Abstract
Lingüística, Linguistics, Лингвистика, Языкознание, Языковедение, Sprachwissenschaft, Linguistique, 语言学
El lenguaje humano fonéticamente articulado es, tal vez, la facultad más característica –y acaso exclusiva– del ser humano, y se realiza en lo que usual y tradicionalmente se ha denominado lenguas o idiomas. Recordemos que es un tanto difícil establecer la proporción, la cantidad numérica, de estas lenguas o idiomas, en vista de que son muchos los criterios que emplean los especialistas de muy diversas ramas emparentadas estrechamente con la lingüística. Por ahora diremos que el número de lenguas existentes en el mundo oscila entre 3 000 (Bretón 1979:150), 4 000 (The Linguistics Encyclopedia 1991:279), 5 000 (Steiner 1980:71) y 10 000 (Steiner 1980: 71). En realidad, la cuestión de cuántas lenguas hay en el mundo es muy discutible por la falta de investigaciones suficientemente especializadas en los diferentes continentes. Cualquier cifra peca de conservadora y, es necesario destacarlo, hasta la fecha carecemos de un atlas lingüístico que pueda jactarse de ser total (Ibídem.). Por otro lado, si consideramos la cantidad de grupos de personas con características étnicas semejantes –estructura familiar, económica y social semejante y cuya unidad se basa precisamente en el uso de una lengua, de una cultura y de conciencia de grupo–, de personas que están juntas y hablan una lengua que puede estar más desarrollada o menos desarrollada, podríamos decir que existen unos 12 000 grupos etnolingüísticos, es decir, unas 12 000 lenguas. Recordemos que esta cifra cambia si se consideran otros factores –como es el de las familias lingüísticas, las lenguas y sus dialectos, etc.– que los alumnos verán en conferencias posteriores. Por ahora, presentamos al final de esta conferencia un atlas geolingüístico que contiene las lenguas más importantes del mundo.
Las lenguas o idiomas son un complejo sistema constituido por un conjunto ilimitado de actos de habla –palabra, frase, oración, discurso–, comunes a cierto número de individuos que integran así una comunidad lingüística o de habla.[7] El objeto propio de la lingüística es el estudio del lenguaje humano en general –génesis, naturaleza, adquisición, funcionamiento, suspensión en determinados casos– y de su realización concreta en cada idioma. La lingüística también se ocupa de la representación gráfica de las lenguas, o sea, la escritura, pero sólo en tanto que es reproducción del lenguaje oral.
La lingüística, en el sentido en que le damos hoy en día, es una ciencia relativamente reciente: su apogeo y florecimiento apenas datan de la primera mitad del siglo XX; pero el origen se encuentra en la renovación de los estudios del lenguaje que, en el curso del siglo pasado, el siglo XIX, condujo a la constitución de la gramática comparada;[8] ésta, nacida en el momento en que, en todos los dominios, se desarrollaba un nuevo método científico, ha alcanzado, por lo menos en los casos favorables como en de las lenguas indoeuropeas, resultados notablemente seguros, y ha aportado a nuestra disciplina –la lingüística– los fundamentos técnicos indispensables.
Los momentos históricos más importantes de la lingüística pueden recogerse, de manera rápida, en las siguientes corrientes:
1. Los hindúes o indios. Los hindúes son las personas nacionalizadas o nacidas en la India, los originarios de la India, a los cuales también se les llama indio e indostaní. Además, se le llama hindú al adepto del hinduismo, que es un término que designa las distintas corrientes religiosas ortodoxas de la India. La India, llamada en hindi Bharat, es el segundo país más grande del mundo atendiendo a población, luego de China, y posee en la actualidad 3 287 782 km2; es decir, 1 315 235 km2 más que México –1 972 547 km2–. Los ciudadanos de la India son unos 1 095 351 995. El lema nacional de los indios es “La verdad siempre triunfa”. En cuanto a las religiones de la India, tan difundidas en Occidente y en América, tenemos que comentar que contrariamente a las grandes religiones como el cristianismo, el budismo o el islamismo, el hinduismo carece de fundador. El hinduismo se remonta a los inicios de la historia de la India y no tuvo una autoridad soberana que definiera su ortodoxia. El hinduismo no se trata de una religión única, sino más bien de un conjunto de aproximaciones diferentes a la realidad en la que se basa la vida. El término hinduismo no existe en el vocabulario religioso hindú; éste suele utilizar el término sanatana-dharma, “ley cósmica y universal sin origen”, para significar el conjunto de sus tradiciones religiosas.
En la India existen en la actualidad entre 200 y 400 idiomas y miles de dialectos sociales y geográficos. De toda esa inmensa cantidad de idiomas, 22 son los oficiales, principalmente el hindi. Se debió a razones religiosas el que los antiguos hindúes comenzaran a estudiar su lengua. En efecto, era importante que los textos sagrados, reunidos en el Veda,[9] no sufrieran alteraciones en el momento en que debían ser cantados o recitados durante los sacrificios; de ahí el esfuerzo hecho por conservarlos en su pureza prístina. Más adelante, los gramáticos hindúes –el más célebre de los cuales es Panini (siglo IV a. J.C.)– extendieron sus observaciones al valor y empleo de las palabras e hicieron de su lengua, con precisión y detalle admirables, descripciones fonéticas y gramaticales que son modelos de su género. Largamente olvidadas, fueron descubiertas por los sabios occidentales al final del siglo XVIII y constituyeron el punto de partida indispensable para la creación de la gramática comparada. Pero se trataba de estudios puramente estéticos, limitados al solo sánscrito; más aún, efectuados por hombres que, fieles al genio propio de la India, carecían totalmente de sentido histórico, se limitaban a clasificar los hechos sin buscar explicación.
