[…] La maravilla, el esplendor, la perfección, la gracia, la elegancia […] del lenguaje del cuerpo humano en movimiento se demuestra especialmente a través de las artes, del deporte
http://knol.google.com/k/mil-felicidades-a-brasil-r%C3%ADo-de-janeiro-por-los-juegos-ol%C3%ADmpicos-2016-y-el# […] y todas las demás pretensiones en este sentido son, ni más ni menos, “cuentos de camino” […]
http://www.youtube.com/watch?v=SEOmKbvHT_U&feature=related ,
http://www.youtube.com/watch?v=RA1wcC1Fre4&feature=related ,
http://www.youtube.com/watch?v=eP6AJXprOXc&feature=list_related&playnext=1&list=PL0507DD3C9DED76D5 ,
http://www.youtube.com/watch?v=K4n0x1hijHE ,
http://www.youtube.com/watch?v=xYW64moSLKg&feature=related […]
http://www.youtube.com/watch?v=NIkRMxf9jC4&feature=related […]
Vídeo de YouTube
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[…] Otro tema muy interesante, relacionado con el movimiento corporal, con los gestos, con los ademanes, es el de las formas que adopta el cuerpo al bailar, al moverse al compás de la música, ya sea en la danza clásica o ballet,
[1] la danza folclórica o baile folclórico o el baile popular. Claro que en absolutamente todos los tipos de bailes, de danzas, hay “líderes” y “los demás”. Así, por ejemplo, no es lo mismo ver bailar (disfrutar, deleitarse) a una bailarina de ballet de la talla de la líder cubana
Alicia Alonso (
http://es.wikipedia.org/wiki/Alicia_Alonso ) […] con 90 años de edad cumplidos y 70 años bailando, una mujer que lo mismo baila de manera brillante, genial, lideral, el más sofisticado y exigente ballet europeo, como es el caso de
Giselle (
http://www.youtube.com/watch?v=eMyYsjm278Y&feature=related ) y de
Odile ( http://www.youtube.com/watch?v=2KIqeQHaaBM&feature=fvw ), entre muchos otros que ha bailado esta líder del ballet mundial, que el más difícil y particular ballet latino, como es el caso del complejísimo ballet
Carmen ( http://www.youtube.com/watch?v=Fp4ojskZIYI ), es decir a una bailarina bailando todo tipo de ballet “brillantemente”, que ver a “los demás”, también destacadísimos, por supuesto, algunos inclusive cubanos pero prácticamente desconocidos en Cuba, como es el caso de Dulce Anaya (Dulce Wohner Ventayol)
http://www.elnuevoherald.com/2012/01/23/1108923/dulce-anaya.html […] Claro, aquí sabemos muy bien que todo el que salga de Cuba, por el motivo que sea, aunque no tenga que ver en nada con el anticomunismo, con el anticastrismo, con la Revolución Cubana, ES BORRADO POR LA FALSA HISTORIA QUE SE HACE DENTRO DE CUBA POR LAS AUTORIDADES DICTATORIALES CASTRISTAS […] Claro, hoy existe Internet, las redes sociales, hoy ya no es tan fácil que los Castro puedan borrar a los cubanos que no son de su agrado […] Por algo
es la cubana Alicia Alonso la única Prima Ballerina Assoluta (
http://fr.wikipedia.org/wiki/Prima_ballerina_assoluta )
en todo el Continente Americano y en toda Iberoamérica […] Este grado o título de Prima Ballerina Assoluta se entrega desde 1894, y desde ese entonces solamente 11 mujeres lo han obtenido:
[…] No es lo mismo ver cantar y bailar a la líder “La Reina de la Salsa”,
Celia Cruz (
http://www.youtube.com/watch?v=Js0rKmv-0Iw ,
http://www.youtube.com/watch?v=t9Q5qDxNB2Q&feature=related ,
http://www.youtube.com/watch?v=VqIN9ja2Hoc&feature=related ,
http://www.youtube.com/watch?v=jU9vNCg0T1U&feature=related ), que a los demás salseros y salseras, rumberos y rumberas, guaracheros y guaracheras…, también excelentes, por supuesto… […] Sin duda alguna la música latina es la más tocada, la más oída, la más bailada, y “por ahí” se dice que la mejor, porque pone a hervir la sangre y a cabalgar el corazón, “entre otras cosas” […] existen cientos y cientos de artistas que recrean en los más diversos géneros y estilos la llamada “música latina”; pero “los mejores cantantes y músicos de la música latina” ya están más que consagrados en la meca del mercado […]:
http://www.youtube.com/watch?v=FJN5WH2vaZo ,
http://www.youtube.com/watch?v=oSL3kNA8isI&feature=channel […]
Muchas veces se ha dicho que la música es una medicina para el cuerpo, para el alma,
[2] especialmente en estos días tan ajetreados y estresantes de una “globalización confusa”, de una “mundialización confusa”. Son varios los autores que tratan este tema de la relación de la música con la danza y, éstas dos, con el movimiento del cuerpo –independientemente de la relación de la música con otras esferas de la actividad humana
[3]–, tema especializado de por sí, pero presente, por lo menos en su forma popular, en todos los individuos:
Para la ciencia, la música representa un gran misterio. Aunque la música no se utiliza para una comunicación explícita (como el lenguaje oral [o en cierto sentido en el lenguaje corporal de los sordomudos]) y no conlleva un propósito de supervivencia, sí ha tenido una importancia central continua en la experiencia humana y es un lenguaje universal comprensible por oyentes de cualquier cultura.
La música tiene una enorme influencia en nuestro estado de ánimo [y, por supuesto, en las imágenes corporales, en las formas que adopta el cuerpo, en los gestos, en los ademanes], puede inducir emociones que oscilan entre una profunda tristeza, fervor patriótico e intensa alegría [además de los estados de excitación sexual]. Sin duda, la habilidad para experimentar y reaccionar a la música está profundamente arraigada en la biología de nuestro sistema nervioso. Es por ello que la comprensión de las características de la música y de su organización cerebral ha representado un desafío. Con técnicas de neuroimagen
[4] se está empezando a investigar la habilidad para concebir, componer, leer, interpretar, percibir y disfrutar la música.
Las habilidades musicales representan una de las formas de inteligencias postuladas por Howard Gardner, relativamente independiente de otras capacidades intelectuales.
