Abstract
“Detestamos que un compatriota surja por encima de los demás, salvo cuando lo hace en otro país, en cuyo caso el afortunado se convierte en una especie de héroe nacional. El triunfador local, sin embargo, cae pésimo; pronto hay tácito acuerdo para bajarle los humos. A este otro deporte lo llamamos ‘chaqueteo’: coger al prójimo por la chaqueta y tirar hacia abajo” (Isabel Allende. Mi país inventado, 2003, p. 118)
[…] Los problemas de comunicación en las organizaciones y empresas son múltiples. Ahí se refleja la vida, la educación, los protocolos, las etiquetas, los hábitos, los traumas, los anhelos y las frustraciones, de los grupos y de las personas en particular, de los jefes y de los subalternos, desde la niñez, la infancia y la juventud hasta el estado adulto. Sabemos perfectamente que cualquier empresa, que cualquier corporativo, que cualquier área de trabajo, es en la actualidad, con esta globalización descontrolada: http://knol.google.com/k/migrantes-o-espaldasmojadas-o-wet-back-o-indocumentados-o-sinpapeles-o-balseros# , http://knol.google.com/k/educaci%C3%B3n-cultura-ciencia-t%C3%A9cnica-y-fuga-de-cerebros-en-am%C3%A9rica-y-concretamente# , toda una jungla pluriétnica, pluricultural y pluriprotocolar, al nivel inclusive de una misma región, por pequeña que sea, de un mismo país, ya sea una empresa nacional o transnacional: eso queda más que claro (Staines, 2006); pero también sabemos que hay de “jungla” a “JUNGLA” (Revilla y López, 2003; Moulier, 2006), así, con mayúsculas. No podemos comparar un corporativo, una empresa, una institución, un trabajo, de un país tercermundista y cuartomundista, y sus relaciones internas y externas, con uno del primer mundo, por múltiples y variadas razones más que conocidas. De la misma manera, no podemos comparar la imagen y funcionamiento de una empresa en un estado o provincia importante, trascendental, desarrollado, de un país con la imagen y funcionamiento de una empresa o institución en un estado o provincia periférico o de menor importancia o subdesarrollado. E inclusive en una misma empresa, con su matriz o sede en un estado o provincia central y sus dependencias en áreas no centrales, es decir lugares “un tanto rurales”, ¡qué cosas no se ven! Y claro que me ha tocado ver, y sigo viendo por supuesto, que empresas ubicadas en ciertos estados periféricos de aquí de Estados Unidos son un verdadero desastre organizacional en comparación con algunas de sus similares ubicadas en los centros poblacionales más desarrollados de América Latina […] Y esto sucede inclusive en los mismos países del llamado Primer Mundo, como es el caso de aquí de Estados Unidos de América. ¡Ya no hablemos de lo que pasa en aquellos lugares “DE CUYO NOMBRE NO QUIERO ACORDARME”! […] Tenemos que recordar que, desgraciadamente, muchos padres y muchas familias en general dejan a la escuela y a los maestros la educación de sus hijos. ¡Tremendo error! No podemos dejar en las manos de grupos educacionalmente –y en muchos casos culturalmente también– desconcertados, confundidos y culturalmente en desventaja en un mundo globalizado la educación de nuestros hijos. Y este es el caso de América: “Hace veintiún años que me muevo por instituciones docentes estadounidenses y no recuerdo que nadie, durante este tiempo, me haya preguntado nunca cómo me sentía” (Rosenberg, 2000: 54) http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/la-educaci%C3%B3n-y-la-instrucci%C3%B3n-en-m%C3%A9xico/19j6x763f3uf8/165# , http://knol.google.com/k/familia-mexicana-familia-educaci%C3%B3n-y-cultura-social-en-el-m%C3%A9xico-contempor%C3%A1neo# […]
Y así pasa en muchos países y en muchas empresas. Es una herencia educacional. En las empresas u organizaciones es muy importante que se produzca una comunicación respetuosa, fluida, clara, no fática y sí interactiva, de la alta dirección –“los grandes”, “los poderosos”, al decir de la Bruyère– al nivel inferior –“los pequeños”– y viceversa, tanto en cuanto a la comunicación verbal como a la comunicación no verbal y, de ser posible, con sus rangos y jerarquías, lo que siempre evitará “malos entendidos” y conductas corporales que reflejen enojo, malestar, incertidumbre, desasosiego, tirantez, etc. En lo absoluto es recomendable la comunicación antidialógica.