2. Los griegos. Los griegos no nos han dejado descripción alguna de su lengua que pueda compararse con la de los hindúes, y, por otra parte, puede parecer extraño que aquel pueblo tan apasionado por la historia, tan aficionado a las anécdotas, casi no nos haya legado informaciones válidas sobre los idiomas de las poblaciones con las cuales estuvo en contacto. Heródoto o Herodoto (Halicarnaso c. 484-Turios c. 420 a. J.C.), el historiador griego llamado el Padre de la Historia y que muy bien podría considerarse además el padre del periodismo, que nos ha transmitido tantos preciosos detalles sobre los incontables países por los que viajó, no ha considerado que debía aportarnos la menor noticia sobre las lenguas de sus habitantes; sólo a título de anécdota, como por accidente, cita una palabra meda –lengua irania extinguida, hablada por los medos, que habitaban la región de Media, en el Asia antigua– en el libro II de sus Historias, una palabra egipcia en el libro II, y una palabra escita –lengua irania antigua del grupo oriental, hablada por los escitas, originarios de Escitia, ubicada en la región de la estepa eurasiática, desde el bajo Danubio hasta el Altái y el Tarim– en el libro IV. Y sin embargo buen número de griegos –marinos, colonos, soldados– debieron de aprender lenguas extranjeras, pero los conocimientos que se transmitían los intérpretes se han perdido: apenas sobreviven unas cuantas miserables indicaciones recogidas sin orden ni método por tal o cual escoliasta o escoliador –persona que pone notas a un texto para su explicación– o lexicógrafo. Es que, en realidad, los helenos –los griegos–, imbuidos en sus tradiciones y convencidos, no sin razón, de su superioridad intelectual, veían con desprecio aquellas lenguas extranjeras que sólo consentían en estudiar por razones prácticas; el término bárbaro –palabra imitativa que originalmente designó el gorjeo de los pájaros–, que aplicaban indistintamente a todo idioma extranjero, porque les resultaba tan ininteligible como los trinos de las criaturas aladas, tomó rápidamente entre ellos un valor peyorativo; la antítesis heleno/bárbaro, que llegó a ser una de las constantes del pensamiento griego, hizo pasar inadvertidas las notables similitudes que ciertos idiomas vecinos presentaban con el griego, y el ejército de Alejandro Magno –Alejandro III– (Macedonia 356-Babilonia 323 a.J.C.), que fue rey de Macedonia, volvió de las fronteras de la India sin traer la revelación del sánscrito, palabra que significa “hecho con arte, elaborado”. El sánscrito es una lengua indoaria antigua, sagrada y literaria de la cultura brahmánica. En la actualidad, aunque como lengua literaria ha sido desplazada por las lenguas modernas del área –sobre las cuales ha ejercido influjo léxico y sintáctico–, el sánscrito es bastante conocido en la India. Si los griegos desatendieron completamente los idiomas “bárbaros”, en cambio estudiaron su lengua con gran atención, ya en el plano estético –los procedimientos del estilo–, ya en el plano filosófico –adecuación del lenguaje al pensamiento–. Este último punto es interesante en vista de que esas especulaciones de los antiguos son, en grado considerable, el origen del pensamiento lingüístico moderno, tanto en sus divagaciones como en las vías de su éxito. Los alumnos interesados en este tema deberán leer Cratilo,[10] del filósofo griego Platón (Atenas c. 427-id. 348 ó 347 a. J.C.). En este diálogo se encuentran entrevistas, tesis relacionadas con el significante y el significado, la arbitrariedad del signo, el valor social del lenguaje, etc. Otro punto a destacar es el del papel de Aristóteles, el célebre filósofo griego (Estagira, Macedonia, 384-Calcis, capital de la isla de Eubea, Grecia, 322 a. J.C.), quien fuera el primero en intentar un análisis preciso de la estructura lingüística. Este relevantísimo pensador escribió una obra llamada Poética, de gran importancia para los estudios filológicos y lingüísticos. Esto por un lado y, por otro lado, los alumnos deberán recordar que fue Aristóteles el que fundó la llamada escuela peripatética, que toma este nombre por el método “paseando” que empleaba para enseñar. Aristóteles nunca consideró la lengua como gramático ni mucho menos, y sólo se ocupaba de ella en cuanto le parecía necesaria en el ámbito de una exposición ya del discurso –o forma verbal del juicio como expresión del pensamiento–, es decir, de la lógica, ya del arte poética, esto es, de la estilística.