[5]
[…] Nacemos, además, con la capacidad para percibir aspectos de entonación del lenguaje. Todos los adultos al dirigirnos a los bebés tendemos a utilizar entonaciones exageradas, repetitivas y rítmicas. Indudablemente, nuestro lenguaje tiene propiedades musicales.
[…] Curiosamente, el analfabetismo musical es aceptado en nuestra cultura. Pero en algunas sociedades de África, la situación es diferente: desde la primera semana de nacimiento los niños son introducidos a la música y baile de sus madres, y los padres les hacen pequeños tambores; a los dos años de edad existen grupos en donde se les enseña a cantar; a los cinco años de edad estos niños africanos pueden cantar cientos de canciones, tocar varios instrumentos de percusión y ejecutar docenas de intrincados movimientos. En algunas ceremonias de otras culturas, a las personas con menos talento se les obliga a acostarse en el piso, mientras que los de talento tocan y ocupan un puesto sobresaliente. En otras culturas contemporáneas, como China, Japón y Hungría, se espera que todos los niños tengan habilidad para cantar y ejecutar algún instrumento musical.
[…] Cierto tipo de música logra modificar nuestra actitud sentimental en un momento dado. Algunos estudios confirman que la música puede producir efectos en la frecuencia cardiaca, las ondas cerebrales, la presión arterial y los niveles de hormonas asociados al estrés.
También se ha encontrado que la música permite desacelerar y actualizar las ondas cerebrales. Nuestro cerebro produce ondas eléctricas que pueden ser registradas en un estudio llamado electroencefalograma (EEG), utilizado por los médicos para identificar enfermedades como la epilepsia […]
Existen también estudios de cómo una pieza musical puede afectar el estado de ánimo. Se ha descubierto que las melodías alegres inducen estados eufóricos y las tristes producen depresiones anímicas.
[…] en la antigua Roma [en la Alemania nazi, en las dictaduras castrenses], las marchas militares estimulaban la moral de los soldados. Las melodías que se emiten en los aviones y en las salas de espera de los médicos [así como en las antesalas y áreas de espera de las oficinas, en las empresas] están pensadas para inducir la relajación de pasajeros y pacientes [y los que esperan, los que van a ser entrevistados, etc.]. Los centros comerciales tienen música de fondo para elevar el estado de ánimo de los compradores y aumentar sus ventas […] las composiciones con ritmo rápido inducen a los clientes a caminar más deprisa, mientras que las piezas lentas incitan al consumidor a caminar más despacio y en consecuencia esto les permite tener más tiempo para ver mejor las mercancías […]
La música latinoamericana, como la salsa, la rumba y el merengue, tiene un ritmo muy vivo y un paso que puede acelerar el corazón, aumentar las respiraciones y poner todo el cuerpo en movimiento. La samba tiene también la rara habilidad de estimularnos y tranquilizarnos.
[…] a pesar de que la música no cumple una función específica para nuestra supervivencia, es indudable que desempeña un papel central en nuestras vidas, ya que intensifica nuestras emociones [y, por consiguiente, nuestra imagen corporal], nos hace utilizar nuestra imaginación, y sin ella probablemente seríamos menos sensibles y sociables. La música no sólo puede elevar nuestro espíritu sino también conectar nuestro cerebro (Ostrosky-Solís, 2000: 146-161).
Cuando se habla de música, generalmente el hombre urbano, de la ciudad, el hombre moderno, occidental, piensa en melodía o en baile, en placer; pero no en trabajo. Hemos olvidado que la música, el canto, también han estado y están, todavía en muchos lugares del mundo, relacionados directamente con el trabajo:
Es patrimonio de los pueblos, aun de los primitivos y entre más primitivos más acentuado, el acompañar con cantos las faenas diarias cualesquiera que ellas sean, sobre todo las más fatigosas, aquellas que requieren un esfuerzo continuado y paciente. Son los trabajos de esfuerzo muscular los que necesitan, para afirmar su ritmo, sincronizarlo y hacerlo menos deprimente para el individuo que los ejecuta, el ir acompañados de cantos cuyas inflexiones oscilan de acuerdo con los batimientos y pulsaciones rítmicas, siguiendo en todo las combinaciones e intervalos en que se suceden dichos ritmos, sobre todo cuando el trabajo es realizado en reunión de varios individuos.
[6]
La música unida al trabajo también ha expresado la historia y el dolor de muchos pueblos:
El marco del inmenso río Mississippi por donde surcaban los grandes barcos de vapor resulta inseparable de la imagen del surgimiento de los cantos de esclavos en las localidades sureñas de Estados Unidos. Trabajadores de los campos algodoneros liberaban sus pesares buscando analogías entre la esclavitud y los pasajes bíblicos que daban esperanzas a los oprimidos. El río Mississippi se identificaba con el Jordán, que corría hacia la vida eterna y la libertad más allá de la muerte. En el trabajo, el murmullo acompasado convertido en cantos acompañaba las faenas manuales. La vida de los esclavos se llenó de worksongs (tristes cantos de trabajo). Para los habitantes de los ghettos en las grandes ciudades el blues fue el nexo que los unió con el campesino, también sumido en la marginación […] El blues representa la música de los vencidos, la aceptación del dolor. Donde es más popular es precisamente en los estados en que el negro tuvo la peor vida […] Es Mississippi el estado que ha producido el mayor número de cantantes, probablemente porque el blues se inspira en la pobreza y la segregación, y porque es la música de las clases más bajas de los negros americanos […] Hoy el blues está en plena retirada […] Pero los blues no sólo son considerados anticuados por su forma musical. Lo son, sobre todo, porque representan una sensibilidad superada por las nuevas generaciones. ¿Será que las clases negras que se han aburguesado quieren olvidar su pasado y asociarse con la América blanca? Es probable en algunos sectores pero, más que nada, porque el blues representa la vida del suburbio. Es una música diabólica, asociada al desenfreno: al bar, al bailongo. El bluesman es un hombre que vive en ambientes de violencia: de alcohol, mujeres y timba [casa de juego] […] Es escéptico en materia de religión y respecto al futuro. El bluesman es un vagabundo: comienza recorriendo el país como hobo [vagabundo], subiéndose clandestinamente en los trenes. Por eso el tren ha tomado una significación tan importante en la música popular: simboliza una promesa para el negro, el viaje es libertad. El lenguaje está lleno de metáforas que designan el tren; por eso es objeto de evocaciones vocales […] El tren tiene una reminiscencia africana, pues se identifica con la serpiente y ésta con Shangó.
