Abstract
RACISM AND DISCRIMINATION / RACISMO Y DISCRIMINACIÓN
[…] EL MÉXICO DE HOY, DE LA MISMA MANERA QUE LA INMENSA MAYORÍA DE TODA AMÉRICA, ES EL RESULTADO DEL MESTIZAJE EN ABSOLUTAMENTE TODOS LOS SENTIDOS ENTRE INDIOS, EUROPEOS Y NEGROS. AL RESPECTO NO HAY DUDA ALGUNA […]
“Hoy día, 90 por ciento de los mexicanos son mestizos, en términos estrictamente étnicos, aunque como individuos sigan atrapados en las contradicciones de su ascendencia. Son tanto hijos de Cortés como de Cuauhtémoc, no son españoles ni indígenas, son mestizos, aunque no admitan su mestizaje” (José Iturriaga, 1985)
[…] ¿Y en dónde no están presente en México el racismo, la segregación, la discriminación? ¡Están presente en absolutamente todos los lugares, ¡y con una fuerza terrible, demoledora! […] Y hoy el racismo, la segregación, en México siguen siendo tan degradantes, tan humillantes, tan deprimentes, como antes […] Y hoy en México se siguen cometiendo los atropellos más inhumanos y despiadados, masacres despiadadas […] ¿Qué mexicano sabe dónde están lugares como Cochoapa el Grande, Metlatónoc […] Tehuipango, Santa María Chilchotla […] lugares que son verdaderos infiernos […]? La inmensa mayoría de los políticos en México no sabe “realmente” quién es Carlos Fuentes o qué escribió, y si lo saben lo confunden […] Pero peor aún , no tienen ni idea de en dónde están estos pueblos de extrema pobreza y dolor […] Pero hay que seguir luchando, y justamente y principalmente contra ese racismo, contra esa segregación, que vienen de los dirigentes, de los gobernantes, de los políticos, que siguen desangrando al pueblo, que siguen robándole a ese pueblo del que se ríen a todas horas, todos los días, ese pueblo al que oprimen, al que roban, al que han desangrado, al que siguen matando […] Cuando se rompe con el pasado y no se tiene un presente y no se ve claro el futuro, entonces las reacciones pueden ser muchas y variadas y comprometedoras… No olvidemos que cuando los pueblos están en un callejón sin salida, el último recurso no es una opción, sino “el último recurso”… ¡Y el que “gana” en la contienda del último recurso no perdona! ¡Y el que “gana” no negocia! ¿Y si gana el “pueblo”? En nuestros días, con la civilidad, la medios de comunicación masiva, las redes sociales, Internet, y la globalización, ya no hay muchos lugares en donde esconderse… ¡Allí, por lejos que estés, te buscarán, te encontrarán y pagarás, tú y tu familia, el dolor de América! ¿O no? ¡Tiempo al tiempo! Mientras tanto, recordaremos a Alfonso Reyes: “POR LO DEMÁS, HIDALGO, MORELOS, JUÁREZ, TIENEN TODAVÍA MUCHA FAENA POR DELANTE. NO SE HAN QUITADO TODAVÍA LAS BOTAS DE CAMPAÑA” […]
Educación, cultura, ciencia, técnica y fuga de cerebros en América y concretamente en México
http://knol.google.com/k/educaci%C3%B3n-cultura-ciencia-t%C3%A9cnica-y-fuga-de-cerebros-en-am%C3%A9rica-y-concretamente#La educación y la instrucción en México. Historia y actualidad http://knol.google.com/k/fernando-antonio-ruano-faxas/la-educaci%C3%B3n-y-la-instrucci%C3%B3n-en-m%C3%A9xico/19j6x763f3uf8/165#
[…] Las formas o configuraciones –dimensiones, tamaños–, los colores[63] –razas, grupos étnicos, mestizajes– que presentan los seres humanos, sus culturas o subculturas, es decir todo el complejo de la apariencia física, siempre han sido un importante y decisivo medidor en las relaciones sociales,[64] la discriminación[65] y el racismo[66]:
La medida en que las personas están dispuestas a compartir relaciones de intimidad, así como a aceptar la interrelación misma, depende siempre de la distancia social [y en esa distancia social aparece, por supuesto, la raza o grupo étnico] que existe entre ellos; es decir, tiene que ver con el número de experiencias y de características sociales que comparten. Se afirma que hablamos con los órganos vocales, pero conversamos con el cuerpo entero. El comportamiento no verbal que acompaña y complementa la producción lingüística está también relacionado con los dos aspectos de poder y solidaridad […] (Bolaño, 1982: 143).
Cuando se ha eliminado todo diálogo y toda idea, el color de la piel se erige como único criterio. Así lo prueba mi experiencia. Fue la única cualidad por la que se me juzgó. Tenía la piel oscura, y esa fue razón suficiente para que se me negaran los derechos y libertades sin los cuales la vida pierde significado y se convierte en apenas algo más que una supervivencia animal.
Busqué alguna respuesta y no la hallé. Había pasado un día entero sin comida ni agua por la única razón de que tenía la piel negra. Era la única razón por la que yo estaba allí, sentado sobre un barril, en un pantano.[67]
En la historia de la Humanidad la apariencia física siempre ha sido un asunto de trascendental importancia, según los momentos históricos, las culturas, las modas, las tradiciones, etc. Hoy, el cuidado de la apariencia física es, en las sociedades civilizadas, una obsesión (Rodin, 1992).
En América, y especialmente en Latinoamérica, y más concretamente en este caso en México, “si algo tenemos que lamentar de nuestra historia, es ese temor de nuestros antepasados –tal vez por efecto de la «autodegeneración»– de no haber sido ellos mismos, sinceramente, con sus cualidades y defectos, sino de haber ocultado la realidad bajo una retórica de ultramar” (Ramos, 2001: 27-28), lo que ha conducido la mayor de las veces a absurdas distorsiones de nuestras realidades americanas –como también ha sucedido con las absurdas distorsiones de las realidades europeas, de las realidades greco-latinos (Semerano, 1984; Semerano, 2001; Semerano, 2005;[68] Dussel, 2007: 25-26), y concretamente en este caso con las realidades peninsulares: de España y Portugal, los países que conquistaron y sometieron (e inclusive en algunos casos “creen” seguir “controlando” [Ruano, 2007b]) a la hoy llamada Iberoamérica–, según las particularidades que han tenido y siguen teniendo los procesos de formación de nuestros pueblos (Arispe; 1993; Depestre, 1993; Rodríguez, 1993; Carrión, 1993; Ocampo, 1993; Weinberg, 1993; Bareiro y Rojas, 1993; Magis, 1993; Ramos, 2001: 28-40), todo lo cual, finalmente, ha llevado a seculares falseamientos de las verdaderas historias del área. Las verdaderas historias de América Latina arrojan crudos panoramas que a muy pocos les interesa reconocer y que, además, muy pocos pueden entender conscientemente, especialmente debido al elevado índice de analfabetismo y analfabetismo funcional –también llamado analfabetismo de segundo grado y analfabetismo de grado superior– que presenta la región: http://knol.google.com/k/anónimo/analfabetismo-funcional-analfabetismo/19j6x763f3uf8/6# . Ha sido –y sigue siendo en muchos casos– tanta la barbarie y el dolor en Iberoamérica a través de sus generaciones, que no creo que estos pueblos puedan vivir hoy sin la acostumbrada dosis de corrupción y delincuencia a la que ya estamos habituados y de la que todos somos partícipes, algo que es habitual en nuestras vidas y que se refleja evidentemente en nuestras conductas sociales y sicológicas, en nuestras emociones y sentimientos, en la vida pública, en la vida laboral y en la vida íntima, y, por supuesto, en nuestros lenguajes verbo-corporales. En síntesis, las verdaderas historias de América Latina, y en este caso concreto la de México, arrojan muchos datos que afectan en todos los sentidos nuestros pasados, nuestros presentes y, peor aún, nuestros futuros inciertos (Meyer y Bizberg, 2004) […]
Toda la latinidad comenzó en el Lacio, pequeño territorio adyacente a la ciudad de Roma, y fue creciendo en círculos concéntricos a lo ancho de la historia: primero hasta abarcar el conjunto de Italia, ampliándose luego a la parte de Europa colonizada por el Imperio romano, restringiéndose después a los países y zonas que hablaron lenguas derivadas del latín, y transportándose por fin al continente americano que esos europeos habían descubierto y colonizado. De ese modo, América Latina resultaría ser el cuarto anillo de esa prodigiosa expansión.