En las empresas y centros de trabajo latinoamericanos es habitual la comunicación horizontal, lo que podríamos representar con este esquema de Ellis y McClintock. Véase imagen […]
En las organizaciones y centros de trabajo mundializados, modernos, con colectivos civilizados, instruidos y conocedores de los protocolos empresariales, se recomienda la circulación de comunicación a través de toda la empresa, sin tantos guardabarreras o barreras humanas de por medio, que no hacen más que retener información necesaria para todos, mantener un poder que saben que siempre se tambalea y también, en parte, para evitar que otros trabajadores brillantes puedan sobresalir en la toma de decisiones (Ellis y McClintock, 1993: 173-184; Ruano, 2003a). La circulación libre de la comunicación en la empresa se puede representar con el siguiente esquema. Véase imagen […]
Lo que produce una sensación de implicación de todos en las decisiones de la empresa, responsabilidad, poder y tranquilidad al considerarse que “todos” son tomados en cuenta y que, aunque no estén de acuerdo con la decisión final han tenido la oportunidad de expresar sus puntos de vista: “La gente que se siente tratada justamente y encuentra en la empresa un ambiente propicio para su desarrollo integral, tiene actitudes positivas hacia la empresa y hacia su trabajo, lo cual influye en forma significativa a la productividad de la misma” (Bonilla, 2002: 5).
La libre circulación de la comunicación al nivel de toda la empresa reduce grandemente las probabilidades de existencia del rumor, de ese tipo de discurso no oficial que no solamente se expresa con palabras, sino también con gestos, con “una determinada o especial conducta corporal”:
[El rumor es un] discurso no oficial y no acreditado; el resultado final de una información no verificada que se ha desarrollado en una cantidad de etapas dentro de un sistema de comunicación. A medida que la información pasa de una etapa a otra, suele sufrir cierta deformación, una pérdida de exactitud. El rasgo esencial del rumor es que el receptor de la información desconoce la exactitud del mensaje que recibe y por lo tanto trata de trasmitir esa versión al siguiente nexo de la red social. Evidentemente, después de cierto número de deformaciones, el producto puede llegar a ser marcadamente diferente del mensaje surgido de la fuente original. La pérdida selectiva de información que se produce con el paso del tiempo puede atribuirse a procesos cognitivos relacionados con la percepción, la atención, la memoria y la construcción de esquemas.
El desarrollo de las comunicaciones mediáticas aumenta este efecto y ha modificado la interpretación más tradicional de los rumores según la cual éstos siempre suponen un contacto cara a cara entre personas. Un ejemplo claro es la continua información que se da sobre inminentes separaciones matrimoniales en el seno de la familia real británica desde la década de 1980 y hasta nuestros días. Una cantidad de rumores seguían la misma secuencia: declaraciones no oficiales sobre presuntos romances se amplificaban luego a través de la cobertura de los periódicos hasta que finalmente se daba a conocer una desmentida oficial. Lo que alguna vez se manejó en el nivel cara a cara terminó por convertirse en un intercambio regulado oficialmente en el nivel de la sociedad toda. A causa de la transmisión casi simultánea de la información que ofrecen ciertos medios masivos, hasta puede ocurrir que el acto de informar sobre un rumor como si se tratara de un hecho cierto legitime en realidad tal información y la convierta en una parte de la herencia verbal o literaria de una comunidad. Tal proceso de legitimación elimina el carácter de transitoriedad típico del rumor, da un lugar en la historia a la información inexacta y vincula el rumor con los relatos folklóricos [O’Sullivan y otros, 1995: 315-316; Shibutami, 1966].