Pero hoy nadie quiere vivir de ese modo. Las clases bajas negras han dejado atrás la resignación y quieren mejorar su nivel de vida, o crear una nueva vida. El blues es un recuerdo del ayer vergonzoso y humillante, incapaz de proporcionar la menor enseñanza para el presente.
[7]
La política, el pensamiento político, los partidos políticos, etc., también se han relacionado siempre con las músicas, con las danzas, con los bailes, muestra de lo cual es, por ejemplo, la llamada Canción Protesta.
[8] Música y baile han matizado el pensamiento político y las luchas políticas, muestra de lo cual es el siguiente video, intitulado McCain-Obama Dance-of, disponible en
http://www.youtube.com/watch?v=MSJIORWj4tw […] puede consultarse además
http://www.youtube.com/watch?v=adc3MSS5Ydc&feature=player_embedded#! […] En este sentido, véase también: Ana García Barrios y Rogelio Valencia Rivera (2007). “El uso político del baile en el Clásico maya: el baile de K’ awiil”, en
Revista Española de Antropología Americana, vol. 37, núm. 2:23-38, disponible en
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/05566533/articulos/REAA0707220023A.PDF . Véase también
http://www.gutierrez-rubi.es/?p=485 y Esteban Bush (2001).
La Novena de Beethoven: historia política del himno europeo. Madrid. El Acantilado.
Música y danza o baile van comúnmente unidos:
La danza es movimiento, energía y estímulo. Forma parte de nuestra vida diaria como símbolo del placer y como ritual de veneración. En las distintas culturas se asocia con las ceremonias de iniciación, los ritos de fertilidad, la lluvia, la guerra y la muerte. Se practica en las fiestas de la cosecha para lograr una mayor abundancia y en la guerra para crear un estado de frenesí. Un gran número de las danzas actuales se ha desarrollado a partir de los rituales de antaño. Muchos bailes folklóricos europeos tienen sus raíces en los rituales de primavera de los antiguos griegos y romanos. El teatro, con actitudes y gestos más controlados, nos ofrece una representación simbólica del mundo en que vivimos (Ostrosky-Solís, 2000: 146-161).
De las actividades o actos públicos, es en el teatro –aquí un poco de forma pasiva, porque no podemos darle rienda suelta a nuestras sensaciones como espectadores–, en el circo, en las carpas, en los carnavales –aquí de forma totalmente activa, como partícipes corporales activos, en dependencia de las particularidades culturales y comportamentales de los grupos y los individuos, porque el cuerpo estalla en un maravilloso arco iris de variantes de ademanes y gestos, en los países o regiones que pueden disfrutar de este sensacional espectáculo que involucra a todos– y verbenas, en donde se puede ver de manera perfecta la relación entre música y danza, música y baile… También en los cabarets o salas de fiestas, en las discotecas o antros –como se dice en México–, pero aquí el espacio, el ambiente cerrado, generalmente condicionado por ciertos tipos de olores, limita un poco el libre comportamiento del cuerpo de una gran cantidad de participantes. El comportamiento de las personas en todos estos espacios está, desde hace mucho tiempo, regido por ciertas normas elementales de conducta. Usted puede observarlas o no; nada más recuerde que está siendo observado por muchas personas que pueden no compartir sus criterios en torno a la educación de un hombre civilizado y educado. En estos lugares su cuerpo dice más cosas que su idioma. Usted decide.
[9]
En el caso del teatro, cuando seleccionamos una u otra obra dramática y asistimos por el gusto, por el deseo propio, y no por una obligación social –es decir, cuando vamos al teatro o la ópera para sencillamente “socializar”, para que nos vean, aunque no entandamos absolutamente nada de lo que ahí se expone–, generalmente lo que deseamos es ser espectadores de nuestro propio espectáculo: “Nos vemos a nosotros mismos, nos examinamos a nosotros mismos. Lloramos de nosotros mismos. Somos los dioses que desde arriba contemplamos nuestros propios destinos.”
[10]
Debido a la importancia que reviste la música y el baile cubanos a nivel internacional, y a la marcada influencia de éstos en la cultura mexicana, tema que con tanta frecuencia me comentan mis amigos, colegas, y en general alumnos mexicanos, reproduzco aquí un texto que al respecto escribí ya hace algún tiempo, con el objetivo de dar un panorama más fresco al tratamiento científico del lenguaje corporal y, finalmente, fomentar un poco el conocimiento de una tradición que ha sido tan bien aceptada en este país azteca:
[…] Volver a leer La emancipación de la música, de John Neubauer, ha recreado en mí muchos sentimientos que ya creía olvidados. La sentencia popular de que “la distancia crea el olvido” casi se cumple. Me ha llegado un poco de buen viento, de viento sano. Me salvé del olvido. Me refiero a la grata –pero también nostálgica– reflexión que he tenido, a veces con muchas lagunas, acerca de la relación de tres tipos de lenguaje en ese inmenso sistema llamado música: orquestación, idioma y lenguaje corporal, en este caso en mi país, en Cuba. Otras ideas, comparaciones, acuerdos, desacuerdos…, también afloraron, pero mis instintos me ataron a mi raíz: me anclé en mi isla del encanto. Mi origen no me traicionó: hijo de danzoneros, hijo de rumberos, hijo del pueblo, hijo de la amistad, hijo de la tradición, un cubano común.