Entre las naciones que realizaron el descubrimiento, conquista y colonización del nuevo continente, tres eran lingüísticamente latinas: España, Portugal y Francia. La más vasta concepción histórica de la región, por lo tanto, debería englobar todas las tierras del nuevo continente que hubieran sido pobladas por esas potencias, opuestas en bloque a la América anglosajona, concentrada en el norte. “Ya en los finales del XIX –dice Estuardo Núñez– empieza a diferenciarse entre lo norteamericano y lo latinoamericano, a raíz de haberse producido el fenómeno político de la independencia del norte… Empiezan a usarse entre los escritores franceses sobre todo (y acaso entre todos los europeos) denominaciones nuevas para las cosas de América no sajona: états latins d’Amérique que luce ya en un libro en 1882, peuples latinoaméricains, démocraties latines de l’Amérique…” Estas nuevas expresiones remiten a un concepto que es a la vez racial, cultural y político. Pero ocurre, como lo hace notar el mismo Núñez, que vienen a sustituir a otras que tenían un contenido meramente geográfico: Amérique meridionale, Amérique septentrionale, Amérique du Sud, Amérique australe. Se crea así el primer equívoco sobre la latinidad de esta América: en el concepto geográfico, la expresión queda reservada al subcontinente meridional, básicamente iberoamericano (español y portugués); en el nuevo, caben también los franceses radicados en América del Norte (Fernández, 1996: 5-6).
Hablemos un poco acerca de nuestro pasado americano. En un principio:
[…] Cuándo llegaron y quiénes fueron los primeros pobladores del continente americano ha sido campo de discusión y conjeturas tan viejo como la incorporación del continente a la geografía mundial.
En el momento del descubrimiento de América, y hasta unos años después, no existieron dudas acerca de que lo encontrado era un archipiélago interpuesto entre Catay (la China) y Occidente. Al darse cuenta cabal los navegantes de que se trataba de un continente, otro continente, se iniciaron las dificultades, pues sus habitantes no eran parte de ninguno de los grupos humanos identificados en el Antiguo Testamento, salvo que pertenecieran a las diez tribus perdidas de Israel[70] (Lorenzo, 1978: 28).
Durante el primer siglo de la dominación española [en América] la distinción entre las diferentes poblaciones que la integraban fue sencilla y su estratificación lógica: 1) conquistadores y pobladores españoles, 2) vencidos aborígenes y 3) negros esclavos importados (Aguirre, 1984: 153).
Luego de unas ciertas y desafortunadas “reflexiones”…, comenzaron los problemas de clasificación racial, de clasificación grupal: “Al observarse por primera vez en la historia del género humano la presencia de una cuarta raza, la americana, que ponía en crisis la tradicional creencia de un mundo rigurosamente jerárquico habitado también por la triple herencia, asimismo jerarquizada, del Padre Noé […], la jánica cara del nuevo ente histórico aparece primero como la del noble y buen salvaje, que casi de inmediato se trueca en su contrario: la del mal salvaje, no ya tan sólo bárbaro, mal menor, sino de naturaleza bestial” (Ortega, 1987:17). “Al verificarse el cruzamiento de estas tres poblaciones [indios, europeos y negros] se presentó el problema de colocar a los productos en alguno de los tres casilleros antecedentes, y en ocasiones esto no era fácil” (Aguirre, 1984: 153). También tenemos que destacar aquí que “la raza indígena”, que muchos grupos indios de América, fueron vistos como hermosos, como “de magnífica presencia”, y hasta fueron vistos “deificadamente”, con rasgos apolíneos (de Apolo) y venusinos (de Venus), y así lo hicieron constar muchos historiadores, pintores de la época de la Conquista, y ciertos códices posthispánicos (Ortega, 1987:20-21). Pero la realidad es que la dicotomía “salvajes de América” / “civilizados de Europa” nunca cambió en aquellas épocas, y que en la actualidad ¿han cambiado estos conceptos por allá por Europa, por España…? (Bitterli, 1982), ¿y hasta en los mismos Estados Unidos de América…?
Después de varias conjeturas bíblicas y eurocentristas, obviamente hechas por los conquistadores “blancos” –que parece que olvidaron que ellos, a su vez, también fueron multiconquistados–, acerca de cómo fue que aparecimos en la tierra los “indios” de América, se generó una serie de historias fantásticas sobre el nacimiento de nuestra raza, sólo que ninguna de aquellas historias nos beneficiaba a los americanos. Muy por el contrario. Para ilustrar esta parte traemos, a modo de ejemplo, las palabras del filósofo prusiano Cornelius Paw en su libro Investigaciones filosóficas sobre los americanos, recogidas de manera crítica por Francisco Javier Clavijero:
Todos los de América son más pequeños, más deformes y más débiles, más cobardes y más estúpidos que los del Antiguo Mundo, y los que se trasladaron a ella de otra parte, inmediatamente degeneraron, así como todas las plantas de Europa trasplantadas a América.
Los hombres apenas se diferencian de las bestias; pero aun en ésta se descubren muchas señales de su degeneración: el color trigueño, la cabeza muy dura y armada de gruesos cabellos, y todo el cuerpo privado enteramente de pelo. Son brutos y débiles y están sujetos a muchas enfermedades extravagantes, causadas por el clima insalubre. Pero aun siendo así sus cuerpos, todavía son más imperfectas sus almas. Carecen de memoria, al punto que hoy no recuerdan lo que hicieron ayer. No saben reflexionar ni ordenar sus ideas, ni son capaces de mejorarlas, ni aun de pensar, porque en sus cerebros sólo circulan humores gruesos y viscosos. Su voluntad es insensible a los estímulos del amor y de cualquier otra pasión. Su pereza los tiene sumergidos en la vida salvaje. Su cobardía se manifestó en la Conquista.
Sus vicios morales corresponden a estos defectos físicos. La embriaguez, la mentira y la sodomía eran comunes en las islas, México, el Perú y en todo el Nuevo Continente. Vivían sin leyes. Las pocas artes que conocían eran muy groseras. La agricultura estaba entre ellos enteramente abandonada, su arquitectura muy mezquina, y más imperfectos todavía sus instrumentos. En todo el Nuevo Mundo no había más que dos ciudades: Cuzco, en la América Meridional, y México en la septentrional, y estas dos no eran más que dos míseras aldeas (Clavijero, 1987: 422-423).
Ahora, claro que el racismo tiene una larga y terrible historia […] http://www.youtube.com/watch?v=4pRKOmI7Kxw&feature=related
Y ésta es solamente una de las tantas muestras de desprecio hacia América y los americanos.[71] Al respecto hay mucho más (Clavijero, 1987; Alexander, 2008; Moreno, 1977; Moreno, 1997; Aguirre, 1984; Moore, 2008).
La historia nuestra, de los americanos, es compleja. Veamos:
1. Población de América y particularmente la de México.
Apenas se encontrará en la Historia un problema de más difícil solución que el de la población de América, ni en cuestión en que haya habido una variedad más grande de opiniones. Puede decirse que son tantas como las de los antiguos filósofos en orden al Sumo Bien. No quiero examinarlas todas porque sería un trabajo infructuoso (Clavijero, 1987: 424).
