Frustración, Frustration, Фрустрация, Frustração, Frustrazione, תסכול , フラストレーション , Bıkkınlık
[…] Siempre ha habido frustraciones. La frustración está presente en el mismo nacimiento y evolución de la Humanidad. La Biblia –o mejor dicho las “biblias”– está llena de frustraciones en todos los sentidos (Ruano, 2003e). Dondequiera hay frustraciones; pero en algunos lugares hay más, cuestión de cantidad y hasta de calidad, porque las frustraciones de algunos grupos y personas en particular son, sencillamente, inconcebibles, patológicas, deprimentes, degradantes, enfermizas, criminales […] Imaginemos cómo será la vida (si es que a eso se le puede llamar vida) de aquellas personas que tienen que vivir en países en donde todo, absolutamente todo, anda mal, está mal, y los conflictos de todo tipo y las guerras están a la orden del día […]
[…] En el exilio, en el autoexilio, en la migración, siempre hay de todo, como en botica, y hay gente magnífica, gente muy buena, pero la inmensa mayoría está muy dañada por muchas cosas, cosas de todo tipo, ¡son tantas las frustraciones de los exiliados! Y hay algunos ahí que son la personificación viva de la tiña, de la sarna, y eso se pega, entonces, en estos casos, no hay como una buena dosis de profilaxis, o te contaminas, y eso es irreversible, si se te pega ya lo cargas para el resto de tu vida […] Mucha gente de esa, con castrismo o sin castrismo, habría tenido las mismas frustraciones, porque ya traen la frustración en su ADN, son personas genéticamente frustradas, la frustración es su marca […] Los miedos, las fobias, los terrores, son fuentes de frustraciones […] ¡Qué frustración, cuáles frustraciones, se supone que no traen consigo los migrantes, documentados o indocumentados, que llegan a aquí, a Estados Unidos de América, procedentes de las más diversas partes de "el mundo en extremo desorden"! […] Cuando ves a los migrantes de Centroamérica, de México, de El Salvador, de Guatemala, de Honduras, de Haití […] cuando hablas con ellos y oyes lo que han vivido en sus países y, peor aún, en su travesía por México para llegar a Estados Unidos, cuando observas sus rostros de espanto y dolor, entonces es que uno mira al cielo, abre los brazos alzándolos, y le dice a Dios, al dios que sea, al dios de preferencia o gusto: "¡Dios mío, pero qué es esto, qué has hecho!" […]