demás con su astucia y reído de los que han confiado en su lealtad, los únicos que han realizado grandes empresas (Maquiavelo, 1995: 30).
En la palabra traición hay mucho significado. La palabra traición, empleada por las partes involucradas en una traición, es decir traidores (?) y traicionados (?), incluyendo a esa parte que nunca sabe nada, que nunca tiene pareceres, que es apática, que es indiferente, designa las dos caras de una moneda: los “pareceres”. La palabra “traición”, a través de los tiempos, ha estado en boca de todos para calificar, en todos los sentidos, a los funcionarios, directivos, dirigentes y mandatarios gubernamentales, partidistas y religiosos:
[…] la traición y la negación son el meollo del arte político […]
No traicionar es perecer: es desconocer el tiempo, los espasmos de la sociedad, las mutaciones de la historia. La traición, expresión superior del pragmatismo, se aloja en el centro mismo de nuestros modernos mecanismos republicanos […]
¡Viva la traición! Sofocante o sorprendente, disimulada o confesa, brutal o negociada, esta antigua amante de los políticos se muestra hoy en toda su deslumbrante desnudez […]
La traición es una tradición de la historia […] (Jeambar y Roucaute, 1997) […]
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
ЯRConsultores de Imagen Social®
Hacia la calidad integral sin fronteras
http://openlibrary.org/a/OL807084A
http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas
http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas&offset=20
http://openlibrary.org/a/OL6500100A/Ruano-Faxas%2C-Fernando-Antonio-y-Paulina-Rend%C3%B3n-Aguilar
[1] Flora Davis (1995). La comunicación no verbal. España, Alianza Editorial, 134. De este material, recomendamos la lectura de los siguientes capítulos: capítulo 12, “Ritmos corporales”, 133-148 y capítulo 13. “Los ritmos de los encuentros humanos”, 149-163.
[2] Palabras del psicólogo John Cacioppo, apud Daniel Goleman (2001). La inteligencia emocional. México, Vergara, 144.
[3] Ibid., 144-146.
[4] Se llama campo deíctico al ámbito o contexto de mostración, de señalamiento, ya sea por palabras o ya sea por gestos, o ya sea por palabras y gestos o gestos y palabras, del mundo discursivo circundante, en donde los hablantes o usuarios de los lenguajes tienen sus coordenadas, creadas por ellos mismos, de persona, espacio y tiempo.
[5] Según Gustavo Bueno, en el periódico español El Mundo, el 4 de diciembre de 2007, en http://www.nodulo.org/ec/2007/n070p02.htm .
[6] http://es.wikipedia.org/wiki/Punto_G .
[10] ¡Pues sí…! No dudamos que en Inglaterra haya “fantasmas”. En pleno siglo XXI, con el súper desarrollo de la ciencia y la técnica, en noviembre de 2007 en Inglaterra 25 millones de ingleses, es decir la mitad de los habitantes de Inglaterra, desaparecieron de los bancos de datos estatales “fantasmalmente”: http://www.eltiempo.com/vidadehoy/2007-11-22/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3826728.html .
Los discos extraviados incluyen los datos de todas las familias inglesas que reciben un subsidio estatal para sus hijos pequeños.
Según el diario The Wall Street Journal, entre la información almacenada están nombres, direcciones, números de seguro social y en algunos casos números de cuentas bancarias. Esos datos podrían ser usados para robo de identidad o intentos de fraudes financieros.
Este incidente, que según The New York Times es “el más grave de su tipo que se ha presentado en Europa”, encendió las alarmas sobre los riesgos que corre la información personal en una era en la entidades estatales y privadas almacenan todo tipo de datos sobre los ciudadanos, y en la que una base de datos con millones de registros se puede transportar en un CD, una memoria USB o un mensaje de correo electrónico.
[11] Estas palabras fueron dichas por el cardenal mexicano Juan Sandoval Íñiguez en 1998, según el escritor mexicano Carlos Monsiváis, en “Intolerancia religiosa. Si no compartes mi fe, te rompo la madre”, texto disponible en http://ghrendhel.tripod.com/textos/monsivais.htm , y en Martínez, 2008, p. 34.
[12] No olvidemos que la actitud es un sentimiento que se expresa a través del idioma –ideas, opiniones y prejuicios que se manifiestan con palabras– y sus estilos, de las palabras y sus significados, y del cuerpo, de los gestos, de las muecas, y de los tantos y variados lenguajes corporales “en contexto”. Con las actitudes se valora y sanciona el medio circundante, el entorno, ya sea una persona, un objeto, un hecho social, un fenómeno de la naturaleza, todo lo que resulta de la actividad animal o los procesos, etc. Gracias a las actitudes se pueden predecir las conductas.
[13] Todo parece indicar que ninguno de los tres países que conforman la América del Norte considera que es importante la generosidad. Según investigaciones realizadas, en Estados Unidos un 81.2% lo considera así; en Canadá, un 79.5% y, en México, un 74.7% (Zavala, 2001: 76). ¿Acaso la falta de generosidad no es una expresión del individualismo?
[14] Considérense aquí los tipos de líder, lo que expongo en ¿Qué entender por calidad y calidad de vida en el trabajo en un mundo globalizado? México, Ediciones ЯR.
[15] Al respecto puede consultarse: I. L. Manis (1972). Victims of group think. EE. UU., Houghton Mifflin. Recordamos aquí que el tratamiento de “conciencia” o “consciencia” es multidisciplinario e interdisciplinario, es decir que el tema acerca de qué es la conciencia y cómo funciona se trata en psicología, en filosofía, en psiquiatría, en sociología, en culturología, en teología, etc.; pero, de manera general, podemos distinguir cinco tipos de conciencia:
1. Conciencia individual.
2. Conciencia social.
3. Conciencia temporal
4. Conciencia emocional o empatía.
5. Conciencia situacional.
Es bueno recordar que para los estudiosos de la conducta humana, de la imagen humana, de los procesos comunicativos humanos, es mucho más importante el análisis de todo lo relacionado con la “esfera científica” de la conciencia, y no tanto con la “esfera religiosa” o “esfera moral” de la conciencia, debido a que aquí, en esta última, en la esfera moral de la conciencia, las variaciones de los criterios acerca de “la conciencia” y “el ser conciente” son tantos y tan variados que, en muchas sociedades y grupos, pueden llegar a ser sencillamente aberrantes y totalmente involucionados, si tomamos en cuenta, por ejemplo, el encasillamiento de la “conciencia” y el “ser conciente” a partir de conceptos puramente religiosos, en especial en religiones como el Cristianismo, el Protestantismo, el Judaísmo, el Islam, el Espiritismo, el Animismo… No podemos hablar de comunicación humana, de comunicación animal, sin tomar en cuenta la conciencia, que se produce gracias a muy variados procesos cognitivos que actúan en interrelación. No puede haber conciencia sin el funcionamiento de los sentidos. Los animales, aparte de nosotros los humanos, que pertenecemos a la especie homo sapiens, también tienen conciencia sensitiva y conciencia abstracta, como se ha demostrado a través de investigaciones que se han realizado con elefantes, delfines, etc.
[16] “La adulación [que tiene muchos nombres según los contextos sociolingüísticos en absolutamente todos los idiomas] se suele interpretar como una manipulación evidente. Los términos pintorescos que se utilizan para definir este rasgo –«lamebotas», «lameculos», «lavar la cara», «dar jabón», «hacer la pelota», «hacer la barba», «achichincle», «guataquear», «tracatán», «borrego», «oveja», «el o la que le hace la ronda al príncipe», etc.– reflejan el desprecio que inspira este comportamiento” (Dimitrius y Mazzarella, 1999: 221-222). Creo que Dimitrius y Mazzarella se quedan cortos en el tratamiento de la adulación. Esta conducta tan reprochable y fastidiosa puede adquirir en América Latina los matices más variados y, por supuesto, tristes. No podemos olvidar las palabras de Orwell: “Las ovejas eran las más aficionadas a las Demostraciones Espontáneas, y si alguien se quejaba (como hacían a veces algunos animales, cuando no habían cerdos ni perros) alegando que se perdía tiempo y se aguantaba un largo plantón a la intemperie, las ovejas lo acallaban infaliblemente con un estentóreo: «¡Cuatro patas sí, dos pies no!» (George Orwell [1989]. Rebelión en la granja. México, PROMEXA, 155-156). Véase también el film Rebelión en la Granja, en 7 partes, en http://www.youtube.com/watch?v=YBwBc0XSxeg . Y, por otro lado, ¿no ha escuchado usted por casualidad la canción Brincan los borregos, de la cantante mexicana Gloria Trevi, disponible en http://www.youtube.com/watch?v=SLqy9dFcIzw ?
[17] Para evaluar el comportamiento de los discapacitados puede consultarse a Dimitrius y Mazzarella, op. cit., 270-272.
[18] R. Birdwhistell (1952). Introduction to kinesics. EE. UU., University of Louisville Press.
[19] Acerca de la esclavitud, y en declaraciones en torno a su libro Ilícito, dice Moisés Naím, en http://www.uabogados.org/modules.php?name=News&file=article&sid=88 .
La esclavitud moderna
Según la ONU, el “comercio con seres humanos” –entre tráfico y contrabando– afecta cada año a cuatro millones de personas y mueve entre 7.000 y 10.000 millones de dólares. Pero los datos reales seguramente sean mayores, puesto que el contrabando de seres humanos desde China representa entre 1.000 y 3.000 millones de dólares anuales, mientras que el FBI afirma que el paso de emigrantes mexicanos reporta a las redes entre 6.000 y 9.000 millones anuales. El contrabando humano es aquel en que el emigrante paga al contrabandista por el viaje; en el caso del tráfico, el traficante engaña o coacciona al emigrante y vende su trabajo a un tercero. Sin embargo, la distinción es difusa, puesto que en ocasiones el pago al contrabandista supone deudas que acaban siendo saldadas con trabajo casi forzado en condiciones de explotación. En 2004, se contaron en todo el mundo 175 millones de emigrantes documentados (3% de la humanidad); el de indocumentados seguramente alcance la mitad de ese número. Mayor es el de emigrantes internos, generalmente hacia zonas industrializadas (150 millones sólo en China). 20 millones de refugiados y desplazados se suman a estas grandes cifras. En el tráfico humano, a juicio de Naím “la más sórdida de las formas en que se desplaza la mano de obra en la nueva economía global”, la dimensión más notoria es el comercio sexual. Tras la caída de la URSS, decenas de miles de mujeres y niñas han sido “exportadas” desde Rusia, Ucrania, Moldavia y Rumanía para ser explotadas sexualmente en ciudades de Europa occidental y Japón. En Londres, los traficantes de seres humanos controlaban a finales de los noventa el 80% de la prostitución callejera de los barrios de mala fama. Las rutas de esclavitud sexual son numerosas: Myanmar, China, Camboya, Tailandia, Rusia, Emiratos del Golfo, Filipinas, Colombia, Japón…
En cuanto a la esclavitud moderna en México, es impactante lo que comenta Gloria Leticia Díaz en su trabajo “La nueva esclavitud maya”, en la revista mexicana Proceso, 2007, No. 1625: 24-27.