Volando en la imaginación, con canciones de Omara Portuondo, de Elena Burke, de Moraima Secada, de la gran diva cubana y santiaguera “La Lupe” –
http://es.wikipedia.org/wiki/La_Lupe –, de Celia Cruz, de Sindo Garay, de Ñico Saquito, de Los Compadres, de Barbarito Diez, de Compay Segundo, recuerdo que las raíces de la música en Cuba hay que buscarlas en la fusión de elementos procedentes de las culturas españolas y africanas porque el aborigen cubano casi desapareció; pero eso sí, del areíto, manifestación danzaria y religiosa de los indios cubanos, aún quedan en la Isla las maracas, los fotutos,
[11] las flautillas
[12]: la armonía de la naturaleza, la dimensión fálica masculina, ¿¡”la perdición”!? y los tambores: los primeros sonidos, la verdad divina, el habla. Los negros –ese “muestrario original de intensidades”, al decir del genial pintor mexicano Miguel Covarrubias–, en cambio, contribuyeron a fundar una rica y trascendente expresión musical cubana, de belleza y autenticidad reconocidas en el mundo. Los antecedentes negros de Cuba hay que buscarlos en los mismos antecedentes negros de la humanidad: negro es el Moro de Venecia, negro es Othelo, negro es Baltazar –uno de los Reyes Magos–, negro es el Preste Juan, negra era la novia del Cantar de los Cantares…, “negros también son algunos angelitos”, y en la trata de negros,
[13] una historia terrible y vergonzosa, para Cuba y para toda la Humanidad. Los problemas con “el negro” y “lo negro” se dieron en el curso del siglo XVII: le noir se convierte en el nègre, black en nigger. En español el término cafre establece el signo de desprecio. Afortunadamente, ya en el siglo XX, en París, el negro y lo negro deja de verse antropológicamente para verse en todo el esplendor de su arte, de nuestro arte. Muy pronto las músicas de origen yoruba –la cultura africana que dominó en Cuba–, congo, carabalí y arará, de esa gente que conocemos a través de la trata, pero a las cuales no se les puede precisar exactamente por su lugar de origen, por su lengua,
[14] resonaron en la Isla, junto a romances, puntos y zapateos de ascendencia hispánica, iniciando lo que mi tocayo, nuestro querido e internacionalmente respetado don Fernando Ortiz, llamaría transculturación, ese proceso de transición por el que una cultura va adoptando rasgos culturales –incluyendo la música y el lenguaje verbal y corporal– de otra. En Cuba la música negra no estaba únicamente en las calles, no estaba únicamente en los carnavales, en el mundo de negros y mulatos. En Cuba la música negra el hombre blanco la mamaba de la teta de la nodriza prieta, que no sólo amamantaba y educaba al niño blanco, sino que siempre le entretenía con cuentos africanos traducidos al español –su “castellano chapuceao”–, con palabras africanas, y con canciones del Continente de Ébano. Así, la cuerda pulsada y el tambor, el rezo y el canto andaluz o canario, se fundirían en el crisol antillano que hoy conocemos. Luego aparece el aporte afro-francés. Cuba dista de Haití
[15] solamente en unos setenta kilómetros. La Revolución Haitiana dio otra pincelada musical a “La Tierra Caliente”: la contradanza. De la contradanza pasamos por caminos sutiles al danzón, que atraviesa toda el área centroamericana con una velocidad abismal. A México llegó el danzón para quedarse. Casi podría asegurar que en México se baila más y mejor danzón que en Cuba. Pero que quede claro: una cosa es bailar el danzón y otra, muy distante, es “sentir” el danzón, “gozar” el danzón, “saborear” el danzón… Alguien dijo una vez que el cubano es el único ser en este mundo que puede sentir el danzón en el “goñete”.
En la música, como en todo, siempre hay creadores. La historia de este tipo de melodía no se puede hacer sin dos grandes nombres: Miguel Velázquez y Esteban Salas. Miguel Velázquez nació en Santiago de Cuba a principios del siglo XVI. Fue el primer músico notable nacido en la Isla. Era hijo de una india y de un castellano familiar de Diego Velázquez. Cursó estudios musicales avanzados en Europa: Sevilla y Alcalá de Henares. Fue cura, canónigo de la Catedral de Santiago, pero conocía el son, el rico y contagioso son: ¿quién ha dicho que “lo cortés no quita lo valiente”?; yo digo que “lo cura no quita la ‘sabrosura’”. El nombre de Esteban Salas es más conocido, más grandioso. Nació en La Habana, en 1725; murió en Santiago de Cuba, en 1803. También sacerdote. Hablar de Esteban Salas es hablar, sin duda alguna, de una gran sensibilidad americana y también de otro cura con “sabrosura”.
Es el siglo XIX el siglo del gran florecimiento de la música cubana. Manuel Saumell (La Habana, 1817-1870) es el iniciador del nacionalismo musical cubano. Fue el padre de la contradanza, de la habanera, del danzón, de la guajira, de la clave, de la criolla y de otras ciertas modalidades de la música cubana. Todo lo que se hizo después de él fue ampliar y particularizar elementos de la música que ya estaban plenamente expuestos en su obra. Y es aquí donde, de manera evidente y por primera vez, la música cubana refleja esa intensa y tierna relación, de madre e hijo, entre la música y el hablar del cubano, del criollo. En realidad podemos asegurar que la música de Saumell refleja el perfil exacto del criollo, creando un clima peculiar, una atmósfera melódica, armónica, rítmica, que habría de perdurar. Gracias a él se fijaron y pulieron los elementos constitutivos de una “cubanidad”, que estaban dispersos en el ambiente, para integrar un hecho musical lleno de implicaciones. Con la labor de deslinde realizada por él, lo popular –música y lenguaje en hermosa armonía– comenzó a alimentar una especulación musical consciente.
[16] No concibo mis días sin Recuerdos tristes, Ave María, Lamentos de amor, La Josefina…, pero es para mí impensable una grata noche de pasión sin Los ojos de Pepa. ¡Hay, Pepa de mis amores, dónde estarás!
¿Vivir sin la trova? Imposible, por lo menos para un cubano de verdad, un cubano que le gusta “la buena música” –y, claro, todo lo bueno–, el roncito, la playa, el buchito, el puro y… Por esto es que la música de Pepe Sánchez y Sindo Garay llegan a mis oídos como la mejor expresión de la amistad, del cariño, del “amor terrenal”, a través de un lenguaje también terrenal. Lo que se toca, lo que se canta, se dice con palabras del pueblo, con palabras creadas por el pueblo, con palabras que expresan esa imaginería especial, esa creatividad mundana tan esencial que Dios, que los dioses y las diosas y las vírgenes y los tantos y tantos y tantos seres divinos que tenemos los humanos, han puesto en la vida de los hombres.
¿Y habrá alguien, un ser humano normal y vivo, que pueda librarse de la música latina? La música latina, como el eco, atraviesa todos los confines, todas las culturas, todos los idiomas, todos los corazones, todos los sentimientos, y si alguien lo duda, pues que vea cómo nuestra rica música latina pone a gozar, a bailar, hasta a la Casa Blanca, hasta al presidente de Estados Unidos de América:
http://www.youtube.com/watch?v=G7WI1mfmU54 ,
http://www.youtube.com/watch?v=NZx6yV61P5Q .
Para expresar “las vibras del corazón”, “el sentimiento del alma” no hay que ser un “clásico erudito libresco”, no hay que ser un hombre “leído y escribido”. Del pueblo salió Homero: el mayor de todos los cantores de todos los tiempos. Esa es la realidad.
