Partes de la conferencia.
[…] Hablando de las cosas buenas y las cosas, de lo que es bueno porque es bueno, y punto, y de lo que es bueno “pero” “parece” malo o que “realmente” es malo […] Hasta el más tonto, hasta el más pendejo, sabe que según los protocolos y las etiquetas internacionales “civilizados” lo que ha hecho y sigue haciendo Donald Trump es malo o, lo que es lo mismo, no es bueno. Como siempre digo: “LO QUE PARECE PAPA, O ES PAPA O ES CASI SEGURO QUE SEPA A PAPA” […] ¿Todavía te sigues preguntando por qué en Estados Unidos se le llama “sweet potato” al boniato o camote? Porque parece papa, pero es dulce […] Y sí, prototipo y estereotipo son dos palabras que asustan a muchos. ¿Que desde cuándo existe el prototipar, los prototipos?, ¿que desde cuándo prototipamos?, ¿que desde cuándo existen los prototipadores y los prototipados? Desde que apareció el hombre, el ser humano, y vio y miró y comparó y analizó […] el mundo que le rodeaba en absolutamente todos los sentidos […] ¿Por qué a la mayoría de los estadounidenses nos parece que Trump no es bueno, o que de plano es malo? De entrada, el voto popular lo ganó Hillary Clinton, no Trump. Hillary Clinton tuvo 3 millones de votos más que Donald Trump. Partimos desde aquí. ¿Fue solamente cuestión de instinto, de instintos? […]




“A los políticos se les valora como a los pueblos en donde hay perros: SEGÚN LA CANTIDAD DE CAGADAS A LA VISTA PÚBLICA”


TRUMP, CUANDO SE PELEAN LAS COMADRES APARECEN LAS VERDADES











[…] “LAS RELACIONES ENTRE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS SON BUENAS, EL ÚNICO PROBLEMA ES QUE SON MALAS” […] IMAGÍNENSE SI A ESE GRAN DESASTRE QUE TIENEN ARMADO LOS MEXICANOS EN SU PAÍS LE AÑADIMOS LA AUSENCIA DE LAS REMESAS DE DÓLARES QUE MANDAN LOS MIGRANTES A MÉXICO […] ¡SE ACABARÍA DE HUNDIR EL PAÍS! […] https://lnkd.in/efbpehN
[…] El instinto https://ruanofaxas.wordpress.com/article/percepcion-instintos-y-estereotipos-19j6x763f3uf8-95-2/ es un sistema o concatenación de elementos, entre los que están la afectividad (o sentimiento) y un consiguiente deseo de logro (o esfuerzo), que desembocan en acción. El sistema puede activarse debido a un cambio de estado corporal que produzca la afectividad y el esfuerzo, o, más frecuentemente, por una cognición (o impresión causada por los sentidos) de algo externo que provoque la afectividad. Así, la búsqueda de pareja o alimento puede estar producida, al principio, por algún cambio corporal interno que origine una afectividad, deseo de logro (conación) y acción, y en el momento siguiente, cuando el animal ve, huele u oye a un compañero o una presa, la afectividad puede estimularse todavía más, la conación intensificarse y la acción continuar (Diamond, 1974: 184-185) […] y aquí entra la “inteligencia”, entran las “inteligencias” https://ruanofaxas.wordpress.com/?s=inteligencias […] Los instintos humanos constituyen un área compleja y poco explorada en la vida científica. Los resultados que se tienen hasta ahora en este campo poco han servido para resolver los problemas concretos de criminalidad, agresividad y violaciones que afectan a la sociedad. Las reacciones instintivas de muchos grupos son una verdadera amenaza en la vida moderna. Los instintos agresivos y los instintos sexuales negativos están presentes en todos los pueblos; pero en unos más que en otros: cuestión de cantidad; en unas sociedades y grupos más que en otros, especialmente en las sociedades reducidas, atrasadas y poco florecientes (Ruano, 2003e) […]