3. Los alejandrinos. Se llama alejandrino a todo lo perteneciente o relativo a Alejandría –Egipto– y también a lo perteneciente a Alejandro Magno (Macedonia 356-Babilonia 323 a.J.C.). Nosotros estamos considerando aquí a Alejandría, que es en la actualidad el puerto principal y la segunda ciudad de Egipto. Alejandría fue fundada por Alejandro Magno y en esta ciudad reinó Cleopatra para los años 40 a.J.C. Alejandría fue, sin lugar a dudas, una gran ciudad cosmopolita con una importantísima actividad financiera. Alejandría constituyó, además, un intenso foco de la vida intelectual, por lo que es fácil entender el que los alejandrinos perfeccionaran en detalles las teorías gramaticales y las agruparan en un cuerpo de doctrina coherente. Personalidad relevante de este período es Dionisio de Tracia (170-90 a. J.C.). Este gramático alejandrino compuso un Tratado de gramática que es el primer ensayo para presentar la ciencia gramatical en una exposición sistemática y cómoda. Fue Dionisio el que hizo de la oración y la palabra las unidades máximas y mínimas de la descripción gramatical. Definió a la oración nocionalmente como “la que expresa un pensamiento completo”. El emplea el término meros lógou, de donde sale “parte de la oración”. El distinguió ocho clases de palabras, cuyo número quedó constante hasta finales de la Edad Media. Este sistema de clases de palabras ha sido considerado por la lingüística como su más importante logro. De esta manera, consideraba: nombre, verbo, participio, artículo, pronombre, preposición, adverbio y conjunción.
4. Los latinos. En todo lo que se relaciona con la actividad intelectual, tomaron muy a pecho mostrarse buenos alumnos de los griegos, y se condujeron como ellos en relación con las lenguas extranjeras –desde luego, con excepción del griego– y ni sus gramáticos ni sus filósofos tuvieron conciencia del interés que, para el estudio de su propia lengua, podría tener el examen de las hablas vecinas. Aun la constante confrontación del griego y el latín –en Roma la sociedad culta en gran parte era bilingüe– fue estéril, al esforzarse los latinos en plegar servilmente el estudio de su lengua a las reglas formuladas por los teóricos griegos y limitarse a repetir y propagar las ideas de aquéllos; no obstante, es de justicia mencionar aparte el nombre de Varrón, polígrafo y escritor latino (Reate, actual Rieti, Lacio, Italia 116-27 a. J.C.), quien escribió setenta y cuatro obras, entre las cuales se encuentra De Lingua Latina, tratado de filología que, a pesar de sus abundantes fantasías etimológicas, proporciona valiosas noticias respecto al sentido y el empleo de muchas palabras. Él hizo, además, esfuerzos para definir la gramática a la vez como ciencia y como arte, y percibió con más lucidez que los griegos el valor de la oposición aspectual en el sistema del verbo.
5. La Edad Media. La Edad Media comprende desde el siglo V hasta el siglo XV de nuestra era. En esta época las concepciones de los antiguos continuarán dominando los estudios del lenguaje. Hubiera podido creerse que el contacto establecido por el cristianismo con pueblos de lenguas “bárbaras” habría de ensanchar el campo de investigaciones, que la traducción de la Biblia al gótico[11] en el siglo IV, al armenio[12] en el siglo V, al eslavo[13] en el siglo IX, plantearía el problema de las relaciones entre las lenguas: nada de esto ocurrió, porque los evangelizadores consideraban las lenguas de los gentiles –idólatras o paganos– como instrumentos de propaganda y no como tema de reflexión y estudio. El cuadro gramatical formulado por Dionisio de Tracia permanece intacto –y así quedará hasta el Renacimiento, y aún más allá–, en tanto que la escolástica, que es una enseñanza filosófica propia de la Edad Media, en la que dominaban las ideas expuestas por Aristóteles, hace revivir, en el estudio de la gramática, la vieja controversia sobre la justeza de las palabras. Como quiera que sea, en pleno período medieval, un hombre se interesa de manera original por los problemas del lenguaje y por la relación entre los dialectos, un hombre excepcional a decir verdad, a la vez sabio y poeta de genio, a quien Italia no sólo debe la unidad de su lengua, sino también el haberse entregado en temprana hora a las discusiones, apasionadas pero a menudo útiles y penetrantes, sobre los conceptos de dialecto, de lengua literaria, de lengua vulgar. Adelantándose a su época, Dante Alighieri (Florencia 1265- Ravena 1321), en su De vulgari eloquentia, consideraba las lenguas de si, de oc y de oil[14] como integrantes de un mismo grupo, en tanto que con una exactitud notable distinguió catorce formas de dialectos italianos. A Dante se le puede atribuir el haber instituido el estudio serio de las lenguas neolatinas –romances– con esta obra que escribió a principios del siglo XIV, en la que elogió la importancia de las lenguas habladas, aprendidas inconscientemente desde la niñez, frente al latín escrito aprendido conscientemente como lengua segunda por medio de las reglas gramaticales. Dante alabó y defendió el cultivo de una lengua italiana vernácula común para todos y que sirviera para unificar la península de Italia, como habían hecho ya las cortes reales centralistas de otros pueblos.[15] Es de tal manera que los romanistas de hoy pueden ver en él a un ilustre precursor.