[20] http://es.wikipedia.org/wiki/Terrorismo . Al respecto puede consultarse también: Gilbert Achcar (2007). El choque de las barbaries: terrorismo y desorden mundial. Barcelona, Icaria; Arcadi Espada (2007). El terrorismo y sus etiquetas. Madrid, Espasa-Calpe; John Horgan (2006). Psicología del terrorismo. Cómo y por qué alguien se vuelve terrorista. Barcelona, Gedisa.
[21] Recuerde aquí, por ejemplo, la incapacidad del gobierno de los Estados Unidos para detectar a tiempo la corrupción imperante, en todos los niveles, en este país, y detener en su momento oportuno la famosa “Crisis de 2008” – http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_econ%C3%B3mica_de_2008 , http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_burs%C3%A1til_de_enero_de_2008 , http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_financiera_de_2008 –, de efectos devastadores a nivel mundial. En este sentido consúltese también: George Soros (2008). El nuevo paradigma de los mercados financieros. Para entender la crisis económica actual. España, Taurus.
[22] Como es de todos conocido, muchos países tuvieron una “conspiración secreta” con Alemania, Japón e Italia, y el Eje, en la Segunda Guerra Mundial. Éste es, por ejemplo, el caso de México, que apoyó, por una parte, “secretamente” y en variadas formas, a los nazis y a sus aliados, mientras, por otra parte, le declaraba, “abiertamente y ante los ojos de los demás países del mundo”, la guerra a Alemania y sus aliados: Juan Alberto Cedillo (2007). Los nazis en México. México, Random House Mondadori-Debate. Para considerar el abierto apoyo del Vaticano, Suiza y otros países a la Alemania de la Segunda Guerra Mundial y a sus aliados, véase, por ejemplo, el film Amén, del director franco-griego Costa Gavras, del año 2002. Más información acerca de este film aparece en: http://es.wikipedia.org/wiki/Amen. y http://www.youtube.com/watch?v=MuD3SNMM4Ts&feature=related .
[23] http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Civil_Espa%C3%B1ola . Consúltese al respecto, por ejemplo: Álvaro de Diego y Alfonso Bullón de Mendoza (1999). Historias orales de la Guerra Civil. Barcelona, Ariel; Hugh Thomas (2003). La Guerra Civil Española. 2 tomos. España, De Bolsillo.
[24] Para consultar la Encuesta Nacional Sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas: ENCUP, 2001 ó 2003 ó 2005 ó 2008, refiérase a las siguientes páginas de Internet: http://www.encup.gob.mx/encup/index.php?page=encup , http://www.consulta.com.mx/interiores/99_pdfs/15_otros_pdf/oe_20060701_ENCUP2005_Resultados.pdf .
[25] Para considerar, por ejemplo, lo que pasa verdaderamente en situaciones de conflicto y cataclismo, las cicatrices que marcan las conductas verbo-corporales de afectados por situaciones de conflicto, y concretamente en el caso de México a los efectos de cataclismos, véase: Elena Poniatowska (2005). Nada, nadie: Las voces del temblor. México, Era; Carlos Monsiváis (2005). “No sin nosotros”. Los días del terremoto 1985-2005. México, Era.
[26] María Laura Pardo (1992). Derecho y Lingüística. Cómo se juzga con palabras. Buenos Aires, Nueva Visión, 57.
[27] ¿Qué sabemos acerca de la ONU, Organización de Naciones Unidas? Como siempre sucede, hay muchas maneras de boicotear la información que puede abrir los ojos y estimular el pensamiento, la crítica y las reacciones, en especial en los países atrasados y tercermundistas y entre los grupos marginados de los países primermundistas. ¡Hay cosas que “a algunos” no les convienen, por múltiples razones conocidas! De las cosas que suceden “en” estas organizaciones –y “con” estas organizaciones– internacionales –de la misma manera que con muchas nacionales–, “que no convienen ser difundidas”, el pueblo nunca se entera adecuadamente: ¡a veces, sólo rumores, rumores pasajeros! ¿Cómo enterarse si los pocos medios de comunicación masiva, especialmente los televisivos, que están al alcance del “pueblo” no trasmiten esto? En el mejor de los casos, a veces, se comenta “brevemente” estos eventos o partes de ellos. Y, a su vez, suponiendo que estas actividades y eventos internacionales de estas organizaciones como la ONU, la OEA, la Comunidad Europea, etc., tuvieran amplia difusión en los medios televisivos, radiales e impresos “al alcance del pueblo”, que fueran comentados adecuadamente en las escuelas, en las universidades y centros de postgrado “al alcance del pueblo”, etc., ¿entendería el “pueblo” la situación real, la “complejidad” y los “alcances” de estos eventos para la vida y el futuro del “pueblo” y de la Humanidad en general? Hay muchos datos que nos permiten asegurar que “no entenderían”, por lo menos por ahora… La barrera, de partida, se encargan de ponerla el subdesarrollo multilateral, el analfabetismo funcional, la incultura política y la poca o ninguna memoria histórica, todo lo cual no solamente está presente en el “pueblo”, sino también, en mayor o menor medida –casi siempre en mayor medida–, en los “grupos que no se consideran pueblo”, como muestran ciertos estudios, estadísticas y encuestas, en especial en torno al desarrollo mundial, al Índice de Desarrollo Humano, a la pobreza, a la educación, a la cultura política…
Pero si quisiéramos conocer algunos datos en torno a esta organización internacional llamada ONU, que se supone que debe controlar la estabilidad y la seguridad internacionales en todos los sentidos, entonces tal vez sea bueno consultar, por ejemplo, http://www.cinu.org.mx/onu/preguntas.htm#47 , para intentar disipar tantas incógnitas… Con respecto a la ONU, no estaría de más preguntarnos: ¿en manos de quiénes está la suerte del planeta?, ¿quién decide la vida o la muerte de los pueblos del mundo y la protección del medio ambiente y los ecosistemas?, ¿qué sabemos, en realidad, de esta organización internacional –compuesta por 192 estados, además del Vaticano, presente en calidad de observador– que mueve miles de millones de dólares y a qué los destina?, ¿quién dirige, en realidad, a la ONU?
Este tema es bastante complejo. Por ejemplo, de los 15 miembros o países del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos, 5 son permanentes. Estos 5 miembros o países permanentes del Consejo son: Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña y China. A su vez, el mercado mundial de armas está controlado total y absolutamente, tanto en la producción como en la venta, por 13 países: Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña, China, Austria, Bélgica, Brasil, Alemania, Israel, Italia, España y Suiza. ¡Y justamente son estos 5 países mencionados los responsables de más del 80% de las ventas de armas de todo tipo en el mundo! ¡Ésta es, en principio, la verdadera cara de las Naciones Unidas! ¿No es ésta la más cruel paradoja, la más cruel contradicción? ¿Cómo poner en las manos de un país como Estados Unidos eso que llaman “seguridad mundial”? ¿Estamos locos o de plano somos todos imbéciles? ¿Es que acaso olvidamos que ésos que hablan tanto de “seguridad” y de “guerra contra el terrorismo”, es decir Estados Unidos, son los más inseguros del mundo, los más terroristas del mundo? ¿Es que no sabemos a estas alturas lo que significa terror?: ‘miedo muy intenso’. Sencillamente recordemos que en Estados Unidos por cada 100 habitantes existen 99 armas: ¿qué es esto sino la expresión más fiel de la inseguridad, del temor, del miedo, de la agresión, de la amenaza…? Bueno, por lo menos podemos decir aquí que algunos, como los criminólogos, los victimólogos, los siquiatras, los sicólogos, los forenses, los funerarios y los enterradores tendrán trabajo para toda la vida, ¡y asegurado!, pero “si es que quedan vivos” en tales circunstancias de toxicidad social, de violencia social… Sencillamente veamos los siguientes escalofriantes datos de septiembre de 2007, tomados de http://www.diariodelhuila.com/index.php?option=com_content&task=view&id=5516&Itemid=7 .
Hay 650 millones de armas en manos de civiles
Por FRANK JORDANS
GINEBRA (AP)
La población civil de todo el mundo tiene acceso a 650 millones de armas, desde pistolas hasta rifles semiautomáticos, y ese arsenal supera con creces el de las fuerzas policiales y militares combinadas, según un informe difundido el martes. El Estudio Anual de Armas Pequeñas señala que los civiles poseen tres cuartas partes de las 875 millones de armas de ese tipo que hay en circulación. Estados Unidos está a la cabeza, con 290 millones de armas, o casi una por persona, según el estudio. “La cantidad de civiles que poseen armas es mucho más grande de lo que pensábamos”, declaró a la prensa el director de esa organización con sede en Ginebra, Keith Krause. El informe señala que apenas el 12 por ciento de las armas están registradas con las autoridades, lo que dificulta la recopilación de información. Hace cinco años se calculó que había 640 millones de armas pequeñas en el mundo. El incremento puede responder en parte al hecho de que hay mejor recopilación de datos, según Krause. Otros países con relación alta de habitantes y armas son Yemén, con 61 armas por cada 100 habitantes; Finlandia, con 56; Suiza, con 46, e Irak, con 39. En el otro extremo de la lista aparecen países como Brasil, con nueve por cada 100 habitantes; Inglaterra y Gales, con seis; la India, con cuatro; China, con tres, y Nigeria, una. “Hay muchos países en el medio, especialmente naciones industrializadas del norte de Europa y América”, dijo Krause. En Francia hay 32 armas por cada 100 habitantes, en Canadá y Suecia 31 y en Alemania 30. Krause dijo que estos datos desmienten la noción de que cuantas más armas hay, más violencia. “No hay una relación directa entre la cantidad de armas y los niveles de violencia”, expresó. Destacó que en Latinoamérica, por ejemplo, hay pocas armas y altas tasas de criminalidad. Indicó que los estudios señalan que la violencia se da mayormente en urbes donde se registra un rápido crecimiento y en áreas muy pobres, donde hay poca presencia policial. Agregó que el problema se agrava cuando elementos del Gobierno o de la policía venden municiones en el mercado negro. El informe afirma que en Río de Janeiro “se dan una serie de factores que hacen pensar que las fuerzas de seguridad del Estado, especialmente la Policía, son la fuente de buena parte de los proyectiles de rifles de asalto en manos de los delincuentes”. Añade que las fuerzas de seguridad de Uganda abastecen de municiones a grupos enfrascados en guerras tribales en el norte del país, perjudicando los esfuerzos por poner fin a la violencia y desarmar a esas tribus. Es imperioso realizar un mejor control de la venta de armas en países con deficientes medidas de seguridad o malos antecedentes en el campo de los derechos humanos, para evitar que lleguen a las manos equivocadas, dice el informe. Miles de armas que Estados Unidos suministró a Irak habrían terminado en manos de insurgentes, vendidas por elementos corruptos de las fuerzas de seguridad. Sudán, por su parte, adquirió más de 25 millones de armas, mayormente de China e Irán, en los últimos años a pesar de que hay pruebas de que milicias apoyadas por el Gobierno cometieron numerosas violaciones a los derechos humanos […]
Para tratar este escabroso asunto de la carrera armamentística a nivel internacional y a través de la historia, recomiendo consultar: Joel Levy (2006). Todo lo que te han contado es falso: de los cultos misteriosos del mundo antiguo a las armas de destrucción masiva de Irak. Barcelona, Martínez Roca; Jared Diamond (2006). Armas, gérmenes y acero: breve historia de la humanidad en los últimos trece mil años. Madrid, Debate; Fernando Sabater (2006). Perdonen las molestias: crónica de una batalla sin armas contra las armas. Madrid, Punto de Lectura.