[…] Donald Trump padece de, entre otras cosas, megalomanía y complejo de superioridad. Para él todo lo suyo es más grande que lo de los demás, aunque, debido a los comentarios de Marco Rubio, ya tenga fama en todo el mundo de tener “aquello” chiquito, considerando el tamaño de sus manos, algo que, como sabemos, es lo más terrible que pueda pasarle al “orgullo masculino” […] Trump, como ya se ha comprobado, es un mentiroso patológico (pathological liar), un mentiroso en serie (serial liar) […] Y ahora dice a la revista estadounidense Rolling Stone que su avión es más grande que el avión del presidente de Estados Unidos, que el avión de Obama, es decir el Air Force One […] Como ha demostrado el famosísimo periódico The Washington Post, ésta es otra mentira de Donald Trump. Este tipo, decididamente, tiene el cerebro ardido, “está quemao” […] En resumidas cuentas, “el que lo tiene más grande es Obama y no Trump”. Obviamente, me refiero al avión, no a “otra cosa” […]
“El que dice lo que no debe, tiene que oír lo que no quiere”
“El que hace lo que no debe, tiene que aguantar lo que no quiere”
[…] Trump tiene, evidentemente, “fijación” (fixation), tiene “idea fija”, tiene “pensamientos recurrentes”, es decir obsesión, con Barack Obama, y no pierde oportunidad para hablar barbaridades de él, y lo expresa en absolutamente todos los lugares posibles, a través de todos los medios posibles. Cada vez que Trump desprestigia a Obama lo que hace es poner más en evidencia a nivel internacional su incompetencia en todos los sentidos como presidente número 45 de Estados Unidos. El analfabetismo funcional en el trabajo (functional illiteracy in the workplace) de Donald Trump es alarmante. Esto sería “normal” para cualquier país segundomundista, tercermundista y cuartomundista, para cualquier país de América Latina, pero en Estados Unidos, “la primer potencia del mundo”, esto es motivo de “ALARMA MUNDIAL” […] En Estados Unidos hay 5 niveles importantes de alerta para el país, se llaman “DefCon”, DEFense CONdition, es decir Condición de Defensa. Hasta ahora nunca se decretado el DefCon 1, que es el máximo nivel de alerta, la alerta máxima, para, por ejemplo, un ataque nuclear al país, un posible desastre total para el país. En Estados Unidos sólo se ha declarado DefCon 2 en dos ocasiones, en 1962 con la Crisis de los misiles de Cuba y al principio de la Operación Tormenta del Desierto, durante la Guerra del Golfo, que tuvo lugar en agosto 1990-febrero de 1991. “Viendo el panorama” de lo que podría acontecer con Estados Unidos si se aplican las políticas económicas de Trump y sus formas de tratar las relaciones internacionales, creo que estamos a punto de decretar un DefCon 1, es decir “desastre total” para Estados Unidos […] Por supuesto que sabemos lo que pretende Trump con sus insultos a Barack Obama: DESVIAR LA ATENCIÓN CONCENTRADA EN LAS TREMENDAS BRONCAS QUE ENFRENTA SU INEPTA PRESIDENCIA, EN ESPECIAL EL ESCÁNDALO TRUMP-PUTIN-RUSIA Y GANAR TIEMPO PARA ASÍ NO MOSTRAR AL PUEBLO DE ESTADOS UNIDOS SU DECLARACIÓN DE IMPUESTOS QUE “PODRÍA SACAR A LA LUZ MUCHAS COSAS” […] Y en este sentido, sabemos que este “CULEBRÓN” no tiene fin, por ahora. Ahí están los medios, el periodismo, los periodistas, Internet, las redes sociales, que para Trump y su equipo son su “azote de Dios”, que traen a Trump en jaque las 24 horas: … […] WikiLeaks ha revuelto feo el panal, ha regado mierda hedionda a diestra y siniestra […] https://twitter.com/search?f=tweets&vertical=default&q=%22WikiLeaks%22%20from%3Aruanofaxas&s











[…] Estereotipo. Ya me he referido en este mismo libro a los estereotipos y sus funciones en la comunicación humana. Estereotipo es una palabra que ha pasado a las ciencias sociales, a las ciencias humanísticas y al uso popular a partir de la imprenta. “Estereotipo es el término que usamos para describir la imagen mental, las reacciones emocionales y la conducta que manifestamos cuando clasificamos de acuerdo con el tipo general más que atendiendo a las características específicas manifestadas por un ejemplar individual de este tipo” (Ellis y McClintock, 1993). Existen muchos tipos de estereotipos (Bourhis y Leyens, 1996): hay estereotipos positivos y estereotipos negativos, según los estereotipadores