Con respecto al movimiento artístico del cuerpo, al lenguaje corporal artístico danzario en México,
[17] a la música en este país, es necesario comentar algunas cuestiones. Independientemente de que “no vendré a bailar en la casa del trompo”, es decir, que no vendré a hacer una historia que ya ustedes conocen perfectamente, sí creo necesario recordar que no podemos conocer los pueblos sin tomar en cuenta, entre otras cosas, por lo menos algo de su historia lingüística y de su historia musical. Esta reflexión tenemos que hacerla ahora, especialmente después del espectáculo maravilloso que vio todo el mundo cuando Juan Pablo II visitó últimamente este país, dentro y fuera de la Basílica, en la que sí es verdad que vimos a nuestros indígenas bailar sus hermosas danzas, pero en muchos casos no sabíamos cómo explicar esto desde una óptica especializada, como especialistas en el tratamiento de la imagen. Si la semiótica nos ayuda a estudiar la personalidad de los pueblos, de los individuos, el comportamiento en general de los grupos, entonces no podemos olvidar que entre las manifestaciones que denotan la personalidad de una cultura están la lengua, la música, los mismos instrumentos musicales, la danza y las manifestaciones circenses, es decir el circo, sobre todo las primeras expresiones circenses de cada región, de cada país, de cada pueblo. La música no sólo es el arte de combinar los sonidos en una sucesión temporal. Las historias de la humanidad, las particularidades sociológicas y sicológicas de los pueblos, el comportamiento habitual de las personas, aparecen ampliamente expresadas en la tradición musical.
[18] Así, “en México, la música indígena, que todavía se practica, la mestiza de diversas regiones y épocas, los ‘corridos’ de las revoluciones y las guerras y aún la música importada y desfigurada, materializan íntegramente la vida de México [en todos los sentidos] sintetizando nuestra vida nacional.”
[19] En México hay de todo, como en botica. En cuanto a la música y el baile en este país, podemos encontrar desde los matices armónicos más finos, delicados, íntimos, sensibles, y los bailes más mesurados, hasta los matices armónicos más rápidos, fuertes, como en el Caribe. Tal es el caso del zapateado tabasqueño, que tiene una:
[…] música alegre, bullanguera, sugestiva y arrebatadora, con atractiva riqueza rítmica que invita, aún no sabiendo, a mover los pies y comunica su alegría retozona a quien lo escucha […] Además del ritmo que se lleva con el golpear de los zapatos, acompáñase el baile con golpes de las manos, que alternan con los de los pies, sujetándose en todo al compás de la danza […] Los movimientos del cuerpo no son tan marcados como en otros bailes que se usan por las mismas regiones tropicales, y el ritmo lo llevan con toda seguridad los pies que ejecutan a la vez variadas filigranas. El varón baila con las manos cogidas por detrás guardando respetuosa distancia, mientras la mujer lleva las manos libres o se coge con gracia la falda de sus enaguas […] Los que bailan el zapateado gustan de hacerlo en muchas ocasiones, quizás por el calor, al aire libre; bajo enramadas cuando se hacen en las casas, o en la placita del pueblo cuando los bailes son de carácter público […] Como buenos mexicanos, aunque de apartadas latitudes, se suelen también armar alborotos que terminan en forma trágica. Bajo los humos del alcohol, basta cualquier insignificancia, como una palabra o mirada mal interpretada; una bomba malhiriente contra alguna Dulcinea, para que se arme la más descomunal frasca, saliendo a relucir los machetes que buena cuenta dan de supuestos agravios. Común es oír decir que en tal baile llegaron a las manos los valientes del barrio o del pueblo y que resultaron algunos macheteados.
[20]
Por tal motivo es que hemos resuelto reflexionar acerca del panorama musical y danzario de “la Grecia de América”, como le llamara alguna vez y en un cierto sentido José Martí a México (y también a Perú):
Ya en el s. XVIII el célebre filósofo, historiador, teólogo y políglota mexicano Francisco Javier Clavijero (jesuita, Puerto de Veracruz 1731-Bolonia, Italia, 1787), tal vez la primera gran figura de la conciencia americana, uno de los mejores historiadores de América, alaba el armonioso lenguaje corporal de los mexicanos en la danza: “Sin embargo de ser tan imperfecta su música, eran bellísimas sus danzas.”
[21] Es posible que Clavijero no tomara en cuenta que un indio canta para acompañar una danza, y la danza es parte de un rito mágico o semireligioso; el indio canta para celebrar una acción, para narrar una leyenda, para festejar un regocijo familiar o social. Los cantos populares de los indios jamás han pretendido un fin artístico. El canto mágico de las fórmulas de encantamiento es originado por el instinto de conservación; los cantos religiosos de los indios –de la misma manera que los spirituals de los negros– tienen una intención puramente religiosa. Es tan bella la polifonía refinada de Debussy como la pureza monódica del primitivo; tan musical el instrumento de éste, como los del mejor artista europeo. La polifonía de los conjuntos primitivos no es imperfecta, obedece a una sensibilidad distinta, quizás más refinada que la de los hombres “de cultura”. El dominico español Diego Durán (Sevilla 1537-1588) nos habla acerca de la capacidad que poseían los nativos mexicanos para coordinar el poema, el canto y la danza:
El baile no solamente se rige por el son, empero también por los altos y bajos que el canto hace, cantando y bailando juntamente, para los cuales cantares había entre ellos poetas que los componían, dando a cada canto y baile diferente sonada, como nosotros lo usamos con nuestros cantos, dando al soneto y a la octava rima y al terceto sus diferentes sonadas para cantallos, y así de los demás.
La enseñanza musical y danzaria, del movimiento artístico del cuerpo, de ese lenguaje especial que expresa el cuerpo, estaba sistematizado entre nuestros indígenas, así como la construcción y los cuidados de los instrumentos musicales, pues así lo exigía el profuso calendario ceremonial. Estas actividades estaban controladas en Tenochtitlan por el Cuicacalli, donde se preparaban cantos y bailes, y el Mixcoacalli, donde se guardaban los instrumentos. En estas actividades las personas guías –pero no las más importantes– eran el cuicapicque o compositor de cantos, el ometochtli o director de los ejecutantes, y el tlapizcatzin o constructor de instrumentos. He comentado que estas personas eran los guías, pero no las más importantes, debido a que aquí lo que parecía importar era que hubiera producción, que existiera el producto artístico, que hubiera música, que hubiera baile, que hubiera algo que fuera bueno, satisfactorio. No importaba si el autor era éste o aquél. Esto nos hace recordar a Grecia. Después de la gran Grecia, ya en el período Greco-Romano, fue cuando aparecieron los celos y las envidias entre los artistas, fue cuando el nombre del autor fue lo trascendental. Eso mismo sucede hoy.