Hoy existen organizaciones que compiten ya con las Naciones Unidas en ciertos rubros, y hasta la superan, especialmente en lo concerniente al desarrollo y la conservación del planeta y la especie humana, y a los tiempos de respuesta ante los problemas concretos creados por desastres naturales y desastres resultantes de conflictos bélicos, políticos, sociales, religiosos, etc. Al respecto, véase, por ejemplo: www.clintonfoundation.org y www.clintonglobalinitiative.org .
¿Pero a quién se le ocurre confiar en la ONU, una organización que ha sido dirigida, y por dos mandatos seguidos, de 1971 a 1975 y de 1976 a 1980, es decir 10 años consecutivos, por nada más y nada menos que un nazi, el austriaco Kurt Waldheim, acusado hasta de crímenes de guerra (Yallop, 2008a:366, 370; Cohen y Rosenzweig, 1987)? En su incapacidad para salvar su imagen a nivel internacional, y especialmente en Estados Unidos, país en donde constantemente es atacada esta organización por el gobierno de George Bush, la ONU ha buscado el apoyo de Marvel Comics, la editorial norteamericana de comics o muñequitos, con el objetivo de comenzar a fomentar la “buena imagen” de la ONU entre los niños y sus padres, a través de comics que se distribuirán gratuitamente en la grey infantil: http://news.bbc.co.uk/2/hi/7172016.stm , http://www.ft.com/cms/s/f00a5d44-b41c-11dc-a6df-0000779fd2ac,Authorised=false.html?_i_location=http%3A%2F%2Fwww.ft.com%2Fcms%2Fs%2F0%2Ff00a5d44-b41c-11dc-a6df-0000779fd2ac.html%3Fnclick_check%3D1&_i_referer=http%3A%2F%2Fopinionator.blogs.nytimes.com%2F2007%2F12%2F28%2Fthe-uns-comic-invention%2F%3Fscp%3D1%26sq%3Dspiderman%2Band%2Bunited%2Bnations&nclick_check=1 , http://opinionator.blogs.nytimes.com/2007/12/28/the-uns-comic-invention/?scp=1&sq=spiderman+and+united+nations .
Las incapacidades, atolondramientos, negligencias e ineptitudes de todo tipo de la ONU, y las grandes potencias mundiales obviamente, quedaron demostradas, una vez más, en el llamado “Conflicto de la Franja de Gaza 2008-2009” u “Operación Plomo Fundido u Operation Cast Lead o עופרת יצוקה”, cuestión que puede verse más detalladamente en: http://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Plomo_Fundido . Al respecto véase, además, revista mexicana Proceso, 2009, No. 1680, que está disponible en: http://www.proceso.com.mx/impreso.php?impreso=1680 .
¿Y dónde ha estado la ONU cuando se han producido los golpes de estado en América? ¿Qué ha hecho la ONU para resolver los continuos golpes de estado en América? ¡Nada…! En estos casos de los golpes de estado en América la ONU ha estado “en ningún lugar”… Claro: ¡bla, bla, bla, bla, y reuniones van y reuniones vienen y gastaderas de dinero van y gastaderas de dinero vienen, y viajes van y viajes vienen…!; pero ¿y la concreta? Por si hubiera alguna duda al respecto, recordemos los recientes golpes de estado en pleno siglo XXI en Venezuela ( http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Venezuela_de_2002 ) y en Honduras ( http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Honduras_de_2009 ).
[28] OEA, Organización de Estados Americanos. Esta organización, que reunió en un principio a 35 países, se supone que tiene como principal objetivo “Consolidar la paz y la seguridad en el Continente…”. Pero cómo resuelve la OEA este asunto de la “paz” y la “seguridad” en América. Muy sencillo, expulsando de su organización a países que no coinciden con sus “teorías” y “lineamientos”, como hicieron con Cuba en 1962. Al respecto se dice en Wikipedia: “Precisamente Cuba fue suspendida porque la conferencia consideró que el comunismo era incompatible con el espíritu de la organización americana.” Entonces, cuál paz, cuál seguridad, en dónde… Los tantos y tantos conflictos en América, las guerras, las corruptelas de los directivos de la OEA, como fue el caso de su Secretario General, el ex-presidente de Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez Echeverría ( http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_%C3%81ngel_Rodr%C3%ADguez_Echeverr%C3%ADa ), enjuiciado en su país, nos dicen para qué es lo que sirve la OEA… ¿Y qué hace José Miguel Insulza ( http://es.wikipedia.org/wiki/Insulza ) en su función de Secretario General de la OEA? ¿Usted sabe? ¿Quién sabe? ¿Para qué ha servido este hombre en los casos problemáticos de los países de América Latina? ¿Y el caso Honduras, el golpe de estado de Honduras de 2009 ( http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_Estado_en_Honduras_de_2009 )? Recordemos que el chileno Insulza competía para ese cargo de la OEA con nada más y nada menos que el “desastre de persona” llamado Luis Ernesto Derbez Bautista ( http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Ernesto_Derbez ). ¿Qué barbaridades no hizo el mexicano Derbez en sus tiempos de secretario de relaciones exteriores bajo el gobierno de Vicente Fox?
[29] Para considerar algunos de los grandes problemas actuales que presenta el discurso socioconfesional de la religión más importante del ámbito iberoamericano, el Catolicismo, recomiendo ver la siguiente obra de teatro presentada en varios países del mundo: La Duda, a la que me he referido ya en otro de mis libros:
Entre las obras de teatro que en varios países del mundo siguen denunciando la pederastia y los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes está La duda –en inglés Doubt–, basada en la obra homónima del autor norteamericano, personalidad internacional del arte y Premio Pulitzer 2005, John Patrick Shanley. En México esta obra teatral, que se presenta en el Distrito Federal en el teatro Virginia Fábregas, ha tenido un gran impacto y aceptación por el gran público. Su elenco está compuesto por personas que han vivido directamente el mundo de la educación religiosa: Silvia Mariscal, Moisés Arizmendi, Jana Raluy, Bricia Orozco y Úrsula Pruneda.
En ciertas escuelas, orfanatos, reformatorios, centros religiosos…, a través de la historia y en la actualidad, justamente lugares en donde “se supone” que no deberían existir algunas degradaciones morales y espirituales, como son la pederastia y el abuso sexual, al parecer y según los informes de los que se disponen en todos los medios masivos de comunicación, todo puede suceder. La literatura escrita que trata este tema es amplia y compleja, y entre los últimos libros que han tenido más impacto en las sociedades en torno a estos fraudulentos curas “ladrones de almas y cuerpo infantiles”, es decir de curas pederastas y encubridores de la pederastia, está: Francisco Martos (2006). Paquito. La sombra del ángel. España, Martos Editores.
La filmografía que ha denunciado este grave y vergonzoso problema que afecta a toda la Humanidad es amplia y explícita: La mala educación, de Pedro Almodóvar; En el nombre de Dios, de Peter Mullan; Los chicos de St. Vincent, de John N. Smith; Los niños de San Judas, de Aisling Walsh; El crimen del padre Amaro, de Carlos Carrera; El silencio púrpura, documental de Mary Healy Conlon…
Entre los escándalos actuales más grandes –a nivel internacional y específicamente al nivel del mismo Vaticano– de podredumbre grupal y degradación moral en un grupo religioso está el de los Legionarios de Cristo, orden religiosa fundada y dirigida por el mexicano de origen michoacano Marcial Maciel Degollado. No “por accidente y casualidad” el Vaticano, bajo el mandato expreso de Benedicto XVI y en varias ocasiones, ya ha tomado sus drásticas medidas en este resonado caso, que tanto afecta la imagen de una Iglesia que batalla por elevar su liderazgo multifacético internacional.
Las historias y desmesuras sociales, religiosas y morales de Marcial Maciel Degollado, de la misma manera que sus “falsas apariencias externas” (González González, 2006: 113), sus “deficiencias en la formación intelectual” e “insinceridades” (González González, 2006: 113), así como sus alcances aparecen registrados en la radio, la televisión, Internet, en textos escritos de todo tipo: periódicos, revistas, diccionarios, enciclopedias – www.wikipedia.com –, etc., entre los que destacan la novela La Orden Maldita. La historia oculta de los Legionarios de Cristo, del autor José Manuel Ruiz Marcos, editada en México por Planeta, Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo, del autor José Martínez de Velasco, editado por Ediciones B y el libro Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos, editado por Tusquest. El autor de este último texto, Fernando M. González González, es un destacado científico mexicano, especialista en muy variadas esferas de las conductas social y síquica humanas. Según el parecer de este investigador, entrevistado por el famoso y reconocido conductor y periodista mexicano José Gutiérrez Vivó en Monitor, los días 29 de agosto y 12 de septiembre de 2006, y por el también destacado periodista mexicano José Cárdenas el 31 de agosto, Marcial Maciel Degollado es un individuo que cometió todo tipo de actos deshonestos y violatorios y no en las sombras, sino a la luz del día, delante de todos, abiertamente: “falsificador de documentos, rapaz o ladrón, mentiroso, drogadicto, pervertidor de menores, violador de menores, sórdido, lleno de trucos de todo tipo, embaucador…” Todos los actos deshonestos, en todos los sentidos, cometidos por este individuo se han producido, de una u otra manera, con el amparo, respaldo, protección o complicidad de personas, familias –principalmente por parte de sus tíos, personalidades de alto rango de la jerarquía religiosa mexicana–, grupos e instituciones civiles, políticas, gubernamentales y religiosas, comenta el autor Fernando González. Los criterios de este autor coinciden totalmente con los criterios vertidos por otros autores, periodistas, comentaristas y críticos reconocidos, en México y fuera de México, como es el caso de, por ejemplo, Carmen Aristegui, Javier Solórzano, Denise Dresser, José Gutiérrez Vivó, Ángel Granado Chapa, Ciro Gómez Leyva, Pepe Cárdenas, Ricardo Rocha, Denisse Merker, Gustavo Rentería…
Cuando leemos esta excelente investigación de Fernando M. González González, entre otras experiencias desagradables y repugnantes, sentimos como que estamos consultando un texto que está entre la novela picaresca del siglo XVI y la novela de terror. ¡Cuánto daño físico y moral puede causar una “persona enferma”, un “tóxico social” y sus “protectores” a tantos niños, adolescentes, adultos y a toda la comunidad católica! (Ruano, 2003e).
En este sentido del discurso socioconfesional o religioso mexicano actual, no podemos dejar de mencionar aquí un libro que ha impactado a México y al mundo civilizado y moral actual. Me refiero a Prueba de fe. La red de cardenales y obispos en la pederastia clerical, de Sanjuana Martínez, editado por Planeta.