y los estereotipados; hay estereotipos universales o generales y estereotipos regionales o locales, según las diferentes áreas geográficas de nuestro amplio mundo y los tiempos o modas. Así, por ejemplo, un estereotipo universal puede ser “el diablo es malo, con cola, con cuernos, con tridente…”, “La virgen es bella e inmaculada…”, “Los curas son buenos y no hacen daño…”, “La delgadez es un signo de belleza…”, “Estados Unidos de América es la democracia perfecta”, etc.; y estereotipos regionales pueden ser los estereotipos que aparecen dentro de una comunidad, dentro de un país, y dentro de esos países en sus regiones, estados, provincias, etnias, en donde un grupo puede estereotipar a otro grupo como malo, bueno, tonto, estúpido, inteligente, bandido, feo, bonito, gordo, flaco, celulítico, obeso, raquítico, escuálido, rústico, incivil, bárbaro, corrupto, ladrón, criminal, contrabandista, lépero, “pelado”, fresa o nice o bitongo o “muy muy”, traidor, leal, ateo, fanático, tacaño, dadivoso, borracho, abstemio, etc., y a su vez también puede ser estereotipado como lo mismo o por otras cuestiones semejantes o distintas, etc. Es muy fácil estereotipar a través de la comunicación dialogada, frente a frente, en persona, en la comunicación in situ, porque ahí se valora la imagen física, los gestos, los protocolos, las etiquetas, y también las palabras, en sus respectivos discursos dialectales, ya sean geográficos, sociales, especializados, etc., y en los cinco planos de tratamiento de la lengua: 1. Léxico, 2. Semántico, 3. Fonético y fonológico, 4. Morfológico y 5. Sintáctico. Es decir que ahí, en esa comunicación in situ, frente a frente, se valora absolutamente todo; pero es difícil estereotipar cuando sólo valoramos a través de la lengua escrita, de la literatura, por muy variadas razones (Ruano, 2003c; Ruano, 2003d; Ruano 2003e; Ruano, 2005b; Ruano, 2008a). En el tratamiento de los grupos sociales, de los seres humanos, de las relaciones sociales, se considera que el estereotipo es un modelo, es una imagen, que se tiene de manera muy simple, rápida y funcional para valorar las figuras humanas y sus particularidades, las conductas verbo-corporales, los protocolos, las cualidades, los hábitos, las habilidades, las tradiciones, la ideología, las mañas, etc., de las demás personas, de los grupos sociales, en especial de los esquemas arquetípicos, o lo que es lo mismo de los “modelos arquetípicos” a partir de los cuales sacamos ciertas conclusiones para valorar a la inmensa variedad de personas con las que nos relacionamos en nuestros diferentes mundos o contextos o en el mundo o contexto globalizado, ya sea al nivel de la esfera pública, de la esfera laboral o la esfera íntima o familiar –recordemos aquí, por ejemplo, hasta dónde puede llegar el concepto de familia en sociedades migrantes, como es el caso de México, Cuba, Rusia, China, India, España, Italia, los judíos, los árabes, los africanos, etc., que están presentes en prácticamente todo el Orbe, y que adoptan o pueden adoptar nacionalidades, idiomas, tradiciones, religiones, gastronomías, folclores, etc., de los países y grupos de llegada pero “siguen siendo familia en contacto”–. La importancia de los estereotipos es tremenda, tanto al nivel de las supuestas sociedades o grupos desarrollados, civilizados, como al nivel de los grupos tercermundistas, cuartomundistas, en estado de barbarie y presocialidad. Con frecuencia se ha considerado que el uso de las palabras “estereotipar”, “estereotipismo” y “estereotipo” en cuestiones de tratamientos sociales y su aplicación en la práctica relacional es negativo, que no es bueno, porque son clichés que pueden denotar problemas en el sistema de valores, de clase, de sociocentrismo o etnocentrismo, de sexocentrismo o generocentrismo, de discriminación, de racismo, de escisionismo, tensiones sociales, conflictos