El siglo XIII español es testigo de uno de los acontecimientos lingüísticos más importantes de la península Ibérica, del mundo romance y de toda Europa: nos referimos a la persona y el noble trabajo cultural y político de Alfonso X el Sabio (Toledo 1221-Sevilla 1284)[16], el fundador de la prosa castellaña. Además, fue el primer historiador que adopta una visión moderna de la ciencia histórica. Sus amplios conocimientos giran en torno a la astronomía, las ciencias jurídicas y la historia. Los estudios por él dirigidos tenían tres centros: Toledo, Sevilla y Murcia. Esto fue, en el más amplio sentido de la palabra, un verdadero consejo de investigaciones que, a través de una serie de equipos de traductores, compiladores y autores originales, iba recogiendo y organizando bajo su directa supervisión toda una ingente cantidad de materiales. Aparte de su significación histórico-política y de su valor como prosista, el rey Sabio fue protector de la poesía y excelente cultivador de la misma en lengua gallega. En su corte reunió a poetas provenzales y peninsulares, a juglares y músicos, e hizo de ella uno de los más importantes centros de la poesía trovadoresca. Las 453 composiciones poéticas de Alfonso X permiten considerarlo como el primer lírico en lengua gallega. Este rey fue el fundador de la famosa Escuela de Traductores de Toledo, nombre dado al conjunto de hombres de ciencia: cristianos, árabes y judíos, congregados en Toledo después de la conquista de la ciudad por Alfonso VI (1085) para la traducción al latín de obras escritas en árabe o traducidas a dicha lengua. Las traducciones arábigo-latinas, iniciadas en el siglo X en la Marca Hispánica,[17] se incrementaron notablemente, al comenzar el s. XII, en diversos centros culturales de la zona fronteriza cristiano-musulmana, en los que se vertieron también al latín numerosas obras de la ciencia y de la filosofía griegas y de la teología judía. Esta labor alcanzó su apogeo con Alfonso X y contribuyó a fijar el castellano como lengua literaria, puesto que muchas traducciones se hacían ya a esta lengua y no al latín. Recomendamos a los alumnos leer el magnífico artículo “Cómo trabajaron las escuelas alfonsíes”, de Gonzalo Menéndez Pidal.[18]
Ya a finales del s. XV en España se produce otro acontecimiento trascendental para la romanística y los estudios lingüísticos en general: la creación de la primer gramática de la lengua española, la primer gramática de una lengua vulgar. Su autor fue el judío converso Elio Antonio de Nebrija,[19] cuyo verdadero nombre es Antonio Martínez de Cala y Jarava, (Lebrija, Sevilla, 1441-Alcalá de Henares 1522). Hombre de sólida formación humanista y, ante todo, filólogo. El 18 de agosto de 1492 Nebrija publicó la Gramática de la lengua castellana, dedicada a la reina Isabel la Católica. Esta no fue la única obra de Nebrija.
6. Del Renacimiento al fin del siglo XVIII. Tómese en consideración que el Renacimiento, que es un movimiento de la cultura occidental –Europa–, en la literatura, el arte y la ciencia, aparecido en los siglos XV y XVI, intentó resucitar en la cultura europea los valores formales y espirituales de la antigüedad. Tradicionalmente se ha venido considerando al Renacimiento como el punto de arranque y el nacimiento del mundo moderno y de la historia moderna, pero es necesario tener en cuenta que estas divisiones de la historia, por muy significativas que sean, no dejan de ser, en cierto modo, algo arbitrarias. La mayor parte de los rasgos que caracterizan la historia contemporánea en este período han continuado sin interrupción hasta nuestros días. Varios de estos rasgos influyeron decisivamente en las corrientes de estudios lingüísticos. El Renacimiento fue un movimiento que miró hacia atrás, hacia el redescubrimiento y valoración del mundo clásico greco-romano. Y es que aquí debemos considerar grandemente dos acontecimientos independientes entre sí, y relativamente contemporáneos, que pueden servirnos para establecer las dos caras del Renacimiento: una que mira hacia adelante, hacia el futuro, y otra mirando hacia atrás, hacia el pasado glorioso. Nos referimos, en el caso de la cara que mira hacia el futuro, al descubrimiento que hace Cristóbal Colón (¿Génova 1451?-Valladolid 1506) en 1492 del Nuevo Mundo, iniciándose con ello el movimiento de expansión de Europa hacia la otra parte del Globo, y, en cuanto a la cara que mira hacia el pasado, podemos mencionar la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453. La capital del Imperio de Oriente, la última heredera del Imperio Romano, así terminaba. De Constantinopla salieron huyendo hacia Italia muchos sabios griegos que llevaron consigo los manuscritos de textos clásicos, lo que implicaría el resurgimiento de las letras y de las ciencias griegas. Hay que esperar al siglo XVI para ver la creación de un clima más favorable al estudio lingüístico serio. Hay en Italia un mejor conocimiento del griego y de las tradiciones antiguas como consecuencia de la llegada de numerosos sabios bizantinos expulsados de Constantinopla después de la toma de la ciudad. Por otra parte, las controversias teológicas hacen indispensable el conocimiento del hebreo, lengua semítica de estructura diferente de las lenguas europeas, lo que forzosamente trae comparaciones de orden lingüístico. Además, el fervor religioso de los reformados provoca la traducción de los libros sagrados a incontables dialectos y, si el latín sigue siendo la lengua universal, el desprecio largo tiempo demostrado hacia las lenguas vulgares se atenúa y acaba por desaparecer ante el esplendor de ricas y fuertes literaturas nacionales. Es la época en la que se produce la gran separación de la Iglesia católica debido al luteranismo, movimiento religioso que tuvo su origen en la actitud de Lutero al romper con la línea religiosa de fines de la edad media. Creo que es necesario detenernos un poco en este momento para hablar de la personalidad del teólogo y reformador alemán Martín Lutero (Eisleben, Turingia, 1483-id. 1546) y su papel en la historia.