[30] La ideología del desprecio y el discurso del desprecio siempre se han manifestado, en todos los tiempos y en todas las culturas, en todos los lenguajes: verbales y no verbales. Tanto la ideología del desprecio como el discurso verbo-corporal del desprecio tienen dos variantes: 1. lo que piensa, siente, dice y hace “el despreciador” y 2. lo que piensa, siente, dice y hace “el despreciado”. Los protocolos, los códigos, las señales, los signos, los significados, que se producen en la comunicación entre despreciadores y despreciados, al nivel público, al nivel laboral y al nivel íntimo, han sido múltiples y variados a través de la historia. En el mundo actual los protocolos del desprecio varían según los continentes, los países, los grupos sociolingüísticos, las instituciones, los sexos, las categorías, las profesiones, etc. Algunos de los protocolos del desprecio son tan sutiles que la mayoría de las personas no los detectan e interpretan en su verdadera y real magnitud. Este tipo de discurso nació con la misma creación del ser humano: “¡hay que agredir al otro que no es como yo y que no piensa como yo!”, “¡el que no es como yo y no piensa y actúa como yo, que no se ve como yo, es, sencillamente, una amenaza para mí y para los míos, y por eso tiene que ser destruido!” En los mamíferos no humanos, especialmente en los primates, también se observa este tipo de pensamiento y discurso del desprecio, en donde la agresión es el rasgo principal. Lo preocupante aquí es que en pleno siglo XXI la ideología del desprecio y el discurso verbo-corporal del desprecio siguen estando presentes con todo su esplendor barbárico entre los grupos humanos “supuestamente civilizados”, y, lo que es peor, están marcadamente presentes en grandes potencias y organizaciones mundiales que deciden total y absolutamente el presente y el futuro, la vida y la muerte, del planeta y de todas sus comunidades, desde las más civilizadas y sofisticadas hasta las más tribales –de “tribu”– y hordales –de “horda”–, algo que puede comprobarse claramente en las conductas internas y externas, en las políticas nacionales y exteriores, en las relaciones nacionales y las relaciones exteriores, de países como Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, España, Italia, China, Bolivia, México, Brasil, Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Guatemala, El Salvador, Haití, Israel, Líbano, Afganistán, Iraq, Irán, Egipto, India, Pakistán y muchos otros. La ideología del desprecio y el discurso verbo-corporal del desprecio se producen toda vez que alguna persona, organización, entidad, comunidad, país, estado, continente, etc., de la forma que sea, encubierta o abiertamente, daña, agrede, afecta, escisiona, segrega, humilla, mutila, discrimina, manipula, extirpa, no toma en cuenta, al otro, a los otros, y a sus necesidades, intereses y valores. Sin duda alguna, en la actualidad tanto la ideología del desprecio como el discurso verbo-corporal del desprecio son conductas que habitualmente están presentes en organizaciones, instituciones y personas con fuertes traumatismos psico-sociales, con elevados niveles de frustraciones de todo tipo, con fuertes complejos, todo lo cual, en estas supuestas situaciones de civilidad humana, sólo podrían considerarse como “imágenes fuchi”, imágenes degradantes, imágenes asqueantes, imágenes rústicas. Las ideologías del desprecio y los discursos verbo-corporales del desprecio, según los contextos, están cargados de una muy variada plurisignificación. Desgraciadamente, debido a la ignorancia y la incultura, debido al analfabetismo y al analfabetismo funcional, debido al desconocimiento de los más elementales protocolos de convivencia social y pacífica, muchos grupos sociales, muchos grupos humanos, muchas élites, inclusive “cultas” (?), no conocen, y de ahí que no puedan decodificar o interpretar, leer, los claros o sutiles discursos e ideologías del desprecio. En las ideologías y los discursos del desprecio lo más triste y penoso es ver cómo los mismos blancos desprecian a su mismo grupo blanco, los mismos negros desprecian a su mismo grupo negro, los mismos indios desprecian a su mismo grupo indio, los mismos religiosos de un mismo grupo desprecian a los religiosos de su mismo grupo, los mismos políticos de un determinado partido desprecian a los políticos de su mismo partido o grupo, etc., en donde el desprecio se transforma en un comportamiento masivo de todos contra todos. Claro que aquí podríamos añadir que sería bueno preguntarnos que en una tal situación de “todos contra todos” a dónde se supone que nos conducimos, a dónde se supone que queremos llegar, si no es al caos y a otro de los tantos “apocalipsis”… ¿No sería bueno y “prudente” que los líderes y estrategas de las ideologías del desprecio, sus “ilustres y calificados asesores” (?) y los grupos humanos (?) confundidos se replantearan estas ideologías antisociales y conflictuantes? ¿Acaso ya no tienen suficientes lecciones en la historia y la actualidad? ¡Cuidado!: cuando “los despreciados” toman el poder, la suerte de “los despreciadores” se transforma en una verdadera pesadilla… ¡Cuidado!: los despreciados pueden transformarse en despreciadores. “Se supone” que cualquier persona del mundo moderno y globalizado actual puede entender el mundo que le rodea, por lo menos su “mundo inmediato”, que puede oír y ver las noticias en cualquiera de los tantos medios masivos de comunicación…; pero no está de más “alertar”, por si el caso fuera otro. Miremos lo que está pasando en América en Estados Unidos, en México, en Cuba, en Chile, en Venezuela, en Ecuador, en Argentina, en Nicaragua, en Brasil… Para considerar en alguna medida las ideologías del desprecio y los discursos verbales y no verbales del desprecio, recomiendo ver, entre cientos de filmes, la película estadounidense, de corte multicultural, Babel, del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
[31] Los lenguajes verbo-corporales desajustados, impropios, irrespetuosos eran mal vistos en el México prehispánico. Bernardino de Sahagún nos habla al respecto en su célebre obra Historia general de las cosas de Nueva España. A las personas de clase sociocultural alta, de clase socioeconómica alta, a los altos funcionarios, que decían sandeces, estupideces, bromas tontas o que no poseían, en general, un lenguaje acorde con su categoría, se le llamaba tecucuechtli, es decir “payaso”. En el México prehispánico la selección de un mandatario, de un funcionario, era algo muy complejo y comprometido, algo extremadamente depurado: “Todos éstos [los jefes y personas importantes, los soldados viejos, etc.] se juntaban en las casas reales, y allí deliberaban y determinaban quién había de ser señor, y escogían uno de los más nobles de la línea de los señores antepasados, que fuese hombre valiente, ejercitado en las cosas de la guerra, osado y animoso, y que no supiese beber vino; que fuese prudente y sabio, que fuese criado en el Calmécac, que supiese bien hablar, fuese entendido y recatado, y animoso y amoroso, y cuando todos, o los más, concurrían en uno, luego le nombraban por señor (Álvarez, 1987, t. IV: 1852). Estas fórmulas discursivas verbo-corporales antiguas mexicanas podemos observarlas en la actualidad en los lenguajes rurales, campesinos e indígenas, del país. En México también hay mayor o menor vestigios de estas fórmulas discursivas prehispánicas en una buena cantidad de mestizos residentes en las ciudades, inclusive en instituciones gubernamentales, en empresas, en la política y en centros educativos: “Sin duda, algo que ha sobrevivido hasta la actualidad es el afán de campesinos e indígenas por iniciar toda conversación con algunas frases amables, circunloquios corteses sobre la salud y la familia del interlocutor. [En México, en general] Se considera muy mala forma entrar directamente en materia. A lo anterior se agregaron las formas hispanas de trato, y se produjo la peculiar cortesía mexicana. Observadores extranjeros han hecho hincapié en la gentileza y el trato cortés usuales en México en todas las clases sociales” (Álvarez, 1987, t. IV: 1852). En el México prehispánico, en la cultura azteca, existían dos tipos de escuelas o colegios o instituciones educativas, una para las clases altas y otra para las clases bajas o pueblo. La escuela que formaba a los educandos o estudiantes de clase alta se llamó calmécac, y la escuela que formaba a los educandos o estudiantes de clase baja o pueblo se llamó tepochcalli o telpochcalli. Tanto los varones como las hembras asistían a estas escuelas; pero de manera separada, no estudiaban en grupos mixtos, sino en grupos exclusivamente para varones o en grupos exclusivamente para hembras.
[32] En este sentido, consúltese, por ejemplo, la revista mexicana Proceso, que es un semanario de información y análisis, en su número 1567, del 12 de noviembre de 2006, y en especial: José Gil Olmos, Rosalía Vergara y Pedro Matías. “La guerrilla a Calderón: esto apenas comienza… Calderón ya está marcado”, 6-8.
[33] Como digo en mi conferencia La semiótica lingüística. Los estudios lingüísticos en México…:
Cuando nos referimos al idioma español hablado y escrito en México, enseguida recordamos “el cantinfleo”, “cantinflear” o “cantinflar”, el “discurso mítico”, es decir: “Hablar [y escribir] deshilvanadamente, disparatadamente (Jiménez, 1991: 47), una manera de expresarse, verbal y también corporalmente, peculiar de México, copiando al famoso y querido actor Cantinflas –Mario Moreno Reyes, 1911-1993–, también conocido como “El Mimo” y “El Cómico de la Gabardina”. El lenguaje verbo-corporal cantinflesco se puede observar fácilmente en todas las esferas socioculturales y socioeconómicas de este país, en cualquier centro educativo y en cualquier medio masivo de comunicación. En el lenguaje político-gubernamental-administrativo mexicano el cantinfleo es una marca estilística, asunto que aborda la escritora y periodista mexicana Guadalupe Loaeza (2007):
CANTINFLEAR. «Hablar de forma disparatada e incongruente sin decir nada», dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Éste es probablemente uno de los verbos más utilizados en México. Porque expresarse «cantinflescamente» nos permite desembarazarnos de una situación difícil. Esta capacidad de improvisar evita comprometernos y nos permite salirnos por la tangente, de ahí que sea una de las herramientas más socorridas de nuestros políticos. «Ni me perjudica ni me beneficia, sino todo lo contrario», decía el ex presidente de México Luis Echeverría. «¿Y qué piensa usted de que la Iglesia intervenga en Política?», le preguntaron un día a Fidel Velázquez. A lo que contestó: «Dios no lo quiera». Una típica cantinfleada sería: «Yo a ti ni te ignoro…», la cual en realidad significa que una persona ni siquiera merece ser ignorada. Somos tan cantinflescos que podríamos decir que nuestro cerebro ya está condicionado para este estilo de hablar. Tan es así que por lo general nunca pedimos a nuestros interlocutores que expliquen lo que acaban de decir. Los que resultan expertos en estas artes son los que llegan a cerrar negocios turbios cantinfleando en diferentes idiomas. Por último, diremos que hay dos categorías: cantinflear queriendo y cantinflear sin querer.