Se ha dicho que nosotros los americanos, es decir los pobladores de este continente llamado América, Continente Americano, no procedíamos de los linajes de Adán y Eva, sino de otros seres que fueron hechos por Dios –o lo que es lo mismo Yahvé o Jahbulon– antes o después de Adán y Eva, y que de ahí provenimos (Clavijero, 1987: 427). Que los mexicanos sí procedemos de un hombre como Noé, llamado Coxcox o Teocipactli, que también se salvó del diluvio universal, como Noé, en un madero tipo arca, con su mujer y sus hijos, y animales y comida, y que también usó varias aves para informarse, en particular, primero, a un carroñero llamado aura o zopilote, luego a un zunzún o chupamirto… Otras teorías religiosas acerca de la “génesis novohispana” –porque también están las génesis prehispánicas del tipo del maya Popol Buj, del náhuatl Códice Chimalpopoca y del sincrético maya Chilam Balam[72]– de los mexicanos plantean que éstos, las mexicanas y los mexicanos, provienen de Neftuim, hijo de Mesraim y nieto de Cam… ¡Con Cam y sus descendientes, específicamente con su hijo Canaán, ya estamos en un terrible problema bíblico: la maldición de Noé! Todos conocemos la historia del “hijo maldito”, de la “descendencia maldita”, del “nieto maldito: Canaán”, de la “raza maldita”, de los “esclavos de esclavos”…[73] ¡Pero, en fin…! Por otro lado, se dice que los mexicanos descienden no solamente de Neftuim, sino también de sus otros cinco hermanos, todos hijos de Mesraim, todos nietos de Cam “el maldito”: Ludim, Anamim, Laabim, Petrusim y Casluim (Génesis, Capítulo 10). Así pensaba hasta la gran musa Sor Juana Inés de la Cruz (Clavijero, 1987: 428) […] En México el tema de las divisiones sociales y económicas, de las clasificaciones humanas por razas y jerarquías, ha sido muy discutido y, en algunos casos, estos análisis son el resultado de una imaginación fantasiosa o artística, mucho más que el resultado de una verdadera reflexión científica. La realidad racial de México tiene muy variadas caras y enfoques, la mayoría de ellos desconocidos, debido, entre otras cosas, a las pocas investigaciones científicas confiables que han tocado este tema tan tabuizado, complejo y comprometido en el ámbito iberoamericano. No obstante, hay que destacar que ya comienza a trabajarse el tema de las razas en este país con una óptica más abierta y partiendo de resultados de investigaciones muy bien documentadas multidisciplinariamente (Urías, 2007). Recordemos que México, este extenso, variado y polémico país, también ha vivido y sigue viviendo en muchos aspectos –como han vivido a su vez o siguen viviendo aún muchos otros países– tras una cortina de mitos y fantasías, algunos de ellos heredados del mundo indígena; otros, creados y estratégicamente implantados en la mente y la conducta de la población actual, de todos los estratos en mayor o menor medida, a partir del prodigio artificioso de las clases dominantes.[74] En este sentido, creemos pertinente recordar lo que nos comenta Gonzalo Aguirre Beltrán en el capítulo IX, intitulado “Características somáticas”, de su libro La población negra de México:
Al concurrir en la Nueva España amerindios, africanos y españoles, entraron en contacto individuos de las tres grandes razas –caucasoides, negroides y mongoloides– en que se acostumbraba dividir la humanidad. Como resultado de la convivencia de tales diferentes tipos de la especie humana en un estrecho territorio, hubo un intercambio de genes que desembocó en la formación de una población mestiza que, constituyendo la base biológica de la nacionalidad mexicana, participa, en grados diversos de las características de sus progenitores. El estudio de estas características –anatomo, fisio, psico y patológicas– tal como aparecen en los híbridos de la Colonia, es la meta de los siguientes párrafos.
Durante el primer siglo de la dominación española en México la distinción entre las diferentes poblaciones que la integraban fue sencilla y su estratificación lógica: 1) conquistadores y pobladores españoles, 2) vencidos aborígenes y 3) negros esclavos importados. Al verificarse el cruzamiento de estas tres poblaciones se presentó el problema de colocar a los productos en alguno de los tres casilleros antecedentes, y en ocasiones esto no era fácil.
Para la corona española los únicos sujetos que le merecían confianza eran desde luego, sus súbditos peninsulares; por las poblaciones dependientes, indios y negros, tenía un gran recelo que se extendía a los productos de mezcla. Nació así para la Administración Colonial la necesidad de verificar una rígida separación de grupos sociales, basada en las diferencias raciales principalmente que condujo a la formación de una sociedad dividida en castas, como medio para asegurar el dominio sobre las tierras recién ganadas. Esta sociedad dividida en castas, que caracterizó el virreinato, tomó forma definitiva hasta los primeros años del siglo XVII, cuando las posibles mezclas entre las poblaciones conquistadoras, vencida y esclava, y sus productos, se habían llevado a cabo. Para entonces la casta superior había quedado constituida por los españoles de procedencia española [un grupo de por sí altamente mestizado en su historia y en la actualidad[75]], quienes usufructuaban los puestos de responsabilidad en la Colonia; venía en seguida la casta de los llamados españoles americanos, más comúnmente conocidos por criollos, que en ocasiones eran hijos de padre y madre españoles, pero que en la mayoría de las veces eran mestizos, preponderantemente blancos, resultado del cruzamiento del español peninsular y de alguno de los individuos de la casta inmediatamente inferior, constituida por los híbridos. Los indígenas, que gozaban de un status legal particular, formaban otra casta, casi podríamos decir que una nación separada dentro de la nacionalidad en integración; y finalmente los negros constituían la casta más baja, la casta infame por la sangre (Aguirre, 1984: 153-154).
Continúa este autor diciendo que los taxonomistas que radicaban en México crearon a principios del siglo XIX unas clasificaciones raciales muy complicadas: “Todas estas clasificaciones eruditas pasaron a la posteridad por haber sido cuidadosamente estampadas en cuadros etnográficos, algunos de los cuales se conservan en los museos del mundo y otros, los restantes, obran en poder de personas particulares” (Aguirre, 1984: 175).
Veamos algunos ejemplos:
I. Colección Riva Palacio.
1. De español e india mestizo
2. De mestizo y española castizo
3. De castiza y español español
4. De española y negro mulato
5. De español y mulata morisco
6. De morisca y español albino
7. De español y albina torna atrás
8. De indio y torna atrás lobo
9. De lobo e india zambaigo
10. De zambaigo e india cambujo
11. De cambujo y mulata albarazado
12. De albarazado y mulata barcino
13. De barcino y mulata coyote
14. De coyote e india chamiso
15. De chamiso y mestiza coyote mestizo
II. Colección Larrauri Montaño.
1. De español e india mestizo
2. De español y mestiza castizo
3. De español y castiza español
4. De español y negra mulato
5. De español y mulata morisco
6. De español y morisca albino
7. De español y albina torna atrás
8. De español y torna atrás tente en el aire
9. De indio y negra cambujo
10. De chino cambujo e india lobo
11. De lobo e india albarazado
12. De albarazado y mestiza barnocino
13. De barnocino e india zambaigo
14. De mestizo y castiza chamiso
15. De mestizo e india coyote
III. Colección del Museo Nacional de México.
1. De español con india mestizo
2. De mestiza con español castizo
3. De castizo con española mulato
4. De español con negra mulato
5. De mulata con español morisco
6. De morisco con española chino
7. De chino con india salta atrás
8. De salta atrás con mulata lobo
9. De lobo con china gíbaro
10. De gíbaro con mulata albarazado
11. De albarazado con negra cambujo
12. De cambujo con india zambaigo
13. De zambaigo con loba calpa mulato
14. De calpa mulato con cambuja tente en el aire
15. De tente en el aire con mulata no te entiendo
16. No te entiendo con india torna atrás (Aguirre, 1984: 175-177).
Hoy las cosas no han cambiado mucho. El racismo en toda nuestra América ha sido y sigue siendo una terrible marca social, una terrible marca cultural, una gran vergüenza, como muestran, por ejemplo, las series televisivas “Ser negro en América”: http://www.cnn.com/SPECIALS/2009/black.in.america/ y “Ser latino en América”: http://edition.cnn.com/SPECIALS/2009/latino.in.america/ , trasmitidas por CNN […] No podemos olvidar que desde hace más de dos siglos los “mexicanos” comparten, junto a otros grupos bastante diferentes, la América del Norte. La mayoría de los signos importantes que a primera vista distinguen a una sociedad, a un grupo y a los individuos en particular, han sido y seguirán siendo diferentes en esta “área globalizada”. Las cinco grandes culturas que pueblan esta región, que son:
1. Mexicanos.
2. Anglosajones.
3. Latinos.
4. Estadounidenses.[76]
5. Quebequenses.
establecen líneas divisorias que no pueden pasarse por alto. Estas divisiones pueden resumirse de la siguiente manera:
1. La que separa a México de los otros países y de las otras culturas.
2. La que separa a los anglosajones de los latinos.
3. La que separa a los Estados Unidos de los otros dos países y de las otras tres culturas.
4. La que separa a Canadá francoparlante de los otros dos países y de las otras tres culturas.[77]
Además de otras muchas diferencias, que desde mi punto de vista son irreconciliables, por lo menos por ahora y en el futuro durante un gran tiempo, tal y como andan las cosas.[78] ¿Semejanzas de Estados Unidos con América Latina? ¿Semejanzas de Estados Unidos con México? ¿En qué? Queda claro que la mayoría de nosotros los latinoamericanos quisiéramos ser estadounidenses. ¿¡Ellos como nosotros…!?: “Sé, como todo el mundo, que entre estadounidenses y mexicanos hay muchas semejanzas, y también sé que muchos mexicanos quisieran ser como sus vecinos del Norte, y que hay estadounidenses que pretenden que seamos como ellos” (Zavala, 2001: 16).
En los mismos discursos presidenciales que a través de la historia se han producido en Estados Unidos, se ha expresado abierta o encubiertamente el papel de “pueblo elegido” del gigante del Norte, la “misión” (?) estadounidense de unificar a América en una misma raza y un mismo idioma. ¿Cuál será esa “misma” raza? En el área tenemos tres opciones de raza: amerindia, negra y blanca. ¿A cuál raza cree usted que se refieren? En cuanto a idiomas, son tres los más relevantes en esta parte del mundo: inglés, español y francés. ¿A cuál idioma cree usted que se refieren? Aquí no tenemos otra cosa que decir que “tiempo al tiempo”.
La poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, “La Divina”, una mujer que sufrió tanto en México y acerca de la cual ya he hablado en: http://knol.google.com/k/literaturas-escritores-y-traductores-vistos-por-delante-y-por-detrás# , le ha cantado a los negros.
NEGRILLO.
–¿Ah, Siñol Andlea?
–¿Ah, Siñol Tomé?
–¿Tenemo guitarra?
–Guitarra tenemo.
–¿Sabemo tocaya?
–Tocaya sabemo.
–¿Qué me contá?
–Lo que ve.
–Pue vamo turu a Belé,
y a lan Dioso que sa yorando
le cantemo la salabanda.
–Paléceme ben.
–Y a mí tambén.
–Toca, plimo, pol tu fe.
–¡Así, así, que lo pe se me anda!
–¡Así, así, que me buye lo pe!
–Cantémole al Redentole
la bienvinira y yegara.
–Sando ronca y resfriara,
cantalemo mal, siñole.
–Récipe de la mendole
porque tengamo voz clara:
de botica un cucharara
cuanto baste a su mecé.
–Paléceme ben.
–De los branco nos guardemo,
que tosemo a lo billaco.
–Debe de tomal tabaco,
pue tanto a neglo tosemo.
A lo Pesebre yeguemo
y a lo són de trumentiyo,
guitarriya y panderiyo,
hagamo fiesta en Belé.
–Paléceme ben.
–Y a mí tambén.
–Toca, plimo, pol tu fe.
–¡Así, así, que lo pe se me anda!
–¡Así, así, que me buye lo pe!
También “Cri Cri”, es decir el célebre y encantador compositor mexicano, veracruzano, Francisco Gabilondo Soler (1907-1990), le ha cantado a los negros, al miedo creado por el racismo, a la dismorfobia, al deseo de ser blanco, a través de su linda –y triste a la vez– y muy conocida canción “Cucurumbé”: http://www.cri-cri.net/mp3/ca026.mp3 :
La Negrita Cucurumbé
se fue a bañar al mar
para ver si en las blancas olas
su carita podía blanquear.
La Negrita Cucurumbé
a la playa se acercó
envidiando a las conchitas
por su pálido color.
Quería ser blanca
como la Luna,
como la espuma
que tiene el Mar.
Un pescado con bombín
se le acercó,
y quitándose la bomba
la saludó:
¡Pero válgame Señor!
¿Pues qué no ves
que así negra estás bonita,
Negrita Cucurumbé?
Un pescado con bombín
se le acercó,
y moviendo la colita
le preguntó:
¡Pero válgame mujer!
¿Pues qué no ves
que bonita es tu carita,
Negrita Cucurumbé?
[…] Los conflictos raciales, étnicos, culturales que se manifiestan dentro de un pueblo o grupo son muchos, variados y peligrosos, como explico en mi libro El lenguaje corporal humano, disponible en http://openlibrary.org/b/OL21783353M/El_lenguaje_corporal_humano._Un_enfoque_imagol%C3%B3gico_en_base_a_criterios_verbales_y_no_verbales :
Hoy día, 90 por ciento de los mexicanos son mestizos, en términos estrictamente étnicos, aunque como individuos sigan atrapados en las contradicciones de su ascendencia. Son tanto hijos de Cortés como de Cuauhtémoc, no son españoles ni indígenas, son mestizos, aunque no admitan su mestizaje [recordemos lo que dice una placa en la Plaza de las Tres Culturas: “El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy.”] También como país, México busca interminablemente una identidad y oscila, en forma ambivalente, entre lo antiguo y lo moderno, lo tradicional y la de moda, lo indígena y lo español, lo oriental y lo occidental. La complejidad de México radica tanto en el enfrentamiento como en la fusión de estas raíces [Y aquí es bueno recordar lo que al respecto dijo José E. Iturriaga: “Una prueba de que (en México) el mestizaje cultural está en proceso de formación y de que la reconciliación de nuestras dos sangres no se ha logrado aún radica, por ejemplo, en que el nombre de Cortés sigue siendo polémico aun ante los más equilibrados indigenistas, aparte de que en cierto modo el Conquistador sigue teniendo un símbolo adscrito a los credos políticos regresistas (Iturriaga, 1985).
[…] Últimamente, la Genómica, el proyecto más sensacional de todos tiempos para conocer y transformar al ser humano (Ruano, 2003b), ha aportado resultados sorprendentes en torno al cuerpo humano, a la herencia […] Y recordemos que en toda América, y en algunos países muchísimo más que en otros, están presentes, y en situación de mestizaje, las tres grandes razas del mundo: negros o africanos, asiáticos y blancos […]
Estas aportaciones y clasificaciones multidisciplinarias, pero principalmente genómicas, que han sido y son de gran utilidad para la ciencia a la hora de trabajar con los seres humanos, con las culturas, son en cierto sentido complejas y en algunas culturas hasta comprometedoras. Por esto, deben ser manejadas con mucho cuidado y por expertos en estos asuntos.