Lutero proviene de una familia campesina acomodada y, contra los criterios de su familia que habían elegido para él la carrera de Leyes, estudió Teología. Fue ordenado sacerdote en 1507 y se doctoró en Teología en 1511. Fue maestro de filosofía, exégesis y teología. Fue vicario de los agustinos de Alemania. Contrajo matrimonio en 1525 con Katharina von Bora. Cuando hablamos de Lutero casi siempre pensamos, exclusivamente, en el luteranismo, y nos olvidamos de que en 1521, protegido y ocultado por Federico III el Prudente (Torgau 1463-Lochau 1525), duque elector de Sajonia (1486-1525), realizó en el castillo de Wartburgo, a lo largo de seis meses de semireclusión, durante los cuales decía habérsele aparecido Satanás, la traducción al alemán del Nuevo Testamento, dando con ello a la literatura alemana su lengua literaria y su primer gran obra.[20]
Una manera sencilla de presentar los especímenes de lenguas que una información cada vez más extensa permite recoger, consiste en agruparlos de acuerdo con datos especiales, en el orden en que se presentan al observador. Este método ofrece la ventaja de mantener al lector apartado de toda especulación sobre los caracteres que unen o separan las lenguas, así como sobre el eventual parentesco que podría deducirse de su comparación. Es el tipo geográfico de clasificación el que se encuentra aplicado desde el siglo XVI, sea en los diccionarios en varias lenguas, sea en compilaciones que presentan un texto, generalmente el Pater Noster, traducido a varias lenguas. El diccionario políglota más antiguo (1502) es el del italiano Ambrosio Calepino (Calepio 1440-1510 ó 1511): tuvo tal éxito que varias veces fue mejorado y enriquecido, y, finalmente, terminó con el nombre común “calepino”.[21] Por otra parte, el célebre humanista, teólogo, polígrafo y visionario francés, uno de los ingenios más vastos y originales del s. XVI, Guillaume –o Guillermo– Postel (1510-1581),[22] había sido enviado a misión por el rey francés Francisco I (1494-1560), y había recorrido Grecia y Medio Oriente, iniciándose en las diferentes hablas de los países que atravesaba. Y fue en 1538 que publicó un librito llamado Linguarum duodecim characteribus differentium alphabetum. Otras personalidades importantes en este período son la del humanista español Juan de Valdés y la del polígrafo suizo Conrad Gesner.
Juan de Valdés (Cuenca, España, ¿1499?-Nápoles, Italia, 1541) escribió el maravilloso Diálogo de la lengua, que es un tratado sobre la lengua castellana escrito en Nápoles en 1535 ó 1536 y publicado, por primera vez, en 1737. Se trata de una defensa de la lengua vulgar castellana y los temas discutidos son: origen de la lengua castellana, gramática, ortografía, sílabas, vocablos, traducciones y estilo.[23] Cristóbal de Villalón (España ¿1505 ó 1510?-¿1562?), teólogo y filólogo, creador de una Gramática castellana (Amberes 1558) y de una Gramática de la lengua vulgar de España (1559), lo que evidencia la presencia de la lengua y la cultura españolas en Europa, en este caso en los Países Bajos, y también el enorme interés que ya despertó el estudio del español en la Europa de la época. El naturalista y polígrafo suizo Conrad Gesner (Zurich, Suiza, 1516-id. 1565) realizó una compilación intitulada Mithridates. Por otro lado, en 1592 Jérome Magiser publica un repertorio que ofrecía muestras de 40 lenguas, cifra que aumentó a 50 en una reedición hecha el año siguiente, y a cosa de 400 en su Thesaurus Polyglottus de 1603, donde ya figuran lenguas del continente americano, descubierto cien años antes. El lexicógrafo Sebastián Covarrubias y Orozco (Toledo 1539-Cuenca 1613) es el autor del Tesoro de la lengua castellana o española (1611), uno de los materiales que sirviera posteriormente para formar el Diccionario de Autoridades (1726-39) de la Academia. En 1606 el religioso y filólogo Bernardo José Aldrete (Málaga 1565-Córdoba 1645) publicó en Roma Del origen y principio de la lengua castellana o romance que oi se usa en España, lo que, obviamente, en estos tiempos, constituyó un prodigioso conjunto de intuiciones lingüísticas. Gonzalo Correa (Cáceres ¿1570?-Salamanca 1631), gramático y paremiólogo –estudio de los refranes– establece modernos criterios en torno a la ortografía en su Arte de la lengua española (1625) o Arte grande de la lengua española (1626).