¿Hemos considerado la trascendencia del hecho de que un superior deje de saludar respetuosamente, caballerosamente, a un subordinado o subordinada, no dé una felicitación a un trabajador destacado, un reconocimiento o sencillamente unas palabras de ánimo al personal cuando se ha realizado una actividad destacada o se está en una situación difícil? En ese mismo momento, debido a la falta de tacto directivo, debido a la falta de comunicación verbal y no verbal con sus subordinados, debido a la rusticidad directiva del funcionario, debido al fácil “ahí se lo dejo a otro para que lo haga” –y que generalmente ese otro “olvida” o “matiza” a su conveniencia–, el directivo está preparando el camino para una insatisfacción de los trabajadores, una merma de la calidad del trabajo y un rendimiento más pobre a largo plazo, aparte de otras implicaciones y roces personales entre directivo y subordinado, de mayor envergadura (Ellis y McClintock, 1993: 166). Además, en ese mismo momento también se están poniendo sólidos cimientos para la lenta quiebra moral o económica, o ambas a la vez, de la empresa, o el rechazo por parte de muchos clientes que pueden detectar los problemas internos que se están generando. Es posible que los trabajadores decepcionados con esa empresa sigan ahí, porque no tienen opciones –lo que representa una tortura descomunal para esos trabajadores, pero también una bomba de tiempo para la empresa–, pero lo que sí no se podrá evitar es el repudio evidente a las políticas malsanas internas, y vivir en un ámbito malsano tiene implicaciones nefastas en la salud de las personas. Por otro lado, es posible que también los clientes sigan acudiendo a esa empresa u organización, pero, conocedores de los problemas que internamente se están generando –algunos de los cuales son verdaderos escándalos internacionales–, aunque el aparato directivo haga lo imposible por negarlo y acallar muchas voces a través del soborno, no se podrá evitar que esa empresa o institución, por su conducta falta de ética, sea objeto de ridiculización, críticas y burlas generales. El asunto va más allá, los comportamientos indignos y repudiables de ciertas empresas y ciertos directivos, líderes, guías espirituales o magnates, pueden permearse en los subordinados confundidos o desesperados por alcanzar un destacado puesto social o económico a cualquier costo. Este es otro gran problema:
[…] La conducta falta de ética […] tiene el efecto de bola de nieve. Si la cabeza de una organización miente, o no se conduce de acuerdo con la ética, está enseñando a sus colaboradores a mentir y hasta la manera en que deben hacerlo. De hecho los está induciendo a que lo hagan. Si el directivo de una empresa decide que no hay límites morales para obtener beneficios y toda clase de ventajes personales [incluyendo las más bajas, deshonestas y repudiables en nuestro mundo civilizado], su conducta ética [si es que alguna vez la ha tenido] se deteriora, pero además se convierte en norma de actuación para sus colaboradores y produce efectos sobre la conducta de todos ellos y sobre la conducta de la propia empresa, la cual perderá el apoyo y la colaboración de sus interlocutores, que la percibirán como falta de ética.
La conducta ética […] no es asunto superficial, sino un problema de fondo que puede poner en riesgo la aceptación de la empresa en su comunidad, con lo cual peligra su desarrollo e incluso su existencia (Bonilla, 2002: 28).
“La cortesía no inspira siempre la bondad, la equidad, la deferencia y la gratitud; pero a lo menos da las apariencias y hace al hombre en lo exterior como debiera serlo interiormente” (la Bruyère, 1998: 99). En el mundo moderno la cortesía implica el ser más cuidadosos al mentir, ya que tal parece que muchas empresas, directivos, funcionarios y políticos no pueden dejar de mentir. Ciertas empresas, instituciones, grupos religiosos y partidos políticos siguen empleando hoy las mismas estrategias de la mentira y la manipulación[37] que se empleaban en la prehistoria, tanto al nivel de la comunicación interna como al nivel de la comunicación externa, y parecen olvidar que “tarde o temprano [tendrán] que informar [acerca de sus secretos a voces], dar su versión de los hechos y responder a las preguntas que le planteen los afectados y los medios informativos” (Bonilla, 2002: 34), con el “inconveniente” para ellos –pero no para la comunidad de los hombres honestos y comprometidos– de que hoy los medios de comunicación masiva sacan a la luz toda la historia, “los trapitos al sol”, con sus