La realidad fisiológica, la realidad racial, la realidad genómica, de los pueblos del mundo presenta un rostro totalmente diferente al que generalmente se ha imaginado, al que tradicionalmente se ha concebido para el tratamiento de la imagen corporal externa (es decir lo que vemos por fuera) y de la imagen corporal interna (es decir, lo que no vemos, lo que está dentro del cuerpo). De tal manera, por ejemplo, en América tenemos pueblos como el de México o como el de Brasil que son todo un arco iris genómico. Esto es muy importante tomarlo en cuenta por las implicaciones médicas y sociales que de aquí se desprenden. Para considerar más detalladamente, de manera científica y también cómico-picaresca, las particularidades genómicas de los mexicanos, véase: http://www.pnas.org/content/106/21/8611.full?sid=90a83acc-f604-43c7-8180-a71cc9fb5d27 , http://eleconomista.com.mx/notas-online/tecnociencia/2009/05/11/revelan-mapa-genetico-mexicanos , http://www.youtube.com/watch?v=vHDQtGqUXRM ,http://www.youtube.com/watch?v=Qz6mRcaaD8E&feature=related , http://www.youtube.com/watch?v=9gbh3Mpg21U&feature=related , http://www.youtube.com/watch?v=klqrijZSdj8&feature=related ,http://www.youtube.com/watch?v=whj3nL-i8yQ&NR=1 , http://www.youtube.com/watch?v=y26J2oVnpEE&feature=related , etc. […]
La familia mexicana actual posee características condicionadas por la herencia cultural y por la herencia genética o herencia de las razas. De tal manera, en este amplio, variado y mestizado país podemos encontrar:
1. Familias indígenas, amerindias o mongoloides.
2. Familias caucásicas.
3. Familias negroides.
4. Familias mestizas mongolo-caucásico-negroides, nacidas en México o migrantes.
El mestizaje de un tipo de familia con otro tipo de familia dará un híbrido con características imagológicas especiales, según predomine la tradición y la herencia familiar de uno u otro componente del hibridismo […]
[…] Una de las escritoras más destacadas del México actual, Sara Sefchovich, ha comentado el racismo en México en su interesante libro País de mentiras. La distancia entre el discurso y la realidad en la cultura mexicana, editado por Océano, en estos términos:
[…] Para los estadounidenses, sigue siendo válida la copla [que se conoce desde principios del siglo XX, es decir 1910]:
Mí ya se marcha para mi tierra
porque en México no poder estar
estar muy bárbaros…
y americanos querer matar.
[Hay que recordar aquí que a los estadounidenses también se les acusa en México de introducir en este país “eminentemente católico romano” (?) sus formas religiosas, como lo expone la autora en la p. 142 de su libro] En México también se dio ese proceso [el de creer en el catolicismo o cristianismo de muy variadas maneras] Algunos creen que se debió a la manipulación externa (y acusan sobre todo al “diablo” norteamericano que quiere invadirnos a través de sus formas religiosas) […] “[México] No es necesariamente un país católico, pero es un país muy religioso y que está abierto a cualquier oferta. Aquí cualquier oferta prende rápidamente” […]
[…] La actitud de hostilidad hacia los extranjeros tiene como resultado y consecuencia la falta de interés en lo que pasa afuera de México. Los diplomáticos mismos se quejan de que “la política tiene poca o ninguna importancia”. Y estamos tan encerrados o cerrados sobre nosotros mismos, que el mundo se puede caer y seguimos como si nada.
Así fue durante los conflictos étnicos en el este de Europa y durante las guerras civiles y las hambrunas en África, cuando la brutal crisis financiera en Argentina y cuando un tsunami devastó el sur de Asia. Este último caso sirve como buen ejemplo de lo que digo: el presidente Fox tardó más de un mes en enviar dos buques con alimentos y medicinas y una turista mexicana entrevistada en el lugar dijo que “mejor se iba a Europa a seguir sus vacaciones porque allí todo estaba muy feo”.
[En México existe un racismo muy marcado, y el amor por el color blanco o raza blanca, es decir la raza caucásica, la estatura alta, los cuerpos bien formados al estilo europeo, el pelo rubio, los ojos azules o verdes, etc., llega a ser en algunos casos enfermizo, socialmente dañino y afectante hasta para la salud física] Dice la leyenda que decenas de ojos miraron por detrás de las cortinas al austriaco Maximiliano de Habsburgo cuando llegó a México porque no podían creer el color de sus ojos azules y la mata de su barba rubia, y el escritor Fernando del Paso cuenta que el presidente Juárez lo miró en silencio durante más de media hora cuando ya estaba muerto, impresionado por su estatura. En las novelas mexicanas los ojos azules y la tez blanca embelesaron por igual a Juan A. Mateos [1831-1913] que a Mauricio Magdaleno [1906-1986] (“Blanca como nube, con cabellos de elote [maíz] y nariz imperceptiblemente levantada, boca pequeña, dentadura magnífica y ojos azules, duros como el cielo”) y hasta a Carlos Fuentes. Los extranjeros han sido paradigma de forma de vida y de costumbres, incluso modelo estético […]
Los indios: ¿nuestros iguales?
En el paisaje visual de México están (siempre han estado) los indios: los vemos en los pueblos y rancherías, en los campos y cerros, en las calles de las ciudades, con su piel cobriza y su corta estatura, con su miseria a cuestas y sus “particularidades fenomenológicas” como les llama José del Val: su indumentaria, sus artesanías, sus maneras de hablar.
Los indios también están en nuestro paisaje discursivo, porque el discurso, sea el oficial o del de oposición, sea el dominante o el alternativo, los saca a colación con el menor pretexto, unas veces (dependiendo de la época y las modas ideológicas) para acusarlos y culparlos de nuestro retraso y otras para alabarlos y considerarlos nuestra esencia y fundamento.
Y por fin, los indios están en nuestro paisaje cultural, en algunos giros lingüísticos, en cierta estética, modas y costumbres, particularmente las festivas y las culinarias.
Donde no están es en nuestro paisaje auditivo (no los oímos) ni es nuestro esquema mental (pues para los no indios, los que sí lo son no existen como seres humanos sino solamente como estereotipos).
¿Qué es un indio?
El vocablo fue creado por los colonizadores para designar a los pobladores que ya vivían en el territorio cuando ellos llegaron a este lado de la mar Océano. Como a la tierra recién descubierta le llamaron “Las Indias”, a sus habitantes les llamaron “los indios”, sin hacer distinciones ni étnicas ni culturales entre los muchos y muy diversos grupos [a la llegada de los europeos a México existían en este país unos 170 grupos de “indios” diferentes, si tomamos en cuenta la clasificación de lenguas o idiomas]. Por eso Guillermo Bonfil [Batalla, antropólogo y etnólogo mexicano, 1935-1991] decía que la palabra indio es una categoría que “no denota ningún contenido específico de los grupos que abarca, sino una particular relación entre ellos y otros sectores del sistema social global del que forman parte”.
Y en efecto, lo único que sin duda sí denota el vocablo es que se trata de un “otro”, de un “diferente”.
Sin embargo, el término se sigue utilizando, porque sirve para designar algo realmente existente: eso que Víctor M. Toledo llama “el sector descendiente de la matriz mesoamericana”, es decir, aquellas personas que a pesar de que tienen características antropomórficas, culturales y lingüísticas diferentes, así como grados distintos de desarrollo, tienen, como afirma Guillermo Bonfil, “un proceso civilizatorio único que les otorga una unidad básica más allá de sus diferencias y peculiaridades”. Estas peculiaridades, dice Jean Piel, son principalmente, ciertos modos de producción, particularmente la agrícola pero también la minera y la artesanal y ciertos rasgos generales que constituyen uno de los elementos fundamentales de su identidad cultural, y que tienen que ver con la religión, la estructura de la vida comunitaria, la relación con el trabajo y con la naturaleza, o como apunta López Austin, “una peculiar manera de concebir al mundo y de obrar en él”.