[34] Los “cuentos chinos” en el continente americano ya son cuentos “atribuibles” a cualquier país, total que da igual… Son tantos y tan constantes los “cuentos” aquí, en estas tierras de América, en una tal diversidad de etnias y matices raciales y estilísticos…: rusos, cubanos, mexicanos, venezolanos, colombianos, brasileños, chilenos, argentinos, indios, japoneses, coreanos, italianos, españoles, franceses, suizos, gringos… Obviamente, hay de “cuentos chinos” (¿cuentecitos?) a “CUENTOS CHINOS” (¿cuentototes?)…, y en este caso de “lo chino” o “a lo chino” hay que destacar los escándalos relacionados con el expresidente peruano Alberto Kenya Fujimori Fujimori, llamado afectivamente por su pueblo “El Chino” y “El Chino Fujimori” –consúltese http://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Fujimori –, y los escándalos relacionados con el chino-mexicano Zhenli Ye Gon –“coopela o cuello…”, consúltese http://es.wikipedia.org/wiki/Zhenli_Ye_Gon – y el gobierno mexicano en turno en 2007 y los partidos PAN y PRI. Y como aquí en América todo es un “cuento” y todo “pasa”, pues entonces decimos como se dice en español cubano “reyoyo” o “rellollo”, y parodiando al ilustre José Martí,: “y pasó el tiempo y pasó un águila por el mar…”
[35] Para considerar algunos de los rasgos distintivos de la política mexicana tradicional, véase el texto de Manuel Gamio, publicado en 1916, que lleva por nombre “Política en general y política de población”. Este texto puede ser consultado en varias ediciones, como por ejemplo: Manuel Gamio (1993). Antología. México, UNAM, 3-8. En este sentido, apunta Gamio:
LA POLÍTICA Y SUS VALORES. La realización de cualquier empresa, la eficiencia de toda obra, requieren el concurso de elementos de valor real. Para que sea útil y eficiente la futura colaboración de los partidos políticos en la obra de la reconstrucción apenas iniciada es preciso que dichos partidos posean valor práctico, positivo, que ofrezcan utilidad verdadera, y no aparente. Si ha de continuar reinando el viejo concepto sobre política, es preferible que no resurjan aquéllos.
LA POLÍTICA DEL PASADO. En general nuestros políticos profesionales nunca valieron por sí mismos […] ¿Qué trascendencia nacional pueden tener las asociaciones o “partidos” que forman anormales de este género?
La política mexicana, sensible es decirlo, tuvo dos orientaciones convergentes, claramente perceptibles: alcanzar poder y alcanzar riqueza, y esto por un contado número de individuos. Los medios para alcanzar tales fines, consistieron principalmente en la adulación jerárquica, sistematizada y extendida hasta círculos que no siendo políticos, se contaminan fatalmente. A esos medios reprobados, daban fuerza cuando era necesario, las amenazas, los cohechos y los sobornos.
Cuando se era rico el dinero servía para hacer política y alcanzar poder, vanidad que sigue a la posesión del dinero; por entendido queda que tal poder, era ficticio ya que de hecho se reconcentraba en poquísimas manos; pero, en fin, la farsa autosugestionaba. Cuando se era pobre se hacía política para escalar el poder; valiéndose de él se acumulaba dinero por medio de concesiones, prebendas, etcétera.
Una minoría de hábiles o “primates políticos” triunfaba indefectiblemente y obtenía riqueza y poder, sirviéndole de escalón una gran masa de politiquillos, o politicastros, que no obtenían más poder que el problemático que les daba el fuero o la protección oficial, ni más medro que míseras limosnas concedidas a título de subvención por empresas y servicios imaginarios, porque eso sí, la primera característica del político era hacerse atmósfera a cargo del presupuesto, nunca al del propio peculio.
Los primates de la política siquiera lucían valores aparentes y se formaban a sí mismos: discursos efectistas carentes de fondo; campañas de prensa en las que campeaban adulación servil o insulto procaz, jamás ideas; banquetes a todas horas, y en todos los sitios, vinieran o no a cuento; sacrificio voluntario del honor oficial y del personal; renuncia de la dignidad humana en ridículas mojigangas o manifestaciones pseudo-políticas, etcétera, constituían el mecanismo, el modo de hacer política. Los politicastros infelices por nacimiento, carneros de Panurgo, eran dados a luz por obra y gracia de padrinos más o menos influyentes, los que, en cambio de ese alumbramiento, exigían de esas criaturas putativas, vitalicia fidelidad canina. En resumen se procuró de continuo que la vida política de 15 millones de mexicanos [hoy, en 2006, los mexicanos son aproximadamente 105 millones] estuviese consagrada a conservar rico y poderoso al pequeño grupo de pulpos que paralizaban el desarrollo nacional […]
Debe ser considerada como ridícula la súbita aparición de individuos que, sin valimiento personal alguno, son considerados o se consideran a sí mismos, como “personalidades políticas”, cuando sólo podría convenirles el dictado de intrigantes […] que no se tolere [en las Cámaras] la existencia de “políticos políticos”, es decir de hombres que a nada, ni a nadie, representan y en cambio intrigan, explotan y desacreditan a la Nación.
Es también indispensable, por más que la tarea sea difícil, barrer para siempre a los empleados públicos que para hacer y hacerse política, emplean la fuerza moral y los elementos materiales del puesto que ocupan.
El vicio político mexicano que se arraigó más y cuya reaparición debe con mayor energía evitarse es el personalismo. Los políticos deben luchar por el bien de las agrupaciones a que pertenecen, y por los intereses que entrañan las mismas, obteniendo naturalmente los beneficios proporcionales que les correspondan como miembros integrantes de aquéllas. Antes, los políticos manejaban a su albedrío a las agrupaciones que dizque representaban, encaminando sus actividades y haciéndolas converger hacia su mejoramiento personal y no al de la colectividad de que eran miembros; después socorrían, es la palabra, a los inconscientes compañeros de partido, otorgándoles la limosna de un puestecillo o cosa análoga. Hoy las agrupaciones deben controlar a los políticos que las formas y especialmente a los que las representan, y no éstos a aquéllas.
La política, o lo que se llama así, fue siempre en México semillero de corrupciones. Antes que aparezca la nueva, la verdadera política, hay que desinfectar el ambiente; hay que exigir de los futuros políticos patente ampliamente legitimada de sanidad moral, de eficiencia personal y de representación efectiva.
[36] Mariano Brull. Poeta cubano, camagüeyano, 1891-1956. De este autor es “Jitanjáfora”:
Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveola jitanjáfora
liris salumba salífera
Olivia oleo olorife
alalai cánfora sandra
milingítara girófora
zumbra ulalindre calandra.
[37] Emilio Ballagas. Poeta cubano, camagüeyano, 1908-1954. De este autor es el “Poema de la ele”:
Tierno glú-glú de la ele,
ele espiral del glú-glú.
En glorígloro aletear:
palma, clarín, ola, abril…
Tierno la-le-li-lo-lú,
verde tierno, glorimar…
Ukelele… balalaika…
En glorígloro aletear,
libre, suelto, saltarín,
¡tierno glú-glú de la ele!
[38] Muy pocas personas conocen el complejo trabajo de los asesores de imagen, de los imagólogos, en especial el trabajo de los asesores de imagen social, de imagen pública, de imagen política, de imagen protocolar, de imagen física, de psicología de la imagen… Inclusive dentro del mismo gremio de trabajadores de la imagen pública, de la imagen social, de la imagología, los desconocimientos al respecto llegan a ser alarmantes y desconcertantes. Siempre les he comentado a mis alumnos de Imagología, de Protocología –estudio y tratamiento de los protocolos– y de Ingeniería en Imagen Pública que la relación entre asesor de imagen y asesorado debe ser una relación especial, estrecha y respetuosa, en donde no se trata de imponerle al asesorado nuestros criterios y experiencias –que en una buena cantidad de casos, sobre todo en los asesores nuevos, y debido a los conocidos malos programas educativos que desde la infancia recibe la mayoría de los iberoamericanos, son poco prácticos en situaciones de globalización y carecen de fundamentos en contextos de interacción pluricultural–, sino de indicarle al asesorado los caminos posibles para salir airoso de muy variadas situaciones de interacción social en donde todo puede suceder, incluyendo momentos inesperados, sorprendentes, desagradables, tristes y deprimentes; que se trata de establecer, dentro de lo posible, con nuestros asesorados una relación sincera con el objetivo de lograr en nuestros clientes –y a su vez en nosotros mismos– una efectiva maduración social e imagológica, que sea integral, tanto al nivel de la comunicación verbal –aproximadamente el 7 % de lo relacionado con la comunicación humana– como al nivel de la comunicación no verbal –aproximadamente el 93 % de lo relacionado con la comunicación humana–. Para conocer un poco en este sentido, siempre recomiendo ver dos de los tantos filmes en donde se trata el trabajo de los asesores de imagen. Me refiero a: The Kid, que en español ha salido con el nombre Mi encuentro conmigo, del director Jon Turteltaub y con la participación de Bruce Willis, disponible en http://www.youtube.com/watch?v=QqolWUgxz7E , y a: The Devil Wears Prada, con nombre en español El diablo viste a la moda, del director David Frankel y con la participación de Meryl Streep, disponible en http://www.youtube.com/watch?v=zicgut4gpwU . Claro que si se quiere conocer en detalles uno de los trabajos más complejos y difíciles del tratamiento de la imagen social, y diría yo que el más reconocido del mundo en su tipo, entonces recomiendo investigar el trabajo del cubano Osmel Sousa, llamado “El Hacedor de la Belleza”, “El Hacedor de Misses”, “El Zar de la Belleza”… Con Osmel Sousa los sueños de las cenicientas venezolanas sí se hacen realidad en Miss Venezuela: “Bajo la dirección de Osmel Sousa, Venezuela ha acumulado [junto con Puerto Rico] más títulos internacionales que cualquier otro país, incluyendo a cinco ganadoras de Miss Universo, cinco Miss Mundo, y cinco Miss International.” Destacamos aquí el papel trascendental del Caribe en la producción de mujeres y hombres bellos. También recordamos en esta parte que Cuba no participa en este tipo de certámenes. Si Puerto Rico, del Caribe, con aproximadamente 4 millones de habitantes, tiene 5 Miss Universo, imaginemos qué pasaría si Cuba, del Caribe, que tiene aproximadamente unos 11 millones de habitantes, participara en estos tipos de eventos de bellezas internacionales, mujeres u hombres. ¿Ya se lo imaginó? Pues entonces dígamelo a mí, que soy cubano y que toda mi vida he visto “lo que ahí se da”…
[39] Como digo en mi libro Cómo trabajar con los estudiantes universitarios de Ciencias Sociales. Apuntes para profesores y educandos, disponible en http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas : Inteligencia naturalista: Se refiere a la capacidad humana de reconocer la flora y la fauna –es decir, cosas vivas de la naturaleza, como plantas y animales– y diferenciarlas de los elementos que no son vivos –por ejemplo, las rocas; o incluso cosas artificiales o artefactos culturales, como los automóviles, los zapatos, etc.–. Aquí se considera la capacidad para entender las relaciones necesarias y armónicas entre las diferentes especies y grupos, con sus semejanzas y diferencias, tanto en nuestros entornos inmediatos como en los otros entornos, tal vez lejanos a nosotros, pero que también deciden la vida o la muerte del planeta y sus habitantes. El desarrollo de este tipo de inteligencia ayuda a ubicar como cuestión importantísima en la vida de las personas y los grupos humanos todo aquello que es positivo para la subsistencia en el planeta y rechazar todo lo negativo. Está de más decir la importancia que tiene el desarrollar este tipo de inteligencia, especialmente en la infancia, en las circunstancias actuales que vive la Tierra, amenazada tanto por sustancias tóxicas –venenos de todo tipo– como por personas tóxicas –individuos portadores de todo tipo de signos negativos.