mínimos detalles. Y a esto sí que se le tiene terror: “Una de las mayores preocupaciones de los equipos de dirección es que la información sobre alguna situación irregular por la que atraviese la empresa trascienda a los medios de comunicación colectiva, por la amenaza que ello representa para su reputación. Una crisis […] que se publica, se magnifica y las posibilidades de controlarla se complican seriamente” (Ibid., 33). ¿Se imagina usted cómo queda esa imagen? ¿Olvidó que hoy puede usted darse el lujo de no comprar periódicos y revistas porque en su computadora está toda la información “con dibujitos” que necesita, o “chismes” que distraen, entretienen e ilustran, según sea el caso? Hoy ninguna empresa, ni gobierno, ni organización religiosa, ni partido, por muy fuertes que sean, pueden evitar que a través de la información salgan a la luz sus desmanes, robos, violaciones, malos manejos, etc., inclusive los que se produjeron hace mucho tiempo; no hay dinero que pueda callar esto, porque somos muchos, en muchos países, en puntos distantes del orbe. Y cuando las cosas están a reventar, que ya nadie puede parar la mala imagen interna y externa de la empresa, entonces a los funcionarios se les ocurren dos ideas desesperadas de última hora: 1. hablar y escribir sandeces en los medios, para complicar aún más la situación y 2. una publicación interna, cosa que sabemos que no resuelve nada, aunque tenga bonitas y angelicales imágenes en colores de individuos “desimagenizados” socialmente. Esas, como ya sabemos, no pueden ser las soluciones para resolver los problemas de imagen de una empresa, de un colectivo laboral o de un líder; mucho menos en países en donde no es evidente la cultura de la sinceridad discursiva: todos hablan y todos escuchan, en apariencia, pero se sabe que el que habla no dice nada y el que escucha no está preparado culturalmente para entender, en donde no se lee, y en donde existen elevados niveles de introversión, que es algo terrible: “[en el introvertido] el objeto, reprimido en el inconsciente, va a defenderse desde el fondo de las mazmorras en que ha sido arrojado. La perturbación psíquica que acecha al introvertido puro es la psicastenia, mal caracterizado por una parte por el exceso de sensibilidad, y por otra por una gran fatigabilidad y una lasitud [cansancio] crónica. Es, en efecto, agotador tratar sin cesar de asegurarse una posición lo más segura posible frente al mundo exterior, considerado como una especie de peligro permanente” (Gauquelin, 2001: 128-129). La solución tiene que ser otra: ser confiables, o por lo menos aparentar ser confiable. A veces esta solución llega muy tarde, cuando el problema ya ha cabalgado en los jinetes del Apocalipsis.
¿Cómo ve usted que un día cualquiera se entere a través de la radio, la televisión, la prensa o Internet, sus amistades o familiares, que su empresa, su organización, su partido o su grupo religioso está involucrado en un escándalo mayor con el que usted evidentemente no está ni estará nunca de acuerdo? ¿Ya pensó en cómo se verá usted a sí mismo y cómo lo verán los demás? ¿Ya pensó en su “imagen”? Si usted es una persona honesta, entonces será afectado por el “Síndrome del Avestruz”: a meter la cabeza en la tierra, para que nadie lo vea, a andar en la sombra, con la cabeza agachada, para que nadie le pregunte, evadir las reuniones sociales, las fiestas, y esperar, si es que por algún motivo accidental ha estado involucrado en el escándalo, el turno para que lo llamen a declarar en las instancias jurídicas o, peor aún, en algunos casos en las instancias internacionales. Y es que en realidad en esta vida, a los ojos de los demás, o somos o no somos, o estamos o no estamos. Ese es otro problema de la imagen, relacionado con la integridad: “Si usted hace por los demás algo que vaya en contra de sus íntimas convicciones acerca de lo que considera correcto, perderá su más preciada posesión. Perderá su integridad” (Møller, 1993: 59). Y esto puede ocurrir cuando:
1. Le piden que haga algo que va en contra de su idea de lo que está bien y de lo que está mal.
2. Le piden que haga algo que usted considera poco razonable o deshonesto.
Tanto si es usted un alto directivo, como si es un mando intermedio o un miembro del personal, debería decidirse: ¿haría usted algo que fuera contrario a sus propias convicciones? Siempre puede optar por dejar de defender a una persona o grupo. Esa no es siempre la peor elección. No lo es, especialmente si es la única forma de mantener intacta su integridad. ¡Usted decide!