En los siglos siguientes muchas obras se consagraron a señalar el grado de conocimiento de las lenguas del globo, reuniendo especímenes de escrituras, coleccionando pequeños textos o estableciendo vocabularios comparados. Lo más importante de todo esto fue la edición emprendida en 1806 por el lingüista alemán Johann Christoph Adelung (Spantekow, Pomerania, ahora Polonia, 1732-Dresde, Alemania, 1806) y continuada después de su muerte por el teólogo, filólogo y profesor alemán de lenguas orientales Juan Severino Vater (Altemburgo 1771-Halle 1826), de una imponente recopilación, también titulada Mithridates, cuyos cuatro volúmenes hacían el inventario, según un plan puramente geográfico, de unas 500 lenguas. Otro nombre destacado es el del italiano José Justo Escalígero, en italiano Giuseppe Giusto, (Agen, ciudad de Francia 1540-Leyden, ciudad de Holanda, 1609), quien presentó un cuadro bastante exacto de las lenguas europeas en su Diatriba de Europaeorum Linguis. De tal manera podemos mencionar, posteriormente, al alemán Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716); al italiano Giambattista Vico (1668-1744) con su Scienza nuova, y a los franceses Antoine Arnauld, llamado el Grande, (París 1612-id. 1694) y Claude Lancelot (Monje benedictino. París 1616-Quimperlé 1695), que escribieron la Grammaire général et raissonée, conocida en lengua española por Gramática de Port-Royal, texto que durante más de dos siglos y en todo Occidente (Europa) habría de servir de vademécum gramatical. En lo concerniente a América, no debemos olvidar que en el Nuevo Mundo se publicaron gramáticas del náhuatl –México–, quechua –Perú– y guaraní –Brasil– en los años 1547, 1560 y 1637 respectivamente. El siglo XVIII ha sido denominado por la historia como el Siglo de las luces, debido al movimiento de la Ilustración que se produjo a lo largo de todo su transcurso. Este movimiento cultural europeo, centrado especialmente entre los años 1715 y 1789, pretendía disipar las tinieblas de la humanidad por medio de las luces de la razón (Bach, Mozart, Vivaldi, Montesquieu, Diderot, Newton). También en este siglo XVIII aparece la Revolución Industrial, denominación dada al conjunto de transformaciones económicas y sociales que se produjeron en diversos países con el desarrollo de la industria moderna, pero ante todo en Inglaterra a partir de 1760. Seguramente ustedes habrán hecho con mucha frecuencia alusión a las llamadas lenguas indoeuropeas o lengua indoeuropea,[24] que se considera la lengua común de la que provienen las lenguas llamadas indoeuropeas. Las lenguas que han logrado sobrevivir de este grupo indoeuropeo abarcan la casi totalidad de Europa y América y una parte importante de Asia. La mitad de la humanidad habla actualmente una lengua indoeuropea. Las lenguas indoeuropeas se clasifican en doce grupos, algunos de los cuales están representados por una sola lengua, como es el caso del armenio y el albanés. Pero lo que nos interesa de esta cuestión que respecta al mundo lingüístico indoeuropeo es que si se puede tomar, aunque sea artificialmente, una señal que marque el comienzo de la ciencia lingüística contemporánea, ésta es la de 1786 (según R. H. Robins, p. 138) ó 1788 (según Hans Arens, p. 201), casi en la última década del siglo XVIII, dado que en este año un investigador orientalista inglés llamado Sir William –o Guillermo– Jones (Londres 1746-Calcuta 1794), quien había estudiado leyes en Oxford y se encontraba en misión de trabajo en Calcuta, donde estudió el sánscrito, leyó una famosa comunicación en la Royal Asiatic Society in Calcutta, en la que estableció, sin duda de ninguna clase, el parentesco del sánscrito, la lengua clásica de la India, con el latín, el griego y las lenguas germánicas.[25] Otro orientalista muy importante de esta época es el egiptólogo francés Jean François Champollion, llamado Champollion el Joven (Figeac 1790-París 1832), quien estudió la piedra de Rosetta.[26] Su carta a M. Dacier, sobre el alfabeto de los jeroglíficos fonéticos, fue la obra capital para la creación de la egiptología. La mayoría de sus obras se publicaron póstumamente. Este siglo XVIII es testigo de la vida y obra de otra destacada figura española: Gregorio Mayans y Siscar (Valencia 1699-id. 1781), literato, filólogo y bibliotecario, hombre liberal y abierto, que abominaba tanto del oscurantismo intolerante como del afrancesamiento servil. Escribió un compendio bibliográfico sobre gramáticos españoles (1735) y Orígenes de la lengua española (1737).
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Hacia la calidad integral sin fronteras
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[1] Los alumnos deben tomar en consideración que muchas veces se realizan investigaciones que no presentan características o delimitaciones precisas en cuanto a la rama o ciencia en donde podemos ubicarlas de manera precisa o exclusiva. Por supuesto que si es un especialista el que considera el problema entonces se podrán dar criterios de ubicación más favorables, pero si es un investigador inexperto, entonces sería muy difícil el tratar el asunto. Esto ocurre en muchas áreas o esferas, en vista de la proliferación de los estudios multidisciplinarios y también debido a que un mismo problema puede ser tratado de varias formas y llegarse a los mismos resultados. Por ahora los alumnos deben considerar los puntos de vista del profesor; posteriormente, cuando tengan mayor entrenamiento lingüístico y más conocimientos en torno a los fenómenos de la lengua y la sociedad, entonces podrán, con mayor fundamento, dar conclusiones mejores y satisfactorias. Para considerar los marcos de la lingüística y la filología, de la misma manera que la diferencia entre “lingüista” y “hablante de lenguas”, recomendamos la lectura del siguiente texto: Eugenio Coseriu (1990). “Objeto de la lingüística”, en Introducción a la lingüística. México, UNAM, 7-12.