[40] Pero destacamos aquí que existen excepciones, como es el caso, por ejemplo, de los discursos político-gubernamentales, al nivel de jefes de gobierno, de: la chilena Michelle Bachelet, el argentino Néstor Kirchner, el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega, el ecuatoriano Rafael Correa y el venezolano Hugo Chávez, entre otros. Las intervenciones de los mandatarios y funcionarios de los países de América en la Asamblea General de la ONU 2006, celebrada en el mes de septiembre, demostraron quién es quién en cuestiones de discursos verbales y discursos corporales, demostraron quién es quién en cuestiones de retórica política y gubernamental. Mientras algunos de estos discursos constituyeron verdaderas muestras positivas de mensajes representativos de la democracia, de la transparencia, de la libertad, de los ideales y pensamientos de independencia y de elegancia discursiva, otros, desgraciadamente y para el bochorno de América, fueron verdaderos modelos ejemplares de la comedia, de la farsa, de la confusión, del cinismo, de la decadencia moral, de la irresponsabilidad, del sometimiento, de la manipulación negativa y política, de la falta de compromiso con las causas nobles y los grandes y complejos problemas de nuestros pueblos, de la falta de cultura y civilidad, de la carencia de capacidades discursivas y de la estupidez…, entre otras cosas. En foros de este tipo, como el de las Naciones Unidas, es donde se comprueba la trascendencia de los “silencios cómplices y sospechosos” (Ruano, 2003a) de “ciertos mandatarios y funcionarios”, el sometimiento al silencio de “los amenazados”, de “los advertidos”, de “los sentenciados”…
[41] Recordemos que la Imagología (Ruano, 2003b) tradicionalmente ha sido una de las ramas de la Filología y de la Lingüística. La Imagología en nuestros días es tratada en otras ciencias y ramas de estudio e investigación de las Ciencias Sociales, de las Humanidades, etc. En Filología y Lingüística, y casi siempre a través de los análisis imagológicos que se realizan en los estudios comparados, la Imagología trata las imágenes verbales y no verbales artístico-literarias y, concretamente, los imagotipos, que a su vez se clasifican en autoimagotipos y heteroimagotipos.
[42] Los tradicionales dilemas de la política en América ¿no le recuerdan la canción popular El pucherito: pollo o gallina? Véase, por ejemplo, una de las versiones en http://www.youtube.com/watch?v=AChtuIalmSg .
[43] Para tratar la figura y las funciones del boss, recomiendo consultar: Max Weber (1997). El político y el científico. México, Diálogo, 39-41.
[44] En América tal pareciera que “todos” roban “de todo”, lo que se pueda robar, lo que esté al alcance de la mano y de las manos, ¡y hasta de los pies! Los disfraces y enmascaramientos sociales de los ladrones en América son múltiples y variados. Robar es algo tan habitual, tan común, en América. En América es más fácil preguntarnos: “¿habrá algún lugar en nuestros países en donde no haya ladrones?” Hay un dicho popular en América que ilustra perfectamente la imagen de los “ladrones de ringo rango” en el área: “En tiempos de las bárbaras legiones, de lo alto de las cruces colgaban a los ladrones… Hoy, en pleno siglo del progreso y de las luces, del pecho de los ladrones cuelgan las cruces” (Martín, 2006: 9).
[45] Véase, por ejemplo, Elena Poniatowska (2006). “Marcos y Cárdenas no apoyaron a AMLO por envidia”, en La Jornada, 10 de septiembre: 8.
[46] Miguel E. V. de Trotta (2003). Las metamorfosis del clientelismo político: contribución para el análisis institucional. Buenos Aires, Espacio.
[47] En los países de América Latina, “salvo muy contadas excepciones”, es evidente la “visión 0” de sus gobiernos en el presente en todos los sentidos, menos en el fraude, la corrupción, el arribismo y los malos manejos… No hablemos ya de una “visión a futuro”. Sería pueril pensar que en los países en donde sus partidos y gobiernos pasan la vida entera en conflictos internos y pleitos de grupos arribistas: “pleitos de vecindad”, “pleitos de cuartería”…, haya tiempo y espacios para analizar los verdaderos, reales y concretos problemas del pueblo, es decir: hambre, salud, educación, economía, delincuencia, conflictos étnicos, conflictos religiosos, conflictos comunitarios, conflictos intercomunitarios… Cualquier análisis, el más mínimo, de los programas básicos para el desarrollo humano nos dice el estado de esta cuestión: “visión 0”. Comparemos, además, el presente (?) y el futuro (?) de América Latina con el presente y el futuro de países como Corea del Sur, China, India… ¡Hasta dónde hemos llegado!
[48] Aquí en América, si al que graban es al “otro”, al de otro partido o grupo, entonces ésa sí es su voz y ésa sí es su imagen, sin duda alguna…; pero si al que graban es a “mí”, si soy “yo”, o a uno de mi familia, a mis hijos o a uno de mi partido o grupo, entonces ni ésa es mi imagen, ni ésa es mi voz, ni es la voz de “uno de los míos”, ni es la imagen de “uno de los míos”: esos son “montajes”, fuera de contexto, malintencionados, que constituyen una violación a las leyes e invaden la intimidad, la privacidad, y son canalladas y golpes bajos…”, son “ruidos mediáticos”, son “golpes mediáticos con fines obscuros”… ¡En fin…!
[49] ¿Qué usted no sabe lo que significa “multiinestabilidad”? Pues muy sencillo: “El rollo”, “el cantinfleo”, “el teque”, “el bla, bla, bla”… Para considerar algunas de las particularidades de las inconsistencias y las multiinestabilidades en el México actual, se puede consultar, por ejemplo y entre cientos de textos que tratan este tema: Frank Brandenburg (1964). The Making of Modern Mexico (La construcción del México moderno). New Jersey, Prentice Hall; Samuel Schmidt (1986). El deterioro del presidencialismo mexicano. México, EDAMEX; Denise Dresser y Jorge Volpi (2006). México. Lo que todo ciudadano quisiera (no) saber de su patria. México, Aguilar.
Cuando hablamos de “proyectores discursivos de la multiinestabilidad”, nos referimos a individuos que en su comunicación habitual verbo-corporal expresan la incultura, la duda, la incertidumbre, el desconocimiento, la mentira, la ingenuidad, la ausencia de liderazgos positivos, las debilidades e incompetencias institucionales, los desórdenes multilaterales, las arbitrariedades en el uso y la administración del Derecho, la presencia de los silencios cómplices, las inconstancias del Estado; la real indefensión de los ciudadanos en las constantes y variadas situaciones de multiconflictos de todo tipo, pero en especial en las relacionadas con conflictos bélicos, estados de sitio, criminalidad, violencia; los desconocimientos, las torpezas, las rusticidades y las vulgaridades en las relaciones internacionales, en especial en lo concerniente a la diplomacia y el comercio. Los individuos que en el ámbito de la política, la gobernación y la administración del estado actúan como “proyectores discursivos de la multiinestabilidad” exponen abiertamente la transformación del “supuesto” rol de funcionario o trabajador del estado en roles caciquiles, exponen abiertamente el no funcionamiento del Estado –tanto al nivel de todo un país como al nivel de los diferentes estados o provincias de ese mismo país– como una supuesta estructura orgánica al servicio de la comunidad. Todo este estado de desórdenes y multiinestabilidades nos recuerda las ideas en torno a la “Teoría de la ventana rota”, expuestas en los libros Fixing Broken Windows, de George Kelling y Catherine Coles y The tipping point. How little things can make a big difference, de Malcolm Gladwell.
Para comprobar la multiinestabilidad y la toxicidad social que generan los discursos del ámbito político-gubernamental-administrativo de América Latina, de la misma manera que el rechazo que expresan las grandes masas en contra de estos grupos, véase, por ejemplo: Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP 2001, ENCUP 2003, ENCUP 2005, ENCUP 2008…).
[50] Miedo. Veamos lo que al respecto nos dice Ostrosky-Solís:
A través de los años las personas adquieren un gran repertorio de habilidades para enfrentarse a situaciones que les provocan miedo y temor. Intentamos aplacar a un jefe enojado y huimos cuando somos perseguidos por un asaltante. Sin embargo, algunos individuos se sobresaltarían en circunstancias que otros considerarían como angustiantes. El miedo al ridículo puede causar en algunas personas un temor incontrolable, casi pánico, cuando se les pide que hablen en público. Algunos temen tanto a los extraños que prefieren quedarse encerrados en sus casas, incapaces de salir a la calle o de trabajar. ¿Cómo se generan estos miedos excesivos?
Las neurociencias han investigado los procesos cerebrales que regulan el miedo […]
El miedo es un sistema ancestral de alarma que ayuda a prevenir y evitar los peligros. Es una reacción natural presente en todos los animales; un mecanismo defensivo y de supervivencia que se genera en situaciones que ponen en peligro su vida. La angustia y el miedo constituyen mecanismos de alerta que anuncian los peligros y permiten al ser humano tomar medidas para protegerse de ellos. Así, por ejemplo, cuando una persona se enfrenta a una amenaza desarrolla una sensación que lo prepara para alejarse de la fuente del miedo o bien para atacar, defenderse y luchar. Aparecen entonces algunos síntomas fisiológicos asociados. El miedo puede generar frustración y conductas agresivas, en especial cuando no podemos reaccionar. Además, fisiológicamente, las zonas cerebrales que intervienen en estas conductas se encuentran interconectadas de forma estrecha.
La sensación de luchar, huir y proteger se relaciona con una zona en el cerebro que es la amígdala […] La amígdala es un generador central de estados mentales que evolucionaron para ayudar a sobrevivir en condiciones amenazantes. Si se estimula una parte de la amígdala tenemos reacciones de miedo, sensación de pánico combinado con huida; si se estimula otra zona se siente tranquilidad; con otra diferente sentimos ira. Si no podemos huir, se extiende la sensación temerosa y se desencadena el enojo y la necesidad de atacar [analicemos, por ejemplo, las imágenes verbo-corporales de algunos funcionarios y presidentes latinoamericanos y veremos claramente estas características que, en ciertos casos, reflejan verdaderos miedos que van más allá del límite de lo razonable en una cultura “supuestamente” civilizada y “supuestamente” culta e instruida. Estos miedos irracionales presentan rasgos de verdaderas fobias, de verdaderos traumas sicopáticos y sociopáticos, aparte de la irrespetuosidad hacia las personas y los grupos y la carencia de los más elementales protocolos de socialización en situaciones de civilización].
Ciertos temores vienen impresos en nuestra herencia biológica (genética). Existen miedos primordiales innatos, es decir, no son aprendidos, por ejemplo el miedo a ciertos animales como serpientes, arañas y roedores. Los objetos o fobias más comunes están asociados con aquellos sucesos y objetos capaces de producirnos daño y ante los cuales nuestros antepasados aprendieron a reaccionar […] (Ostrosky-Solís, 2000: 198-200).