Hoy uno de los grandes problemas que afecta la vida del trabajador en América Latina es la movilidad laboral, es decir, el cambio constante de trabajos, en muchos casos a puestos que en lo absoluto están relacionados con la experiencia o las expectativas del trabajador, del profesional, del “experto”. Eso lo vemos todos los días, no es ningún secreto. Es triste ver cómo en nuestros países atrasados, tercermundistas y cuartomundistas, la creatividad es algo que prácticamente está borrado de las políticas empresariales. El problema radica en que tal pareciera que a los directivos y funcionarios de las empresas, en especial los grandes hombres de negocios que fundamentan sus creencias corporativas en el “ateísmo corporativo” basado exclusivamente en el Dios-Dólar o el Dios-Euro o en el Dios-Yen, etc., y en el Dios-Ego… (Crainer, 2000), les basta con colocar en las paredes de sus oficinas y en sus vitrinas toda una serie de diplomas con diferentes tamaños y colores, de las más variadas universidades –algunas “patito”, otras “patote”, como se dice en México a lo “chafa” o “fraudulento”, y otras célebres, pero en las que estuvieron en calidad de “BLB” (‘bultos latinos de becarios’, aceptados gracias a la caridad foránea o, en la mayoría de los casos, gracias a los pocos recursos de nuestros pueblos pobres que invierten mucho dinero en adiestrar a inadiestrables traidores)– para que ya, automáticamente, sean aceptados como líderes incondicionales de la profesión. Claro que esto dista mucho de la realidad: “No me impresionan los diplomas; ellos no realizan el trabajo. No obtuve calificaciones tan buenas como otros de mis compañeros, ni tampoco presenté examen final. El director me citó y me dijo que tenía que dejar la escuela. Yo le respondí que no deseaba obtener un diploma. Ese certificado tiene menos valor que un boleto de cine; por lo menos el boleto garantiza la entrada a la función. Sin embargo, el diploma nada garantiza”. Estas son las palabras de Soichiro Honda, el fundador de la compañía Honda.[38] Robert Townsend, quien fuera jefe de AVIS y autor de Up the Organization, dijo: “NO contraten a graduados de la Escuela de Negocios de Harvard. En mi opinión esa élite carece de algunos requisitos fundamentales para el éxito: humildad, respeto hacia las personas en la línea de fuego, profunda comprensión de la naturaleza del negocio y del tipo de personas que disfrutarán logrando que prospere, respeto hacia las personas que se encuentran a cualquier nivel, antecedentes comprobados de valor, industriosidad, lealtad hacia los subordinados, criterio, equidad y honradez bajo presión”.[39] […] Y tenemos que considerar la tremenda cantidad de mentes brillantes http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/qu%C3%A9-te-consideras-inteligente-pero-de/19j6x763f3uf8/166# que o nunca fueron a una universidad o que fueron pero no la terminaron, y no solamente se convirtieron en creadores geniales, sino que han llegado a estar entre las personas más ricas del mundo justamente gracias a sus creaciones, a sus invenciones e innovaciones http://www.cnnexpansion.com/negocios/2011/06/02/bill-gates-microsoft […] ¿Ha pensado usted en cuántos escándalos nacionales e internacionales están involucrados funcionarios y políticos latinoamericanos que fueron instruidos en muchas universidades célebres del mundo? ¿Qué aprendieron allí, el arte de engañar y robar a los pueblos pobres que pagaron sus estudios y de llenar, gracias al robo, sus bolsillos? En nuestra América, en Iberoamérica, en donde los escándalos por la corrupción y la incapacidad intelectual y lideral de nuestros dirigentes están a la orden del día, en todos los sentidos, y considerando los inmensos gastos que se han desviado del erario nacional para su preparación educativa y social, para su “supuesta” preparación, cuando vemos a un líder de la talla del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva: http://www.youtube.com/watch?v=0LqMvTWU648 , un campesino hijo de labradores analfabetos, limpiabotas o bolero, obrero, sin la mínima preparación intelectual, que aprendió a leer y a escribir a los 10 años de edad, sin estudios de educación superior, y que desde 2003 está conduciendo a Brasil –ese país tan complejo y difícil en todos los sentidos, tan extenso, con casi 9 millones de kilómetros cuadrados y con 190 millones de habitantes, en donde se hablan y se escriben aproximadamente 200 idiomas nativos– por los mejores y más envidiables caminos del desarrollo, de la evolución, del avance social y económico, entonces miramos al cielo y decimos: “¡Dios mío, qué envidia…!” “¿¡Por qué no nos tocó a nosotros un líder así…!?” “¿Qué habremos hecho la inmensa mayoría de los pueblos de América para recibir los castigos político-gubernamentales que estamos teniendo hoy…?” ¡Pobre América…!: http://knol.google.com/k/an%C3%B3nimo/la-imagen-de-am%C3%A9rica-a-trav%C3%A9s-de-sus/19j6x763f3uf8/38# .