A juzgar por lo que se conoce, la rítmica de la música indígena precortesiana era de una energía y variedad insospechada; la intervocálica, en ocasiones sorpresiva. La polirritmia parece desempeñar un papel equivalente al que las otras culturas del mundo han correspondido a la armonía o al contrapunto, producto muchas veces de los cambios y acentos impuestos por la prosodia de los poemas que la originan.
La música en las culturas precortesianas tenía diferentes connotaciones, según los ámbitos en que se desarrollaba, como estético, religioso, terapéutico, lúdico, entre otros. Diversos testimonios arqueológicos demuestran inclinación por el sonido y la música en las culturas precortesianas desde 10 000 años a.C.
Son muchos los trabajos –informes y crónicas– de los conquistadores en los que se refleja la variedad de instrumentos musicales en las culturas precortesianas. Ya en el siglo XX la cifra de investigadores que han tocado este tema desde muchos ángulos es inmensa.
[22]
Al consumarse la Conquista se produjo un cambio radical en todos los aspectos de la vida de los pueblos mesoamericanos. En lo tocante a la poesía, es necesario destacar que hubo puntos de contacto entre ambas culturas: la indígena y la europea; en la música, por el contrario, ocurrió un rompimiento casi total. La primer escuela de música que hubo en México, llegados ya los españoles, fue establecida por fray Pedro de Gante en 1524. Pronto salieron de ella músicos indígenas preparados para servir en las iglesias. Motolinía –
http://es.wikipedia.org/wiki/Motolin%C3%ADa_%28Toribio_de_Paredes,_o_de_Benavente%29 –nos comenta el tema en los siguientes términos:
Fue cosa de maravilla que al principio ninguna cosa entendían; en poco tiempo le entendieron de tal manera, que no sólo salieron con el canto llano, mas también con el canto de órgano, é agora hay muchas capillas e muchos cantores, de ellos diestros, que las rijen y entonan; y como son de vivo ingenio y gran memoria, los más de los que cantan saben de coro, tanto, que si estando cantando vuelven dos o tres hojas, como acontece muchas veces, o se les cae el libro, no dejan por eso el canto, mas van diciendo de coro con su compás hasta que levantan el libro […] Algunos macebos de estos que digo, han ya puesto en canto de órgano villancicos a cuatro voces, y los villancicos en su lengua, y esto parece señal de grande habilidad, porque aún no los han enseñado a componer, ni contrapunto, y lo que ha puesto en admiración a los españoles cantores, es que un indio de estos cantores, vecino de esta ciudad de Tlaxcallan, ha compuesto una misa entera por puro ingenio […] Hay muchos niños de hasta once o doce años que saben leer y escribir, cantar canto llano y canto de órgano, y aún apuntar para sí algunos cantos. En lugar de órganos tienen música de flautas concertadas, que parecen propiamente órganos de palo, porque son muchas flautas.
Hay que destacar que los primeros compositores locales de la Nueva España recibieron, por conducto de los españoles, la influencia de los italianos. El propio Gante, el primer maestro músico novohispano, había estudiado en la Universidad de Lovaina, por lo que traía los frescos conocimientos del desarrollo musical de la Europa de esta época. El centro musical de la Nueva España fue casi hasta finales del s. XVIII la catedral de México, de donde tomaban ejemplo las de provincia. Entre ellas las más notables por su actividad musical fueron las de Puebla, Oaxaca, Morelia, Durango y Guadalajara. El primer libro de música que se publicó en América se hizo aquí en México, se imprimió en 1556, y llevaba por título Ordinarium misae. También debemos destacar la importantísima función que tiene en estos tiempos el teatro musical –autos sacramentales, misterios y pastorelas–, que sirvió en un principio en el trabajo de conversión de los nativos.
Ya en la segunda mitad del s. XVII, aparece la magistral figura de una de las divas de la historia mundial: Sor Juana Inés de la Cruz –
http://es.wikipedia.org/wiki/Sor_Juana_Ines_de_la_Cruz –. Esta brillante mujer no sólo reflexionó acerca de todos los aspectos que circundan la vida del hombre. Recordemos que dentro de sus labores estuvo la de impartir música en el Convento de San Jerónimo de la ciudad de México. Sabemos que escribió un
Tratado de armonía, obra que ella misma menciona en un romance dedicado a la condesa Paredes. En este mismo siglo inicia su lenta decadencia la música de género religioso, para ceder paulatinamente su preeminencia a la música profana. Ignacio Jerusalem, de origen italiano, maestro de capilla de 1750 a 1760, y su compatriota Mateo Tollis della Rocca contribuyeron en gran medida al desarrollo de la música profana y al ocaso de la época de oro de la religiosa. Durante el periodo de la Colonia en México se crearon bailes que “son la expresión de diversos sentimientos, como el coqueteo, la provocación, el recato, el deseo, la alegría. Algunos de estos sentimientos se notan en el zapateado, pero, como en todos los sones de tierra caliente de nuestra patria, puede notarse aquí la parte insinuante del hombre, pero sin olvidar el respeto que a la compañera debe: la mujer tiene finos coqueteos y baila llena de rubores sin dejar ver el más pequeño atrevimiento.”
[23]
A partir del s. XIX la práctica de la música se inclinó definitivamente hacia la ópera, usando francamente los procedimientos del romanticismo italiano, fenómeno que se extendió a toda Iberoamérica. De modo simultáneo y como producto directo de la Independencia, se generalizaron los intentos por utilizar la música local –sonecitos y bailables– en el teatro –zarzuela y ópera– y poco más tarde en algunas piezas de salón y de concierto. Varios ejecutantes y compositores extranjeros se radicaron en México para esta época o vivieron en el país largas temporadas. La labor más consistente, aglutinante y renovadora en la música mexicana, la realizó Carlos Cháve (1899-1978) cuando en 1928 el Sindicato de Músicos le confirió la tarea de organizar la Orquesta Sinfónica Mexicana. El prestigio de esta Sinfónica fue internacional.