Hoy día, a esa perspectiva a partir de la cual se identifica al indio, se le agrega una más según la cual nos preguntamos si indio es quien así se considera y se autoatribuye esa condición o si lo es aquel a quien desde afuera así lo consideran y se lo atribuyen.
[…] A los europeos no les gustó lo que vieron [cuando llegaron a América]: les desagradó la gente que encontraron, con sus extrañas costumbres y su creer en muchos dioses. Y entonces, pues simplemente lo descalificaron: “Nada quedó a salvo, todo fue sometido a un proceso de desintegración y desvalorización implacable”, escribió Enrique Florescano. De entonces son ideas como la que escribió Juan de la Puente en un libro muy leído en el siglo XVI: “Influye el cielo de la América, inconstancia, lascivia y mentira, vicios propios de los indios”. Y de entonces es que dudaron de si se les podía considerar humanos y si tenían alma. Tuvo que llegar un papa para decretar que sí lo eran y sí la tenían […]
¡Ay, América Latina, paraíso de la desigualdad…! Una América Latina llena de negros, de prietos, de mulatos, de jabados, de indios y de blancos venidos a menos, es decir los descendientes de aquellos “supuestos blancos”, pobretones y rústicos, que vinieron desde España y Portugal a América en busca de fortuna, de estos descendientes de peninsulares que nacidos en América intentan por todos los medios “zezear”, es decir hablar como se habla el idioma español de Castilla, para “diferenciarse de ‘la otra raza americana fea, sucia y maloliente’”, y que lo único que crean en realidad es todo un teatro ridículo y comiquesco con ese intento pendejo y burlesco de zezeo, que más que zezeantes son dislálicos… Claro que, a discreción y según las “conveniencias y exigencias de lugares, tiempos, adaptabilidad, desempeños y nacionalidades…”, tanto al nivel de niños como al nivel de adultos, se puede zezear o no:
Mucho se debate sobre la auténtica nacionalidad del secretario de Gobernación. Lo cierto es que a sus 25 años aún hablaba con un marcado acento español, zeseaba [aunque vivía en un estado de México llamado Campeche, en la península de Yucatán] Así lo demuestran los tres audiocasetes relacionados con el secuestro del ahora secretario de Gobernación que tengo en mi poder. Las cintas forman parte de las más de siete mil grabaciones que se encontraron en 1998 en el interior de una casa de espionaje montada en la ciudad de Campeche por orden del gobernador del estado […] la cual funcionó hasta 1997 […] (Hernández, 2008:98).
El “trauma racial” ha llegado a ser tan grande en América que los esclavistas y racistas de origen peninsular, españoles y portugueses, que se consideraban a sí mismos “blancos” –pero que a los ojos de “la otra Europa” no lo eran, debido al conocido enigma étnico de Hispania– también fueron mal vistos y rechazados por otros “blancos” (?) en el Nuevo Mundo: “El mito del hombre blanco llegó a estar tan fuertemente arraigado en el pensamiento de los intelectuales latinoamericanos de orientación positivista del siglo XIX, que aun el tipo español y latino llegó a ser subestimado” (Jaramillo, 1993: 37). Pero, peor aún, este “trauma racial” de América Latina se mantuvo durante todo el siglo XX y sigue en pie con una fuerza brutal y estúpidamente desmesurada en el siglo XXI. En el siglo XX, por ejemplo, es inconcebible que en la América Latina apareciera una tan marcada preferencia por el nazismo, por el fascismo, por la Alemania hitleriana y sus aliados […] Es inconcebible, impensable, que un hombre como el mexicano José Vasconcelos Calderón: http://es.wikipedia.org/wiki/José_Vasconcelos_Calderón#Ap.C3.B3stol_de_la_educaci.C3.B3n fuera nazi, fuera hasta “agente secreto al servicio de la Alemania nazi” (Martín, 2009:283-355) […] y todo esto era Vasconcelos “entre otras cosas”, porque recordemos que este individuo, que odiaba tanto a Benito Juárez, que desprestigió tanto a Benito Juárez en absolutamente todos los lugares en donde podía y en donde lo dejaban, tanto de manera oral como de manera escrita, era uno de los hipócritas e inmorales más grandes que ha tenido la historia de México, y que jugaba “al dios y al demonio” tanto con el pueblo de México como con la política, la religión, la Iglesia, la ideología, la filosofía, la educación, los valores, las relaciones públicas y las relaciones internacionales, ”pasando gato por liebre” cada vez que podía y también cada vez que se lo permitían […] recordemos que los niveles de perversión de José Vasconcelos llegaron a tal punto que aquí en Estados Unidos de América violó a una menor, y que por este motivo fue expulsado “deshonrosamente” de este país, y que por este motivo tuvo que volver a un México al que ya despreciaba y criticaba amargamente, cuestión que comenta abiertamente y sin tapujos uno de los investigadores más reconocidos del México actual, Francisco Martín Moreno, en su libro Arrebatos carnales. Las pasiones que consumieron a los protagonistas de la historia de México: “Nunca me he encontrado a un mexicano bien agradecido. La hierba mexitl es una hierba maldita y venenosa que se daba a la orilla del Lago de Texcoco, precisamente en el lugar donde los aztecas fundaron su imperio. De ahí, de esa hierba maldita, deriva el nombre mexica, México y sus habitantes mexicanos, malditos y venenosos por definición [(2009:342-343)] La vida se me complicó en Estados Unidos cuando el padre de una pochita me acusó ante los tribunales de haber abusado de ella […] Por esos días que me preparaba para el litigio y la deshonra fui expulsado, para colmo, de ese maldito país del modo más indigno y sin recibir explicación alguna. ¡Fuera! De golpe me vi en la frontera, obligado contra mi voluntad a volver a México…” (2009:345-346). ¡Háganme el favor: mestizos, los de “raza no pura”, los “no arios”, los “culiprietos”…! Y sí, como ya he dicho otras veces: en esta América Latina, tan atrasada, desorientada, confundida, fanática, analfabeta, dismorfóbica, con tan poca autoestima y tan poco respeto por sí misma, como en Macondo, el pueblo ficticio de Cien Años de Soledad, la gente se levanta todo los días buscando ver a qué coño le tira para sentirse más personas, más seres humanos, menos anormales, menos burros, menos feos, menos prietos, menos pobres y menos sulacranes o tracatanes o achichincles o gatos… ¡Qué tremenda falta de respeto hacia sí mismos…! ¿Pero qué habrían pensado y qué pensarán estos tarados, estos jodidos del coco, estos cabezas huecas, estos alucinados, estos acomplejados, estos eugenésicos mestizos y traseros oscuros, prietos y deformes de la cabeza, que a ellos los nazis no los iban a confinar en campos de concentración, en campos de exterminio, que no los iban a asfixiar en las cámaras de gas…? ¡Pobre gente tarada estos nazis prietos y mestizos latinos…!:
[…] En las naciones latinoamericanas una muy buena parte de la tribuna aplaudía las acciones nazis. En México se vitoreaban las noticias favorables a Alemania y se abucheaba la información referente a los triunfos aliados.
En los albores de la década de los cuarenta, ni siquiera los gobiernos del tercer mundo ocultaban su preferencia por los nazis. En México, el propio [Manuel] Ávila Camacho [54o presidente de México, entre 1940 y 1946] presumía ser miembro del club Hípico Germánico: “le gustaba la cerveza alemana y admiraba la marcialidad y pomposidad de los desfiles militares en Berlín” […]
Entre la sociedad civil latinoamericana se reproducían y multiplicaban las organizaciones de corte fascista […] Todas estas agrupaciones [latinoamericanas] llevaban a cabo campañas de propaganda y emprendían acciones contra los judíos en sus respectivos países […]
Reconociendo la importancia de la radio y las posibilidades que tenían de generar simpatías en nuestro continente [América], el aparato de inteligencia nazi tomó la decisión de utilizar a México como plataforma para la penetración ideológica de Latinoamérica. Nuestro país contaba con una ventaja fundamental: sus estaciones de radio cubrían casi todo el continente, sobresaliendo por su cobertura la XEW.
Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial la propaganda alemana se centró en diatribas antisemitas y en la urgencia de lograr la “higiene racial”. Para los seguidores del Führer la raza aria representaba lo mejor de la humanidad, por su parte, los teóricos del Partido Nacional Socialista, aseguraban que la decadencia de la civilización era resultado de que los arios se hubieran mezclado con otros grupos raciales. La contraposición a los arios eran los gitanos y los judíos [nada más y nada menos que el pueblo y la raza del “Jesús” o “Cristo” que tanto invocaban los nazis] Desde que Adolfo Hitler arribara al poder, convirtió a estos pueblos en el enemigo número uno de Alemania, culpándolos de todos los males económicos, políticos y culturales […]
[Y en México, los Camisas Doradas, que eran resultado de Acción Revolucionaria Mexicanista, tenían como consigna] “Sangre judía, sangre judía y cada día más sangre judía debe fluir si deseamos salvar a nuestra patria amada [México], por esta razón deben llevarse a cabo campañas de exterminio contra los 30,000 judíos de México [en los años de 1930-1940] […]
[…] Los servicios de inteligencia de los países del Eje [es decir los aliados de la Alemania hitleriana] utilizaron diversas posiciones en la frontera de México con Estados Unidos […] A partir de 1940 […] los agentes nazis y japoneses profundizaron sus acciones en nuestro territorio [en México] Una de las estrategias que recibió mayores impulsos y recursos económicos fue la dirigida a fortalecer el movimiento sinarquista mexicano. Los nazis consideraban a esta organización [es decir a la Unión Nacional Sinarquista, de México] como su aliada, por el corte fascista de la misma […] Durante mucho tiempo, el sinarquismo [mexicano] fue controlado por una organización secreta denominada La Base, que impuso como dirigente principal, hacia los años cuarenta, a Salvador Abascal [Infante]
[…] Por desgracia, así como el imperialismo inglés y norteamericano había dejado heridas en la piel de los pueblos latinos, los prejuicios, el catolicismo fanático y un mal comprendido sentimiento de desventaja económica servía la mesa para que se sentara un incomprensible e insensato odio racial. La prensa mexicana comenzaría a publicar artículos contra la comunidad judía y en defensa del movimiento nazi a partir de 1936 […]
La campaña eugenésica promovida por los nazis también recorrió el país [de México] alcanzando su punto más alto en 1941, cuando Alfredo Saavedra, uno de los fundadores de la Sociedad Mexicana de Eugenesia recomendó al gobierno crear el Departamento de Higiene Racial. Aunque Saavedra argumentara la necesidad de que “se estudiara medidas socialmente benéficas” para el país [de México], la verdad era que su propuesta pretendía replicar a los Tribunales de Sanidad Hereditaria que operaban en Alemania desde 1934 y que eran los responsables de esterilizar, obligatoriamente, a todos los retrasados mentales, incapacitados, enfermos congénitos, alcohólicos, esquizofrénicos y cualquier otra persona que sufriera alguna de “las doce enfermedades”, determinadas por los médicos nazis como adversas al desarrollo de la raza aria […]
La Comunidad del Pueblo Alemán en México se fundó en enero de 1935, bajo el control de Wilhelm Wirtz y Arthur Dietrich. No pasó mucho tiempo antes de que esta organización se convirtiera en la más grande del país. El trabajo de esta agrupación estaba hermanado con la labor que llevaba a cabo el entonces respetado Colegio Alemán, que a partir de 1933 fue dirigido por un miembro del partido nazi: Friedrich W. Schröter, quien abrió las puertas de la escuela a todos los niños alemanes, sin importar su clase social, con el objetivo de difundir las ideas nacionalsocialistas. Gracias a esta política, el número de alumnos se duplicó entre 1936 y 1940 […]
[Y en México, a los alemanes “tibios” que en su momento no querían colaborar con los nazis se les intimidó con un] “terrorismo en frío” […] (Cedillo, 2007).
[Y los judíos que vivían en México para los años 1930-1950 se salvaron “por un pelito”, porque de haber quedado José Vasconcelos de presidente habrían sido echados de México, en el mejor de los casos, porque en el peor de los casos Vasconcelos, excelente alumno de Hitler, Mussolini y Franco, quién sabe qué habría hecho con los judíos mexicanos, o mejor dicho, considerando lo que hizo Hitler con los judíos en Alemania, sabríamos muy bien la suerte que habrían corrido miles de judíos residentes en México. Exponemos aquí algunas palabras del libro Arrebatos Carnales. Las pasiones que consumieron a los protagonistas de la historia de México, del autor Francisco Martín Moreno, editado en 2009 por Planeta] Confieso, lo confieso: intenté ser gobernador de Oaxaca y perdí […] Intenté ser presidente de la República [de México] al ganar las elecciones de 1929 y volví a perder […] Mi última gran oportunidad de hacerme del poder la perdí cuando los Aliados derrotaron a las Potencias del Eje, en 1945. Era claro que Hitler ya no podría ayudarme a materializar mi más caro anhelo. [Francisco] Franco negoció en forma truculenta con Roosevelt y Truman de tal manera que mi querido dictador español se olvidó de impulsar el fascismo en América, de acuerdo a sus intereses políticos […] A lo largo de las páginas de [la revista] Timón, sostuve y sostuvimos que «Hay que hacer limpieza» y abogar por la expulsión de elementos judíos de la República Mexicana… «México no puede transformarse en la cloaca máxima de todos los detritus que arrojan los pueblos civilizados.» […] «Hasta las piedras saben que la democracia quedó enterrada desde el día en que los principales pueblos de la época entregaron sus destinos, ya no la libertad de sufragio, como en las pequeñas repúblicas medievales de Italia, o de España, sino a las mafias judeo-masónicas que han venido explotando el afán y la angustia, la inocencia y la desventura de las naciones.» […]
¿Qué se suponía que querían los “eugenesistas” mexicanos, acabar con todos los mexicanos, dejar a México sin mexicanos? ¿Quién se suponía que iba a poblar a México: los “blancos puros de verdad”, de dónde, cuáles, on’ tan…? ¿Es que acaso los mexicanos no son, como siempre lo han sido, desde la llegada de los europeos a México, el resultado de la mezcla de tres grandes razas: asiáticos o mongoloides o amerindios o semitas o como se les quiera llamar por un lado, caucásicos o europeos o jafitas o como se les quiera llamar por otro lado y, finalmente, negros o negroides o africanos o cananeos o como se les quiera llamar? Esta gente, los eugenesistas mexicanos, o estaba en la loca total o de plano padecían “pendejitis aguda”. ¡Imaginen, nada más y nada menos que un mexicano promedio, habitual, tan mestizo como todos nosotros los latinos –y si algún latino duda lo de su mestizaje, entonces que se mire el trasero; pero que se lo mire bien, detenidamente…– hablando de “eugenesia” y de “higiene racial”…! ¡Por favor…! ¡Tremendo problema…!, ser negro, ser prieto, ser indio, ser jabado, y verse en el espejo, saber que se es negro, que se es prieto, que se es indio, que se es jabado, y querer pasar por “blanco y puro”, como el negrito Tomás: http://www.youtube.com/watch?v=b9wTCWKXMnI&feature=related , http://www.youtube.com/watch?v=Xk2qCpiYF3M&feature=related […] Como se dice por allá…: “En fin, el mar…” […]
ЯRConsultores de Imagen Social® Imagólogo, paisólogo, filólogo y lingüista Fernando Antonio Ruano Faxas
SEMINARIO SOBRE PAISOLOGÍA E IMAGOLOGÍA MEXICANAS
Diapositiva 204
Estados Unidos de América
ruanofaxas@gmail.com
¿Quién fue “realmente” JOSÉ VASCONCELOS (José María Albino Vasconcelos Calderón, Oaxaca, 28 de febrero de 1882 – ciudad de México, 30 de junio de 1959), llamado “Apóstol de la Educación”, y creador del lema que aparece en el escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU“? ¿Qué habría pasado con México de haber sido electo presidente José Vasconcelos, por los años de 1930-1950? ¿Qué pensaba “realmente” y “sinceramente” José Vasconcelos acerca de Hitler, Mussolini y Franco: http://knol.google.com/k/racismo-en-m%C3%A9xico# ?