Los miedos se clasifican, entre otras cosas, según las culturas y según la edad (Ostrosky-Solís, 2000: 201-202). Existe una estrecha conexión entre el temor genético, no adquirido, no aprendido, a ciertos animales dañinos, alimañas, seres míticos o fabulosos, cosas, fenómenos y procesos, según los contextos sociales, y el temor social, adquirido, aprendido, a ciertos individuos y seres tipo endriago que por su físico o sus actos son asociados a ciertas imágenes fabulosas, míticas, animales dañinos, alimañas, cosas, fenómenos y procesos no gratos, no deseados. Por esto, es normal que las personas, al recordar o ver determinadas “imágenes humanas”, sientan repulsión y temor ante individuos que son nombrados con tales denominaciones como: hiena, perro, gato, gorila, buitre, pantera, tiburón, oso, lobo, zorro, rata, comadreja, depredador, monstruo, ogro, diablo, engendro, etc. Imaginemos el temor, el terror, que se puede producir en una persona o en un grupo cuando, después de siglos de considerar a algo o a alguien como “malo”, de repente tiene que enfrentarse a una tal realidad… Imaginemos entonces el miedo que tienen los grupos perseguidos por sus ideales, por sus religiones, por sus creencias, por sus razas, por sus preferencias sexuales, etc. Imaginemos el miedo de un niño ante unos padres a los que se les llama “monstruos”; de los padres a que sus hijos sean raptados o violados en las escuelas y centros religiosos; de las esposos o esposas ante la pareja que es vista y sentida como una “aberración humana”; de los alumnos ante maestros y directivos educativos con denominaciones similares; de los creyentes ante un dios iracundo y vengativo; de los individuos ante ciertos dioses, deidades, baales, diablos, monstruos, chamanes, brujos, vudúes e imágenes religiosas que inspiran temor; de los ciudadanos ante autoridades corruptas y delincuentes; de los perseguidos por la Inquisición; de los que se encuentran en situaciones de guerras; de los que se encuentran en situaciones de desastres naturales; de los marineros y pescadores y sus familias; de los individuos que se ven obligados a vivir en países y culturas diferentes, desconocidas; de los participantes en programas televisivos que se ven en la necesidad, por el motivo que sea pero generalmente para ganarse unos centavos, de tocar, con los ojos vendados o no, animales, bichos, cosas desagradables, e inclusive comerlas y beberlas; de los trabajadores en empresas e instituciones con funcionarios déspotas y corruptos; de los gobiernos y gabinetes salientes que creen –con todo fundamento, por supuesto– que serán perseguidos y enjuiciados por los gobiernos y gabinetes entrantes; de los niños ante la oscuridad; de los que temen perder a la persona amada; de los celosos; de los niños que confían en determinadas personas, guías religiosos y sacerdotes y son violados sexualmente…
[51] Pero queda claro que el pueblo latinoamericano ve de manera ridícula, simplona, grotesca, cómica, incivilizada, analfabeta, rústica, vulgar, lastimera y corrupta a la mayoría de sus dirigentes, políticos y gobernantes, e inclusive a los dirigentes de la Iglesia católica romana. Independientemente de las encuestas del tipo de ENCUP, a las que me he referido anteriormente, ciertos programas televisivos y radiofónicos, ciertas tiras cómicas y críticas, con altos índices de telespectación, audiencia y lectores, dan amplia muestra de esto: “El privilegio de mandar”; “La Parodia”; “El Wueso”; “Desde Gayola”; “Gobierno de Huevos” –en http://www.huevocartoon.com.mx/cgi-bin/secc_index.cgi –; “Las nauyacas, con Germán Dehesa”; “Ensalada de locos”; “La carabina de Ambrosio”; “Los Polivoces”; “La hora pico”, con los personajes cómicos de Nacaranda, Nacasia y Vítor, entre muchos otros; “El mañanero, con Brozo ‘El Payaso Tenebroso’”; “‘¡Qué bonito, qué bonito…!’, ‘El Duende’ y ‘Puede ser que sí, puede ser que no…’, en el programa Contraportada, con Carlos Loret de Mola, en Grupo Fórmula, radio, FM 104.1”; “Las mangas del chaleco”; “La casa de la risa”; “Humor es… los comediantes”; “La chuleta”; “Eddie ‘Piolin’ (o Piolín) Sotelo” –en http://en.wikipedia.org/wiki/Eddie_%22Piol%C3%ADn%22_Sotelo –; “El Notifiero con Brozo”; “La Beba Galván”; Andrés Bustamante, “El Güiri Güiri y sus más de 200 personajes”; “Compayito”; “Tachidito”; “Grillotina”; “Política Cero”, en Milenio TV-canal 120, con Jairo Calixto; “Monosapiens”, de Proceso; “Trino”, nombre del caricaturista mexicano José Trinidad Camacho –véanse algunas de sus creaciones en www.youtube.com , bajo el nombre de Trino–; “La escuelita, con ‘La Maestra’ Canuta”; “Derbez en cuando” y todos los personajes creados por el cómico mexicano Eugenio Derbez; el cómico mexicano Pierre Angelo y su espacio en Primero Noticias, de TELEVISA Canal 2, conducido por Carlos Loret de Mola… Este tipo de programas radiales, televisivos, y tiras o caricaturas ponen en evidencia la incompetencia, la desfachatez, la desvergüenza, los desmanes, la corrupción, el desprestigio, los resentimientos y las retóricas política, gubernamental, socioconfesional mañosas y de todo el círculo de líderes de “ciertos grupos” directivos latinoamericanos, de “ciertas élites” latinoamericanas. Las literaturas artística y científica, incluyendo a los comics o historietas o tebeos o muñequitos, del tipo de “Huevos cartoon”, cada día muestran “alguna de las tantas caras” y “manos” del complejo y versátil mundo directivo, político, gubernamental y religioso latinoamericano. Las canciones populares, como el corrido mexicano, son muestras excelentes del acontecer continental. Canciones del tipo de “Fidel, comes y te vas” y “Fox, entregas y te vas”, del cantautor mexicano Guillermo Zapata, conocido como “El Caudillo del Son”, también son excelentes muestras del “despapaye” –‘desorden’, ‘confusión’, ‘destimbalamiento’…– del área latinoamericana.
[52] Me refiero al concepto de “big brother o hermano mayor” que aparece en la novela 1984, del escritor británico George Orwell. Para entender mejor este concepto, refiérase a: http://es.wikipedia.org/wiki/Big_Brother_(personaje) .
[53] En México, “chingar” significa, entre otras múltiples cosas, ‘joder’; de ahí que “chingarse” significa en el dialecto del español de México ‘joderse’.
[54] Para conocer “algunos de los secretos a voces” entre líderes y mafias de la política latinoamericana pueden consultarse, por ejemplo: Manuel Espino Barrientos (2008). Señal de Alerta: Advertencia de una regresión política. México, Planeta; Porfirio Muñoz Ledo (2008). La ruptura que viene. Crónica de una transición catastrófica. México, Grijalbo; Luis Carlos Ugalde (2008). Así lo viví. Testimonio de la elección presidencial de 2006, la más competida de la historia moderna de México. México, Grijalbo; “Manlio Fabio Beltrones y Santiago Creel sin censuras”, en Reporte Índigo, No. 92, del 25 al 31 de julio de 2008, disponible en http://www.reporteindigo.com/web/reporte/edicion92/ , revista mexicana Proceso, 2008, No. 1655, disponible en http://www.proceso.com.mx/ ; Carlos Ahumada (2009). Derecho de réplica. Revelaciones de la más alta pantalla política en México. México. Grijalbo; Roberto Madrazo Pintado (2009). El despojo. México, Planeta…
[55] En el continente Americano –como también ha sucedido y sucede en otros lugares, y concretamente aquí en el continente Europeo– es muy común que cuando un individuo “está arriba”, y específicamente “muy arriba” en el ámbito político-jurídico-administrativo, y concretamente al nivel de “gran jefe”, se busque una pareja, oficial o “a discreción” –que puede ser, con el tiempo, su esposa o su “amiguita” o “segundo frente”, “amante”, “mayita”, “marinovia”, etc., etc.– linda –que habitualmente, y reconocidamente, es una mujer; pero que tomando en cuenta las variadas informaciones que en torno a la sexualidad de los altos funcionarios se tiene, también esta pareja puede ser, de vez en cuando, un hombre, es decir una vida sexual “entre col y col, lechuga”, “a lo Santa Bárbara o Changó”, “a lo Juan Camacho (que lo mismo le gusta una mujer que un macho)”–. O sea, generalmente, en el caso de los hombres, esta nueva pareja que se busca es una mujer linda, reconocidamente linda –claro que, indiscutiblemente, con sus toquecitos o toquezotes, según sea el caso, de cirugías plásticas de todo tipo y en todo lugar–, bella, hermosa, con caché, con elegancia, con distinción, con glamour, con “representatividad de clase” –no obstante, aclaramos aquí que a veces hay sus grandes errores en este sentido: ni lindas, ni bellas, ni hermosas, ni instruidas, ni inteligentes, ni distinguidas, ni finas…, sino ¡todo lo contrario!, algo así como “rascuache”, o “rascuachona”, al decir de los mexicanos–, es decir, que generalmente se busca una pareja con todos aquellos atributos de los que, habitualmente, carece el “gran jefe”, casi siempre feo, vulgar, rústico, maleducado, bucólico o campestre, provinciano o periférico, regional y no cosmopolita, en lo absoluto simpático y mucho menos carismático y glamuroso, con imagen física hominoide o simiesca, insatisfecho, retraído, tímido y acomplejado, etc. Estos casos son múltiples, en toda América: subir de categoría y la pareja vieja, fea, desgastada, no instruida, no “nice”, pues pa’ fuera; que venga la otra que está “a todo dar” o que saca de apuros o entretiene mientras “subo pa’ arriba” o “bajo pa’ abajo”. Esto no es nada nuevo, sino todo lo contrario. Pero eso sí, este pachangón sólo durará mientras haya mucha lana y poder. Pero si se viene abajo el show del poder, entonces la “nueva pareja bella y glamurosa” dice “paticas pa’ que te quiero”, y ahí viene el escándalo de la separación y del divorcio, en donde todo y más sale a flote mientras duran estos largos y problemáticos procesos –¿no recuerda usted todo lo que pasó en el proceso de divorcio del expresidente mexicano José López Portillo y Pacheco y la vedette yugoslava Sasha Montenegro?–, incluyendo el dineral y los bienes que se han robado, y todo aquello que “se perdió por ahí de pasadita”, y que no se había declarado en el patrimonio “accidentalmente”… ¡Y mira que aquí salen cosas! Dentro de los casos más destacados en América Latina en los últimos años están los del expresidente argentino Carlos Menen y su matrimonio y divorcio con la bellísima chilena modelo, conductora de televisión, actriz y ex Miss Universo Cecilia Bolocco; el caso del expresidente mexicano Vicente Fox y su divorcio con la mexicana Lilian de la Concha y sus relaciones afectivo-amoroso-laborales y posterior matrimonio con la mexicana provinciana Martha Sahagún. Al respecto pueden consultarse los materiales registrados en este libro y, además, revista mexicana Quién, www.quien.com/portada/los-fox-su-vida-despues-de-los-pinos y revista mexicana Proceso, http://www.proceso.com.mx/impreso_nota.html?nta=142699&sec=3 .
También se destaca el caso del exgobernador del Estado de México –uno de los estados del país llamado Estados Unidos Mexicanos– Arturo Montiel Rojas, y su matrimonio y divorcio con la elegante francesa Maude Versini (véase, por ejemplo, la información obtenida del periódico mexicano Excélsior, el 25 de septiembre de 2007, en www.nuevoexcelsior.com.mx/27_873.htm ): “Fuentes cercanas a la representación de Versini señalan que en la demanda de divorcio, abierta desde Francia, la aún esposa de Montiel pide 20 millones de euros (300 millones de pesos) para ella y sus hijos, lo que representa más del triple de la suma que las investigaciones judiciales encontraron como patrimonio personal. En todo caso, el contrato matrimonial es la clave para saber si el ex gobernador tiene bienes distintos a los declarados durante las investigaciones en su contra”. Para más información en torno a la vida de este ex funcionario mexicano puede consultarse, además, la revista mexicana Quién, en: www.quien.com/portada/los-montiel-separados y en: http://es.wikipedia.org/wiki/Arturo_Montiel .