La asociación entre la música y la plástica de la danza rendiría posteriores frutos y contribuiría a la expresión más representativa del nacionalismo musical en el s. XX. Tan sólo por el número de obras musicales para ballet encargadas en este período puede colegirse el esplendor que alcanzó la danza mexicana, al que también contribuyeron los decorados y las escenografías de los pintores y escenógrafos más connotados.
El cuerpo responde de manera especial a determinados estímulos musicales. Así, por ejemplo, cuando estamos en fiestas, eventos, reuniones sociales, restaurantes, cafés, bares, carnavales, teatros, cines, circos, carpas, etc., y oímos un tipo especial de música, nuestro cuerpo se dispone a reaccionar de manera positiva o negativa para el consumo de ciertos alimentos y bebidas. Según resultados de investigaciones dados a conocer en octubre de 2003 en Gran Bretaña, la música clásica en restaurantes, bares y cafés estimula el consumo de determinados platos y, en especial, de vinos, postres y café.
Respecto de la comunicación no verbal en los circos, los gestos en los circos, las formas que ha adoptado el cuerpo en los circos para la “comunicación especializada” y la creación de “ciertos mensajes plurisignificantes”, tengo a bien recordar aquí la gran importancia del circo
[24] en la historia de la Humanidad. Y en América es el circo mexicano el que, desde tiempos prehispánicos, ha marcado los orígenes de este arte en el Continente (Revolledo, 2005), como muestra la siguiente imagen […]
Filólogo e imagólogo Fernando Antonio Ruano Faxas
Philologist and Image Consultant Fernando Antonio Ruano Faxas
Филолог и консультант Фернандо Антонио Руано Факсас
ЯRConsultores de Imagen Social®
Hacia la calidad integral sin fronteras
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[1] Por mucha libertad que exista en el movimiento corporal de los bailarines de danza, con respecto al ballet, siempre esos “movimientos libres” tendrán sus especificidades, sus controles, como lenguaje corporal especializado al fin. Para considerar algunos de los matices del lenguaje corporal femenino en la danza, se puede consultar: Margarita Baz (2000). Metáforas del cuerpo. Un estudio sobre la mujer y la danza. México, UNAM-PORRÚA, especialmente la parte dedicada a “El lenguaje del cuerpo”, 149-169. También la revista Langages, junio 1968, No. 10, dedicada exclusivamente a los movimientos y los gestos en la danza.
[2] June Boyce-Tillman, (2003). Música como medicina del alma. España, PAIDÓS IBÉRICA.
[3] La música ha sido relacionada con muchas otras esferas de la actividad del hombre, no sólo con la imagen corporal. Al respecto puede consultarse, por ejemplo: John Neubauer (1992). La emancipación de la música. Madrid, Visor; David H. Lawrence. Haciendo el amor con Música. México, Fontamara; Leonardo Da Vinci (1999). Cuaderno de notas. España, Edimat, capítulo II, “Comparaciones entre las diversas artes: pintura, música y poesía”, 101-109. Otra área que trata el movimiento corporal derivado de la danza es la de “esfuerzo-forma”, que “es un sistema de registro del movimiento corporal derivado de las notaciones de la danza. Lo que se pretende desarrollar es una manera de deducir hechos relacionados con el carácter de un hombre, no de sus movimientos particulares sino de todo su estilo de moverse”, según Flora Davis (1995). La comunicación no verbal. México, Alianza Editorial, 20-21. “Lo verdaderamente importante para un trabajo en imagen pública es reconocer en la música un medio de comunicación, una poderosa arma que pueda esgrimirse como productora de emociones en la audiencia, sabiendo que ella actúa sobre los niveles del ello, del yo y del superyó. Por eso la música es capaz de despertar o expresar instintos primitivos y ayudar a que se manifiesten, puede contribuir a afirmar el yo, liberar o dominar las emociones y, al mismo tiempo, dar un sentido de finalidad al oyente o al ejecutante; también puede sublimar algunas emociones y satisfacer el deseo de perfección a través de experiencias estéticas y espirituales muy nobles. La música puede expresar todo el rango de la experiencia humana por su relación con los tres niveles de la personalidad del hombre. Para saber usarla como estímulo perceptual que produzca cierta emoción en la audiencia se debe tomar en cuenta que las respuestas que llegan primero son tanto fisiológicas como psicológicas. Su interacción se traduce en un efecto general donde intervienen varios factores, entre ellos los diversos elementos musicales presentes en una misma pieza; por ejemplo: la melodía, la armonía y el ritmo; el tono de ejecución o las variadas texturas de sonido de los diferentes instrumentos. Una misma melodía producirá efectos diferentes si es interpretada con el triunfalismo de una trompeta a ritmo acelerado o la tristeza de un violín en tiempo lento y lo mismo sucederá si la pieza está en tonos mayores o menores” (Gordoa, 2002: 249-250).
[4] Las negritas son nuestras.
[5] Según Howard Gardner, existen ocho tipos de inteligencia, y muy posiblemente una novena, cada una relacionada con la actividad de ciertas áreas del cerebro: 1. Inteligencia verbal-lingüística, 2. Inteligencia lógico-matemática, 3. Inteligencia espacial, 4. Inteligencia musical, 5. Inteligencia corporal-quinestésica, 6. Inteligencia interpersonal, 7. Inteligencia intrapersonal, 8. Inteligencia naturalista, 9. Inteligencia espiritual. Estas formas de inteligencia las explico más detalladamente en mi libro: Cómo trabajar con los estudiantes universitarios de Ciencias Sociales, disponible en http://openlibrary.org/b/OL22661780M/C%C3%B3mo_trabajar_con_los_estudiantes_universitarios_de_Ciencias_Sociales._Apuntes_para_profesores_y_educandos
[6] Vicente T. Mendoza (1989). “Los cantos de arada en España y México”, en Irene Vázquez Valle (comp.). La cultura popular vista por las Élites. México, UNAM, 345.
[7] Miguel Rojas Mix (1990). Cultura afroamericana. De esclavos a ciudadanos. Madrid, Anaya, 58-62.
[8] Para considerar las particularidades de la Canción Protesta, véase: http://es.wikipedia.org/wiki/Canci%C3%B3n_protesta . Existen muchas muestras trascendentales de la canción protesta, como por ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=ur3mW68ISCE , http://www.youtube.com/watch?v=JlVB9erD-Vw , http://www.youtube.com/watch?v=nFn6e3k7_ho , http://www.youtube.com/watch?v=yEWO3lR99QQ .