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
ЯRConsultores de Imagen Social®
Hacia la calidad integral sin fronteras
http://openlibrary.org/a/OL807084A
http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas
http://openlibrary.org/search?q=ruano+faxas&offset=20
http://openlibrary.org/a/OL6500100A/Ruano-Faxas%2C-Fernando-Antonio-y-Paulina-Rend%C3%B3n-Aguilar
[63] El tratamiento del color en todos sus aspectos y temas puede hacerse a través de: Rosa Gallego y Juan Carlos Sanz (2001). Diccionario del color. España, Akal; Eulalio Ferrer (2000). Los lenguajes del color. México, FCE. Para los especialistas en Ingeniería en Imagen de México recomiendo, en especial, los siguientes capítulos de Los lenguajes del color: capítulo II: “El color en la historia de México”, 49-73 y el capítulo XI: “El color en la moda”, 313-368.
[64] Mark. L. Knapp, op. cit., 151-165.
[65] Carlota Solé (1995). Prevenir contra la discriminación. Actitudes y opiniones ante la inmigración extranjera. España, Consejo Económico y Social. Para considerar las particularidades de la discriminación en México, véase Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México: http://www.sedesol.gob.mx/subsecretarias/prospectiva/subse_discriminacion.htm# . Para considerar cómo se produce la discriminación entre los niños y las niñas, y los adolescentes, véase: Gina Solari y Marco Sotelo (coords.) (2006). Lucha contra todas las formas de discriminación en niños, niñas y adolescentes en Centroamérica. Suecia, Save the Children, disponible en www.scslat.org/web/publicaciones/interna.php?xid=295&xfontmore=1&xleng=e&xopcp=5 .
[66] Teun A. van Dijk (2003). Racismo y discurso de las élites. España, Gedisa.
[67] J. H. Griffin (1960). Black Like Me. Boston, Houghton Mifflin, 121-122, apud Mark. L. Knapp, op. cit., 159. El racismo ha estado presente en la historia y la actualidad, y en las más variadas esferas de la vida humana. El racismo, a través de los llamados “filtros raciales”, marca la vida de los individuos y las comunidades de manera “positiva” o “negativa”. Los individuos que pertenecen a las “razas en desventaja” son condicionados, manipulados, rechazados y hasta agredidos verbal y corporalmente, y en el mercado y la actividad de compra-venta inmobiliaria estadounidense, por ejemplo, son tratados de manera deshonesta y estafados por los agentes de venta y los bancos. Algunos de los problemas que pueden presentar las “razas en desventaja” pueden ser consultados en www.ftc.gov/espanol .
[68] http://www.swif.uniba.it/lei/rassegna/000429.htm .
[69] En este sentido pueden verse, por ejemplo, los siguiente videos: Las grandes culturas americanas, disponible en http://www.youtube.com/watch?v=6J-yl9Ba7zw&feature=related y Áreas culturales de América, disponible en http://www.youtube.com/watch?v=OF2-28FH3dE&feature=related .
[70] Como también plantea fray Diego Durán en su Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la Tierra Firme.
[71] Todo parece indicar que entre los conquistadores-escritores de América, el más acérrimo enemigo de los indios fue Gonzalo Fernández de Oviedo. En su obra Historia general y natural de las Indias se refleja el crudo rechazo a la raza indígena, la segregación racial y la abominación por la cultura indígena.
[72] Recomendamos la lectura de estas génesis mesoamericanos. Estos textos que tratan la creación del mundo y del hombre, según la visión de los prehispánicos del área, son sencillamente fascinantes. Para los antiguos mesoamericanos el mundo era rectangular, y fue creado después de varios intentos de creación, por ensayo-error. Los límites del mundo estaban establecidos por la salida y el ocaso del sol. Si observamos con deteniendo, podremos apreciar que a imagen de “su” mundo, es decir rectangular, se construyeron los pueblos, las milpas, los templos, los altares domésticos y muchos vestidos o ropas, todos rectangulares. También había colores importantes en esta cosmogonía mesoamericana. Así, por ejemplo, los mayas distinguían el norte con el blanco, el este con el rojo, el sur con el amarillo y el oeste con el negro. Para los antiguos mayas, los monos descienden de unos hombres de madera –criaturas amarillas, secas, sin sangre, sin expresión, ingratos, irrespetuosos con los dioses y de inteligencia limitada– que habitaban los árboles.
[73] http://es.wikipedia.org/wiki/Cam , http://es.wikipedia.org/wiki/Cana%C3%A1n .
[74] Para tratar los mitos mexicanos véanse, por ejemplo: Enrique Florescano (coord.) (2003). Mitos mexicanos. México, Taurus; Jorge Carrión (1975). Mito y magia del mexicano. México, Nuestro Tiempo; Gabriel Careaga (1998). Mitos y fantasía de la clase media en México. México, Cal y Arena; Macario Schettino (2007). Cien años de confusión. México en el siglo XX. México, Taurus; Alfredo López Austin (1990). Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana. México, Alianza Editorial; Michel Graulich (1990). Mitos y rituales del México antiguo. Madrid, Colegio Universitario de Ediciones Istmo.
[75] Acerca de los grandes problemas de la interpretación del origen y la vida de los peninsulares ibéricos, pueden consultarse los siguientes materiales: Américo Castro (1982). La realidad histórica de España. México, PORRÚA; María Luisa Ruiz-Gálvez Priego (1990). Prehistoria de España. México, REI; Rafael Lapesa (1991). Historia de la lengua española. Madrid, Gredos, especialmente las páginas 13 a la 52, en donde se plantea que en España hay “nombres de multitud de pueblos y tribus de diverso origen, que pulularon en abigarrada promiscuidad”; Antonio Sánchez Barbudo (1980). “Sobre España y los españoles: una visión desde fuera y desde dentro”, en Ensayos y recuerdos. Barcelona, LAIA.
[76] Para considerar las particularidades geográficas y socioeconómicas en los Estados Unidos, véase: Eva S. de Kras, op. cit., XII-XIV.
[77] Iván Zavala (2001). Diferencias culturales en América del Norte. México, UNAM-PORRÚA, 51-60, 376-403.
[78] Este tema de las diferencias abismales entre latinoamericanos y estadounidenses, entre mexicanos y estadounidenses, es viejo, como puede verse en Waldo Frank (1942). Ustedes y nosotros. Buenos Aires, Losada; Luís Alberto Sánchez (1945). ¿Existe América Latina? México, FCE; Russell Humke Fitzgibbon y Flaud C. Wooton (1946). Latin America, past and present. Boston, Heath and Co; Daniel Cosío Villegas (1949). “Los problemas de América”, en El ensayo: siglos XIX y XX. México, Promexa, 316-331. Más recientemente, se puede consultarse a: Alan Riding (2002). Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos. México, Joaquín Mortiz; Eva S. de Kras (1990). Cultura gerencial México-Estados Unidos. México, Grupo Editorial Iberoamericana; Iván Zavala (2001). Diferencias culturales en América del Norte. México, UNAM-PORRÚA; Fernando Antonio Ruano Faxas (2003). Qué entender por calidad y calidad de vida en el trabajo. México, Ediciones ЯR; Robert H. McBridge (1981). Mexico and the United States. EE. UU., Prentice Hall; Lorenzo Meyer (1982). México-Estados Unidos. México, El Colegio de México.