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CONFERENCIA
Fernando Antonio Ruano Faxas
¿QUÉ ES LA ADULACIÓN, LAMBISCONERÍA O GUATAQUERÍA Y CUÁLES SON SUS ALCANCES?
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¿POR QUÉ UNOS GANAN Y OTROS PIERDEN?
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EL ÉXITO O EL FRACASO
SIEMPRE HAY OPCIONES PARA EL CAMBIO
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¿POR QUÉ LA GENTE NO LOGRA SUS OBJETIVOS?
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¿HACIA DÓNDE CONDUCE LA FILOSOFÍA DE “SÁLVESE EL QUE PUEDA”?
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[…] ¿QUÉ ES LA ADULACIÓN, LAMBISCONERÍA O GUATAQUERÍA Y CUÁLES SON SUS ALCANCES?: […] Ahora vamos a relacionar lo que hemos comentado en la conferencia pasada, que lleva por título Cuando los gatos que creen ser leones dirigen a los ratones, con la adulación o lambisconería o guataquería […] La adulación, que tiene muchos nombres según los contextos sociolingüísticos en absolutamente todas las culturas y todos los idiomas, se suele interpretar como una manipulación evidente, una manipulación marcada. El manipulador “habla”, “dice”, “comunica”, más con su conducta, con sus gestos y ademanes, que con sus palabras […] El manipulado manifiesta su estado de manipulación con su conducta, con sus posturas, con sus gestos, con sus ademanes, con sus muecas, con sus tics, con sus palabras y hasta con su silencio http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/cuidado-con-el-silencio-el-silencio/19j6x763f3uf8/197 […] Los términos pintorescos que se utilizan para definir este rasgo –«lamebotas», «lameculos», «lavar la cara», «dar jabón», «hacer la pelota», «hacer la barba», «achichincle», «gato», «guataquear», «guataca», «tracatán», «borrego», «borreguismo», «oveja», «el o la que le hace la ronda al príncipe», etc.– reflejan el desprecio que inspira este comportamiento (Dimitrius y Mazzarella, 1999:221-222). Creo que Dimitrius y Mazzarella se quedan cortos en el tratamiento de la adulación. Esta conducta tan reprochable y fastidiosa puede adquirir en América Latina y aquí en Estados Unidos de América los matices más variados y, por supuesto, tristes, penosos. No podemos olvidar las palabras de Orwell: “Las ovejas eran las más aficionadas a las Demostraciones Espontáneas, y si alguien se quejaba (como hacían a veces algunos animales, cuando no habían cerdos ni perros) alegando que se perdía tiempo y se aguantaba un largo plantón a la intemperie, las ovejas lo acallaban infaliblemente con un estentóreo: «¡Cuatro patas sí, dos pies no!»” –George Orwell (1989). Rebelión en la granja. México, PROMEXA, 155-156–. Véase también el film Rebelión en la Granja, en 7 partes, en http://www.youtube.com/watch?v=6VTNeUriQgg&feature=fvsr
“En la vida pública [mexicana], la independencia de las palabras es crucial, toda vez que los altos funcionarios esperan verse adulados. Los talentos atribuidos a cada Presidente –mientras está en el poder– rayan en lo ridículo. Sin embargo, no se espera que la manada de acólitos que rodea a cada jefe justifique su servilismo después de que el funcionario deje el poder; simplemente transfiere su adulación al siguiente jefe. La retórica usada por los funcionarios para discutir las cuestiones públicas es causa de más estupefacción. Cualquier político aspirante puede lanzarse a la oratoria al instante, con la intención de llenar el aire con palabras y frases bellas, en lugar de explicativas. Como el uso de un lenguaje directo implicaría un compromiso, gran parte de los discursos oficiales son conceptuales, y defienden principios y valores que la mayoría de los gobiernos ignoran en la práctica. Las plataformas electorales se construyen en torno a frases grandilocuentes sostenidas por ilusiones. Innumerables mensajes –desde pontificaciones nacionalistas de figuras históricas hasta admoniciones morales directas– se pintan en los muros, como si tuvieran la facultad de influir en el pensamiento del mexicano común y corriente” (Riding, 2002). “La política mexicana, sensible es decirlo, tuvo dos orientaciones convergentes, claramente perceptibles: alcanzar poder y alcanzar riqueza, y esto por un contado número de individuos. Los medios para alcanzar tales fines, consistieron principalmente en la adulación jerárquica, sistematizada y extendida hasta círculos que no siendo políticos, se contaminan fatalmente. A esos medios reprobados, daban fuerza cuando era necesario, las amenazas, los cohechos y los sobornos. Cuando se era rico el dinero servía para hacer política y alcanzar poder, vanidad que sigue a la posesión del dinero; por entendido queda que tal poder, era ficticio ya que de hecho se reconcentraba en poquísimas manos; pero, en fin, la farsa autosugestionaba. Cuando se era pobre se hacía política para escalar el poder; valiéndose de él se acumulaba dinero por medio de concesiones, prebendas, etcétera. Una minoría de hábiles o “primates políticos” triunfaba indefectiblemente y obtenía riqueza y poder, sirviéndole de escalón una gran masa de politiquillos, o politicastros, que no obtenían más poder que el problemático que les daba el fuero o la protección oficial, ni más medro que míseras limosnas concedidas a título de subvención por empresas y servicios imaginarios, porque eso sí, la primera característica del político era hacerse atmósfera a cargo del presupuesto, nunca al del propio peculio” (Gamio, 1993) […]
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HEMOS SIDO LOS BORREGOS DE LOS CERDOS
HEMOS SIDO LOS ESCLAVOS DE “EL GRAN COCHINERO”
¡POR ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS!
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Filólogo e imagólogo Fernando Antonio Ruano Faxas
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
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Hacia la calidad integral sin fronteras