sociales, especialismo, etc.; pero recordemos que gracias a los modelos imagológicos verbales y no verbales que de manera funcional vamos creando en nuestra mente, debido a nuestra experiencia y a todo el proceso cognitivo, es decir gracias a los “estereotipos imagológicos”, es que podemos reaccionar en cuestión de fracciones de segundos para así poder clasificar las señales como buenas o malas, como positivas o negativas, como pertinentes o no pertinentes según los contextos situacionales, y entonces acercarnos o alejarnos de los contextos, de las personas, de los animales, de las cosas, de los fenómenos meteorológicos, etc., que, según nuestra experiencia, constituyen una amenaza o un peligro para nosotros, los nuestros y nuestros entornos, que son de una manera u otra “tóxicos”, incluyendo aquí a los llamados “grupos sociales tóxicos” y “personas tóxicas”, o, por el contrario, no constituyen una amenaza o peligro para nosotros, los nuestros y nuestros entornos. ¿Cómo podríamos resolver adecuadamente estas situaciones, que en una buena cantidad de casos son de vida o muerte, que deben resolverse en fracciones de segundos porque del tiempo de reacción depende que nos salvemos o que muramos, si no es gracias a los estereotipos? Justamente por eso es que los estereotipos son trascendentalmente importantes en nuestras vidas, en nuestras relaciones. Como he dicho ya en mi curso Movilizar las energías de todos para triunfar: “Lo que parece pato, es pato; y si encima de eso parpa, grazna, entonces no me cabe la menor duda de que es un pato”. ¿A usted sí le cabría la duda…? Lo mismo hace todo el mundo, todo el mundo utiliza los estereotipos… ¿Por qué? Muy sencillo, porque los estereotipos no solamente identifican y clasifican a las personas, a los grupos humanos, a los animales y cosas que nos rodean, sino que también se relacionan con la “percepción” –y en especial con la “percepción subliminal”, cuando están presentes estímulos pasajeros, breves, sutiles, prácticamente imperceptibles, pero receptados por los órganos sensoriales y sus delicados y complejos mecanismos. Captamos muchas señales en el nivel consciente; pero en el nivel subconsciente captamos muchas más. Claro que no sabemos todavía, exactamente, cómo se producen detalladamente estas captaciones al nivel de los humanos, y todavía menos sabemos acerca de cómo se producen estas captaciones de señales y cómo se decodifican en los tan variados grupos humanos que habitan el Planeta (Dixon, 1971; Radford, 1983; Gregg, 1986; Coleman, 1987. También tenemos que tomar en cuenta la “intensidad”, que es variada por supuesto, con la que los receptores de las señales o estímulos los captan) y considerando la presencia de unas 9 inteligencias entre los humanos; aunque hay que destacar que los adelantos multidisciplinarios e interdisciplinarios que se registran en nuestros días acerca de la cognición animal en general y de la cognición humana en particular, es decir “la facultad de los seres de procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido y las características subjetivas que permiten valorar y considerar ciertos aspectos en detrimento de otros”, son en extremo alentadores (Cole y otros, 2002)–, con los “instintos”, con la “conducta instintiva” –acerca de lo que he hablado más arriba–, con los instintos gracias a los cuales clasificamos, rotulamos, etiquetamos absolutamente todo lo que aparece en nuestros diferentes contextos comunicativos, con todo y el complejo mecanismo fisiológico-psicológico-sociológico que interviene en el tratamiento y la interpretación de las imágenes y las señales (Martine, 2003). Los estereotipos son, además, parte central del “discurso verbo-corporal de sentido común”, en donde desempeñan una función táctica, una función de estrategia discursiva. Los estereotipos y su tratamiento personalizado, es decir su tratamiento por cada individuo en