[9] El comportamiento de las personas civilizadas y educadas en los actos públicos, en los espectáculos, tiene un matiz distintivo: las buenas maneras. Acerca de este tema recomiendo consultar al clásico Manuel Antonio Carreño (1968). Manual de urbanidad y buenas maneras. México, Botas, especialmente el capítulo IV, “Del modo de conducirnos en diferentes lugares fuera de nuestra casa”, el Artículo V, “Del modo de conducirnos en los espectáculos”, 183-189, y otro texto, actual, cuya primera edición data del 2002: Arantxa García de Castro (2002). Manual de las buenas maneras. España, LIBSA, capítulo 2, “Cómo comportarse en público”, en el cine: 42-47, en el teatro y la ópera: 47-49.
[10] David H. Lawrence (1989). “Indios y diversiones”, en Irene Vázquez Valle (comp.). La cultura popular vista por las Élites. México, UNAM, 135.
[11] Fotuto. Instrumento indocubano, llamado también guamo. Consiste en un caracol marino, grande, en forma de tubo, al que se le ha roto el extremo de la espiral, para soplar por él, produciendo sonidos roncos, de gran volumen. Producían una gran variedad de sonidos. Se ha comprobado que da las siguientes notas musicales: Do tercera octava, La tercera octava, Si segunda octava y Mi bemol segunda octava.
[12] Flautilla. Instrumento de viento. Se hacía de canuto o de hueso de aves y animales. Tenía varios agujeros y embocadura.
[13] Para considerar cómo funcionó la trata de negros, puede consultarse el siguiente video: La trata de negros, disponible en http://www.youtube.com/watch?v=kjUWDIqQOxI&feature=related .
[14] Manuel Pérez Beato (1910). Procedencia de los negros de Cuba. La Habana, Bimestre; Fernando Ortiz (1922). Los afronegrismos en nuestro lenguaje. La Habana, Bimestre; Sergio Valdés Bernal (1987). Las lenguas del África subsaharana y el español de Cuba. La Habana, Academia.
[15] Haití es un país muy hermanado con Cuba, con gran influencia cultural, racial y lingüística en Cuba, especialmente en la antigua provincia de Oriente. Haití fue el primer país latinoamericano en declararse independiente, en 1804, y el segundo de todo el Continente, luego de Estados Unidos. La influencia de Haití en Cuba no solamente fue en todos los sentidos, sino que fue trascendental: marcó la vida y el futuro cultural de todo el país, como hace constar Alejo Carpentier en su conocido libro La música en Cuba. La terrible historia de pobreza, enfermedades, criminalidad y conflictos políticos de Haití constituye un gran dolor para Cuba, especialmente para los orientales, es decir los habitantes de la provincia de Oriente o provincias de Oriente, muchos de los cuales son descendientes directos de haitianos y franceses que alguna vez estuvieron radicados en Haití. ¡Por supuesto que la imagen de la destrucción progresiva de Haití: http://es.wikipedia.org/wiki/Hait%C3%AD , http://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_Hait%C3%AD_de_2010 es también la imagen de la ineficiencia, de la incapacidad, de la OEA, de la ONU, y de muchas otras “organizaciones e instituciones de ficción” del mundo entero, es la imagen de la desvergüenza de esta América podrida, corrupta, fanática, cómplice y entreguista, es la imagen de la total y absoluta responsabilidad del mundo desarrollado, enviciado y degenerado: http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/65898-NN/lula-responsabiliza-al-mundo-desarrollado-de-desastre-humanitario-en-haiti/ ante absolutamente todos los males de este mundo, es la imagen de la existencia inútil de un clero cada vez más podrido y voraz! La existencia productiva del líder brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, ese mecánico que llegó a presidente del país más extenso y complejo de Iberoamérica y de todo el mundo latino, es la más evidente muestra de la fantasiosa, frustrada y desdibujada imagen de la existencia de la inmensa mayoría de los gobiernos y mandatarios del mundo entero, es la muestra de la palpable incapacidad de la inmensa mayoría de las organizaciones mundiales “que dicen” que están para proteger y ayudar a los pobres del mundo.
[16] En torno a la trascendencia musical y lingüística de Saumell pueden consultarse, por ejemplo: Alejo Carpentier (1961). La música en Cuba. La Habana, Instituto Cubano del Libro.
[17] Para considerar el extenso panorama de la danza en México, recomiendo consultar los cuatro excelentes tomos que ha escrito Alberto Dallal al respecto, bajo el título de La danza en México, que ha editado la Universidad Nacional Autónoma de México.
[18] Santiago Ramírez (1977). El mexicano, psicología de sus motivaciones. México, Grijalbo, 101-119.
[19] Carlos Chávez (1989). “Nacionalismo musical”, en Irene Vázquez Valle (comp.). La cultura popular vista por las Élites. México, UNAM, 302-303.
[20] José E. Guerrero (1989). “El zapateado tabasqueño”, en Irene Vázquez Valle (comp.). La cultura popular vista por las Élites. México, UNAM, 319-324.
[21] Francisco Javier Clavijero (1987). Historia antigua de México. México, PORRÚA, 243-244.
[22] En torno al tratamiento de la música y los instrumentos musicales prehispánicos pueden consultarse los trabajos de los mexicanos Javier Romero, Vicente I. Mendoza, Samuel Martí, Pablo Castellanos, Daniel Castañeda, Rubén M. Campos, Gabriel Saldívar, Arturo Chamorro, Felipe Flores, José Luis Franco, Martha Carmona, José Antonio Guzmán, Raúl G. Guerrero y otros. Entre los extranjeros aparecen Charles Boilés, Louis Captain, Herman Beyer, Peter Crossley-Holland, Leo Frobenius, Claes Geinjertam, Auguste Génin, R. Harcout, J. Kollman, Hugo Kunike, Linda O’Brien, Marshal Saville, Edward Seler, Frederick Starr, Karl Gustav Izikowitz y otros.
[23] José E. Guerrero (1989). “El zapateado tabasqueño”, en Irene Vázquez Valle (comp.). La cultura popular vista por las Élites. México, UNAM, 320.
[24] Acerca de la historia del circo pueden consultarse: Dominique Mauclair (2003). Historia del circo. España, Milenio, y http://es.wikipedia.org/wiki/Arte_circense .
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