[2] A. J. Greimas y J. Courtés (1990). Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid, Gredos, T. I, 325-326; Enrique Fontanillo Merino (coord.) (1986). Diccionario de lingüística. Madrid, Anaya, 242.
[3] Al respecto consúltense los trabajos de H. Montagner.
[4] Pérgamo. Es la actual Bergama, ciudad de Turquía, en la provincia de Izmir. Era la capital de un estado helenístico. Su apogeo corresponde al s. II a. J. C., con las victorias de Atalo I sobre los gálatas y gracias a la provechosa alianza de Eumenes III con Roma en contra de los seléucidas. Loa atálidas hicieron de Pérgamo un centro artístico e intelectual. Desempeñó un trascendental papel en las ciencias y las letras. En torno a su biblioteca, que reunió unos 200 000 ejemplares, florecieron los estudios de erudición –el más célebre de los eruditos establecidos allí fue Crates de Mallos (gramático y filósofo estoico griego del s. II a. J. C.)–. Este destacado personaje abrió en Pérgamo una escuela que llegó a ser célebre y rivalizó con la de Alejandría. La ciudad poseía talleres reales especializados en pergamino (cuyo nombre deriva de Pérgamo).
[5] Alejandría. Alejandría es hoy el puerto principal y la segunda ciudad de Egipto. Tiene unos tres millones de habitantes. Fue fundada por Alejandro Magno. Aquí se encontraba la más célebre de las bibliotecas de la antigüedad, fundada por Tolomeo Soter. Todo parece indicar que sus textos sumaban unos 700 000 volúmenes. Fue quemada en el 48 a. J. C. Tras la entrada triunfal de César en Alejandría, fue restaurada y nuevamente destruida en el 391.
[6] Bizancio. Colonia griega de Megara, fundada en el Bósforo en el s. VII a. J. C. Luego fue la capital del imperio romano de oriente con el nombre de Constantinopla.
[7] Por ejemplo, la comunidad lingüística española –conjunto de individuos de cualquier nacionalidad que se sirve del idioma español para comunicarse entre sí–, distinta a las de habla inglesa, portuguesa, francesa o rusa.
[8] Gramática comparada: Se llama gramática comparada al estudio comparado de dos o más lenguas, ya sea diacrónicamente –desde el punto de vista histórico– o sincrónicamente –estudio de los problemas de la lengua sin considerar el tiempo, la historia–. Los estudios de gramática comparada se realizan en cualquier esfera de análisis de los problemas de las lenguas y las literaturas –escritas y habladas–: gramática, lexicología, sintaxis, morfología, fonética, semántica, formación de palabras, imagología, etc. Estos estudios de gramática comparada también se conocen con el nombre de comparatismo, lingüística comparada, filología comparada, imagología comparada… Gracias a estos estudios comparados se han establecido criterios científicos muy acertados acerca de las familias de lenguas, de grupos de lenguas y de los dialectos de una lengua. Los estudios de gramática comparada son de gran importancia para la enseñanza de lenguas extranjeras, para el análisis de los hablantes bilingües y plurilingües, para los periodistas que realizan trabajos reporteriles en el extranjero, para los traductores e intérpretes y, en especial, para los países donde existe un evidente multilingüismo, como es el caso de México, que es un país donde se enseñan a nivel escolar más de 60 lenguas, según los grupos de hablantes.
[9] Veda. Veda es una voz sánscrita que significa conocimiento, que, en el hinduismo, se aplica a la vez a las cuatro colecciones: Rig, Yajur, Sama y Atarva, y al conjunto de la literatura brahmánica considerada como revelada y que comprende los Brahmana, los Aranyaka y los Upanisad. Los Veda se escribieron a mano en una época tardía, algunos incluso en el siglo XI de la era cristiana. Hasta entonces se transmitieron oralmente gracias a un muy riguroso e ingenioso sistema nemotécnico, lo cual permitió que llegaran hasta la actualidad con muy pocos cambios.
[10] Cratilo o Kratulos. Aparte del nombre de uno de los Diálogos de Platón, este es el nombre de un discípulo de Heráclito, filósofo de Efeso. La memoria de Cratilo se halla en los escritos de Platón y de Aristóteles. A partir de Platón lo vemos en su Cratilo, y a partir de Aristóteles lo vemos en sus libros de metafísica. Por Platón se sabe que Cratilo nació en Atenas, que era más joven que Sócrates, y que su padre se llamaba Emicrión. Aristóteles enseña que Cratilo fue maestro de Platón, recibiendo así este último la escuela de Heráclito.
[11] Lengua muerta hablada por los godos, que constituían uno de los pueblos de la antigua Germania.