Las relaciones públicas, laborales e íntimas pueden verse empañadas si no tomamos en cuenta algunas normas de cortesía y comportamiento elementales para la sana convivencia. Es por eso que a continuación enumeramos algunos hábitos y conductas que deben evitarse, especialmente en las áreas de trabajo y en ambientes públicos (Gordoa, 2003: 234-235):
· Morderse las uñas.
· Mascar chicle, y mucho menos sacarlo fuera de la boca para hacer bombitas.
· Tocarse, rascarse o masajearse determinas zonas tabúes del cuerpo.
· Introducirse dedos en boca, oídos y nariz.
· Quitarse los zapatos.
· Jugar con corbatas y accesorios.
· Mover las piernas y pies incesantemente al estar sentados.
· Golpear a las demás personas constantemente con los pies, piernas, brazos o manos en las mesas de juntas o reuniones o en los momentos en que se consumen alimentos y bebidas. Para esto recomendamos sentarse con suficiente espacio.
· Tronarse o traquearse los dedos.
· Limpiarse los dientes con las uñas y, mucho menos, sacar de la boca y volverse a meter y tragar restos de comida.
· Empujar la comida con los dedos. Para eso están el cuchillo o el pan.
· Bostezar abiertamente, y mucho menos de manera estruendosa.
· Secretearse con otras personas en reuniones y juntas.
· Tocarse el cabello continuamente.
· Olerse el cabello.
· Peinarse delante de los demás.
· Maquillarse delante de los demás.
· Tocar insistentemente y de manera no grata a la persona con quien se habla.
· Reírse a carcajadas en juntas y reuniones.
· Hablar en voz más alta de lo necesario en juntas y reuniones.
· Dar golpecitos insistentemente en la mesa con plumas, lápices u otros utensilios en juntas y reuniones.
· Hacer chasquidos con la lengua o los dientes.
· Es necesario cuidar el aliento bucal, especialmente antes de las entrevistas, juntas y reuniones.
· Hacer ademanes o gestos que puedan resultar ofensivos, especialmente en las empresas globalizadas, en donde hay trabajadores de múltiples nacionalidades, regiones, provincias y pueblos.
· Invadir los espacios personales sin autorización.
· Revisar o registrar documentación o utensilios ajenos, sin la autorización previa […]
CONTINÚA EN LA PARTE III: http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/por-qué-unos-ganan-y-otros-pierden/19j6x763f3uf8/84#
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
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Hacia la calidad integral sin fronteras
http://openlibrary.org/a/OL807084A
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http://openlibrary.org/a/OL6500100A/Ruano-Faxas%2C-Fernando-Antonio-y-Paulina-Rend%C3%B3n-Aguilar
[37] Uno de los hombres más ilustres del pensamiento mundial, Octavio Paz, aborda el tema de la manipulación con gran profundidad. Al respecto véase: Octavio Paz (2000). “El desarrollo y otros espejismos”, en El laberinto de la soledad. Edición conmemorativa ● 50 aniversario. Con Postdata y Vuelta a El laberinto de la soledad. México, FCE, 230-259, especialmente las páginas 232-233. Las formas de la manipulación son cuatro: 1. Intimidación, 2. Provocación, 3. Tentación, 4. Seducción.
[38] Stuart Crainer (ed.) (1998). The Ultimate Book of Business Quotations. Nueva York, AMACOM.
[39] Robert Townsend (1971). Up the Organization. EE. UU, Coronet.