[56] Todos sabemos lo que se esconde detrás de las exigencias de privacidad de las personas públicas, de los funcionarios públicos, en todos los sentidos. Todos conocemos los riesgos del “silencio”, en especial en la vida político-administrativa y religiosa (Ruano, 2003a):
Con bastante frecuencia se ha pensado que en la sociedad occidental, que en nuestros países, la calma (?) y el silencio (?) de los que nos rodean, ya sea de los grupos en general o de los individuos es particular, son un signo indiscutible de aceptación de la ley, de las normas, de lo planteado, de lo expresado, o que también son un signo de subordinación incondicional y absoluta al mensaje que lanza el emisor –gobierno, institución, asociación, empresa, grupo, autoridad o persona–, ya sea mediante la palabra o el gesto. ¡Cuidado…! Como dijeran alguna vez Sor Juana y Octavio Paz, “el silencio está poblado de voces”: la calma y el silencio también tienen sus violencias latentes, tiempo al tiempo. Sería bueno recordar, por ejemplo, que el silencio, entre otras cosas, puede significar “abstención de hablar” por muchas circunstancias y “represión de los sentimientos”, “inhibición”. Si consideramos al “silencio” como un mensaje no verbal, entonces cabría tomar en cuenta que “Los mensajes no verbales son importantes porque en general tienen más credibilidad que la comunicación verbal y porque son la forma primaria de expresar emociones, crear y manejar impresiones y comunicar mensajes de atracción, aceptación, distancia, [rechazo, indiferencia] y dominación […] Aproximadamente entre el 60 y el 65% del significado social se deriva de conductas no verbales. Diversos estudios han revelado que las personas interpretan mensajes basándose más en claves de comunicación no verbal que en claves verbales. Por ejemplo, puedes inferir lo que tu jefe piensa y siente por la expresión facial, postura y otras claves no verbales. La comunicación no verbal se utiliza más que la verbal para enviar mensajes positivos y negativos a socios, cónyuges, familiares y amigos […] La comunicación no verbal es en particular poderosa porque es vista como más creíble que los mensajes verbales. Las personas perciben que la comunicación no verbal es la expresión más espontánea de los pensamientos y sentimientos internos, es la expresión de “nuestro verdadero yo.” También es necesario destacar tres formas distintas del silencio en sociedad: 1. El silencio por indiferencia –el peor de los sentimientos humanos–, que es bastante frecuente en las empresas latinoamericanas, y en donde el silente no expresa nada verbalmente porque sencillamente o no le importa la empresa en general –salvo el día de pago, el aguinaldo y la repartición de utilidades–, o no le interesa el asunto que se está tratando, o no le conviene intervenir con palabras en el seno de un grupo limitado de personas o un colectivo laboral –eso, según el silente, “que lo hagan otros”–. Aquí parece que se cumplen las palabras de Confucio: “Si te llaman, acude; si no lo hacen, ocúltate”. 2. El silencio por temor a la propagación del asunto o tema, a la profundización en el asunto o tema, o a enfrentar la cruda realidad o a ser implicado. Muchos gobiernos, instituciones, organizaciones o individuos pretenden silenciar algunos conflictos, fraudes, violaciones, ideas, conceptos, etc. No obstante, dada la trascendencia de los medios masivos de comunicación: prensa, radio, televisión, Internet, literatura en general, etc., ciertos verdaderos y bochornosos escándalos y ciertos asuntos tabúes se difunden con una asombrosa rapidez a nivel internacional, inclusive al nivel de gobiernos, instituciones, organizaciones y grupos en donde “romper el silencio” cuesta muy caro:
[…] En las primeras páginas de [el libro] En nombre de Dios, agradecí públicamente a la gran cantidad de personas que me brindaron ayuda en diversas formas durante la investigación para este libro. Al hacerlo, sencillamente repetía un hábito de toda la vida. Tras mencionar a esos individuos, escribí lo siguiente:
Entre aquellos a los que no he podido dar las gracias públicamente hay personas residentes en la Ciudad del Vaticano que contactaron conmigo e iniciaron mi investigación de los sucesos en torno a la muerte del papa Juan Pablo I, Albino Luciani. El hecho de que hombres y mujeres que viven en el corazón de la Iglesia católica romana no puedan hablar abiertamente ni ser identificados es un elocuente signo sobre el estado de cosas dentro del Vaticano.
La cacería por la jerarquía de la curia tras la publicación del libro no se limitó a informantes anónimos. El Vaticano también persiguió a algunos de aquellos a quienes yo había agradecido públicamente su colaboración. No sé precisamente cuántos se vieron afectados, pero entre ellos estuvo el padre Bartolomeo Sorge […] «un hombre de impecable ortodoxia y al mismos tiempo una influyente figura en la escena democristiana» […] El padre Romeo Panciroli […]
En la primavera de 1998 se publicó, con aprobación papal, un nuevo manual del Vaticano. En él se advierte a todo el personal de la Santa Sede que «revelar secretos pontificios es punible con el despido inmediato». A la luz de lo anterior, he llegado a la conclusión de que la abrumadora mayoría de quienes tan amablemente me ayudaron debe permanecer en el anonimato […] (Yallop, 2008a:11-12).
En algunos casos, tristemente reconocidos en todo el orbe, debido a que no fueron analizados esos asuntos tan cuestionados y en boca de todos, por complicados que fueran, de manera pertinente, a su tiempo, en su momento inicial, el precio social y económico –la mordida para hacer callar a otros– que pagan los individuos silentes y las instituciones silentes es extremadamente mucho mayor que si hubieran hablado en el momento indicado. ¡Y aquí pagan todos, actores y cómplices! También sabemos que ese silencio se produce porque los infractores, violadores o criminales, de la misma manera que sus cómplices, han pretendido “verle la cara” a los demás, a la sociedad, a la comunidad, a la Humanidad, pensando que “podría ser chicle y pegaba”, dicho en el claro lenguaje popular. La práctica nos ha demostrado, y nos sigue demostrando, todo lo contrario. El pueblo siempre lo sabe todo, más tarde o más temprano, y puede tener reacciones muy diferentes, terribles en algunos casos, hasta las últimas consecuencias. En el mundo moderno, debido a las múltiples opciones informativas que tienen las culturas desarrollas, ya no funciona la estrategia del “lavado de cerebro” entre las masas cultivadas, que tenía el efecto de reducir la resistencia y hacer aceptar gradualmente el mensaje. Además, también se conoce el riesgo de estar repitiendo constantemente, como un martilleo, ciertos mensajes que no producen los resultados esperados, los cuales se transforman en el llamado “efecto boomerang”, cuando el mensaje se convierte en un cliché, cansa, y se buscan otras opciones. Esto explica la necesidad de introducir cambios en las empresas e instituciones, en las organizaciones. Este tipo de “silencio sepulcral” es bastante común en ciertos grupos religiosos, que callan muchos problemas y graves conflictos por temor, ejemplo de lo cual es el silencio en el delito por pederastia y violaciones sexuales de religiosos (Ruano, 2003e). y 3. El silencio por timidez –la timidez se define como una falta de seguridad en uno mismo y en las relaciones con el prójimo, que, en general, tiene su origen en factores surgidos del interior de la persona, como un pobre autoconcepto y falta de confianza en sí mismo–. La timidez, en la mayoría de los casos, es una enfermedad, es patológica, por lo que trastorna la estabilidad sicológica e impide la relación normal con los demás. La timidez tiene una base genética. Las estadísticas revelan que la timidez es muy frecuente en muchos países: entre el 40 y el 48% de las personas de ciertos grupos se han calificado a sí mismas como tímidas. Aparte de su base genética, es más común la timidez en ciertas zonas en las que todavía en la educación de los niños, adolescentes y jóvenes se mantienen antiguos y desajustados modelos de educación, además de elevados niveles de tabúes lingüísticos y sociales (Ostrosky-Solís, 2000: 222-251; Ruano, 2003e; Kras, 1990: 17-26). “El silencio también es una posición en el combate. Los silencios se usan cuando se quiere salir rápidamente de algo porque molesta, incomoda, porque hay inseguridad o porque no hay argumentos”, confió Sauri, exdirigente nacional del PRI, e hizo un símil: “En algún momento, me sentí identificada con la época de la mayoría aplastante priista, cuando hablaban los compañeros del PAN y del PRD, y los oíamos y luego votábamos: ‘Como me ves, te vi; como te ves, me verás’” (Proceso, 2006, No. 1535: 29). Acerca del “silencio” en el lenguaje humano puede verse, además: “El lenguaje y el silencio son el vehículo del encuentro y la creatividad”, en Alfonso López Quintás, 1998: 193-207.
A nuestros funcionarios les tiene que quedar claro de una buena vez que la privacidad es para las “personas privadas”; pero las personas públicas, los funcionarios públicos, no pueden tener “esa” privacidad que exigen, porque la experiencia, la historia, nos ha aleccionado como pueblo muy bien acerca de lo que se esconde detrás de la privacidad de las personas públicas. Todos sabemos por qué las personas públicas exigen “silencio” y “secrecía”. Los cargos públicos exigen de la transparencia, en especial en las áreas y pueblos en donde la mentira, “la transa”, la corrupción, la violación a los derechos humanos, están a la orden del día (Sefchovich, 2008). Cuando se rompe el silencio y salen a la luz “los secretos” de las personas públicas, ya es tarde…, y los desmanes han sido y son tantos…, y los fraudes tan versátiles… Entonces ¿¡cómo que privacidad!? Para nada, todo lo contrario, ¡total transparencia! ¿Qué se han levantado “falsos” y que esto o aquello es mentira…? Señores funcionarios y políticos de América Latina, ¿acaso no recuerdan las palabras de Gamio?: “El movimiento se demuestra andando y la mentira se derrumba desmintiéndola”, ¡adelante! ¿Qué se supone que quieren los gobernantes, dirigentes, políticos, funcionarios, además de religiosos involucrados en todo tipo de actos deshonestos, en particular la pederastia, cuando exigen privacidad, silencio y secrecía? ¿Qué un día cuando salen a la luz sus “secretos” nos enteremos de sus andanzas, como pasa en la canción “Mi vida”, con letra de Rafael Pérez Botija y en la voz de José José: http://www.youtube.com/watch?v=vPimsoZ98fQ :
¿¡Qué!? ¡Al fin te lo han contado! ¿No?
Bueno, ya conoces mis defectos.
Sí, anduve con éste y con aquél, con ésta y con aquélla, con esto y con aquello.
¿¡Qué!? ¿Te vas a deshacer de mí?
No, no digas nada, no comprendo.
¿Qué temes? ¿Qué un hombre como yo te va a hacer mucho mal? Y eso no es cierto.
Yo he rodado de acá para allá.
Fui de todo y sin medida.
Pero te juro por Dios, que nunca llorarás por lo que fue mi vida.
¿¡Qué!? ¡Al fin te lo han contado, amor!
Seguro que te han dicho “ten cuidado”,
que un hombre que ha sido como yo,
acaba por volver a su pasado […]
[57] Julio Derbez (2005). La Fábula de Amatlán. México, Grijalbo, 80.