[12] Lengua de Armenia –Hayastan–, región del Próximo oriente, repartida en su mayor parte entre Turquía, Rusia e Irán. El armenio constituye un grupo de lenguas indoeuropeas hablado por aproximadamente unos 6 000 000 de usuarios: unos 3 000 000 en Armenia y unos 3 000 000 en la diáspora. El armenio forma parte de la familia indoeuropea, pero no se parece a ninguna de las lenguas de este conjunto ni ha podido ser relacionado con ningún subconjunto más amplio.
[13] Las lenguas eslavas constituyen un grupo lingüístico muy coherente que es numéricamente el más importante de Europa: búlgaro, esloveno, serviocroata, macedonio, ruso, bieloruso, ucraniano, checo, eslovaco, polaco, lenguas del grupo lekhita, kashubo, servio, polabo y slovince.
[14] Lo que llamamos hoy lenguas románicas o lenguas romances eran para Dante una sola lengua, aunque con una forma triple –ydioma tripharium–. Partiendo de las diferentes partículas afirmativas, distingue las siguientes variantes: la española (oc), la francesa (oil), la italiana (si). En lo tocante a oc, que él recoge como partícula empleada en España, es necesario destacar que Dante lo que refleja es la variante afirmativa que se hacía en Cataluña en lengua provenzal para versificar en los siglos XII y XIII (Gauger: 71-72). Las lenguas romances son, como sabemos, nueve y no tres.
[15] Véanse en especial las siguientes partes de este material de Dante: libro 1, capítulos 1, 18 y 19.
[16] Alfonso X el Sabio. Rey de Castilla y León (1252-1284), primogénito de Fernando III y Beatriz de Suabia. Subió al trono cuando contaba treinta y un años
[17] Marca Hispánica. Denominación aplicada tradicionalmente a la totalidad de los territorios peninsulares incorporados al reino franco durante el reinado de Carlomagno o Carlos I el Grande (Neustria 742-Aquisgrán 814), rey de los francos y emperador de Occidente (800-814).
[18] Gonzalo Menéndez Pidal (1951). “Como trabajaron las escuelas alfonsíes”, en Nueva Revista de Filología Hispánica 4: 363-380.
[19] Véase su imagen en los anexos.
[20] En realidad, Lutero no terminó la traducción completa de la Biblia al alemán hasta 1534. Acerca de este momento importante de la historia cultural y literaria de Alemania nos comenta el muy destacado crítico español Federico Carlos Sainz de Robles (Madrid 1898) que de los diez grandes períodos de la literatura alemana: I. gótico –tiempos más remotos hasta Carlomagno, en el 768–; II. franco –desde Carlomagno hasta el advenimiento de los Hohenstaufen o Staufen (dinastía germánica que aparece ya en el s. XI), desde el 768 hasta 1137–; III. suabo o de los Minnesaenger –cantores de amor–, desde 1137 hasta 1346, el origen de las universidades alemanas; IV. renano o de los Meistersaenger -maestros cantores-, desde el origen de las universidades hasta la Reforma, 1346-1523; V. sajón –desde la escuela de Lutero hasta la del poeta alemán Martín Opitz (1597-1639), 1523 a 1625–; VI. silecio y suizo –desde la escuela de Opitz hasta el poeta Friedrich G. Klopstock (1724-1803), desde 1625 a 1760.
[21] Ambrosio Calepino, religioso agustino y lexicógrafo, dedicó casi toda su vida al famoso Dictionarium, que apareció con el título de Cornucopiae, y que vio la luz pública por vez primera en 1502 en la ciudad de Regio, pero que es más conocido por Calepín o Calepino, y que venía a ser como una especie de enciclopedia. La obra tuvo un éxito absoluto.
[22] Postel trató de demostrar que todas lenguas procedían del hebreo. Fue jesuita y también fue despedido de esta Compañía. Fue sometido por la Inquisición. Su obra –Linguarum…– la escribió en París, en 1538. Tenía 75 páginas no numeradas. Las 12 lenguas que él recoge aquí: hebreo, caldeo moderno, caldeo antiguo, samaritano, árabe, etíope (llamado por él “indio”), griego, georgiano, servio o bosnio, ilírico, armenio y latín.
[23] Se dice que Juan de Valdés fue gemelo de Alfonso de Valdés, cosa que parece quedar dudosa, según Gutierre Tibón, Op. Cit., 68. Lo que sí queda claro es que los dos hermanos eran religiosos y erasmistas, ambos afectos a una misma forma literaria: el diálogo. Juan de Valdés también publicó Diálogo de doctrina cristiana, nuevamente compuesto por un religioso y, sospechoso a la Inquisición, huyó de España y se refugió en Italia, para nunca volver a su país. El Diálogo de la lengua posee una “espléndida prosa, tan límpida, nítida, clara, que habría que esperar un siglo para encontrar un maestro del idioma que llegue a tanta altura y lo supere: Cervantes.” En 1994 se publicó en México un texto muy interesante, que recomendamos leer, de uno de los filólogos más eruditos en este País, que es algo así como el Diálogo de la lengua de Valdés, pero adaptado a las condiciones del español actual, sobre todo en México. Nos referimos al Nuevo diálogo de la lengua, de Gutierre Tibón.
[24] Véase al final de esta conferencia, en el atlas geolingüístico, la parte concerniente a la familia indoeuropea.
[25] Véase al final de esta conferencia la muestra del parentesco indoeuropeo.