concreto, lo que se llama “construcción” o “interpretación personal”, serán mucho más sofisticados, complejos, acabados y certeros en la medida en que la persona que estereotipa tenga una mayor experiencia del mundo o contexto en el que se desarrolla, así como una mayor y más sofisticada cultura integral, y especifico aquí que me refiero a una “cultura de verdad”, a una “educación de verdad”, a una “formación de verdad”, y no a “educaciones devaluadas, patitos o chafas o MMC –“Mientras Me Caso”–”, que por cierto abundan mucho y están a la orden del día: basta echarle una mirada superficial a la mayoría de los que dirigen este mundo, a la mayoría de los que dirigen nuestra América. Todos estereotipamos, un poco más o un poco menos, más tarde o más temprano, con respecto a unas cosas o con respecto a otras cosas…; lo que sucede aquí es que estereotipamos “según nos haya ido en la feria”, como se dice en México, y en este sentido la gran desventaja de estereotipar, la parte mala de estereotipar, la tienen los grupos humanos más prejuiciados, más frustrados, sin equidad, más atrasados, más rudimentarios, más presociales, con mayor marca de fanatismo y barbarie […]
El concepto de estereotipo y el acto de estereotipar están relacionados con muchos otros conceptos e inclusive con ciertos procesos biológico-psicológicos que están presentes en el cuerpo humano, y todo esto se enfoca de muy diversas maneras, incluyendo aquí la “manipulación”, el “desconocimiento”, la “falta de preparación multidisciplinaria e interdisciplinaria”, el “tercermundismo cultural”, etc., que son más que evidentes en muchas regiones del mundo, en muchos colegios, escuelas, institutos, universidades, centros de investigación, etc., que son más que evidentes en muchos “supuestos especialistas” en las tan variadas ciencias sociales, en las ciencias humanísticas, en la psicología, en la psiquiatría, en la sociología, en la politología, en los estudios interculturales, etc.
Así, por ejemplo, con el acto de estereotipar, con los estereotipos, se relaciona el concepto de “prejuicio”, los “prejuicios”. La palabra “prejuicio” proviene del latín praejudicium, que significa ‘juzgado de antemano’, y todos sabemos que existen múltiples formas para “juzgar de antemano”, es decir “antes de que aparezcan las palabras” que definen y expresan las particularidades, las características, los procesos, los fenómenos, etc., y que también definen y caracterizan a los mismos grupos humanos y a las personas en particular y sus relaciones sociolingüísticas, y que esto se produce gracias a la comunicación no verbal, una comunicación multisensorial en donde intervienen los cinco sentidos “conocidos”, gracias a los que “percibimos” –es decir vista, oído, olfato, gusto, tacto–; pero aquí, a la hora de crear nuestros estereotipos y prejuicios, no sólo intervienen el cuerpo y la mente, sino que interviene, por supuesto, “el contexto” (Bogardus, 1928; Rokeach, 1960; Allport, 1977; Davey, 1983; Mackie y Hamilton, 1993; Flaubert, 1995; Echevarría y otros, 1995; Martínez, 1996; Young-Bruehl, 1996; Hume, 1998; Brown, 1998; Scruton, 1999; Scruton, 2001; Ruano, 2003a; Ruano y Rendón, 2006), es decir el “lugar”, el “medio ambiente”, el “ecosistema”, en su más amplio sentido y con los más mínimos detalles, el “momento histórico-social concreto” que se vive, y nuestra “experiencia”, algo así como poner en práctica lo que rezan los dichos populares: “de tal palo, tal astilla”, “dime de dónde vienes y te diré quién eres”, “puta la abuela, entonces puta la madre, puta la hija y puta la generación completa”, “ladrón el abuelo, entonces ladrón el padre, ladrón el hijo y ladrones todos en su generación”…; pero todavía hay más aquí, mucho más en este sentido de la formación de los prejuicios, como ya he dicho anteriormente: ¿“lo extrasensorial”? […]
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